Venezuela: boicot, guerra y crisis económica.

Economista Pascualina Curcio: “El pueblo venezolano sabe que esto es una guerra”.

 por P. López y R. Verdugo/DiarioUChile.

A pocos días de la nueva asunción de Nicolás Maduro, conversamos con la economista venezolana, Pascualina Curcio, quien, desde Caracas, realizó una férrea defensa a las medidas con las que el gobierno ha enfrentado la crisis de los últimos años.

¿Cómo se produjo la severa crisis económica de Venezuela? La inflación y el desabastecimiento son hoy dos de los problemas más acuciantes para el pueblo y el gobierno venezolanos. Son factores que han empujado además a miles de personas hacia otros lugares del mundo, como Chile. Sin embargo, hay estudios que demuestran que ambas situaciones, incluyendo además a la caída del precio internacional del petróleo, han sido inducidos desde el exterior para poner al electorado venezolano contra el Chavismo.

Fuente: https://radio.uchile.cl/2019/01/16/economista-pascualina-curcio-el-pueblo-venezolano-sabe-que-esto-es-una-guerra/

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Un debate Urgente y Necesario: La Economía Venezolana Hoy y la del Mañana.

El destino de Venezuela y de su gente es inseparable de la historia vivida. El presente que se nos entrega como resultado de una miríada de acciones cumplidas y firmes, prefigura y representa lo que habremos de ser. La Venezuela de hoy es herencia de nuestra historia. Ella está llena de hechos y de interpretaciones. La Venezuela de mañana se engendra a cada rato, en cada hecho que se cumple y en cada interpretación que convence, que persuade y que incita a actuar de cierta manera[i]. (Asdrúbal Baptista).

A pocos días de culminar este año 2018, si quisiéramos resumir la profunda crisis económica que embarga al país, perfectamente lo podemos hacer utilizando para ello una síntesis de los principales indicadores macroeconómicos[ii] que durante el período 2012 – 2016 expresan no solo el resultado sino también la grave tendencia que llevaba el desempeño de la economía venezolana. Nos faltaría incorporar los indicadores del 2017 y algunos del, sin culminar, año 2018, aunque sin lugar a equivocarnos los resultados de estos dos años no son diferentes al del año precedente (2016), por el contrario, la caída de PIB continuó como también la manifestación a fines del 2017 del destructor y perverso fenómeno de la hiperinflación, el cual como un hecho sin precedente alguno, no solo en nuestro país sino también en la historia latinoamericana, se estima que cerrará este año por encima del millón por ciento[iii].

Como se puede apreciar en la anterior información, entregada en diciembre 2016 por el Ejecutivo Nacional a la Comisión de Bolsa y Valores de los EEUU, se refleja una caída histórica para el año 2016 del PIB ubicada en 16.5%, una inflación que cerró para ese año en 274.4% (este comportamiento que de por sí ya era extremadamente preocupante, ni que decir del año en curso) acompañada de una importante caída tanto en la cuenta corriente de la balanza de pagos como de las reservas internacionales, reflejando, por su parte, en el sector público consolidado un déficit que, según datos del propio Gobierno, se ubicó en un 17%, cifra por demás extremadamente alarmante. A este cuadro debemos incorporar la caída en materia de producción petrolera de más de 700.000 b/d solamente durante el presente año, ubicando la producción petrolera en una cantidad inferior al 1.300.000 b/d, lo que sin lugar a dudas refleja un enorme daño mortal a nuestra principal industria petrolera y a la débil influencia que pudiera tener nuestro país en la geopolítica energética mundial. Lo novedoso durante este año en materia de política económica, fue el anuncio que el 20 de agosto realizara el Presidente de la República con el denominado Plan de Recuperación Económica, donde a escasos días de culminar el año 2018 y de cumplirse exactamente 100 días de implementación de dicho Plan, su fracaso está más que demostrado. A todo este cuadro hay que sumarle el enorme peso[iv] de la deuda soberana y de Pdvsa que, como hemos dicho en otros documentos, es el resultado de un modelo mafioso de captura de capitales. Es el saqueo continuado de la República, lamentablemente y para vergüenza de todos y todas, la Quinta República en esta materia, como en otras más, no fue diferente a lo que en su momento hizo la Cuarta.

