Los chalecos amarillos no aflojan: se manifiestan más de 90.000 personas.

El régimen francés desplegó un megaoperativo represivo con 7.500 policías.

por Página 12 / La Haine.
La convocatoria del sábado coincidió con las movilizaciones de sindicatos que se oponen a la reforma jubilatoria impulsada por el presidente de Francia, Emmanuel Macron, y movimientos ambientalistas. El saldo: represión, gases lacrimógenos y 160 detenidos.

Los chalecos amarillos volvieron a salir a las calles en París, en una jornada de protesta en la capital francesa. Ese mismo día también convocaron sindicatos que se oponen a la reforma jubilatoria impulsada por el presidente de Francia, Emmanuel Macron, y movimientos ambientalistas. Esto encendió la alarma del gobierno francés que desplegó un mega operativo con 7.500 policías en las calles. Los agentes no dudaron en reprimir las movilizaciones que tuvieron un saldo aproximado de 160 detenidos.

Los chalecos amarillos intentan volver a tomar fuerza en la que fue su 45ª jornada de protestas. Se concentraron en varios puntos de la capital francesa, como en la plaza de la Madeleine, para manifestarse contra las políticas del presidente francés La jornada no había sido autorizada por el gobierno, pero sus integrantes la mantuvieron y acabaron siendo dispersados con gases lacrimógenos en distintos puntos de la ciudad.

El colectivo indicó en su cuenta en las redes sociales «Le nombre jaune» (El número amarillo), creada para ofrecer sus propias cifras, que la participación se elevó a un mínimo de 91.430 personas. También formaron parte de la jornada los denominados “black blocs”, grupos de personas que visten completamente de negro y apoyaron a los “chalecos amarillos”.

En medio de un gran dispositivo de seguridad que blindó la capital francesa, los agentes también reprimieron a los manifestantes que se dirigían hacia la avenida de los Campos Elíseos. El operativo policial comenzó el viernes por la tarde, cuando acordonaron barrios enteros del centro de la capital. Durante toda la jornada policías de uniforme y de civil cachearon a los asistentes.

Las movilizaciones de los chalecos amarillos comenzaron en noviembre del año pasado en oposición a la suba de los impuestos al gasoil. En diciembre alcanzaron su punto más álgido con las protestas contra la represión que sufrieron en movilizaciones anteriores. La presión ejercida por este grupo obligó al presidente Macron a anunciar un paquete de medidas económicas para mejorar las condiciones de vida de la clase media y trabajadora. Sin embargo muchos de sus miembros las consideraron insuficientes y reanudaron la toma de las calles. El movimiento se extendió, aunque en menor medida, a países como Bélgica, Holanda, Alemania y España.

Esta movilización coincidió con otras dos. Por un lado el Frente Obrero llamó a salir a las calles contra la reforma del sistema jubilatorio que promueve el ejecutivo francés. También convocaron a una marcha grupos defensores del medio ambiente, un día después de la histórica “huelga mundial por el clima», que en Francia no resultó muy importante (en torno a 10.000 personas en París).

En otras partes de Francia también se organizaron este sábado manifestaciones por la «urgencia climática y social». En Lyon (centro-este), unas 5.000 personas se congregaron por la mañana en el centro de la ciudad, según la prefectura. «Stop al ecocidio», se leía en la pancartas. Ante los enfrentamientos con la policía paricina, las oenegés Grenpeace y Youth For Climate, que convocaron, instaron a los manifestantes a abandonar la marcha.

Fuente: https://www.lahaine.org/mundo.php/les-chalecos-amarillos-no-aflojan


Macron restaura e impone el orden pero no apaga los incendios.

por Juan Pedro Quiñonero/ ABC.

La ciudad [el sábado 21 de septiembre] amaneció «tomada» por varios millares de antidisturbios, con una treintena de estaciones de metro cerradas. El balance es de más de 150 detenidos.

Emmanuel Macron consigue defender y restaurar el orden con eficacia. Pero con un costo policial muy alto, y sin apagar el «archipiélago» de incendios sociales y políticos que el sábado se multiplicaron en París, bloqueando parcialmente la capital, «liberada» y «pacificada» con gases lacrimógenos, cargas de anti disturbios y patrullas móviles, porra en ristre, en moto y tanquetas, con mucho color y estruendo callejero.

La franquicia de las distintas familias de los chalecos amarillos (de extrema derecha y extrema izquierda), las distintas familias ecologistas, varios sindicatos y varias asociaciones de pensionistas, habían convocado manifestaciones durante todo el santo día, esperando «hacerse oír».

Temiendo que ese rosario de manifestaciones «perturbasen» la visita popular de los grandes monumentos nacionales, coincidiendo con la jornada europea de los patrimonios artísticos, el ministerio del Interior movilizó a 7.800 CRS (Compañías Republicanas de Seguridad, CRS, anti disturbios).

Nadie quedó defraudado. Poco antes de las diez de la mañana estallaron los primeros enfrentamientos físicos, entre chalecos amarillos (de extrema izquierda) y CRS, en la Estación de Saint-Lazare, una de las más multiculturales de París, a dos pasos de los grandes almacenes de los bulevares. Las fuerzas del orden impusieron su Ley con eficacia y rapidez: con cargas de gases lacrimógenos, seguidas de cargas de CRS porra en ristre, corriendo a palos a quien se resistiese.

La tensión se trasladó a última hora de la mañana a la plaza de la Iglesia de la Madeleine, la plaza de la Concordia (donde estuvo instalada la guillotina, en 1793), y los Campos Elíseos.

