De hombres y mujeres, niñas y viejos, inclaudicables todos: ¡Palestina de pie!

Ayer lunes 14 de mayo: Manifestantes palestinos cargan contra la valla en la frontera mientras el ejército israelí los reprime. EFE.

La Nakba, ayer y hoy.

por Ben White (*) / The Independent, de Gran Bretaña.
Este día de la Nakba (**), cuando se recuerda el desplazamiento de palestinos en 1948, coincide con el traslado de la Embajada de EE.UU. de Tel Aviv a Jerusalén. Su significado, de cara al futuro.

El 15 de mayo, los palestinos conmemoran el Día de la Nakba, un evento anual que recuerda el desplazamiento de palestinos en 1948 y las protestas por el continuo rechazo de Israel a su derecho a retornar.

Este año, el día de la Nakba llega mientras la administración Trump cumple con su promesa de mudar la embajada de Estados Unidos desde Tel Aviv a Jerusalén. La inauguración de la nueva embajada de Estados Unidos se presenta en medio de protestas en la Franja de Gaza ocupada por Israel. En respuesta, las fuerzas israelíes han matado a decenas de manifestantes palestinos, hiriendo a cientos más.

La convergencia del 70º aniversario del día de la Nakba con estos desarrollos contemporáneos es una oportunidad para considerar su significado en el pasado, presente y futuro.

La Nakba fue la expulsión sistemática de los palestinos y la destrucción de sus comunidades. Durante un período de dos años, entre el 85 y el 90 por ciento de los palestinos que vivían en lo que se convirtió en el Estado de Israel fueron expulsados y cientos de sus pueblos destruidos. Se usó el temor y la violencia para vaciar las comunidades palestinas. A los expulsados se les impidió físicamente regresar. Para 1952, Israel había aprobado leyes para expropiar las tierras de los refugiados y negarles su ciudadanía.

Sin embargo, la Nakba no es solo sobre el pasado, ya que los palestinos siguen siendo desplazados y maltratados por las autoridades israelíes de hoy. Los palestinos están siendo abatidos por francotiradores israelíes en Gaza –incluyendo a más de 250 niños que fueron heridos con balas de plomo desde el 30 de marzo, de acuerdo con Save the Children– viven bajo un bloqueo devastador.

La embajada de los Estados Unidos, mientras tanto, está ubicada ahora en una ciudad cuyos límites municipales incluyen el territorio ocupado anexado ilegalmente. Las autoridades de Jerusalén intentan abiertamente mantener a la “mayoría judía” en la ciudad, incluso desalojando a las familias palestinas y demoliendo sus hogares. En Cisjordania, las fuerzas israelíes rutinariamente derriban y desplazan a las comunidades palestinas. A principios de este mes, los soldados allanaron el barrio palestino en Masafer Yatta, dejando a 26 personas sin hogar.

Pero la importancia de Nakba también es sobre el futuro. Para Israel, el regreso de los refugiados palestinos significaría ponerle fin a la mayoría judía creada por el desplazamiento forzado. Mientras las cuestiones prácticas son importantes y hay muchos precedentes para sacar conclusiones con respecto al regreso de los refugiados, el obstáculo más importante para los derechos de los refugiados palestinos es el rechazo israelí.

Con los nacionalistas de extrema derecha que dominan a los gobiernos de Estados Unidos e Israel aparentemente comprometidos, Israel sigue desplazando a los palestinos 70 años después de la Nakba. Sin tener que rendir cuentas a nadie, continuará haciéndolo.

El regreso de los refugiados palestinos no es solo hacer lo correcto legal y moralmente, sino que también es la única ruta hacia una solución justa y sustentable, tanto para los palestinos como para los judíos israelíes.

(*) De The Independent, de Gran Bretaña.  Especial para PáginaI12.

Traducción: Celita Doyhambéhère.

Fuente: https://www.pagina12.com.ar/114861-la-nakba-ayer-y-hoy

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Comunidad internacional condena la masacre de Gaza.

por Página 12.

