Sobre Neltume: Al final del camino. Remeco Alto.

En memoria de los combatientes de Neltume.

por Jorge Duran Delgado.

En el marco del Programa de Derechos Humanos, a cargo del Ministerio del Interior, los tribunales de justicia han encargado la investigación del asesinato de Pedro Calfuquir Henríquez, José Eugenio Monsalve Sandoval y Prospero del Carmen Guzmán Soto, tres integrantes de la Guerrilla de Neltume, ocurridos en la zona de Remeco Alto, a la Ministra de la Corte de Apelaciones de Valdivia con dedicación exclusiva, Emma Díaz Yevenes, quien a través de una investigación sumaria, confirmó las querellas criminales en contra de los cabecillas de la Masacre ocurrida durante ese invierno, destacando entre los acusado al Capitán de Ejército y Diputado de Renovación Nacional (RN), Rosauro Martínez Labbé .

Familiares, amigos y compañeros, organizaciones de derechos humanos, así como sobrevivientes de la Guerrilla de Neltume, hemos sido participes de las audiencias y diligencias sobre el caso, donde el primer paso fue lograr el desafuero del diputado Rosauro Martínez Labbé (RN) por la Corte de Apelaciones de Valdivia y que luego fue ratificado por la Corte Suprema de Santiago, permitiendo llevar a tribunales al acusado. Tras esto, juntos hemos concurrido a las exhumaciones no solo de los tres compañeros asesinados en Remeco Alto, sino que a la de todos los que perdieron la vida a manos de la Operación Pilmaiquén y Operación Machete, encargados del aniquilamiento.

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Al final del camino. Remeco Alto.

Muy temprano en la mañana del 14 de abril, subimos a la montaña a presenciar la reconstitución de escena en Remeco Alto, casi al final del camino, donde los familiares, nuevamente han debido evocar aquel traumático evento ocurrido hace treinta y cuatro años, buscando huellas dejadas por nuestros queridos y recordados compañeros, esperanzados de que los peritajes antropológicos y balísticos aporten a esclarecer cómo murieron los guerrilleros, buscando que los culpables sean condenados, y de manera personal, acercándome introspectivamente a los recuerdos que atesoro como miembro del Destacamento Toqui Lautaro… como uno de los últimos sobrevivientes de la Guerrilla de Neltume.

 

LOS RECUERDOS

Después de haber sido detectados por el Ejército un sábado 27 de junio de 1981 a través del asalto a nuestro campamento, fuimos asediados durante fríos meses por la zona Los Altos de Puerto Fuy, la zona de Remeco y la laguna de Carilafquen, por la Montaña de Cachín, Basas Quemadas y el sector de Pasa, donde la persecución militar fue implacable, sin embargo, estos fueron incapaces de establecer un contacto armado directo con nosotros. Luego del asalto, el destacamento quedo dividido en dos grupos que se encontraban desprovistos de armamento, luego del asalto al campamento ya mencionado, los grupos se mantuvieron apegados a las reglas básicas de una fuerza militar irregular, las que consisten en el dominio y la movilidad en el terreno, realizando largas marchas alternadas por descansos en Tatú, construcciones subterráneas que acondicionamos en la montaña a casi cuatro horas de marcha entre una y otra, y por campamentos transitorios. No lograron verle ni la nariz a alguno de los guerrilleros. Ya nerviosos, los mandos de la Operación Machete, encargados de la persecución, decidieron bajar al grueso de la fuerza militar contra insurgente que constaba con casi 2000 militares. Ellos pensaron que habíamos abandonado la zona, dejando algunos campamentos en el lugar. Uno de ellos fue ubicado en la Hostería de Liquiñe gracias a la ayuda de los empresarios colaboradores de la dictadura, donde los huéspedes serian los jefes de la CNI. Otro lugar fue La Rancha Hilton, ubicada a dos kilómetros del detectado Campamento 83, y otro fue un galpón en la zona de Remeco Alto, distante a tres kilómetros de la casa de Doña Floridema Jaramillo, lugar donde serían asesinados algunos de nuestros compañeros.

