Introducción a «Costumbres en común» de E. P. Thompson.

por Julio Martínez-Cava (*)

Reproducimos a continuación la introducción de Julio Martínez-Cava a la reedición de la conocida obra del historiador británico E. P. Thompson Costumbres en común. Estudios sobre la cultura popular (Madrid: Capitán Swing, 2019 [fecha original publicación: 1991]). La editorial Capitán Swing ha facilitado que podamos reproducir esta introducción aquí. (Nota del Viejo Topo).

«La ilusión burguesa más profunda e inextirpable [es que] el hombre es libre, no a través, sino a pesar de las relaciones sociales» (Cristopher Caudwell, Studies in a Dying Culture, 1938) La forja de un rebelde[1]

Edward Palmer Thompson fue un activista socialista y pacifista inglés, y está considerado uno de los mayores historiadores del siglo XX. Su obra escrita es gigantesca y la literatura sobre su pensamiento y su vida es ya casi inabarcable.[2] Nacido el 3 de febrero de 1924 en Oxford, se crio en el seno de una familia de clase media metodista con un enorme capital cultural, cuyos contactos políticos convirtieron el entorno familiar en un ambiente de liberalismo radical anti-imperialista, en el que las tertulias con visitas de intelectuales o políticos (como Nehru o Gandhi) eran algo habitual: «me crie –dirá Thompson en una entrevista de 1984–  pensando que los gobiernos eran mendaces e imperialistas y creyendo que la propia posición debía ser hostil al gobierno». Además de la influencia de sus padres, la otra gran figura de importancia en su formación fue su hermano mayor William Frank, por el que manifestaba admiración y envidia. Frank era el hijo aventajado de la familia, políglota y estudiante en una escuela de élite (Winchester); mientras que Edward estudió en una escuela metodista poco reconocida (Kingswood), solo dominaba el inglés y despuntaba en el rugby. La madre no ocultaba su favoritismo por el mayor, mientras que el padre tenía a Edward por un puritano («nunca toca el alcohol, excepto alguna sidra de vez en cuando, detesta la cerveza y no se acerca a los licores. Su fumar constante no es sino un signo de unos nervios que buscan calmarse»). El ambiente universitario radicalizado de los años 30, al calor del antifascismo de la época, llevó a Frank a afiliarse al Partido Comunista de Gran Bretaña (PCGB) en 1939. Edward le seguiría poco tiempo después. Como recordaría años más tarde, ser comunista en el PCGB de finales de los 30 no tenía mucho que ver con seguir rígidas disciplinas y ortodoxias de partido sino con  abrazar una fraternidad internacionalista que unificaba a las fuerzas contra el fascismo.

La participación de Reino Unido en la Segunda Guerra Mundial interrumpiría la carrera de los dos jóvenes escritores. De estos años cabe destacar dos hitos que marcarían el carácter y el proyecto intelectual de Edward Thompson. El primero, la trágica muerte de su hermano en 1944 en circunstancias poco claras.[3] El segundo, la experiencia democrática del antifascismo en la Segunda Guerra Mundial, en la que Thompson combatió al mando de una compañía de tanques en la batalla de Montecassino con tan solo 21 años. Una vez finalizada la guerra, colaboró como voluntario en labores de reconstrucción en Yugoslavia, Bulgaria y Hungría. La vivencia en primera persona del movimiento popular europeo de resistencia, en el que las viejas divisiones de la izquierda se aparcaban en favor de una tarea común, fue el manantial que proveyó a Thompson de la motivación y los recursos intelectuales con los que posteriormente afrontaría un proceso de renovación de la izquierda británica.

