Chile por abajo: entre celebraciones y definiciones.

Una mirada al panorama pos electoral.

por Guillermo Correa Camiroaga/Valparaíso.

Las justas celebraciones y el encandilamiento provocado por el triunfo de la Lista del Pueblo en las elecciones de Convencionales Constituyentes, todavía no despejan completamente el nuevo escenario en que nos encontramos, sin permitir ver con claridad cómo se seguirá desarrollando este proceso constitucional en curso. Si bien hay un ganador incuestionable en las elecciones de Convencionales, representado precisamente por la Lista del Pueblo y las candidaturas independientes, este es un proceso que está en pleno desarrollo y será necesario observar cómo va decantando más adelante.

La gran mayoría de los análisis políticos y las declaraciones de los numerosos independientes que resultaron electos y que obviamente son los genuinos triunfadores en estas elecciones, ya que relegaron a la clase política institucional a un segundo plano, especialmente quienes forman parte de la Lista del Pueblo,  a mi entender  pecan de un triunfalismo exagerado, ya que en forma poco objetiva dejan de lado en estos análisis el altísimo porcentaje de abstención, que se acercó al sesenta por ciento (60%), las reglamentaciones institucionales fijadas en la Ley N° 21.200 en el marco de las cuales se desarrollará  dicho proceso y los resultados de las elecciones de alcaldes, concejales y gobernadores, en donde los partidos políticos tradicionales, tanto de la derecha pinochetista como de la derecha concertacionista, obtuvieron importantes cuotas de poder.

Otro elemento que ha quedado totalmente ignorado en la mayoría de los análisis post electorales la sido el altísimo porcentaje de abstención en el pueblo mapuche habilitado para votar, que alcanzó la elevada cifra del 80%. Es decir que solo un 20% de los habilitados para elegir a los 7 integrantes de los escaños reservados estuvieron de acuerdo con participar y  ser asimilados al interior de la institucionalidad del Estado chileno, por lo que se puede deducir que las posiciones autonomistas que buscan la liberación y  la constitución autónoma del pueblo nación mapuche en el wallmapu, por fuera de la institucionalidad y el Estado chileno, son ampliamente mayoritarios.  

Al escuchar los encendidos discursos de los representantes de la Lista del Pueblo dando a entender que el modelo neoliberal tiene los días contados, estos argumentos aparecen totalmente contradictorios con la opción política de participar en este proceso institucional, y por mucho que se declare que el modelo ya murió, sigue vivito y determinando los destinos de las chilenas y chilenos. No basta con proclamar el término de un modelo, ya que las declaraciones y las buenas intenciones no son suficientes para ello. Se requiere tener la fuerza, la organización y las herramientas necesarias para lograr que esto sea posible, sin olvidar que uno de los instrumentos fundamentales para salvaguardar el sistema de dominación está representado por las Fuerzas Armadas, que han sido ideológicamente creadas y formadas para tal efecto.

Teniendo en cuenta las distintas correlaciones de fuerzas que se constituirán al interior de la Convención Constitucional, que en estos momentos todavía no se expresan con claridad, salvo las  elucubraciones teóricas que hablan de una mayoría de “izquierda” al interior de la misma, esto solo podrá despejarse una vez que se instale y comience a funcionar la Convención.

Utilizando una metáfora culinaria, habrá que esperar para ver cómo termina de cocinarse este charquicán inicial, ya que las discusiones que se desarrollarán al interior de la Convención serán muy complejas y de incierta resolución, puesto que se deberán alcanzar los acuerdos y los quórum necesarios para ir “escribiendo” el articulado de la nueva Constitución.

Si bien el resultado de las elecciones ha repercutido positivamente en la subjetividad y el estado de ánimo general de los sectores populares, también este exagerado entusiasmo inicial puede terminar siendo un arma de doble filo cuando empiecen a decantar las brumas alegóricas del primer momento y se comience a instalar y a funcionar la Convención Constitucional en el hermoso y remodelado “palacio de invierno” acondicionado para tal efecto.

Se quiera reconocer o no, el Acuerdo por la Paz y la Pandemia provocaron un quiebre y un freno en el Movimiento Popular Rebelde, determinando la conformación de dos corrientes o cursos de acción, representadas de una parte por quienes aceptaron las reglas del juego institucional y están participando de este proceso constitucional, y por otro lado por los sectores que rechazaron esta institucionalidad y continúan desarrollando su trabajo político sectorial y territorial en las esferas extraparlamentarias.