La zona de Neltume, durante este proceso, se convirtió en un barracón militar, con una estética similar al cine bélico actual de entre guerras. Gran cantidad de militares, vehículos y equipos de comunicaciones militares de todo tipo, helicópteros Pumas y U-H se vieron en los poblados, donde sus habitantes, así como las comunidades mapuches, fueron fuertemente violentadas, hostigadas y sometidas a una dura represión y castigo.

En este marco político – militar, el Destacamento Toqui Lautaro, logra reagruparse en el sector de Basas Quemadas, en la zona del Campamento 25, específicamente en el Tatú. Nuestro grupo se encontraba entero físicamente y sin heridos, sin embargo algunos integrantes del grupo que se encontraba en el Tatú, dirigido por Paine, contaban con algunas complicaciones en sus pies. Nosotros habíamos instalado un campamento transitorio cercano al Tatú, entonces Paine junto a Raúl, quienes se encontraban en mejores condiciones, se mueven a nuestro campamento. Al otro día, Paine decide enviar a León, médico del destacamento, a proveer cuidados a los heridos, con especial preocupación en Jorge, quien había sido víctima de la gangrena. Luego de cuarenta y cinco días, logramos tener un respiro y por ende, retomar la iniciativa táctica. Ahora todos juntos, con un mando que asume en plenitud la conducción y dirección de la fuerza guerrillera, provistos de uniformes militares, armamento y alimentos que había en el Tatú del 25, a la vez, equipos en desuso y alimentos que el grupo de Pedro, en el que yo estaba, rescatarían del Tatú del 83 como a las 16:00 horas, el mismo día del asalto, todos estos abastos serian racionalizados durante la marcha.

Ese día se establece una exploración dirigida por Camilo, Rigo y Oscar destinada a establecer un nuevo campamento. Algunos compañeros tenían quemaduras de nieve en los pies, pero lograban desplazarse con alguna dificultad, sin embargo, Jorge, con sus graves heridas, debió ser ayudado por Víctor y Pablo, quienes lo cargaron durante la marcha hasta la nueva posición, entre mil y mil cien metros de altura, hasta el nuevo campamento llamado el Encuentro.

El mando del Destacamento estaba compuesto por el Jefe, que era Paine, y el subjefe, quien era Pedro. El Jefe del partido al interior del destacamento era Oscar, quien velaba por el cumplimiento de los lineamientos políticos centrales del partido y los particulares acordados por el partido en la montaña, dependiente de la situación político-militar que vivíamos, mas el cuarto integrante, el Logístico, cuya función era proveer de todos los requerimientos político – técnicos necesarios para el correcto ejercicio del mando (intendencia, equipos, construcciones bajo tierra entre otros).

Así es como se genera la instancia de evaluación de la situación político-militar vivida hasta entonces, calificada de emergencia total, así como era interrumpido el proceso de preparación previa para que comenzara a operar el frente guerrillero. Dentro de este marco, se discute lo siguiente: La detección y asalto al Campamento 83, problemas de seguridad y encuentros con campesinos, la detención – hasta ahora mantenida en reserva por los jefes del destacamento (Paine y Pedro) – de los compañeros Campos y Quinchavil – que hoy se encuentran en condición de detenidos desaparecidos quienes ingresaría como patrulla junto a Chamelo y Rigo, siendo estos dos los únicos que lograrían escapar y cruzar hacia Chile, conectándose con las redes del llano y subiendo al destacamento. En conclusión, era un hecho in-desmentible, se interrumpía el proceso de instauración del frente guerrillero en la montaña.

Hubo lugar también para el análisis crítico y auto-crítico, a las responsabilidades individuales y colectiva en cuanto a seguridad y a encuentros con campesinos, hubo también una dura crítica por la responsabilidad directa que le cabe al mando como primer responsable del proyecto guerrillero. Aun así, se ratificó el apoyo hacia estos.

