Los trabajadores y la migración en Chile. A propósito de la propuesta de aumentar el cupo para extranjeros en las empresas chilenas.

por Maximiliano Rodríguez.

Recientemente la prensa nacional ha dado cuenta de la propuesta de Evópoli, partido político de derecha, por aumentar la proporción de trabajadores extranjeros con que las empresas en Chile podrían contar en sus planillas[1]. El presente artículo pretende analizar este hecho situándolo en el contexto político-social del país y discutir acerca de sus implicancias para la formulación de una política revolucionaria con perspectiva socialista anclada en la clase trabajadora.

La propuesta de Evópoli sobre la contratación de trabajadores extranjeros

Un ejemplo ilustrativo de este tipo de hechos, y donde con gran nitidez es posible observar las limitaciones que exhiben los análisis políticos que obvian los fundamentos últimos (la explotación del trabajo por el capital) sobre los que descansa la sociedad chilena, y a las paradojas insolubles a las que estos pueden arribar, lo constituye la reciente propuesta impulsada por Evópoli de aumentar el límite de trabajadores extranjeros a 50% en aquellas empresas que posean una planilla con más de 200 empleados.

Esta propuesta se enmarca dentro del proyecto de aumentar el actual cupo de 15 a 25% que en agosto pasado el gobierno de la presidenta Bachelet presentó al Congreso. En este sentido, al doblar la apuesta del proyecto original, la propuesta de la agrupación de derecha liberal que lidera Felipe Kast muestra mucha más audacia política que el pasado gobierno encabezado por la socialista Michelle Bachelet.

Si Evópoli decide insistir en su propuesta, esta constituiría una verdadera muestra de “internacionalismo proletario”… burgués. ¿Cómo explicar tamaña paradoja? Que sean expresiones políticas burguesas, especialmente de derecha, las que aparezcan impulsando medidas que derriban las barreras que separan a la clase trabajadora. Y, ¿cuál debería ser el posicionamiento y el curso de acción a adoptar desde una perspectiva socialista y revolucionaria frente al emplazamiento de las clases dominantes?

Las condiciones de la reproducción ampliada del capital y el pragmatismo político burgués.

En primer lugar, hay que mencionar que la paradoja es solo aparente. Naturalmente puede resultar una paradoja desde el estado de inmadurez política en se encuentran los sectores revolucionarios en Chile y desde las caricaturas que se hacen en la izquierda de las expresiones políticas de la burguesía chilena, pero no desde los intereses del capital.

Desde esta última perspectiva no hay tal paradoja. En efecto, para el capital le es en principio indiferente la procedencia del trabajador, así como también su color de piel, su acento, su género… solo cuenta para él su capacidad laboral, su actividad creadora que crea plusvalor, que genera ganancias.

En dicho sentido, no hay ninguna razón “técnica” que justifique la existencia de una cuota que límite la contratación de trabajadores extranjeros. Por lo demás, así lo corroboran los mismos economistas del establishment burgués.

Por otra parte, uno de los principales objetivos que se ha propuesto el actual gobierno es el de recuperar el dinamismo económico. Hay distintos elementos que dan indicios de que la economía chilena estaría creando paulatinamente, después de un prolongado letargo, las condiciones para una reproducción ampliada del capital… esto si el nebuloso panorama internacional no dice lo contrario. Entre estos elementos encontramos la recuperación de las tasas de crecimiento, aumento de las importaciones de bienes de capital, grandes proyectos de inversión públicos y privados en carpeta, etc.

Ahora bien, dentro de las condiciones de la reproducción ampliada del capital no está solo el factor objetivo, está también –y principalmente– el factor subjetivo: la fuerza de trabajo. Para ampliarse el capital no solo necesita de medios de producción y materias primas, requiere también de una mano de obra a disposición para ser explotada. La necesita como materia dispuesta para sus fines.

En este aspecto, el estancamiento que exhiben los sueldos y la creación de empleo asalariado, la precarización de las condiciones laborales, los grados de informalidad, los despidos producto del cierre y reorganizaciones empresariales[2],  el continuo aflujo de contingentes de población migrante al país son todos elementos que dan señales de que el factor subjetivo de la acumulación capitalista en escala ampliada se está recomponiendo también.

No por nada, que ni tonta ni perezosa la patronal, a través de sus organizaciones gremiales, se manifestó inmediata y mayoritariamente a favor de la propuesta. De hecho, es mucho más radical, mostrándose derechamente partidaria de abolir toda restricción a la contratación de extranjeros. Es como si el gran empresariado nacional haya inscrito en sus banderas el famoso lema de: ¡Proletarios de todos los países, uníos!

Elementos para un posicionamiento desde la izquierda revolucionaria.

¿Cuál debería ser entonces la posición y el curso de acción de los revolucionarios frente a este ajuste que la clase política burguesa baraja? ¿Hay que rechazarla solo porque viene de la derecha? Este último argumento no es tan trivial como podría parecer a simple vista. De hecho, hay sectores en la izquierda que lo toman como parámetro en la determinación de sus acciones. Cabe recordar que precisamente este fue el criterio que en 2012 adoptó el diputado comunista Hugo Gutiérrez al momento de rechazar una norma clave de la Ley del Tabaco.  Según sus propias declaraciones en aquel entonces, su criterio era «votar todo en contra de lo que vota la derecha, entonces cuando la derecha dice sí, digo no»[3].