Una vez de vuelta en Inglaterra, Thompson fue testigo de la victoria arrolladora del laborismo en 1945. Ese mismo año se casó con una historiadora joven con la que había compartido la experiencia del antifascismo en Italia, Dorothy Towers, que se convertiría en una reconocida historiadora del movimiento cartista y que sería, además de la madre de sus tres hijos, una sabia compañera intelectual –interlocutora inteligente que además revisaría todos y cada uno de sus trabajos–. Pero las esperanzas de cambio revolucionario cultivadas en aquellos años se verían aplastadas por el estallido de la Guerra Fría y la imposición de la doctrina de las «zonas de influencia». El macartismo tuvo también una variante británica (igual que hubo una versión británica del zhdanovismo soviético entre las filas del PCGB)[4] que propició que muchos intelectuales comunistas buscasen una salida profesional alternativa. Así que Thompson terminó como maestro para adultos en la Worker’s Education Association enseñando literatura e historia social a trabajadores del West Riding, quienes asistían a las clases sin la promesa de un empleo o siquiera de un certificado oficial. De sus años como profesor de adultos siempre recordará lo que supuso para él entrar en contacto con la cultura obrera del Yorkshire industrializado, las relaciones solidarias que encontró allí y lo que pudo aprender para sus propias investigaciones (sobre todo «actitudes» y «un profundísimo escepticismo hacia los informes oficiales»).[5]

En estos años Dorothy y Thompson entrarían a formar parte del famoso Grupo de Historiadores del PCGB[6], en el que coincidirían dos respetadísimas generaciones de historiadores (George Rudé, Christopher Hill, Rodney Hilton o Eric Hosbawm entre otros). La influencia de investigadores veteranos como Dona Torr, A. L. Morton o Maurice Dobb asentó el modus operandi del Grupo, que estudió la historia como un proceso complejo donde las determinaciones estructurales no anulaban la capacidad creativa de los sujetos, y donde el motor del cambio social se situaba en los conflictos sociales generados en torno al control del excedente económico, sin descuidar el papel central que consideraban que tenía la disputa por las ideas (contraviniendo con ello la versión oficial del marxismo aceptada en su propio partido). El texto que probablemente tuviera más influencia en ello fue The English Revolution 1640 de Christopher Hill en 1940, que desencadenaría el famoso «debate sobre la transición del feudalismo al capitalismo», en el que investigadores procedentes de varios países vendrían a confrontar sus modelos de explicación sobre los orígenes del modo de producción capitalista.[7] En 1951 el PCGB había aprobado una nueva línea estratégica nacional (British Road to Socialism) por la que se instaba a construir una alianza popular amplia que llegara al poder por la vía parlamentaria. Bajo esta nueva orientación, los comunistas británicos rastrearon la historia de Inglaterra buscando referencias en las que inspirarse: es así como la gran Revuelta Campesina de 1381, los Levellers y los Diggers de la Revolución Inglesa de 1642, los cartistas o las sufragistas pasaron a verse como parte de una «historia popular» que nutría de experiencias y principios a las luchas del presente. Lo cierto es que el Grupo decidió organizarse como un equipo de investigación autónomo, y no como un órgano más del partido, por lo que no veía interferidas sus labores siempre que no entrase a investigar la historia del comunismo en el siglo XX. Y si bien las opiniones políticas de sus miembros podían no coincidir siempre, lo cierto es que un método más o menos compartido y una generosidad en las lecturas (Dona Torr les hizo llegar textos de Trotsky prohibidos por el partido[8], se leyó Los jacobinos negros del trotskista CRL James así como la obra de A. Rosenberg –aunque todavía nada de K. Korsch o Gramsci–) terminaron por forjar un marxismo en cierta medida heterodoxo que se probaría especialmente fértil en la investigación histórica. El talante anti-sectario que les inspiraba permitiría la colaboración de otros investigadores no marxistas, culminando en la creación de la revista académica Past and Present en 1952.[9] La importancia que tuvo el Grupo en la vida intelectual y política del país no puede despreciarse. No lo hizo, precisamente, el Estado británico: una desclasificación reciente de los archivos del servicio secreto británico, el MI5,  reveló que los historiadores del Grupo habían sido espiados durante más de 10 años con una intensidad reveladora (se grababan sus conversaciones telefónicas, se abría su correo y se monitorizaban y mapeaban sus contactos).[10]