El objetivo y el que-hacer central del Destacamento estaría enfocado a concentrar todas las energías en la defensa activa del contingente; en los campamentos, en tanto se pudiera junto a los heridos, y al estar en movimiento en búsqueda del contacto con el partido y conseguir el apoyo básico.

Inmediatamente se realizaron varias reuniones del mando, enfocadas en las nuevas misiones, en la selección del personal que integrarían las nuevas patrullas destinadas a tomar contacto con el partido, es decir, la decisión de quienes bajarían a las ciudades y quienes se quedarían en la montaña.

Las actividades siguientes iban en torno a las medidas de aseguramiento del objetivo central, llevando a cabo misiones de exploraciones al Puente Quilmio, a la entrada de Basas Quemadas, observación al camino en los Altos de Pasa, así como exploración a la parte sur del Rio Cua-Cua. Una vez agrupada y procesada la información, el Mando ordena una compartimentada (secreta) misión al llano a la patrulla conformada por cinco combatientes: José, León, Chamelo, Rigo y Oscar, quien sería el jefe de la patrulla. Un día 22 de agosto de 1981, salen con dirección a Santiago. Oscar y Rigo debían volver a la montaña a re-integrarse al destacamento.

Durante los primeros días de septiembre, nuevamente sentimos el asedio del enemigo, una señal de que el cerco se estaba cerrando, fue cuando Víctor, desde su puesto de guardia da la alerta de ruidos hacia el costado norte de nuestra posición; se escuchaba como alguien avanzaba entre los coligues, además, por el costado sur, un perro paso por el campamento; Camilo y Pablo le persiguieron alrededor de 500 metros, sin duda era el enemigo quien nos hostigaba. Durante la tarde preparamos condiciones para al otro día, temprano a la mañana, levantar campamento y marchar en dirección sur, hasta acampar cerca de un arroyo a unos dos kilómetros y medio. Otras señales comunicadas al mando fue cuando nos desplazamos con Pablo hasta el camino de Pasa para observar y levantar información acerca de los movimientos de las fuerzas represivas. Allí, observamos traslados helitransportados de personal militar por el cañón Rio Hueico Liquiñe hacia la retaguardia, además del avistamiento de una exploración aérea de una avioneta a gran altura en el sector del campamento. Estuvimos durante cuatro días allí, la situación era apremiante, cada día que pasaba el enemigo cerraba más el cerco.

 

LOS HECHOS

Yo era el encargado de la logística. El 13 de septiembre, a primera hora, prepare las condiciones previas, equipos, armamento, municiones, austeras raciones de alimentos con la firme determinación, como afirmó Paine, de cubrir los contactos, tanto en la calle (con el partido, logística central o alguno de los integrantes de la patrulla que bajaría hasta Santiago) o bien con Oscar y Rigo en el monte, a un costado del campamento El Encuentro.

Desde temprano, en formación militar frente a Jorge (nuestro herido) sentado sobre un tronco en la cocina del campamento, se informó que este era el último esfuerzo por darle continuidad al proyecto guerrillero, Paine explica “Con el apoyo logístico básico del MIR desde el llano, hemos sido capaces de mantenernos en la montaña, lo hemos demostrado hasta el momento” puntualizó Paine, “No importa la cantidad de combatientes, si son dos, tres o cuatro, lo fundamental hoy día es permanecer en la montaña, es darle continuidad en el tiempo a la Guerrilla… en consecuencia, cualquier revés o fracaso en función de alcanzar el objetivo (contacto con el partido), hará que las patrullas se transformen en patrullas independientes, con libertad de acción para romper el cerco enemigo, bajar por sus medios al llano y la ciudad e incluso, de manera individual, lograr contactar con el partido”. Para llevar a cabo la misión se organizaron dos patrulla; Paine a la cabeza de una junto a Pablo, Raúl y yo, y otra a cargo de Pedro, junto a Camilo, Víctor y Jorge.

