Che Guevara: Revolución y Diplomacia (1959-1965)*.

El rostro del Che en Nápoles, obra de Jorit Agoch.

por María del Carmen Ariet/ Cuba Debate.

Una nueva diplomacia: significado y proyección

El triunfo revolucionario de 1959 significó para el pueblo cubano la apertura de los cambios que anhelaron, desde 1902, con el advenimiento de la República. Muchas fueron las luchas y disímiles los protagonistas, quienes con su esfuerzo lograron la conquista de una nueva Cuba.

Las paulatinas transformaciones convencieron a la mayoría de que algo diferente se aprestaba a suceder con el liderazgo excepcional de Fidel y de una vanguardia joven y dinámica, dispuesta a revolucionar el país y a conquistar su plena soberanía, una vez obtenido el poder político. Su radicalidad y verticalidad reafirmaron su auténtica visión acerca de cómo actuar para convertir en realidad, el inmenso esfuerzo colectivo.

A la necesidad de cambios estructurales profundos en la sociedad y a la ejecución de acciones efectivas, se hacía necesaria la instrumentación, en el orden externo, de llevar al mundo esos propósitos con un lenguaje capaz de trasmitirlo bajo el signo de la revolución naciente. Sin dudas, un reto que se debía enfrentar en el difícil camino de las Relaciones Internacionales. Pasado más de cincuenta años, nadie duda de la osadía, creatividad y vigor que se le imprimió a la política exterior de la Revolución y su inserción en el sistema de las Relaciones Internacionales.

El principal artífice de esos objetivos fue el propio Fidel, quien desde los primeros meses inauguró un contacto con los pueblos del mundo de forma peculiar y convincente. Era el inicio de futuras batallas en la palestra internacional, con un nuevo lenguaje y nuevas formas para trasmitir, no solo esas posiciones, sino expresar el advenimiento de una nueva época en el idioma de los desposeídos y expoliados.

La lógica indicaba el empleo de fórmulas internacionales imperantes dentro las relaciones entre los países, sin embargo, dentro de esas circunstancias, el liderazgo cubano se percató de la necesidad de transitar por sendas diferentes, sin la intención de provocar una ruptura conceptual en su funcionamiento a pesar de las diferencias con los enfoques teóricos predominantes en la política internacional, habituados a analizar las revoluciones como formas de conflictos violentos.

Para alcanzar esos propósitos, después de despejado el camino del primer gabinete de gobierno formado, en parte, por sectores de derecha, se selecciona un ministro a la altura de las nuevas exigencias, Raúl Roa García, nuestro Canciller de la dignidad, como popularmente se le denominara y a un pequeño grupo de jóvenes bisoños, dispuestos a trasladar el sentido verdadero de las posturas de la naciente revolución.

Sumado a este proceso imparable, dentro de la propia vanguardia, una figura emblemática lo constituyó Ernesto Che Guevara. La comunión de criterios y posiciones respecto a cómo implementar una nueva voz en la política internacional, capaz de sumarse a posturas soberanas y de plena independencia como sinónimo de lo que debían alcanzar los estados nacientes, desgajados del colonialismo o los que luchaban por alcanzar su liberación, constituyeron las posturas desplegadas por Cuba en la voz del Che en tribunas y visitas a otras regiones y países, formando parte de uno de sus legados más creativos, audaces y polémicos a la vez, dentro de su papel en la política exterior de la Revolución.

Misiones y objetivos

La explicación somera de lo expresado con anterioridad, da una medida aproximada de la labor desplegada por el Che dentro de la esfera de las relaciones internacionales, sumada a la alianza estratégica con los países socialistas, establecida en 1960. Toda esa amalgama de intereses y particularidades necesitaron de posiciones y diseños que se fueron conformando para avanzar y obtener una voz propia y de enfrentamiento con las potencias hegemónicas imperantes, en particular con los Estados Unidos, en la medida que sus intereses se veían cuestionados.

Para la historia de nuestras relaciones internacionales, los discursos pronunciados por Fidel en Naciones Unidas o en otras tribunas, son expresión de una nueva forma de hacer diplomacia desde la evolución misma, con posturas simbólicas que han persistido a lo largo del tiempo, sin claudicación ni debilitamiento.

