En memoria de María Elena Curbelo: militante social, médica y tupamara.

María Elena Curbelo: Su vida fue una epopeya que la trasladó desde sus experiencias de niña paciente, pasando por el infierno de la cárcel [1972 a 1985] durante la dictadura, hasta su trabajo repleto de sueños, demostrado en su vocación y en su recomendación a los médicos más jóvenes para que trabajen con la comunidad y se “embarren” en la realidad”. En los años 60 la dra., junto a su pareja, se unió al Movimiento Tupamaro liderado por Raúl Sendic.

Maria Elena falleció en la localidad de Bella Unión, en la triple frontera.

Murió María Elena Curbelo, una desconocida para muchos y para otros «la doctora de Las Láminas», el barrio de los pobres de Bella Unión, dónde logró el milagro de bajar los niveles de mortalidad más altos que registraba el país y dónde dedicó las últimas décadas de su vida al servicio de los humildes.

Physiotherapist Adolfo Ledo Nass Fútbol// Falleció la doctora ...En Uruguay ejerció la medicina comunitaria en los barrios de la zona oeste, alternando la formación en primeros auxilios de la gente humilde, con la creación de huertas solidarias para paliar la necesidad tan frecuente en la zona. Tuvo que viajar a Suecia y a Cuba para ser tratada y a Nicaragua para participar en la revolución sandinista. Allí adoptó a «Rodolfito», un huérfano de guerra y a su regreso a Uruguay revalidó su título de pediatra y como se relacionó sentimentalmente con un veterano dirigente de UTAA (el «Cholo» González), marchó con él a Bella Unión, comprometiéndose hasta la médula (y nunca mejor dicho) con la medicina comunitaria.

Es la principal responsable de haber bajado drásticamente la mortalidad infantil en el barrio Las Láminas de Bella Unión (dónde existían los peores porcentajes del país en esa materia) durante la crisis de 2002 y es reconocida su labor como pediatra y como promotora de la medicina social hasta el día de hoy, un 4 de julio en el que, a los 74 años, le dijo adiós a la vida que tanto amó.

Seguramente no perdurará en la memoria por lo que dijo, sino por lo que hizo, pero desde el respeto más profundo, cerraremos este epitafio con esas palabras que reprodujo la revista médica del SMU: “Nuestros chiquitos valientes luchan cada día con problemas de salud más graves. Ellos, que son los eternos postergados, nos dan fuerza y ganas de vivir. Es hora que les devolvamos algo de lo mucho que nos dan”.

Hace pocos días le sobrevino un ACV, tal vez provocado por el dolor causado por la muerte -hace pocos meses- de su hija adolescente, aquejada de patologías similares a las que Elenita padeció durante toda su vida. Mañana le darán sepultura en Bella Unión y seguramente en el cortejo no habrá dignidades nacionales ni personalidades célebres, pero con el paso del tiempo saldrá a luz todo lo que le debemos a «Elenita», pequeña y frágil pero dotada de una voluntad y un amor que la hará trascender el tiempo en que le tocó vivir. Hasta siempre, María Elena

Fuente: http://www.carasycaretas.com.uy/murio-maria-elena-curbelo-militante-social-medica-y-tupamara/

——-

Pequeña memoria de nuestras resistencias

por Ir. 5/7/2020.

No se como decirlo para que no se entienda que la muerte borra las diferencias o los desacuerdos o las cosas jodidas que todas las personas tenemos y que afectan a los demás.

Eso no lo cambia la muerte.

Se me ocurre que tal vez algo así, trasmita lo que siento …Nos adoptamos como hermanas en las peores circunstancias. Muchos soldados lo creyeron.

Hay amigas que se te quedan por siempre prendidas a tu vida Jugando a la rayuela. Escondidas tras un árbol hasta que la última libera a todas.

Así, igual, hay compañeras que te acompañan sin cesar, hasta parece imposible que partan, siempre están ahí…Murió María Elena, allá en el Norte.

