Hugh Bicheno, el espía inglés que negoció la liberación de Cristián Edwards [+Video]

Hugh Bicheno, ex agente del servicio de inteligencia británico MI6.

por Jonathan Mardones/ El Desconcierto.

El 9 de septiembre de 1991, Cristián Edwards fue secuestrado por un grupo del Frente Patriótico Manuel Rodríguez. Fueron cuatro intensos meses que culminaron con el pago de un millón de dólares para los frentistas. Hugh Bicheno, experto en negociaciones con agrupaciones armadas de izquierda, fue contratado por Agustín Edwards para diseñar la táctica de negociación. A 26 años del caso, el inglés habló por primera vez con un medio nacional sobre la experiencia, a pocos días de la detención de Ricardo Palma Salamanca, quien fuera su contraparte en el hecho que amenazó la transición.

Hugh Bicheno llevaba doce años desempeñándose como negociador de secuestros, el día que recibió la llamada telefónica para hacerse cargo de la liberación de Cristián Edwards. Como tantas otras veces, activó su protocolo personal: minutos después de escuchar la primera información del caso y aceptar el trabajo, reservó un vuelo para la mañana siguiente desde Miami a Santiago.

No tenía tan claro a qué se enfrentaría en ese septiembre de 1991, sin embargo proyectaba confiado volver a casa con el hijo de Agustín Edwards ya liberado y sin que nadie en Chile se enterara de su existencia. Solo pudo cumplir lo primero. “Edwards no protegió mi anonimato”, asegura hoy vía e-mail a sus 70 años, desde algún lugar del mundo que no quiso especificar en la entrevista.

Para Bicheno la confidencialidad es ley. Se acostumbró a vivir en las sombras gran parte de su vida: en plena guerra fría trabajó como espía para Inglaterra formando parte del MI6, la agencia de inteligencia exterior del Reino Unido.

Nacido en Cuba en 1948 como hijo de padres británicos, estudió primeramente en Escocia para luego llegar a Chile en 1957 a estudiar al Grange School. Se fue a Inglaterra y se graduó en historia en el Emanuel College de Cambridge. En 1969 volvió a Santiago para estudiar en el Instituto de Ciencias Políticas de la Universidad Católica. Pero el mundo académico lo aburrió.

Por eso se enroló en el MI6, realizando trabajos en Buenos Aires y Centroamérica. “Cuando salí del servicio de inteligencia británico, me reclutó una compañía de seguridad para asesorar a clientes de la Lloyds de Londres- mercado de seguros británicos- con seguros contra daños terroristas, pero al poco tiempo me independicé por diferencias de procedimiento”, explica.

En 1980 inició su carrera como negociador de secuestros, colaborando para casos de Italia, Guatemala, El Salvador, Colombia, Perú y Chile. Se especializó en lo que denomina “grupos entrenados por el Departamento América en Cuba”, que en otras palabras fueron agrupaciones armadas de izquierda.

En 1985 tuvo que lidiar con el M19 (Movimiento 19 de abril) colombiano, luego que la organización guerrillera secuestrara a Camila Michelsen, hija del banquero más poderoso del país, Jaime Michelsen.

Fue a él a quien llamó la familia Edwards cuando se enteraron que Cristián había sido secuestrado en septiembre de 1991. En la conversación, Jaime Michelsen le contó a Agustín Edwards sobre el trabajo de Hugh Bicheno. “Para esa fecha yo era el asesor de mayor experiencia en el mundo. Agustín Edwards no tenía seguro antisecuestro y DON (la mayúscula es de él) Jaime Michelsen me recomendó a mí por la asesoría que hice en el caso de su hija”, relata.

Ricardo Palma Salamanca

Al llegar a Chile,  el ex espía inglés fue el encargado de diseñar el plan de negociación. A pesar de que por su experiencia prefería que las policías y los gobiernos participaran lo menos posible en el proceso, tuvo que lidiar con ellos. La falta de colaboración entre las partes marcó los cuatro meses del rescate. De hecho, según una investigación de Ciper, hubo varios desaciertos importantes.

Uno de ellos lo protagonizó la Policía de Investigaciones, quienes acuñaron la tesis de que Cristián se escondía en la casa de su padre. Luego de encarar a Agustín Edwards, se percataron que lo habían confundido con uno de sus hermanos. Bicheno, sin embargo, niega el episodio: “¿Quién le contó tal tontería?”.

A 26 años del secuestro, Hugh Bicheno decidió hablar por primera vez del caso, a pocos días de la captura en Francia de Ricardo Palma Salamanca. Al ex frentista nunca lo ha visto en persona ni menos hablado con él. Con el “negro” sólo se relacionó indirectamente al ser uno de los celadores de Cristián Edwards.

—¿Qué opinión tiene de Palma Salamanca y el Frente Patriótico?