En esta nueva diplomacia, la voz de la Cuba rebelde se hizo sentir por intercesión del Che, desde el propio 1959, cuando inicia un periplo por algunos de los países signatarios del Pacto de Bandung. Esa apertura diplomática augura la peculiaridad de nuestras relaciones con el mundo, sobre todo con los situados al sur y mal llamados subdesarrollados, deformados por las propias condiciones del sistema capitalista.

Esos contactos primarios le confirieron una línea precisa para exponer y defender las razones históricas que propiciaban el advenimiento de nuevos tiempos. En el Che se encontró al dirigente idóneo para llevar ese mensaje de aliento y alternativa a los países que se iniciaban en la gran aventura de crear y desarrollar estados soberanos e independientes, más allá de diferencias irrelevantes o matices propios; lo importante era luchar y tratar de alcanzar la unidad de intereses comunes dentro de las relaciones y la política internacionales de la mayoría marginada.

La apertura de esos enfoques determinó la ampliación de relaciones diplomáticas, comerciales y culturales con un mundo desconocido en su casi totalidad, pero extraordinariamente valioso para nuestra consolidación e intereses políticos. Aunque no se visualizaba aún la magnitud de esa estrategia que recién surgía, esos esfuerzos contribuyeron a afianzar lazos que persisten y que dieron a Cuba una voz reconocida en diversos foros para denunciar políticas discordantes.

Como continuidad de la estrenada diplomacia, en 1960, Fidel decide enviar al Che a un nuevo periplo, esta vez por los países socialistas, con el objetivo de propiciar un desarrollo comercial y tecnológico que supliera las desavenencias ineludibles con el gobierno de los Estados Unidos. Esa faceta representó un doble esfuerzo a nuestra naciente diplomacia, al tener que emplear a fondo a un personal que recién se insertaba en esos mecanismos y cuyo desempeño tenía que colocarse a la altura del momento histórico.

Por supuesto, se ponía a prueba nuestro liderazgo y decisión, donde el Che se distinguió por su capacidad negociadora, sumado a su verticalidad revolucionaria y a los buenos propósitos de los países socialistas que apoyaron abiertamente nuestras solicitudes. El esfuerzo y el hacer suplantaron la experiencia y el conocimiento académico para desarrollar y defender, mediante un análisis riguroso, lo que acontecía en el mundo y determinar de qué lado debían trazarse nuestras posiciones y la lucha en la arena internacional.

Por razones obvias, esos vínculos permitieron conocer y actuar en consonancia con los países socialistas, no solo por la vía de los intercambios comerciales y culturales, sino también por la identificación ideológica, aun cuando se difiriera de alguna que otra posición. Para Cuba y su revolución, el socialismo representaba la alternativa real para que los países más débiles pudieran enfrentar las políticas de hostigamiento de los poderosos, constituyendo la base de nuestros principios en política y en las relaciones internacionales.

En el caso particular del Che, conocedor de la realidad latinoamericana, acercarse, primero al mundo africano y asiático en sus primeras misiones internacionales, le permitió establecer puntos comunes y de comparación para entender como único camino posible el de la unidad.

Comienza una etapa de enriquecimiento político y de compromiso para juzgar y actuar y por hacer avanzar las políticas que permitieran la evolución y el desarrollo de esos países, identificados más por sus coincidencias que por sus diferencias. No por gusto, de esa relación primaria surgiría un vínculo indisoluble que explica el porqué, desde sus inicios, Cuba perteneciera al Movimiento de Países no Alineados (MNOAL), fruto de los contactos sostenidos por el Che en su recorrido por una parte de los países pertenecientes al Pacto de Bandung.

Para el Che, estudioso e imbuido de su radical posición política, marxista por convicción, representa un período pleno y fructífero en sus relaciones itinerantes por el mundo. Se exige un estudio integral de la situación mundial y comienza a perfilar análisis e ideas que caracterizarían su pensamiento político, basados en la integración del denominado Tercer Mundo, con una visión profunda, mediante la elaboración de tesis que perduran hasta nuestros días, por su validez en muchos de sus planteamientos.