¿Pueden las organizaciones revolucionarias adoptar el mismo criterio del diputado comunista? No. El caso es que pese a ser impulsada por un partido de derecha, y todo el apoyo que la patronal le presta a la medida con cínicos argumentos de “aporte y enriquecimiento cultural” que traería aparejada, la medida es en sí misma progresista (¡no hay que tener miedo a decirlo!) y debe ser levantada también por los sectores revolucionarios, ya que crea las condiciones de la integración y unidad política de la clase trabajadora. Además, instala una excelente tribuna para los revolucionarios puedan desplegar una política socialista entre los trabajadores, especialmente en el aspecto del internacionalismo: tanto como principio y como de estrategia política de esta clase.

Difícilmente las antinomias de la política burguesa, derivada tan claramente de la necesidad de explotación del capital, puedan dar mejor tribuna en lo inmediato a los revolucionarios para la agitación y propaganda entre los trabajadores y la población migrante.

Ahora, ¿qué elementos debiese contener una política de agitación y propaganda revolucionaria frente a esta problemática específica?

Hay que partir del principio de que el objetivo fundamental de la agitación y propaganda revolucionaria no es sino aumentar la cohesión organizativa de las clases trabajadoras a través la elevación de sus grados de consciencia. Se trata de un ejercicio sistemático y metódico de educación política en el reconocimiento de sus intereses históricos y enemigos de clase, que finalmente la impulsen a una acción colectiva autónoma.

Teniendo en cuenta lo anterior hay que declarase, en primer lugar, firme y sin ambages por la completa derogación de las restricciones a la contratación de extranjeros. Es inaceptable que la ley consagre diferencias de este tipo entre los trabajadores. No es posible que el Código Laboral, una ley concebida para atenuar –mas no eliminar– y resguardar los derechos de los trabajadores frente a los abusos de la patronal, niegue a una amplia y cada vez mayor proporción de habitantes del país su derecho al trabajo, que en el caso de nuestra sociedad no sino el derecho a ser explotado por el capital.

En segundo lugar, hay que denunciar toda la pusilanimidad de aquellas expresiones del progresismo burgués que, habiendo estado al frente del gobierno y siendo mayoría parlamentaria, no fueron capaces y/o no quisieron impulsar esta medida, a pesar de tener frente a sus narices el fenómeno migratorio. Es realmente bochornoso que sean expresiones políticas venidas de la derecha y del gran empresariado las que las que tomen la iniciativa en este tipo de aspectos.

También hay que extender las reivindicaciones al plano de los derechos políticos y sociales, por muy vacíos y escuálidos que estos sean en el contexto del Chile actual. En dicho sentido, hay que atar la derogación de la restricción a la contratación de trabajadores extranjeros al inmediato reconocimiento de plena ciudadanía para estos, esto es: derecho a elegir y, ¡sobre todo!, a ser electo para todos los cargos de elección popular. La nacionalidad de los miembros individuales de la clase trabajadora en Chile no puede ser criterio para definir la calidad de sujeto político en la vida pública del país. Los revolucionarios tienen que levantar el potente mensaje de que la patria es la clase trabajadora, la ciudadanía viene dada por la mancomunión de estar bajo el mismo régimen de explotación del capital, y no la circunstancia totalmente contingente y azarosa de haber nacido en tal o cual parte.

El mismo criterio debe primar para los derechos sociales. Todo trabajador extranjero y su prole deben tener la misma capacidad de acceso, en completa igualdad de condiciones, que los chilenos a los beneficios sociales (atención de salud, subsidios habitacionales, gratuidad y becas de educación, entre otros).

Estos son al menos los contenidos mínimos que una plataforma revolucionaria con perspectiva socialista debiese contemplar ante el emplazamiento inmediato que el sistema político burgués realiza a raíz de la cuestión de la cuota de trabajadores extranjeros. Esta contiene reivindicaciones realistas, que están libres de todo maximalismo, infantilismo y revolucionarismo abstracto. No requieren ninguna revolución para ser llevadas a la práctica. O sea, son plenamente realizables en el marco de la dominación política de la burguesía, pero contribuyen a cohesionar organizativamente y elevar los grados de conciencia política de la clase trabajadora en Chile.

Naturalmente esta plataforma no resuelve todos los problemas de la población trabajadora migrante en Chile. No es lícito para los revolucionarios, por la irresponsabilidad que significa, “vender humo” en temas tan sensibles. Y aunque quisieran, la realidad indica que simplemente no es posible hacer alquimia social en un régimen fundado en la explotación. Esta es la enseñanza básica de cualquier concepción científico-materialista de la sociedad y la acción política para transformarla.