Por el momento Víctor se quedaría junto a Jorge en el último campamento que realizamos, a la orilla del arroyo. Los seis restantes marchamos en columna bajo un monte soleado, hasta llegar al lugar donde acordamos el punto con Oscar, cerca del campamento el Encuentro. Nos despedimos de Camilo y Pedro, sin sospechar que seria la última vez que nos veríamos en vida y para siempre. Ellos partieron con dirección a la calle, mientras nosotros nos acercamos al punto de contacto con Oscar, parapetados al lado de un pequeño acantilado que nos brindaría protección. Alrededor de las tres de la tarde, Paine encarga a Pablo y Raúl subir al punto de contacto que se encontraba a unos cincuenta metros del acantilado. A los cinco minutos explota la montaña. ¡Tiros y ráfagas! Parecía que los tiros reventaban sobre nuestras cabezas. Paine grita “¡Cresta! ¡Qué pasó hue’on… oh!” Yo respondo, “¡Emboscada compadre!”. Cuatro o cinco tiros más se escucharon… luego vemos a Raúl, quien viene replegándose agazapado, se enreda y cae cerca de nosotros, se pone de pié y cuenta lo ocurrido, muy nervioso y desencajado explica que no hubo coincidencia en la contraseña, estaba muy agitado tras la situación, trataba de hablar de los huíos (canto de un pájaro de la zona, cual sonido que era la contraseña), nos cuenta que Pablo estaba agazapado a unos metros de él y se dio cuenta que la respuesta no concordaba con lo acordado, por lo cual dispara su fusil al mismo tiempo que es alcanzado por varios disparos, cayendo de bruces al suelo. Paine comprende lo ocurrido, “¡Cayó el punto! ¡Alguien entregó el punto!… Estamos cercados, ¡Salgamos de aquí!”, luego me dice, “¡Hugo, toma la vanguardia y larguémonos de aquí!”, yo respondo “¡A la orden Jefe!.”

Nuestros cuerpos, que ya a esa altura se encontraban anémicos, malogrados por el frio y por la racionalización del alimento destinado para dos meses, que bien supimos administrar en cuatro, indiferente a esto, apegamos nuestros fusiles al cuerpo con el botón puesto en ráfaga y salimos sigilosos. Cruzamos un par de quebrada y como a la media hora nos dispusimos a descansar, nuevamente martillaba sobre nuestras mentes lo ocurrido en el punto, eran más las interrogantes que las respuestas, lo concreto era que Pablo había caído en la emboscada. ¡Por las re-chucha! ¡Qué cagada… que dolor que sentíamos en esos momentos!. Evaluamos la acción fallida y tristemente concluíamos que Pablo era la primera baja del destacamento, así mismo, nos convertíamos en una patrulla independiente, cuyo derrotero tendría como único objetivo, romper el cerco militar tendido por el enemigo y replegarnos a la ciudad, así comenzaba a perfilarse el fracaso del intento de generar un frente guerrillero en la zona de Neltume.

Por otra parte, en la montaña, Pedro, al mando de su patrulla, marchaba en dirección a cubrir el punto con el partido. El punto de encuentro era la calle, en un lugar donde anteriormente realizábamos operaciones de vituallas y abastos, a un kilómetro y medio de Basas Quemadas. De acuerdo a la hora de la emboscada (aproximadamente diez minutos luego de despedirnos) en la que Pablo encontraría la muerte, todo hace indicar que ellos deberían haber estado cerca de la calle, lo más probable, es que al escuchar la fusilería, hayan vuelto al campamento y no hayan cubierto el punto, el cual tampoco fue por miembros del partido desde la ciudad.

De acuerdo a las instrucciones entregadas por Paine esa mañana y ante semejante evidencia, el ruido del tableteo de fusilería de la emboscada, han de haber vuelto sigilosamente al último campamento para conectarse con Víctor y Jorge, borrando las huellas, curando las heridas de Jorge, dándole las últimas instrucciones, así como trasladándolo al tronco donde quedaría a la espera de poder ser trasladado hasta la casa de algún campesino de la zona. Probablemente estas actividades demandaron todo el día 14 de septiembre. A mi entender, el día 15, Pedro, Camilo y Víctor partieron bajo una fuerte nevazón, que duró hasta el 17 del mismo mes, día en que el enemigo llegó hasta el último campamento guerrillero, encontrando huellas recientes en el lugar, motivos suficientes para peinar militarmente la zona en sus alrededores, encontrando así la posición donde se guarecía Jorge y donde mismo le abatieron.