Los comerciantes de los Campos Elíseos habían tomado medidas preventivas desde la tarde del viernes: escaparates protegidos con maderas, clavos y planchas metálicas. CRS, policía nacional y unidades especiales habían tomado el perímetro urbano que va del Museo del Louvre al Arco del Triunfo. Cinco kilómetros cortos. Una veintena de estaciones de metro habían sido cerradas. Numerosas líneas de autobuses no funcionaban. El orden parecía respetarse. Hasta que las bandas de chalecos amarillos hicieron su aparición por todas partes. Y las compañías de CRS recurrieron masivamente a las cargas con gases lacrimógenos, de una eficacia implacable.

Manifestación ecologista

La mañana del sábado terminó con un balance provisional de más de 150 detenidos y varios millares de personas interpeladas, antes de llegar a ninguna parte. A primera hora de la tarde estaba convocada la manifestación ecologista nacional, en defensa del medio ambiente, pidiendo más recursos y eficacia para combatir el cambio climático. Anne Hidalgo, alcaldesa de París, figuraba entre los manifestantes.

La manifestación ecologista comenzó con mucha marcha festiva. Bandas de músicos callejeros, jubilatas simpaticotes acompañados de sus nietos, mucha tercera edad «ecolomarchosa». Hasta que hicieron su irrupción una o varias bandas de «black bloc», un acrónimo franco inglés que viene a querer decir «bloque negro»… Grupos no siempre efímeros de insurrectos entre nihilistas y extremistas, siempre dispuestos a reventar todo tipo de manifestaciones, pegando fuego a lo que pillan a su paso, tirando piedras o cócteles Molotov a los anti disturbios, apedreando bancos o instituciones que consideran símbolos capitalistas.

Los «black bloc« de la tarde del sábado se «colaron» en la manifa ecologista, jugando al ratón y al gato con los CRS, durante varios kilómetros, entre los jardines del Luxemburgo y la Plaza de Italia, montando siempre el mismo número: un grupo de jóvenes y muy jóvenes encapuchados se ponían a la cabeza de la manifa y pegaban fuego a cubos de basuras, motos, algún coche. Los CRS llegaban con mucha rapidez. Y comenzaba una batalla de gases lacrimógenos, que siempre culminaba con una carga policial más o menos dura. Hasta la esquina siguiente.

Varios coches de CRS abrían el paso a los ecologistas, masivamente pacíficos y simpáticos, mucho abuelete, muchos padres con niños, no pocas jubilatas protestonas. Cuando estallaban los intercambios de pelotazos de lacrimógenos, toda la tropa ecologista salía cortando en orden disperso. Pero todo el mundo se liaba a gritar obscenidades contra Emmanuel Macron cuando los anti disturbios imponían el orden. El orden quedaba restaurado. La impopularidad del presidente, también.

A última hora de la tarde, las cifras oficiales de la Prefectura anunciaban unos 22.000 manifestantes ecologistas, unos 2.000 jubilatas manifestantes y varios millares de chalecos amarillos y «black bloc» de difícil contabilidad. Los portavoces oficiosos de unos y otros avanzaban cifras muy superiores. Los organizadores de la marcha ecologista anunciaron 50.000 manifestantes.

Esa tradicional guerra de cifras oculta lo esencial: la capital de Francia bloqueada durante todo el sábado por un rosario de manifestaciones de protesta de una Francia profunda que se siente mal comprendida y mal querida. Francia muy diversa que solo tienen en común su hostilidad hacia Emmanuel Macron, que ha prometido escuchar y dar respuestas a una angustia social que nadie controla de ninguna manera.

Un grupo de manifestantes intenta levantar una barricada en París
Un grupo de manifestantes intenta levantar una barricada en París

Dispositivo de seguridad

Temiendo lo peor, Macron había ordenado un dispositivo de seguridad que funcionó con mucha eficacia, color y estruendo.

Ayer trabajó de manera espectacular una columna móvil de CRS que van y vienen, en pareja, en moto. No es difícil imaginar el espectáculo de un centenar largo de motoristas, pertrechados con cascos marciales, porras y gases lacrimógenos, corriendo de incendio en incendio durante todo un sábado. El orden quedaba restablecido con rapidez. Pero la diversidad de quejas e incendios no quedaban apagados de forma duradera.

Los primeros enfrentamientos físicos, entre absurdos, nihilistas y temibles, estallaron a media mañana en la Estación de Saint-Lazare, inmortalizada por Monet en varios cuadros célebres. A primeras horas de la noche seguían produciéndose enfrentamientos en otro lugar simbólico, en las inmediaciones del Parque de Bercy, a dos pasos del sacrosanto ministerio de Economía y Finanzas, uno de los grandes «templos» (laicos) de la gestión de los negocios públicos nacionales.

Mientras los «black bloc» se «distraían» con los CRS, los ecologistas tendencia lúdica montaban cadenas humanas en varios puentes sobre el Sena, no lejos de la catedral de Notre Dame, siempre en obras, montando números de cierto atractivo turístico.

La eficacia de los lacrimógenos y las tácticas anti disturbios permitió restaurar el orden, con eficacia, recurriendo a 7.800 CRS, sin apagar definitivamente ningún incendio. Emmanuel Macron ha declarado al semanario «Time» que los chalecos amarillos le ha sido «útiles» para intentar mejorar su manera de gobernar. A la luz de la crisis del sábado, en París, es de temer que chalecos amarillos, ecologistas y jubilados sigan ofreciendo al presidente el “apoyo” de una cólera social que no parece amainar, exactamente.

Fuente: https://www.abc.es/internacional/abci-sabado-inflamable-paris-nueva-jornada-protesta-chalecos-amarillos-y-ecologistas-201909211020_noticia.html

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