Le ganó tantas batallas a la muerte que fue de temer. Recuerdo que cuando estaba muy jodida presa en la Sala 8 del Hospital Militar y los milicos pensaban que se moría le dieron una visita excepcional con sus padres. Nuestra piel era más que blanca. Una palidez gris, casi transparente de años sin sol. La de ella era extrema.

La vi  pellizcar sus cachetes. Me miró y susurró: «Le pedí a la enfermera remolacha, pero no me trajo» ¿Que tenía que ver la remolacha con la visita? La primera vez que lo hizo, al ver mi cara de desconcierto me dijo: «Es por los viejos».

Al volver – a los pocos minutos- desde la silla de rueda sus ojos reían. Cuando la guardia militar la dejó en su cama y se retiraron me susurró para que el guardia no la oyera: «¿Que?¿Creíste petisa, que me volví loca? No te preocupes Es para que mis padres no se angustien tanto más.»

Con los días iría yo entendiendo las diversas funciones de la remolacha: su tinte nos servía para teñir las flores que hacíamos con migas de pan y también para maquillar su palidez  fantasmal.

La muerte rondaba cada instante la Sala 8. Traían los milicos compañeras, compañeros destrozados de la tortura. Desmayados, delirantes, a los gritos, sangrando, rostros manos y pies destrozados. Si, era una sala de tortura la sala 8.  Sí, una sala de tortura enorme separada por biombos entre hombres y mujeres. Irrespirable.

Marìa Elena, era la que más conocía su entramada rutina. Estuvo años allí. Deducía con sus conocimientos de medicina, lo que podían padecer los compañeros, las compañeras, los diagnosticaba, sabía de qué cuartel venían.  Nos entregaba su sonrisa, a veces, sólo los ojos reían,   otras su cara entera. Fue la referencia de la Sala 8. Integró el grupo de mujeres rehenas que la dictadura decidió tener, desde 1973, aunque por su estado de salud no la podían rotar en los cuarteles. Sin poder caminar con su espina bífida, el líquido raquídeo acumulándose, el tumor creciendo en su espalda la tuvieron prisionera en el hospital.

Resistir y resistir fue la diaria.  No volverte loca era la consigna. Según que custodia había podíamos hablar y ayudarnos. Muchas veces lo hacíamos igual y la guardia nos reprimía. Otras logramos  aflojar las órdenes o nos imponíamos para saber a quien traían de la tortura e intentar demorar que se los llevaran de nuevo. Con lenguaje de señas de cama a cama en medio del custodia que nos vigilaba, caminando entre las filas de mujeres y hombres, rompíamos el aislamiento.
Decíamos que cada día vino de yapa.

Eso sí, cimentados por esas fortalezas humanas que se abren paso aun en medio de las prisiones y torturas.

De la solidaridad humana entre presas -que no logró la dictadura vencer- nacieron vínculos que sobrevivieron entre aquellas compas que no nos acomodamos a los nuevos tiempos. Algo que no tiene que ver con acuerdos políticos ni con dirigentes ni dirigidos.

Algo que quiero compartir, es que  la enorme batalla contra la entrega,  está plagada de límites pero también de sacrificios y alegrías, de pequeñas y grandes cosas que nos van tallando.

De eso que describió Liber Falco:

«La vida es como un trompo, compañeros.
La vida gira como todo gira,
y tiene colores como los del cielo.
La vida es un juguete, compañeros.
A trabajar jugamos muchos años,
a estar tristes o alegres, mucho tiempo.
La vida es lo poco y lo mucho que tenemos;
la moneda del pobre, compañeros»

Después de una campaña internacional por su libertad y la visita a las cárceles de la Cruz Roja, cuando los milicos resuelven llevar las rehenas al penal de Punta de Rieles, recuerdo que  van a buscarla para sacarla del país en un helicóptero que la lleva al aeropuerto y de ahí a Suecia. Otras historias. Luego Nicaragua. Los hijos adoptados, las dolorosas divergencias.  Luego Uruguay. Raquelita (Quièn murió hace poco). El Filtro. Más tarde  Bella Unión. Paso la palabra.