Las fuerzas represivas sabían perfectamente quiénes éramos, a través de la información recogida en el campamento asaltado. Sabía quienes estábamos en repliegue, no obstante, su táctica fue “tirar” patrullas tendiente a cortar la retirada hacia la retaguardia, es decir reforzar y vigilar en la ruta del abastecimiento; la cordillera de Cachín, la laguna Carilafquén, Liquiñe Alto y Remeco.

Las patrullas independientes, una al mando de Paine y la otra al mando de Pedro optaron necesariamente por la misma táctica, aun estando separados. Es probable que estos lo hayan conversado como medida de anticipación a los hechos, romper el cerco militar por la ladera sur del sector Pasa, donde se ubicaban las comunidades mapuches, en Remeco Alto. Si bien seria muy dura la marcha, se debían agotar toda la reserva moral y física en función de lograr el objetivo.

 

RUPTURA DEL CERCO

La patrulla del jefe guerrillero seguiría su propio derrotero a partir de la emboscada del 13 de septiembre. Paine manifestó conocer información de parte de Camilo; disponía de una familia con algún nivel de parentesco en la zona, a la cual podría recurrir en caso de emergencia. Todo indica que la marcha conducida por Pedro, el sub-Jefe del destacamento sería dirigida al punto de encuentro con el pariente de Camilo, ubicado en el sector de Remeco Alto.

Precisamente ese sector no había sido explorado en su totalidad por los miembros del destacamento. En ambos grupos habían buenos exploradores, sin embargo esto no fue suficiente, la inclemencia del tiempo, la poca reserva de alimentos, lo boscoso e intrincado de la montaña, el conducir una marcha por sobre los ochocientos y mil metros de altura sobre el nivel del mar, tuvo consecuencias físicas. Todas las quebradas las atravesaron en su parte más profunda, a tal punto que Pedro comenzaría a sentirse mal del estomago y a despertar una fiebre en alza, elementos que les haría forzar la marcha, hasta llegar finalmente a los alrededores de la casa de Floridema Jaramillo. Han de haber cruzado la quebrada que está al norte de la casa, luego de una observación previa, ya que evitaron ser vistos por los vecinos y de esta manera poder abordar a los moradores, por la parte oeste de la casa.

Floridema Jaramillo y Celia Sandoval, madre de José Eugenio Monsalve Sandoval, de nombre político Camilo, cultivaban una amistad de muchos años. Ambas familias se ayudaban, se visitaban recíprocamente desde aquellos tiempos en que los chicos iban a la escuela de básica Nº87 de Neltume, también realizaban visitas de verano en busca de frutas, manzanas, cerezas y chicha dulce cultivadas en la comunidad mapuche, de la cual eran parte integrante. Como familias religiosas, tendieron puentes de mayor confianza y respeto al tomar la señora Floridema a Eugenio como su ahijado.

Basado en esta amistad de antaño que cultivaban, y esta vez por una necesidad de fuerza mayor, Camilo, Víctor y Pedro entraron a la casa siendo las cinco de la mañana del día 19 de septiembre. Cubrieron sus fusiles FAL con un pedazo de hule. Sin embargo, Floridema protestó aduciendo que militares estaban desplegados por el sector y ellos se encontraban amenazados de sufrir consecuencia en caso de ayudar a los guerrilleros. Pedro llevaba una fiebre galopante, lo cual lo hace entrar a una pieza de la casa y descansar sobre un camastro. Los guerrilleros hicieron una petición básica, albergue por unos días y un vehículo que los alejase de la montaña. Siendo las siete de la mañana, Floridema se traslada hasta la casa de la señora Ana Inés Marilef, mujer viuda y madre de tres hijos a quien le cuenta lo ocurrido. Le solicita conseguir un vehículo, a lo que se opusieron terminantemente por miedo a los milicos, pues serian detectados de inmediato. Floridema vuelve a casa con normalidad y prepara sopaipillas, atendiéndolos. A las horas, el efecto fisiológico del alimento en personas que han ingerido muy pocas cantidades durante meses, los conduce a un estado de letargo y cansancio, durmiéndose dos de los tres guerrilleros, momento en que Floridema toma la decisión de enviar a su hijo a dar aviso a Carabineros para que se los lleven detenidos.