Los soldados israelíes mataron a 55 palestinos este lunes [14 de mayo, nota del Editor CT] en la frontera con la Franja de Gaza tras disturbios y manifestaciones contra la inauguración de la embajada de Estados Unidos en Jerusalén, que cumplió una de las promesas más controvertidas del presidente Donald Trump.

Esta fue la jornada más sangrienta del conflicto israelí-palestino desde la guerra de 2014 en la Franja de Gaza.

La dirigencia palestina denunció «una masacre» mientras el primer ministro Benjamin Netanyahu defendió el uso de la fuerza porque «todo país tiene la obligación de defender su territorio», dijo en Twitter. «La organización terrorista de Hamas proclama su intención de destruir Israel, y envía con este fin a miles de personas para forzar la frontera», agregó.

Los hechos provocaron preocupación en la comunidad internacional en un contexto de fuertes tensiones e incertidumbres regionales.

Turquía y Sudáfrica llamaron a consultas a sus embajadores en Israel.

Mientras los funcionarios estadounidenses e israelíes celebraban un momento «histórico» y la fortaleza de su alianza bajo una gran carpa blanca plantada en los terrenos de la nueva embajada en Jerusalén, decenas de miles de palestinos protestaban a pocos kilómetros de distancia, en la Franja de Gaza bloqueada.

Artistas palestinos transformaron Gaza llena de humo por los bombardeos sionistas del 2014 en un símbolo de resistencia.

Los más atrevidos, arriesgando sus vidas, enfrentaron los disparos de soldados israelíes arrojando piedras e intentando forzar el fuerte dispositivo de seguridad en la zona. Según el ministerio de Salud en Gaza, 55 palestinos murieron por disparos israelíes en la frontera con Israel, y cientos resultaron heridos.

Desde el 30 de marzo, cuando comenzó la «gran marcha del retorno», un movimiento de protesta masivo a lo largo de la frontera con Israel, han muerto 109 palestinos por disparos israelíes.

La decisión de Estados Unidos, denunciada y criticada por casi la totalidad de la comunidad internacional, rompe con décadas de diplomacia estadounidense y de consenso internacional.

Por ahora, sólo Guatemala y Paraguay se han comprometido a imitar a Estados Unidos y trasladar sus embajadaa a la Ciudad Santa.

La Autoridad Palestina, a su turno, acusó a Israel de cometer una «horrible masacre» en la frontera de Gaza con ese país y pidió «una intervención internacional inmediata para frenar» esta ofensiva, «cometida por las fuerzas israelíes de ocupación».

El primer ministro israelí Benjamin Netanyahu agradeció a Trump, que según él «hizo historia» al trasladar la embajada de Tel Aviv a Jerusalén. El secretario de Estado norteamericano, Mike Pompeo, reafirmó el compromiso de su país con una «paz global y duradera entre Israel y palestinos», pero no mencionó a los muertos en un escueto comunicado divulgado en Washington.

Miles de personas se manifestaron desde la mañana en la frontera entre la Franja de Gaza e Israel. Los soldados israelíes abrieron fuego cuando los manifestantes se acercaron a la valla, donde el ejército casi duplicó sus efectivos.

La organización Amnistía Internacional (AI) pidió a Israel que acabe «inmediatamente» con la represión a tiros de las protestas en la Franja de Gaza, que calificó como una «abominable violación» de los derechos humanos.

El secretario general de la ONU, Antonio Guterres, también expresó su preocupación por las sangrientas escenas de esta jornada.

Los israelíes ven en la decisión estadounidense el reconocimiento de una realidad histórica de 3000 años para el pueblo judío. Ésta coincide con el 70º aniversario de la creación del Estado de Israel, en pleno entusiasmo nacionalista y fervor proestadounidense. Pero la iniciativa unilateral estadounidense causó un enorme disgusto entre los palestinos, que la consideran el resultado del posicionamiento a ultranza adoptado por el presidente Trump a favor de los israelíes desde que asumió el cargo, en 2017. Según ellos, el traslado supone la negación de sus reivindicaciones sobre Jerusalén.

Israel se apoderó de Jerusalén Este en 1967 y la anexionó. Todo Jerusalén es su capital «eterna» e «indivisible», afirma. Los palestinos, por su parte, quieren hacer de Jerusalén Este la capital del Estado al que aspiran.