En ese sentido, el Che se convierte en un precursor de esas ideas, señalando los graves problemas propios de su tiempo, que se mantienen o agudizan en las regiones tercermundistas, como advirtiera al destacar que la máxima responsabilidad recae en los países más desarrollados del sistema capitalista, los que se apropian o benefician de la casi totalidad de sus riquezas productivas o naturales.

La interrelación entre acciones propias de la diplomacia con su participación en eventos internacionales económicos y políticos, constituyó el terreno fértil para plantear posiciones vinculantes con el desarrollo de los países más pobres y la obligación de los poderosos por contribuir a su avance. En qué momento el Che, dentro de sus múltiples funciones como dirigente de la Revolución, comprendió el papel tan necesario que debía tener la participación de Cuba en esos foros, queda evidenciado en su permanencia hasta el presente, donde su quehacer visionario permitió nuestra pertenencia al GATT, convertido después en la Organización Mundial de Comercio (OMC).

Son organismos que aun cuando encarnan el poderío de los más ricos, establecen espacios aptos para pronunciar y llevar la voz de los desposeídos, brecha sabiamente aprovechada por el Che para sentar precedentes ineludibles. Esos inicios fueron dando a Cuba un prestigio y oficio que permitió con su contribución y experiencia a incluirse en instituciones, con el respaldo de la mayoría, confiados en nuestras posiciones y lealtad a esos principios.

Dentro de la dinámica de la política internacional, el Che comprende su importancia no solo entre los estados, sino que insiste en el papel de la solidaridad internacionalista, con el fin de rebasar los marcos nacionales y transformadores de las relaciones internacionales.

Abogó por que esos cambios aportaran elementos nuevos en la reformulación de un sistema internacional multipolar y en la recomposición de las propias relaciones internacionales. Si se hiciera una síntesis del quehacer del Che en la política exterior de Cuba, algunas pautas y reflexiones pudieran sistematizarse, desde las propias comparecencias a organismos internacionales y regionales.

Participación en organismos internacionales.

Desde el punto de vista histórico, la participación del Che, en agosto de 1961, en la Conferencia del Consejo Interamericano Económico y Social (CIES) efectuado en Punta del Este, Uruguay, como jefe de la delegación cubana, expresó en su voz discordante la posición distintiva de Cuba en cuanto a cómo obtener la plena soberanía e independencia, más allá del llamado unificador de los Estados Unidos bajo la denominada Alianza para el Progreso, la que en verdad propugnaba el aislamiento y la exclusión de Cuba.

Las principales ideas desveladas mantienen su presencia, así como se mantienen los problemas, a pesar de circunstancias diferentes, las que no han variado en su esencia y continúan siendo estandartes de lucha en nuestra región:

• Establecer una política de desarrollo integral de tipo social cuyo requisito previo es la soberanía, donde los recursos naturales y humanos estarían a su servicio.

• Esa integración debe basarse en la asunción de medidas necesarias para lograr esos fines, entre las que señala: la elaboración de planes para el desarrollo, asistencia técnica de los países industrializados y financiamiento externo con inversiones directas sin estar sujetos a condiciones políticas.

• Garantizar precios estables, actuar contra el dumping de excedentes agrícolas y contra el proteccionismo en la elaboración de productos primarios, y acompañados de una diversificación de exportaciones.

Una de las partes del mural de Che Guevara. Jorit Agoch.

Esas estrategias las hace acompañar de algunas tesis que conformarían, en parte, sus futuras posiciones para el cambio:

• La raíz de los males que nos aquejan se centra en la distorsión de nuestras economías, las que a su vez atan nuestras políticas internacionales a dictados exteriores, lo que hace que la dependencia de nuestros ciclos económicos quede supeditada a los mecanismos económicos internacionales, liderados por las principales potencias.

• El desdoblamiento de esos parámetros es nefasto para las mal llamadas políticas de desarrollo, con la reducción de los precios de las materias primas, provocando más desempleo, baja real de salarios, un proceso inflacionario y la fatal presencia de organismos financieros internacionales.

De ese modo analiza la dependencia estructural de nuestros países en lo económico, tecnológico, cultural, político y militar, como parte del proceso histórico global del desarrollo capitalista y donde el crecimiento económico puede producirse sin que implique un desarrollo económico integral.