—Otro hijo de puta y otra manada más de huevones pretenciosos.

El secuestro

En 1969 Mirna Salamanca se sumó a la campaña de Salvador Allende. Era la primera vez que participaba tan activamente de la política. Lo único que ese año le desvió la atención de su trabajo para el Partido Comunista, fue el nacimiento de su tercer hijo: Ricardo Palma Salamanca. Fue el último que tuvo- dos mujeres y un hombre-, en una familia donde el padre, Ricardo, estuvo bastante ausente.

Desde niño el “negro” tuvo una postura política radical. En entrevista con The Clinic, Mirna contó que “cuando Ricardo tenía seis años, medio enojado dijo que nunca iba a militar en el Partido como sus hermanas y yo. No podía entender por qué lo hacíamos. Cuando creció siguió sin entender”. Lo de él era la acción. No tanta lectura ni reuniones, sino que la acción.

En 1987 el Frente Patriótico Manuel Rodríguez (FPMR), brazo armado del Partido Comunista, se dividió entre el Movimiento Patriótico Manuel Rodríguez y el FPMR autónomo. Estos últimos adoptaron una postura más radical, motivados por la experiencia de Cuba y Nicaragua, levantando la consigna de no a la impunidad contra militares y civiles partícipes del Régimen Militar. A ese grupo se sumó Ricardo Palma.

Con el argumento de la búsqueda  de justicia, el 1 de abril de 1991 el “negro”, con 21 años, acribilló a Jaime Guzmán, ideólogo de la Constitución de 1980, afuera del Campus Oriente de la Universidad Católica. Fue el golpe más importante post Dictadura que ejecutó la organización.

A pesar de la magnitud de sus actos, el Frente Patriótico cada vez recibió menos recursos desde el extranjero. Con la llegada de la democracia sus acciones perdieron apoyo y la continuidad de la organización se puso en duda. Mauricio Hernández Norambuena, más conocido como comandante Ramiro, ha reconocido en un par de entrevistas que “la razón del secuestro a Cristián Edwards fue económica”. El cabecilla de los guerrilleros aseguró que realizaron la operación a “contra gusto” y que no tuvieron otra salida.

El secuestro no solo conmovió a la familia Edwards, una de las más poderosas de la historia de Chile, sino que amenazó la frágil transición, a sólo 18 meses de la asunción de Patricio Aylwin como primer presidente democrático tras la Dictadura, y con Pinochet como Comandante en Jefe del Ejército.

Secuestro de Cristián Edwards

El 9 de septiembre de 1991, Cristián Edwards, de entonces 33 años, era gerente de Diarios Regionales de El Mercurio. Ese día, tal como relata un reportaje de Ciper, fue capturado en un estacionamiento cercano a su oficina en Providencia, donde dejaba su auto a diario.

Un grupo de frentistas, en el que se encontraba Ricardo Palma, lo amarró, le puso una capucha de plástico y lo tiró adentro de un auto. No hubo explicaciones.

Anduvieron por un par de calles de Santiago, sin mucho sentido. De pronto, se detuvieron para cambiar de vehículo al rehén. Con la adrenalina al máximo, mientras ejecutaban el plan, al “negro” Palma por accidente se le escapó un tiro de su arma hiriéndose una pierna. Buscó asistencia médica. Era uno de los celadores claves del secuestro, sin embargo tuvo que ser reemplazado por Raúl Escobar Poblete, alias “Emilio”, hasta su recuperación.

A pesar del imprevisto, la operación continuó. El hijo menor de Agustín Edwards fue llevado a la calle Poeta Vicente Huidobro, comuna de Macul, a la casa d Rafael Escorza, miembro del Frente. Ahí pasaría los siguientes 145 días en un armazón de madera de dos por tres metros ubicado dentro de uno de los dormitorios, que él mismo denominó “la caja”.

Los frentistas, ilusionados de que todo terminaría en menos de un mes, enviaron una carta a la oficina de Cristián Edwards, tal como indicaba el plan. En ella dejaron muy claro lo que querían:

SEÑOR A. EDWARS (sic)

PRESENTE

Su hijo Cristián fue cautivo hoy y en estos momentos se encuentra en un lugar seguro e inaccesible. Él se encuentra bien de salud y su integridad (física y síquica) en el futuro dependerá de ustedes. El objetivo de su detención es negociar su VIDA. 

La negociación

En la casa de Lo Curro de Agustín Edwards, a solo quince kilómetros aproximadamente de donde estaba recluido Cristián, Hugh Bicheno armó su centro de operaciones para negociar el rescate.

Su experiencia era fundamental para determinar los pasos a seguir. Según un reportaje de Ciper, a los pocos días del secuestro se formó un comité asesor, integrado por el dueño de El Mercurio, el editor de redacción del diario, Juan Pablo Illanes; el abogado Enrique Montero Marx; el empresario Jacob Ergas y el ex espía inglés.