Puntualizando que se trata de una simplificación pedagógica lo que plantearé a continuación, de alguna forma estas corrientes obedecen a dos miradas distintas que pueden ser definidas como reformistas  y revolucionarias.

Esta arbitraria división así planteada no tiene nada de peyorativo, sino que busca entender las opciones políticas que ambos sectores han tomado, ya que quienes optaron por luchar al interior de la institucionalidad para redactar una nueva Constitución es muy probable que obtengan una notoria mejoría en los derechos sociales que la actual Constitución tiene conculcados en materia de salud, educación, pensiones, medio ambiente, paridad de género, como también en relación con el funcionamiento político de las instituciones, fortaleciendo el carácter protagonista del Estado y dejando de lado su rol subsidiario, modificando o reformando de esta manera importantes aspectos del modelo neoliberal actual, pero sin eliminar el sistema capitalista sobre el cual se sustenta la dominación, los abusos y la opresión.

De esta manera se podrán llevar a delante una serie de reformas, que ampliaran la democracia representativa, pero dentro de la  actual institucionalidad emanada del  sistema capitalista de dominación que nos rige.

Con lo anteriormente planteado no es mi intención (tampoco soy quien para así hacerlo) el definir como no revolucionarios a los compañeros y compañeras del movimiento popular rebelde que optaron por participar en este proceso constitucional, sino que la reflexión que hago tiene que ver con la opción política táctica asumida frente a esta coyuntura electoral institucional, que a mi modo de ver tiene características reformistas al aceptar integrarse a este proceso acordado desde las elites dominantes y la clase política institucional, porque ello significa, con todas las modificaciones y reformas que se le hagan, fortalecer la institucionalidad que se proclama querer superar o destruir, proyectándola en el tiempo con una cara remozada.

Otro de los planteamientos argumentados por los sectores rebeldes que participan de este proceso constitucional para intentar sobrepasar los marcos institucionales de la Convención, es la activación y participación  popular a través de los Cabildos y Asambleas, pero si estas organizaciones sectoriales y territoriales se activan solo para “rodear” o presionar la Convención Constitucional, con la ilusa idea de transformarla en una Asamblea Constituyente soberana, esto no contribuirá a la acumulación de fuerza de carácter estratégico tendiente a terminar con el modelo capitalista en su expresión neoliberal, como algunas y algunos de los integrantes de la Convención así lo manifiestan.

Por su parte, la vertiente revolucionaria que se declara abiertamente anticapitalista y antipatriarcal, que se abstuvo de participar en las elecciones, continúa el complejo y lento camino en pos de  la construcción de un Movimiento Popular Autónomo, orientado al fortalecimiento, la consolidación y la coordinación de las organizaciones populares sectoriales y territoriales, con el objetivo de acumular las fuerzas  necesarias que le permitan, con una mirada estratégica, de largo plazo, plantearse  la concreción de un proceso revolucionario que sea capaz de superar estructuralmente las bases del sistema capitalista de dominación.

En este otro sector, las Asambleas territoriales y sectoriales, así como la articulación y coordinación de las diferentes organizaciones populares, deberán asimismo continuar desarrollando las herramientas  necesarias para la construcción del poder del pueblo para así poder  levantar una verdadera alternativa popular y revolucionaria.

Es muy probable que cuando comience a funcionar la Convención Constitucional al interior del bien resguardado Palacio Pereira, se reactiven las movilizaciones populares donde confluirán tanto los sectores rebeldes que optaron participar en la institucionalidad como aquellos que decidieron no hacerlo, produciéndose en esas movilizaciones una unidad en la acción, pero naturalmente con objetivos totalmente diferentes, ya que los primeros buscaran presionar el funcionamiento de la Convención Constitucional,  buscando obtener la mayor cantidad de reformas posibles, y los segundos lo harán cuestionando la institucionalidad, buscando sobrepasarla y aprovechando dicha coyuntura para continuar acumulando fuerza político-social. Las visiones tácticas y estratégicas de uno u otro sector serán así totalmente diferentes entre sí, aún cuando es probable que se produzcan interrelaciones y movimientos de fuerzas en uno u otro sentido.

Como decía anteriormente, el objetivo central de quienes optaron por participar en este proceso institucional será el tratar de obtener el mayor número y profundidad de reformas posibles, pero que seguirán enmarcadas en el sistema de dominación actual.