Catalogar de esclarecedoras y sobresalientes esas ideas expuestas en un foro adverso, apenas a dos años del triunfo de la Revolución, nos acerca a su enorme capacidad analítica y a su visión de futuro, cuya continuidad y síntesis más elaborada se encuentran en el discurso pronunciado en Ginebra, en marzo de 1964, durante la Conferencia de Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo (UNCTAD). El GATT —siglas con las que se le conoce—, fue creado en 1940 como una institución de comercio internacional, devenido, con posterioridad, en un organismo de comercio multilateral, cuando en 1995 se crea la OMC, razón que explica la presencia de Cuba desde sus inicios en dichos foros.

De las Rondas efectuadas, el Che participó en la 6ta., cuyo tema esencial se refirió a las tasas y medidas antidumping, tópico tratado con antelación en su discurso de Punta del Este de agosto de 1961. En el contenido de lo explicado se encuentran tesis más drásticas y polémicas al valorar, no solo las posturas históricas de las potencias imperialistas con relación a la dependencia de los países más pobres, sino también a algunas de las posiciones ambiguas y contradictorias asumidas por los países socialistas respecto a la real solidaridad y apoyo a las políticas de desarrollo sustentadas hacia los más débiles, consideradas como claudicantes frente al poderío imperialista.

Aboga por eliminar diversas formas de explotación, entre ellas los préstamos onerosos, la dependencia tecnológica, el control del comercio exterior por los grandes monopolios internacionales, el control sutil por otros organismos internacionales financieros y crediticios como el Fondo Monetario Internacional (FMI) y el GATT, entre otros. Señala, además, la existencia de áreas preferenciales como formas de explotación, las que se agudizan con nuevas manifestaciones, principalmente la deuda externa, cuyo resultado es garantizar a las potencias desarrolladas condiciones de comercio que provoquen el deterioro de los términos de intercambio, problema que se convierte en avasallante y que perdura hasta nuestros días.

El discurso perseguía delimitar sus posiciones respecto al objetivo de la conferencia y defender una definición equilibrada del comercio internacional con el fin de convertirlo en un instrumento idóneo de desarrollo económico equitativo para los pueblos subdesarrollados.

Comprendió el Che lo imperioso de dejar sentado que esto solo se lograría si las potencias económicas dominantes estuvieran conscientes de la necesidad de promover un desarrollo integral a través de inversiones de recursos a precios preferenciales sin trabas ni restricciones. De ahí, su propuesta de implementar organismos financieros, crediticios y arancelarios, con normas que deben basarse en la igualdad irrestricta, en la justicia y la equidad, lo que implicaría la eliminación obsoleta de los existentes.

De acordarse esas bases, quedarían instaurados los soportes de un comercio exterior capaz, que permitiría un mayor control y recuperación por parte de los estados más débiles de todos sus recursos naturales y el impulso a la enseñanza de la técnica y otras medidas de reordenamiento interno, imprescindibles para iniciar el camino de un desarrollo acelerado.

Sin dudas, esos presupuestos son precursores de políticas actuales, después de haberse producido un cataclismo tan violento en las relaciones internacionales como lo sucedido con la desaparición del denominado socialismo existente, imperante en el siglo xx. No es casual que, en la última reunión del Grupo de los 77 más China, en Bolivia, en junio de 2014, se juzgara al Che como promotor de posiciones actuales, a pesar de que persiste, como advirtiera, la búsqueda de una superioridad mundial por el uso de la fuerza, mediante la imposición de un modelo económico, científico y cultural global y del uso de organizaciones internacionales al servicio de esos intereses.

Visión del Che sobre las Naciones Unidas.

La agudeza y firmeza de las posiciones sustentadas por el Che en los años sesenta son convicciones que rebasan su tiempo. Sus planteamientos acerca de cómo poder avanzar entre todos para provocar un cambio sustancial del capitalismo y propiciar el advenimiento del socialismo a pesar de sus imperfecciones, marcan la aspiración de transitar por un mundo regido por la equidad y la ética, portador de la plena emancipación del hombre.