Inmerso en esta intensa actividad militante de la Guerra Fría, como comunista, como padre, como educador de adultos y como colaborador del Grupo de historiadores, Thompson recibió una propuesta editorial para escribir una monografía sobre la figura de William Morris, ese «revolucionario sin revolución» que le tenía fascinado.[11] Aunque hoy suene inverosímil, Thompson no tenía intención de convertirse en historiador. Su vocación era ser escritor, poeta y militante comunista, pero durante su investigación sobre Morris desarrolló un «apetito por los archivos» que le encauzaría en la senda de la disciplina histórica, al mismo tiempo que le dotaría de recursos para iniciar un proceso largo y complejo de auto-crítica de la tradición marxista. Para Edward el trabajo como historiador era inseparable de su vocación política y nunca se concibió a sí mismo como un profesional de la academia. En la tradición marxista encontró herramientas de análisis con una dimensión práctica y en su experiencia militante halló formas de comprender la realidad que le permitirían adentrarse con mayor lucidez en el pasado. Thompson forma parte de ese grupo de científicos que nos han enseñado que la objetividad y el máximo rigor en la investigación no tienen por qué contradecirse con un apasionado compromiso político por transformar la sociedad.

«El comunismo debe recuperar un lenguaje moral»: el final del «Espíritu del 45», la Guerra Fría y la crisis internacional del comunismo de 1956…..

 

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Notas:

[1] Jordi Mundó, David Casassas y Pablo Castaño tuvieron la amabilidad de revisar y corregir un borrador previo del presente texto. Toda la responsabilidad sobre su contenido final corre de mi cuenta.

[2] Nos limitaremos a señalar aquí algunas que puedan servir de guía al lector. Para una selección de textos muy representativa de su pensamiento, véase la compilación realizada por su mujer Dorothy E. P. Thompson. Obra esencial, Barcelona, Crítica, 2002. El listado más completo de sus escritos se encuentra en A.Llacuna «E.P. Thompson. Un comentario bibliográfico» en J. Sanz, J. Babiano y F. Erice (eds.) E. P. Thompson. Marxismo e Historia social, Madrid, Siglo XXI, 2016. Una aguda reconstrucción de la trayectoria intelectual de Thompson puede verse S. Hamilton, The Crisis of Theory. E. P. Thompson, the New Left and the Postwar British Politics, Manchester, Manchester University Press, 2011. Un estudio sólidamente documentado que reconstruye las complejas relaciones entre el activismo político de Thompson y sus desarrollos teóricos puede verse en C. Efstathiou, E.P. Thompson: Α Twentieth-Century Romantic, Londres, Merlin Press, 2015. Un buen análisis de la formación intelectual de Thompson desde una metodología bourdieana es el de A. Estrella, Clío ante el espejo. Un socioanálisis de E.P. Thompson, Cádiz, Universidad de Cádiz, 2012. La clásica obra casi-biográfica de B. Palmer sigue siendo referencia obligada: E. P. Thompson. Objeciones y oposiciones, Valencia, Universidad de Valencia, 2004. Lamentablemente, el archivo con su correspondencia y otros documentos se encuentra cerrado hasta 2043 por decisión familiar, aunque parte de su correspondencia se encuentra diseminada por distintos archivos de universidades inglesas. La recepción de la obra de Thompson en España fue tardía pero tuvo un impacto considerable. Su principal obra, The Making of the English Working Class, publicada en 1963, no llegaría traducida a España hasta 1977 (editorial Laia). En ese proceso de recepción es obligado mencionar la imprescindible y valiosa tarea de Josep Fontana que consiguió que gran parte de la obra de Thompson fuera publicada en la editorial Crítica (Barcelona) bajo la dirección de Gonzalo Pontón. Véase: Miseria de la teoría, 1981; Tradición, revuelta y consciencia de clase. Estudios sobre la sociedad preindustrial, 1984; La formación de la clase obrera en Inglaterra, 1989; Costumbres en común, 1995; Agenda para una historia radical, 2000; y la compilación de textos citada anteriormente. Recientemente la figura de Thompson ha atraído más atención en el público hispanohablante y algunas de sus obras han sido reeditadas o traducidas por primera vez al castellano (véase, además de esta misma reedición, Los orígenes de la ley negra. Un episodio de la historia criminal inglesa, Madrid, Siglo XXI, 2010; La formación histórica de la clase obrera en Inglaterra, Madrid, Capitán Swing, 2012, prólogo de Antoni Domènech; o E. P. Thompson. Democracia y socialismo [compilación y edición crítica de Alejandro Estrella], México, UAM, Unidad Cuajimalpa, 2016). Para profundizar en el legado de Thompson en la historiografía española el lector puede consultar la compilación E. P. Thompson. Marxismo e historia social, op.cit.