En Bicheno estaba puesta la esperanza del rescate, que de no ocurrir, la difícil transición corría peligro; Agustín Edwards era una de las personas más influyentes del país a tal punto que ha sido indicado como uno de los artífices civiles del Golpe de Estado.

Sin embargo, el inglés se desmarca totalmente de la importancia del hecho: “No tengo la menor idea de lo que significó el secuestro para la transición”.

—¿Cuál fue el plan que diseñó al llegar a Chile?

—Lo normal: formar un comité, elegir el interlocutor, establecer la identidad probable de los secuestradores, decidir un presupuesto y esperar la demanda. Había que actuar rápido porque la primera etapa siempre es la más crítica.

—¿Fue el cura Renato Poblete el interlocutor?

—No. Ese rol lo desempeñó un hombre de confianza de Edwards. El Padre Poblete noblemente se ofreció como intermediario para la entrega del rescate.

—Al llegar a Chile, ¿qué teorías tenía sobre los responsables del secuestro? ¿Pensó que podía ser el Frente Patriótico Manuel Rodríguez?

—Tenía que ser el FPMR. Una banda criminal no se atrevería a secuestrar una figura tan destacada. A pesar de ser un caso típico de los llevados a cabo por los entrenados en Cuba, la prominencia del rehén y el interés público lo hacían un hecho único en el país. La información que yo tenía era que el FPMR estaba en desbande.

—El Frente Patriótico en sus primeras comunicaciones pidió cuatro millones de dólares a cambio de la liberación de Cristián Edwards. Ustedes ofrecieron US$ 420.000, una oferta baja con relación a lo exigido. Conociendo el gran patrimonio del dueño de El Mercurio, ¿por qué ofertaron ese monto?

—Llevado a cabo por profesionales el secuestro es un negocio de demanda y contraoferta, por eso se llama una negociación. La primera oferta debe ser suficientemente grande para garantizar la vida del rehén y también permitir que los incrementos siguientes sean menores y cada vez más modestos, hasta que al final se les da una “propina” supuestamente desesperada para cerrar el negocio.

—El secuestro fue el 9 de septiembre de 1991 y Cristián fue liberado el 1 de febrero de 1992. ¿Por qué se extendió tanto la negociación?
—Fue un caso de duración promedio. Pagar rápido alienta a los secuestradores a exigir un segundo pago sin la molestia y el riesgo de montar otro secuestro. Mientras más dura el cautiverio, mayor la presión sobre el cabecilla, porque aumenta la posibilidad de deserción de miembros menores de la pandilla. Es absolutamente necesario hastiarlos. Además hay que entender la sicología del secuestrador; la compensación sicológica para un envidioso de hacer sufrir al exitoso. Tiene que creer que ha “exprimido la naranja” y un pago rápido no le da esa satisfacción.

—Durante el secuestro Florencio Velásquez Negrete, alias “Floro”, desertó de la misión producto, entre otras cosas, por roces con Ricardo Palma Salamanca. La Oficina de Seguridad Pública del Ministerio del Interior estaba al tanto del hecho. ¿Se enteró usted de esta información?

—No. Pero me alegra saber que hubo una deserción y que los hijos de puta estaban desconcertados. Lo supuse, porque a eso me dedicaba, pero es satisfactorio tener confirmación.

—En algunas investigaciones se ha señalado que el Gobierno no estuvo al tanto de la negociación hasta después de varios meses. Además se ha dicho que Agustín Edwards confiaba solo en Carabineros ¿Qué autoridades estaban al tanto de la negociación? ¿Cómo define la coordinación entre Carabineros, PDI y las autoridades políticas de la época en este proceso?

—Carabineros era la única fuerza policial confiable en el continente entero. Estaban perfectamente al tanto de la negociación y prometieron limitarse a la colección de inteligencia hasta liberado Cristián, y cumplieron. Nunca recomendé que un comité coopere en una búsqueda durante una negociación porque la prioridad de la policía es capturar a los malhechores, y el rehén corre peligro de ser asesinado durante un asalto al escondite. No hay duda que la influencia política y periodística de Edwards nos ayudó a llevar a cabo la negociación sin interferencias torpes.

—¿Cómo vivió usted el día de la liberación de Cristián Edwards?

—Tranquilo. No tenía duda que los frentistas estaban hastiados y que no buscarían prolongar el secuestro.

—¿Hasta cuándo se mantuvo en Chile?

—Salí al día siguiente, porque no dudaba que la prensa me asediaría, ya que Edwards no había protegido mi anonimato.

Fuente: http://www.eldesconcierto.cl/2018/03/02/hugh-bicheno-el-espia-ingles-que-negocio-la-liberacion-de-cristian-edwards-el-fpmr-era-una-manada-de-huevones-pretenciosos/

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