Una parte de esas posiciones fueron esgrimidas en el discurso pronunciado en Naciones Unidas, en diciembre de 1964, en el que hace un llamado a sustentar las demandas de los países menos beneficiados a través de un organismo internacional que los representara a todos por igual. De esa forma, emplaza a la ONU en el emprendimiento de nuevos caminos y a no dejarse presionar por el imperialismo, ¡lúcidas palabras para un presente aún incierto!

Al analizar el papel de las Naciones Unidas, donde todos los estados se reúnen para tratar de resolver problemas globales mediante sus representantes diplomáticos, la advertencia hecha por el Che del predominio de la violencia por encima de la moderación, impide la efectividad de un sistema mundial de convivencia entre los pueblos, dominado por la intolerancia y la violación elemental de los derechos humanos, el análisis realizado acerca de la situación internacional en cada una de las regiones existentes en el mundo, colocan sus afirmaciones más allá de lo temporal y espacial, en componentes de una verdadera integración como estrategia y de pautas imprescindibles en el contexto actual. Esa brecha entre ricos y pobres, acentuada después de desaparecida la confrontación Este-Oeste, predominante durante la Guerra Fría, se ha visto recrudecida con las políticas económicas neoliberales, que han ahondado en un mayor saqueo por parte de las potencias imperialistas y en la agudización de problemas ecológicos y de deterioro del medio ambiente.

Los planteamientos esgrimidos por el Che forman parte no solo de nuestra memoria histórica, sino del advenimiento de problemas más agudos, tal como afirmara al abogar por:

• Una adecuada efectividad en la integración de los pueblos subdesarrollados y con una fuerte resistencia al imperialismo.

• La promoción de organismos reales de concertación como vía para frenar la desintegración, incluyendo lo económico, lo político, lo sociológico, lo histórico y lo cultural.

• La necesidad de afianzar la solidaridad y el internacionalismo entre los pueblos, basada en una plena cooperación que permita su total transformación.

• Comenzar un nuevo proyecto de cambio a escala internacional que conduzca a un análisis global acorde con las realidades políticas nacionales, regionales y mundiales.

Esas breves pautas de un discurso esencial para comprender el alcance de su pensamiento político, en particular sobre sus posiciones acerca de la política internacional, cierran un ciclo que culmina con posturas más radicales y cuyos ejemplos más ilustrativos son el discurso pronunciado en Argelia en febrero de 1965 y su mundialmente conocido «Mensaje a la Tricontinental», publicado cuando se encontraba combatiendo en tierras bolivianas, en 1967.

Nos quedan lecciones necesarias de análisis sobre las verdaderas causas generadoras de conflictos y el intento de buscar soluciones mediante la prevención y la marcha de programas que ofrecieran condiciones básicas para la vida, un comercio justo ante los problemas económicos del mundo, la cooperación entre naciones y la conquista de la paz verdadera.

Como exponente de esas ideas, el proceso integrador que se está llevando a cabo en América Latina como alternativa política apta para alcanzar una real integración y soberanía, mediante la unidad y la creación de instituciones capaces de propiciar alianzas renovadoras y propias, se materializan en el accionar coherente de UNASUR, la CELAC y el Banco del Sur, entre otras, como la avanzada de relaciones de nuevo tipo en la región.

A pesar de la brevedad del análisis, la proyección internacional dentro del pensamiento y actuar del Che es expresión de un verdadero compromiso asumido para con la Revolución Cubana, unido a su férrea convicción de alcanzar un cambio global con la certeza de que, solo así, se podrá transitar por la verdadera emancipación de la humanidad. Su método de actuar en la política internacional, no solo entre los Estados sino además por intermedio de la solidaridad internacional entre los pueblos, expresa una especial fuerza vital en la construcción de verdaderas relaciones internacionales y en paradigma perdurable.

(*) Tomado del libro Resonancias de Futuro. Para leer al Che. Publicado originalmente con el título «Che Guevara: Revolución Cubana (1959-1965) y diplomacia» en la revista Paradigma, vol. 3, año 2, diciembre 2014, pp. 56-61.

Fuente: http://www.cubadebate.cu/especiales/2018/10/08/che-guevara-revolucion-y-diplomacia-1959-1965/#.W7wMz_ZReUk

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