Más allá de los discursos grandilocuentes y encendidos que pretenden dar por desaparecido el modelo neoliberal en Chile, esto está aún lejos de concretarse, ya que la potencialidad de los poderes fácticos, las élites y la clase política tradicional, que hoy se encuentran en estado de sorpresiva incertidumbre, o aparentemente fuera de combate, lentamente irán recuperando fuerzas dentro de los espacios institucionales donde tienen una gran capacidad de maniobra.

El desarrollo de la rebelión popular -que si bien ha quedado en pausa y relegada a los espacios sectoriales y territoriales- sigue latente,  y la respuesta ante esta nueva coyuntura que se ha abierto la dará el propio pueblo y sus organizaciones a medida que vaya funcionando el proceso constitucional  y se comiencen a tensionar y expresar las fuerzas presentes en su interior, ya que solamente en ese momento se podrá ir visualizando el camino que va recorriendo la Convención Constitucional y la forma en que se irá escribiendo y redactando la nueva Constitución.

El panorama político en este nuevo escenario ofrece un campo abierto, en disputa, donde se expresarán estas dos vertientes del movimiento popular rebelde, aún cuando hay que tener presente que  el terreno institucional será el preponderante, a menos que la pandemia vaya atenuándose y permita una mayor posibilidad de libertad y movilidad, ya que en ese caso es muy probable que se reactiven con fuerza las movilizaciones y protestas populares, que como lo demostraron el año 2019,se expresan por fuera de los márgenes parlamentarios e institucionales.

Valparaíso 27 Mayo 2021.

Fuente: Recibido por CT 27-05-2021.

2 Comments

  1. Correa Camiroaga caracteriza de esta forma al reformismo:

    «Esta arbitraria división así planteada no tiene nada de peyorativo, sino que busca entender las opciones políticas que ambos sectores han tomado, ya que quienes optaron por luchar al interior de la institucionalidad para redactar una nueva Constitución es muy probable que obtengan una notoria mejoría en los derechos sociales que la actual Constitución tiene conculcados en materia de salud, educación, pensiones, medio ambiente, paridad de género, como también en relación con el funcionamiento político de las instituciones, fortaleciendo el carácter protagonista del Estado y dejando de lado su rol subsidiario, modificando o reformando de esta manera importantes aspectos del modelo neoliberal actual, pero sin eliminar el sistema capitalista sobre el cual se sustenta la dominación, los abusos y la opresión.

    De esta manera se podrán llevar a delante una serie de reformas, que ampliaran la democracia representativa, pero dentro de la actual institucionalidad emanada del sistema capitalista de dominación que nos rige»

    Muy lejos de cualquier lucidez. Hubo un tiempo en que la gente politizada en nuestro país era capaz de distinguir entre «reformismo brugués» y «reformismo obrero». La Lista del Pueblo (dejando de lado a María Rviera), estirando mucho los conceptos, a lo más da para «reformismo burgués» (Frei en los 1960s)

    Por otra parte, el «reformismo obrero» (más «avanzado» que el reformismo burgués), es precisamente lo contrario de lo caracterizado por Correa. Ejemplos:
    a) El SPD en 1918 puso el germen de los freikors y asesinó a Karl Liebknehct y Rosa Luxemburg
    b) Allende terminó nombrando a Pinochet como General en Jefe de las FFAA
    c) La izquierda del PS (vía su órgano La Aurora de Chile) terminó atacando a los cordones industriales en 1973

    d) El último momento en que la izquierda se ilusionó con el «reformismo» como «paso adelante, si bien insuficiente» fue con Bachelet en 2014. Resultado una reforma laboral que constituyó un ataque mayor a los trabajadores que lo que fue el ladrillo de 1979

    Conclusión para hoy:
    El reformismo en la Convención Costitucional está constituido por el PC (ala derecha de este reformismo burgués) y la Lista del Pueblo (ala izquierda de reformismo burgués en sentido amplio). Si logra hegemonizar algo no puede sino constituir un ataque al movimiento obrero y al activismo luchador. No por nada el 20 de mayo de 2021 Teillier reivindicó el voto PC en segunda vuelta a Lagos en 2000 y Camila Vallejo un poco antes destacaba al Gobierno de la Nueva Mayoría como progresivo y muy distinto de los anterriores de la Concertacion y la derecha. El PC, además hace unos 6 meses sacó un dossier de an alisis político-mundial junto al PC argentino (que apoyó la creación de la Triple A en Argentina) y al PC chino.

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