Además, la religión agrava la sensibilidad del conflicto, pues Jerusalén es una Ciudad Santa para musulmanes, judíos y cristianos.

Para la comunidad internacional, Jerusalén Este sigue siendo un territorio ocupado, por lo que las embajadas no deberían instalarse en la ciudad hasta que el estatuto de la misma no sea negociado entre ambas partes.

De los 193 países de la Asamblea General de la ONU, 128 condenaron la decisión de Estados Unidos, incluyendo aliados de ese país, como Francia y Reino Unido. La votación provocó la ira de Washington y amenazas por parte de su embajadora ante la ONU, Nikki Haley.

Jerusalén se llenó de banderas israelíes y estadounidenses y de carteles que rezan «Trump make Israel great again» (Trump hace que Israel vuelva a ser grande) o «Trump is a friend of Zion» (Trump, amigo de Sion).

Sin embargo, los palestinos consideran que la fecha elegida fue una «provocación», 24 horas antes de las conmemoraciones de la «Nakba», la «catástrofe» que constituyó la creación de Israel para cientos de miles de palestinos, forzados a huir de sus hogares en 1948.

La Unión Europea, mientras tanto, pidió “máxima contención” para “evitar más pérdidas de vidas”, según la encargada de diplomacia, Federica Mogherini. Por su parte, Francia reclamó a Israel un uso de la fuerza “estrictamente proporcional” y aseguró que los palestinos tienen derecho a manifestarse en forma pacífica. En la misma línea se expresó el gobierno alemán. Más duro fue Turquía al hablar de “masacre” y ratificar que nunca reconocerá el traslado de la legación de Washington a la Ciudad Santa. Jordania habló de “crimen” y Egipto advirtió sobres «las consecuencias negativas de esta peligrosa escalada en los territorios palestinos ocupados».

La reacción más dura de la comunidad internacional la tuvo Sudáfrica, que retiró su embajador. «Dada la grave e indiscriminada naturaleza del último ataque israelí, el Gobierno sudafricano ha decidido retirar al embajador Sisa Ngombane con efecto inmediato», anunció la cancillería sudafricana.

14 de mayo de 2018

Fuente: https://www.pagina12.com.ar/114778-la-comunidad-internacional-condeno-la-masacre-de-gaza


(**) La Nakba:

Nakba es un término árabe (النكبة) que significa «catástrofe» o «desastre», utilizado para designar al éxodo palestino (en árabe الهجرة الفلسطينية, al-Hijra al-Filasteeniya). Según la Agencia de las Naciones Unidas para los Refugiados Palestinos (UNRWA) son refugiados palestinos las «personas cuyo lugar de residencia habitual era el Mandato Británico de Palestina entre junio de 1946 y mayo de 1948 y que perdieron sus casas y medios de vida como consecuencia de la Guerra árabe-israelí de 1948».

Refugiados palestinos en la carretera del Líbano tras haber huido o haber sido expulsados de sus hogares en la Galilea (noviembre de 1948).

La expulsión por la fuerza o «desplazamiento obligatorio» de la población autóctona palestina ha visto también otros episodios, como el de 1967 con la Guerra de los Seis Días, tras la cual muchos palestinos se vieron obligados al exilio, muchos de ellos por segunda vez.​ Israel niega toda responsabilidad respecto a los refugiados y la atribuye a los países árabes. La posición mayoritaria en el Estado de Israel respecto al retorno de los refugiados árabes y sus descendientes es que, de concretarse, la existencia de Israel como Estado judío y democrático, pilares fundamentales del sionismo, se vería seriamente comprometida desde el punto de vista demográfico, dado que la población árabe se convertiría en mayoritaria en Israel.

El día de la Nakba (en árabe: يوم النكبة yawm al-nakba) es el día en el que los palestinos conmemoran el inicio del éxodo (la creación del estado de Israel). Se celebra el 15 de mayo y es la fecha conmemorativa más importante del calendario palestino, siendo conmemorado con protestas y celebraciones también en otros lugares fuera de Palestina.  (Fuente /extractos: https://es.wikipedia.org/wiki/Nakba).

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