El fracaso del Plan económico del Presidente Maduro, como dice el dicho popular que «murió al nacer» estaba más que anunciado, puesto que el mismo carecía de un elemental sentido común; como lo es la comprensión profunda de la crisis y de la carencia de un verdadero balance crítico de lo que han sido las políticas económicas implementadas por este Gobierno y por ende, sus inexistentes resultados favorables para la población, aunque no así para las empresas transnacionales, las cuales siguen sacándole provecho a nuestra famélica Venezuela.

Qué nos depara el futuro inmediato?, pues no quiero ser pesimista[v], pero debemos entender que la solución a esta profunda crisis económica es imposible resolverla en el plano estrictamente económico, es decir, entrar en un proceso para superarla pasa irremediablemente por comenzar a resolver la crisis política – institucional que tenemos, y que está haciendo estragos en la viabilidad futura de nuestro país, pero también, debemos reconocer que cualquier cambio que ocurra en el ámbito político, automáticamente no traerá por sí solo las mejoras para la superación de la misma y por ende de las precarias condiciones de vida del pueblo venezolano. Por tanto, de no producirse un cambio en la orientación política y económica, con este u otro gobierno, que tome en cuenta los factores críticos asociados a la crisis generalizada: por un lado a los grandes mitos que de forma intencionada se han venido tejiendo sobre lo que ha sido el modelo económico de estos últimos dieciocho años y, por otro lado, de no confrontarnos con los grandes desafíos estratégicos que vienen, desde hace más de unas cuantas décadas, interpelando a nuestro que hacer económico, no saldremos de los errores cometidos. En esencia, es la economía política la que determina el curso de ciertas cosas (poder e intereses).

El Fracaso del Modelo Socialista versus la realidad histórica.

Al hablar actualmente de la economía venezolana, es común escuchar en reiteradas ocasiones, tanto a dirigentes del Chavismo como a algunos sectores de la oposición, hablar del modelo socialista. Haciendo un ejercicio de síntesis, podemos decir que en el primer caso, el modelo lo vinculan directamente a las políticas asistencialistas y clientelares que instrumenta el gobierno en su conjunto, y en el segundo caso, sustentan que la crisis económica es el resultado del fracaso del modelo socialista del siglo XXI que se implementó a través de las expropiaciones y estatización de empresas, lo que negó, según este discurso, el libre juego de las fuerzas del mercado y por ende impidió la asignación eficiente de los recursos y la consecución de equilibrios necesarios.

En el primer caso, donde se vincula al modelo socialista con las políticas clientelares y asistencialistas puestas en marcha por el Gobierno, no me detendré a realizar ningún comentario, simplemente creo que no vale la pena.

En el segundo caso, ciertamente existe una concepción, por un lado, muy vinculada a la visión del socialismo del siglo XX donde se demostró el control absoluto del Estado y del propio régimen Stalinista sobre la dinámica en general de vida de los ciudadanos de la otrora Unión Soviética. Pero pretender atribuirle como causa de la crisis económica al «modelo socialista del siglo XXI» que supuestamente se instrumentó desde la administración de Chávez, es partir de la hipótesis errada de que aquí en Venezuela se construyó un modelo económico diametralmente opuesto al modelo (capitalismo rentístico) que viene imperando desde 1900-Gomez, como también significa negar la historia y pretender de forma malintencionada, o mejor dicho muy bien interesada, negar la existencia de los problemas estructurales que viene arrastrando la economía venezolana desde fines del siglo XX como expresión de un modelo mafioso de captura de capitales, así como del papel que, en este sentido, ha venido jugando el Estado venezolano y la burguesía parasitaria que se constituyó antes de 1998 y la que ha surgido a lo largo de estos dieciocho años.