Una vez en conocimiento de Carabineros, quienes titubearon ante la veracidad de la información, a través del Jefe del Retén de Neltume y en compañía del denunciante, se trasladan hasta el campamento de Rosauro Martínez, distante a siete kilómetros al norte, en la profundidad de la Cordillera en el sector de Pata´e Gallo, como es conocido por los lugareños, y a lo que Rosauro denominó en la reconstitución de escena como sector de Torna-Mesa. Este se informó, se alistó y pidió a Carabineros su presencia, ya que serian importante en la consecución de los hechos. De esta manera, Rosauro al mando de una patrulla sale a medio día en dirección a casa de Floridema Jaramillo. En su marcha, a través del radio activa a las fuerzas dislocadas en el terreno, les advierte realizar un desplazamiento sigiloso al llegar a la casa tomada por los guerrilleros.

Ante el inminente operativo, Rosauro, jefe de todas las fuerzas y comandante del batallón Llancahue, contó con otros sanguinarios de apoyo, los agentes de la unidad metropolitana de la CNI, la UAT, la Brigada Azul dedicada exclusivamente a la persecución del MIR. Contaba con una fuerza de doscientos comandos, helicópteros de apoyo Pumas y U-H, mientras el estado mayor del ejército, a través de su similar de la cuarta división de Valdivia, con el consentimiento del Estado de Chile, procuraba todos los recursos técnicos y municiones a discreción con tal de no escatimar recursos frente a peligrosos guerrilleros entrenados en Cuba, pero como todo estaba en sus manos, y como una forma de ponerle nombre al exterminio, al desenfreno, le llamarían “Operación Machete” y después “Operación Pilmaiquén” donde no hubo espacio para la detención, ninguna chance ante una desigualdad de fuerzas abismantemente superior, la alternativa era una sola, aniquilamiento y con saña.

 

ATAQUE Y ASALTO A LA CASA DE REMECO ALTO, LA RECONSTITUCION DE ESCENA

En el plano de la reconstitución de escena solicitada por la defensa del acusado Rosauro Martínez Labbé, este, repasó su desempeño individual en la masacre, aunque lo que ocurrió aquel día fue un despliegue de alrededor de 80 a 100 comandos que rodearon la casa a cincuenta metros de distancia desde la montaña hasta el camino vecinal y al costado norte, cubriendo la parte este hasta el sur, lugar donde se encontraba Martínez y sus colaboradores más cercanos dirigiendo el operativo. Allí, protegido tras un árbol, dejaría al jefe del reten de Neltume. Avanzó hasta la casa y saco de esta a Doña Floridema, explicándole que destruirían su casa por completo, pero le construirían otra. La llevaron hasta el sector norte, donde llevaban también a los vecinos, alejándolos del lugar, hasta dejarlos en una zanja que había más arriba, de esta forma Martínez iniciaba el ataque sin contrapeso, solo la vecina Ana Inés Marilef, se opuso terminantemente a salir de su hogar. Fuera de la puerta de la casa de Doña Ana Inés, sobre un tronco de cerezo, emplazaron una ametralladora calibre P-30 con su respectivo servidor. Los demás militares provistos de fusilería, cerrarían el medio círculo, dejando un bolsón de salida hacia el oeste, lugar escarpado por el que si alguien escapara, seria presa fácil.

La orden de fuego sería cerca de la una de la tarde, con gritos y metralla que llamaban a rendirse por espacio de dos horas, una especie de ablandamiento. Posteriormente estrecharían aun más el cerco. Tras otra media hora de metralla sobre el objetivo, prepararon el asalto a la casa con Rosauro Martínez a la cabeza, seguidos de sus colaboradores cercanos.