[3] Con la ayuda de su madre, Thompson recopiló cartas, escritos y poemas de su hermano, que saldrían publicados con el título There is a Spirit in Europe: a memoir of Frank Thompson, Londres, Golancz, 1947. A finales de los años 70 se embarcaría en una investigación sobre las circunstancias sospechosas de la muerte de su hermano, publicándose las conferencias de forma póstuma en una de sus más interesantes (y poco conocidas) obras: Beyond the Frontier: the Politics of a Failed Mission, Bulgaria 1944, Standford, Standford University Press, 1997.

[4] Uno puede imaginarse las dificultades que enfrentaban los científicos sociales en una era tan polarizada. Mientras Stalin incluía en sus primeras purgas a las instituciones académicas vinculadas a la disciplina de la historia (ver en Pierre Broué, Comunistas contra Stalin. Masacre de una generación, Málaga, SEPHA, 2008), Estados Unidos financiaba millonariamente a fundaciones que trabajaban para favorecer «un viraje a la derecha en la enseñanza de las ciencias sociales» que pudiese contrarrestar el avance de la historia social que liderarían Thompson y otros historiadores (ver en J. Fontana, La historia después del fin de la historia, Barcelona, Crítica, 1992.

[5] Véase el documental “Rear Window: A Life of Dissent. The Life and Work of E. P. Thompson” en Tariq Ali TV (disponible online http://tariqalitv.com/portfolio/s2e24-e-p-thompson/).

[6] Para la historia del Grupo de Historiadores puede verse: H. J. Kaye, The British Marxist Historians, Houndmills, Palgrave Macmillan, 1995.

[7] Ver en K. Tribe, Genealogies of Capitalism, Londres, Macmillan, 1981; un resumen del famoso debate se puede ver en E. M. Wood The Origins of Capitalism. A Longer View, Londres, Verso, 2002.

[8] Thompson fue especialmente sensible a las lecturas de Trotsky e Isaac Deutscher en estos años, de las cuales bebió para sus críticas posteriores al estalinismo (hasta 1958 no se publicarían en inglés los escritos del joven Marx que tanto influirían en esos procesos de renovación «humanista» de las izquierdas). Su respeto por los grandes intelectuales trotskystas no debería ocultar su desprecio por el dogmatismo que profesaban los varios grupos trotskystas británicos (véanse las opiniones de Thompson, por ejemplo, en «El humanismo socialista. Una epístola a los filisteos» de 1957 o en Miseria de la teoría de 1978).

[9] Past & Present es una de las revistas académicas más importantes en el campo historiográfico que sigue hoy en funcionamiento. Desde sus orígenes se autofinanció y trató de evitar el sectarismo autocomplaciente, para lo cual instituyó como norma que el comité editorial debía incluir a varias personas no marxistas con capacidad de veto sobre los artículos, y que la aceptación de los artículos debía ser por unanimidad del comité. Como dijeron sus creadores, «estábamos intentando continuar, o revivir, en el período de posguerra las políticas de unidad en sentido amplio que habíamos aprendido en los días del antifascismo antes de la guerra» (C. Hill, R. H. Hilton, E. J. Hobsbawm, «Past and Present. Origins and Early Years», Past and Present, No. 100. (agosto de 1983), pp. 3–14.

[10] Thompson fue espiado desde su paso por el ejército en 1943 hasta más o menos 1963. Todos los historiadores murieron antes de conocer la existencia de estos archivos, excepto Hobsbawm, que solicitó acceso a ellos y se le negó, dos años antes de morir. Ver R. Norton-Taylor «MI5 spied on leading British historians for decades, secret files reveal», The Guardian (24 de octubre de 2014). Disponible en: https://www.theguardian.com/world/2014/oct/24/mi5-spied-historians-eric-hobsbawm-christopher-hill-secret-files  (último acceso: 4 de febrero de 2019).

[11] William Morris. De romántico a revolucionario, Valencia, Ediciones Alfonso el Magnánimo, 1988 [1955]

 

 

(*) Julio Martínez-Cava, es miembro del comité de redacción de Sin Permiso.

Fuente: ttp://www.sinpermiso.info/textos/introduccion-a-costumbres-en-comun-de-e-p-thompson.

 

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