No es mi intención relevar de responsabilidades, ni a Chávez y mucho menos al gobierno de Nicolás Maduro sobre la desastrosa y profunda crisis que tiene subsumido, injustamente, al país en un caos generalizado, de hecho tenemos que reconocer que ambos tienen una enorme cuota de responsabilidad en lo que acontece, como también, en cierto modo, lo tiene la izquierda (nacional e internacional) que hipotecó su pensamiento crítico a los denominados gobiernos «progresistas»[vi], como también la oposición venezolana miope, reaccionaria y arrogante que ha negado y sigue negando la historia contemporánea y, hoy en día, presenta sus «argumentos críticos» buscando sacarle provecho a la crisis para posicionar un discurso donde supuestamente antes del proceso bolivariano el país estaba bien, escondiendo igualmente su accionar político errado e inmediatista que los ha llevado a cometer errores garrafales como el desconocimiento del proceso constituyente que tuvo como resultados la CRBV 1999 y que los condujo a el paro general de 2001, el golpe de Estado de 2002, el sabotaje petrolero de 2002-2003, la abstención electoral de 2005 y así sucesivamente. Mi intención es que elevemos un poco la visión del helicóptero y hacer un llamado para buscar profundizar el análisis (desde una perspectiva histórica y compleja) de la realidad económica venezolana, para que en un proceso de transición política urgente y necesaria, podamos aprovechar las oportunidades que tiene el país para construir soberanamente y con el soberano, su propio modelo económico de cara a los grandes retos que enfrenta la humanidad en el presente siglo XXI.

En este sentido, tenemos que reconocer que parte medular de los problemas estructurales que viene enfrentando la economía venezolana, es el hecho cierto e incuestionable de que a partir de los años ochenta del siglo pasado, se venía manifestando una pérdida progresiva de la capacidad del ingreso petrolero para mantener la dinámica económica nacional[vii]. Esta situación nos conducía irremediablemente a pensar en una Venezuela pospetrolera, preocupación por cierto que no salió de las paredes o del ámbito netamente académico, es decir, no fue objeto de un gran debate nacional y, lamentablemente en pleno siglo XXI, continuamos creyendo que el país podía vivir, por los siglos de los siglos, exclusivamente de la renta: petrolera o como ahora, incorporada, la renta minera[viii], cuando sabemos que la vida útil de la energía sustentada en los fósiles es insostenible en el tiempo, así como la premisa económica que plantea el crecimiento de los países, sin considerar que la restricción al mismo no es el presupuesto, sino la propia naturaleza.

Es un debate impostergable la discusión sobre el diseño económico necesario para Venezuela, a partir de los grandes desafíos que enfrentamos como nación, es decir, al fortalecimiento de nuestra soberanía y el derecho incuestionable que tenemos los venezolan@s para construir en paz, soberanamente nuestro futuro.

Notas:

[i] A, Baptista (2004). Hacia un Nuevo Balance de Poder. Fundación Polar, Caracas- Venezuela.

[ii] Información contenida (Anexo D del formulario 18-K) en el Informe anual entregado en diciembre 2016 por el Ejecutivo Nacional a la Comisión de Bolsa y Valores de los EEUU.

[iii] Información tanto del FMI como de la AN.

[iv] Solamente para este año 2018 en servicio de la deuda el país tenía que pagar la cantidad de 7.011 millones de USD.

[v] aunque como dicen algunos un pesimista es un optimista bien informado.

[vi] Caso de: Chávez en Venezuela, Lula Da silva y Dilma Rousseff en Brasil, Correa en Ecuador, Los Kirchner en Argentina, Evo Morales en Bolivia, Daniel Ortega en Nicaragua.

[vii] Revisar A, Baptista (2004): Hacia un nuevo balance de poder, Fundación Polar, Caracas – Venezuela. p. 48

[viii] Me refiero al Arco Minero del Orinoco y las pretensiones que están detrás de este.

Fuente: https://www.aporrea.org/economia/a273606.html

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