En la primera incursión a la casa, según dijo Rosauro Martínez durante la reconstitución de escena, desde su posición sur, se acercó hasta la casa con la intención de entrar por la puerta ubicada al este, pero volvió al instante para protegerse, porque uno de los guerrilleros salió a mirar a la puerta, pero la verdad de lo que ocurrió a esa hora, fue que Víctor salió mostrando un pañuelo blanco de rendición, pero Rosauro Martínez, como jefe de la operación no dio ninguna opción, ni tregua, ni posibilidad de detención, si no todo lo contrario, permitió asesinarles en el acto por el fuego de la fusilería apostada muy cerca de la casa. A través de los familiares, que recibieron los cuerpos en la morgue, también se puede corroborar que los cuerpos tenían impactos de balas de grueso calibre en la cara y ojos. Rosauro Martínez, luego de dar muerte a Víctor, por sobre él ingresa a la casa, lo mismo sucedería con Pedro, al parecer fue rematado en el interior de la vivienda.

En el lugar, luego de treinta y cuatro años, Martínez se ubica en cuclillas parapetado en un árbol, corre agazapado hasta la casa, ante la mirada atenta de los peritos forenses, según él, entró sin darle ni puntapié ni culatazos a la puerta, dio unos pasos por el pasillo y vio los cadáveres, enseguida, la Ministra Emma Yevenes pregunta “¿En que condiciones estaban los muertos?” A lo que Martínez Labbé contesta, “¡Esa pregunta no la voy a contestar!”. Lo que no dijo, es que el asalto final a la casa de Floridema fue la culminación de la operación y en este caso, a pesar del gran desequilibrio de fuerzas, todo indica, que Pedro y Víctor fueron rematados al interior de la casa. Por otra parte, Camilo había logrado escapar minutos antes por la ventana norte de la vivienda. Agazapado corrió en dirección noreste hacia la zona escarpada, siendo alcanzado por el fuego. Mas tarde sería rematado en la quebrada por Rosauro Martínez y sus colaboradores.

En el transcurso de la tarde llegaron helicópteros los que se llevarían a Víctor y a Pedro, sin embargo Camilo sería sacado de la quebrada en una camilla improvisada de troncos hasta la calle, para luego llevarlo al campamento militar, ubicado a tres kilómetros hacia Remeco, cerca del puente Chan-Chan. Luego de esto, el día 21 de septiembre serían asesinados Oscar y Rigo en el sector Puente Cortado, nosotros, la patrulla de Paine, en ese momento desconocíamos por completo dicha información, hasta informarnos a fines de septiembre en Neltume.

 

DILIGENCIAS

Durante el transcurso de la diligencia en que declararon nueve testigos entre civiles y militares, el jefe de la operación “Machete”, a diez metros, observaba atentamente el desfile de testigos que declaraban ante la Ministra. Se le vio desafiante, siempre de pies, de brazos cruzados o manos atrás apoyadas en la espalda, imperturbable, siempre pendiente de quien declaraba, asintiendo o moviendo la cabeza con pequeños gestos de aprobación o desaprobación, conocedor de un lugar de muerte como este, hoy día, convertida en una pampa donde pastan las ovejas. De aquella maldita casa no queda vestigio alguno, solo la historia, la leyenda, pero Rosauro, de reojo mira el lugar donde alguna vez hubo una casa, solo él recuerda el lugar del crimen. Se apronta luego a ser protagonista de una actuación pauteada a su conveniencia, pensando que el tribunal lo deje limpio de polvo y paja.