Por el contrario, lo que se buscan estas reivindicaciones es exclusivamente poner en igualdad de condiciones a la población migrante, en cuanto a derechos políticos y sociales, para que se integre plenamente a la clase trabajadora en Chile y su lucha. Que las miserias que enfrente en nuestro país sean solamente las propias de la que sufre esta clase, y que no sume a estas otras derivadas de atávicas restricciones legales que no hacen sino lumpenizarla. Ya con la carga de los prejuicios de orden socio-culturales que pesa sobre ella se tiene más que suficiente.

Conciencia de clase y el rol de las organizaciones revolucionarias .

«Si queremos ser fieles al socialismo debemos ya ahora dedicarnos a la educación internacionalista de las masas…» Lenin

Es probable –ojalá que la realidad diga otra cosa– que las organizaciones de defensa más inmediatas de las clases trabajadoras (sindicatos, por ejemplo) y sus miembros se muestren en un principio reluctantes, e incluso abiertamente contrarios, a reivindicaciones de este tipo. El corporativismo, centrado exclusivamente en la defensa del empleo y los salarios, puede llevarlos a este tipo de posiciones. No sería extraño observar que la reacción inmediata del trabajador chileno sea ver al extranjero como una potencial amenaza de su fuente laboral.

Esta actitud, sin embargo, es una muy mala defensa de los intereses de los trabajadores como clase. Es una que transa migajas para hoy por hambre y miseria para mañana. Por el contrario, la actual cuota que restringe la contratación extranjeros socava por todas partes la fuerza colectiva de la clase trabajadora en Chile.

Así, tener un contingente dentro de sus filas al que la patronal puede constantemente chantajear con despedir bajo el pretexto de que tiene su cuota de extranjeros copada solo puede ahuyentar a estos de las organizaciones de clase, incluso de las más elementales como los sindicatos. Bajo el miedo de perder su puesto de trabajo, la que constituye su exigua fuente de sustento familiar al final del día, el trabajador migrante se desmoraliza y se abstiene de la organización y lucha clasista.

También, tener una enorme fila trabajadores migrantes tocando la puerta de la fábrica o faena, dispuesta a venderse por menos que un plato de lentejas y a renunciar “voluntariamente” a los menguados derechos laborales con tal de acceder a un puesto de trabajo, solo puede crear incentivos a aumentar la rotación de los trabajadores migrantes ya empleados ante cualquier atisbo de protesta y, de rebote, a erosionar el poder de todo el contingente de trabajadores, sin distinción de origen.

Finalmente, mantener este tipo de restricciones en la legislación laboral chilena solo puede contribuir a lumpenizar a la población migrante, obligándola, en el mejor de los casos, a emplearse en negro al gran capital o, derechamente, a arrojarse a actividades ilícitas como mecanismo de reproducción de la vida, potenciado una serie de flagelos sociales que ya aquejan a las clases trabajadoras en sus espacios de vida cotidianos.

Por otra parte, es probable también que, fruto del subdesarrollo político y falta de un verdadero arraigo político-orgánico en las clases trabajadoras de los sectores revolucionarios en Chile, este tipo de problemáticas pasen completamente desapercibidas a los militantes de esta franja. Que este tipo saltos cualitativos que se fraguan en las alturas de la dominación burguesa no estén siquiera en sus radares, por lo que sea el gran capital el que, paradojalmente, termine dictando cátedra de internacionalismo proletario en la sociedad chilena.

Así, ya sea por el corporativismo de las organizaciones de defensa inmediata de los trabajadores, por el subdesarrollo de sus expresiones políticas o una mezcla de ambas, el resultado final es que amplios sectores de estos quedan incapacitados de salirle al paso de forma colectiva y autónoma al capital. En el peor de los casos –escenario que hay que considerar seriamente por lo catastrófico que significaría– quedan expuestos a prestarle oídos a las expresiones burguesas más putrefactas que hoy pululan en el escenario político nacional, que, bajo el falso pretexto de la defensa del empleo y apelando al más burdo chovinismo, podrían terminar usándolos para sus oscuros propósitos.

En contraste, la conciencia de clase para los trabajadores significa acercarse a la comprensión racional de los mecanismos fundamentales de la explotación capitalista y su asimilación en los cursos de acción de la política práctica cotidiana. El internacionalismo, la solidaridad de clase por sobre cualquier distinción de origen nacional, es probablemente una de las expresiones más avanzadas que esta puede tomar. Así, el rol de las organizaciones revolucionarias, auténticamente socialistas, es crucial al momento de levantar una plataforma de estas características.

Julio 2018

Notas:

[1] Véase http://www.emol.com/noticias/Economia/2018/07/12/913000/Gremios-y-economistas-van-mas-alla-de-la-propuesta-de-Evopoli.html

[2] Véase http://www.elmostrador.cl/mercados/2018/07/12/y-no-han-sido-mejores-la-deuda-de-pinera-con-la-creacion-de-empleos/

[3] Véase http://www2.latercera.com/noticia/gutierrez-explica-polemica-frase-analizo-los-proyectos-pero-tengo-una-gran-desconfianza-de-la-derecha-chilena/

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