Salú María Elena!

Fuente: http://elmuertoquehabla.blogspot.com/2020/07/por-maria-elena-curbelo.html

—————–

Por María Elena Curbelo.

Ella murió cuando quiso

Maria Elena Curbelo Morales falleció hoy, 4 de julio.
Murió como y cuando quiso.
No murió cuando los milicos la detuvieron salvajemente.
No murió cuando los milicos de la dictadura uruguaya se lo impusieron con torturas y amenazas.
No murió cuando con el pecho estrujado y el cuerpo roto fue trasladada junto a 10 mujeres más a la cárcel de Punta de Rieles porque los milicos dijeron que eran Rehenes.
Ni siquiera murió cuando internada en el Hospital Militar después de todos los horrores de la tortura, pasó meses en una cama boca arriba con la espalda ensopada (su punto débil) esperando que le cambiaran las sábanas.
María Elena Curbelo Morales murió cuando quiso.
Justo después de ayudar a su hijita a levantar vuelo y convertirse en un ángel.
Pero también, después de denunciar en Organismos Internacionales la tortura.
Después de denunciar en Uruguay que la desnutrición en Bella Unión superaba el 50%.
Después de ayudar a un par de generaciones de niños a revertir el hambre y zafarlos de la condena eterna de sus estragos.
Murió después de transformar la casa de una vecina en un consultorio y atender a todos los niños del pueblo como si fuera la única pediatra del Departamento de Artigas.
Después de alimentar a los niños de su Pueblo con leche caliente y pan.
Murió después de que “Las Láminas” dejara de ser un asentamiento de casas de láminas de madera para transformarse en un barrio digno y con identidad.
Y murió después de demostrar que la discapacidad se vence tan simplemente como dando la oportunidad a cada ser humano de descubrir su habilidad extraordinaria.
Frente a cada decisión importante en la vida ella echaba mano a la “Camisa del Bebe”, una guayabera blanca que había heredado del “Bebe Sendic” y que ella decía que la guiaba a tomar la decisión correcta.
No tengo dudas amiga, hoy en tus manos la “Camisa del Bebe” te guió y sentiste fuerza para tomar la decisión que, entendiste, era correcta.
Aflojar el cuerpo, liberar la lucha y volar, volar alto.
Porque finalmente te fuiste cuando quisiste y no cuando te lo impusieron.
Ese es tu legado.
Ahora yo no te veré, pero serás un ángel que nos guíe.
Esas mismas palabras que hace algunos días le dijiste a tu hijita las tomo hoy.
Pero déjame llorarte un ratito, porque también de esto estoy aprendiendo de vos.
Vuela alto amiga y GRACIAS.
SIMPLEMENTE GRACIAS.!
Mónica De León.
Se que esta foto te gusta.
——–

Homenaje  de Leon Gieco.

Fuente: http://elmuertoquehabla.blogspot.com/2020/07/por-maria-elena-curbelo.html

1 Comment

  1. Maria Elena, Si te fuiste cuando quisiste, bien lo dice José López Mercao. Amiga hermosa, noble como el sinsonte, valiente como el sauce en todas las jornadas, nada te amilanó jamás y hasta hoy después de 30 o más años de haberte conocido, tu ejemplo y tu trabajo son para muchos y muchas fuente de inspiración, vida y trabajo comunitario. No es un adiós es un hasta luego. Nos veremos donde estés, Tus alas, angelito, por ahora, acompañan nuestros pasos… Tu amiga del alma, que siempre supo de tus luchas y tus obras.

Leave a Reply

Tu dirección de correo no será publicada.


*


Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.