Las organizaciones de derechos humanos, junto a los familiares, abogados, compañeros y amigos, que han luchado incansablemente en la búsqueda de verdad y justicia, por castigar a los culpables, diciendo no a la impunidad, siguieron paso a paso la diligencia. Hubo también un momento al final, en que los asistentes manifestaron su repulsa ante la presencia de Rosauro Martínez. Los familiares directos lo encararon a la salida del lugar y le mostraron las imágenes de sus seres queridos diciéndole “¡Mira, él era mi hermano y lo mataste!” Otro familiar le enrostró la foto, “¿Por qué no los detuviste? ¡Sino que los mataste y te ensañaste con ellos!… asesino, asesino, asesino…” comenzaron a corear los alrededor de 100 acompañantes, fue el momento mas álgido de la diligencia, hasta que unos matones afines, que llegaron de Chillán, lo rodearon y protegieron a la salida.

 

REFLEXIONES

Los hechos ocurridos en Neltume y especialmente en Remeco Alto, constituye un proceso judicial emblemático y desnuda de cuerpo entero la democracia pactada, donde la derecha ejerce presión sobre los tribunales y en todo momento ha tratado de dar impunidad, haciendo que las condenas sean irrisorias, solicitando la libertad vigilada o la prescripción de los hechos.

Sujetos como Rosauro Martínez, entrenados en las Escuela de las América, no tan solo en la anti-guerrilla y en el traspaso de experiencias en la aplicación de tormentos a los detenidos, sino que además, eran oficiales de inteligencia y contra-inteligencia, capaces de explotar todas sus habilidades conspirativas con tal de alcanzar su objetivo, en este caso, llegar al parlamento, vistiéndose de un ropaje “democrático” encabezando el Parlatino (Parlamento Latinoamericano) contando con la absoluta complicidad de la clase política e integrándose a la vida interna del partido Renovación Nacional y participar de su plantilla parlamentaria.

Es la seudo-democracia, cuya construcción política ha sido sobre la base de una constitución espuria, a pesar del maquillaje efectuado por la administración Lagos, para dar impunidad y proteger a los criminales (archivo de los torturados, postergados durante 50 años para conocer la verdad) la política de ignorar e invisibilizar la legítima lucha de las organizaciones de derechos humanos y sociales contra la impunidad y por romper el pacto de silencio de los violadores de los derechos humanos, la actitud de los diferentes gobiernos hacia las víctimas, cuya reparación digna es un derecho, por la violencia ejercida a través de los agentes del Estado de Chile, es considerada como un favor, tanta injusticia, postergación e indignación, le ha explotado en la cara al gobierno de turno, a través de una huelga de hambre de los ex-presos políticos, independientemente del manejo político y de lo obtenido en el conflicto, ha quedado de manifiesto el desinterés y la indolencia del gobierno.

En un sistema neo-liberal en lo económico donde los empresarios todo lo tranzan en el mercado, tampoco se escapa el sistema político, y la política hoy es un bien de consumo para los empresarios, invierten y logran ganancias, claro está, con el consentimiento de la élite política no representativa del sentir de la ciudadanía, estos, han sido cómplice de oscuros contubernios entre política y dinero, hechos que tiene larga data comenzando por Mop-Gate, La Polar, Las Farmacias, Los Pollos por nombrar algunos y ahora las campañas políticas pagadas irregularmente (caso Penta y Soquimich) adquiere un carácter de cráter eruptivo como un volcán cuyo material amenaza con salpicar al conjunto de la “clase política”. Solo la ciudadanía tiene la capacidad de enmendar el rumbo en este país y lo está haciendo desde abajo mediante el fortalecimiento y empoderamiento de sus organizaciones sociales, colectivos, estudiantes, centros culturales, museos, organizaciones comunitarias, a nivel local y territorial, generando propuestas, realista y alcanzables, como paros y mesas de negociación, formas incipientes de poder popular.

Para cambiar las reglas del juego, es decir un nuevo contrato social a nuestro favor, solo es posible en la medida que el pueblo soberano sea capaz de abrir y preparar un escenario político y social favorable para legitimar y llevar a cabo una Asamblea Constituyente, democrática y popular.., generando así, una nueva constitución política para Chile.

 

Por Jorge Duran Delgado.

31 de julio de 2015, Temuco, Chile.

Fotografías: Anita Duran Hidalgo.

(esperamos subirlas prontamente, Editor CT)

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