No es la cuarentena, es el patriarcado: Aumento de la violencia sexual en tiempo pandémicos.

¿Un efecto desconocido de la pandemia?: denuncias de delitos sexuales se disparan en el primer semestre de 2021.

Más allá de este incremento, algunas cosas no han cambiado. Por ejemplo, el delito sexual que acumula más denuncias fue, al igual que en 2020, el abuso sexual con contacto corporal de menores de 14 años (1.154 casos). Al contrario, en 2021 el segundo tipo de delito más denunciado fue la violación de menores de 14 años (365 casos), a diferencia del año anterior, cuando esta posición la ocupaba la violación de mayores de 14.

Otra tendencia que no cambió, según el recuento de las Brigadas Investigadoras de Delitos Sexuales (Brisex) de la PDI, es el “sexo” de las víctimas y denunciantes: en 2021, un 85% de estas fueron clasificadas en la categoría “femenino”. Asimismo, un 84% de las víctimas y denunciantes que ingresaron al sistema el año pasado eran del “sexo femenino”, afirma la institución.

El alza de denuncias de delitos sexuales se dio en paralelo a un contexto inédito en Chile y el mundo: la pandemia de Covid-19. La crisis sanitaria derivó en la decisión de establecer cuarentenas y confinamientos, a veces prolongadas por meses.

Como telón de fondo, y de acuerdo con cifras de la PDI para 2020, sabemos que, del total de denuncias, un 51% de las víctimas afirmaron ser agredidas por una figura con algún grado de parentesco. Los imputados suelen ser “familiares directos o del círculo cercano” de la víctima, confirma a The Clinic Manuel Fuentes, jefe de la Brisex Metropolitana (Brisexme).

Los delitos sexuales más denunciados son aquellos cometidos a menores de 14.

Surgen entonces una serie de interrogantes. ¿Existe una correlación entre el encierro, obligado en el marco de la pandemia, y el alza de denuncias de delitos sexuales? ¿Es el confinamiento un factor que facilita que se cometan más delitos sexuales? ¿Y es necesariamente un aumento de las denuncias indicador de que ocurrieron más delitos de este tipo?

Estas y otras preguntas fueron planteadas por The Clinic a expertas, expertos y autoridades, en una búsqueda por dilucidar si el fenómeno es otro de los complejos efectos colaterales que el coronavirus ha supuesto para la sociedad.

Una «tormenta perfecta»

Para Fuentes, de la Brisexme, el análisis es claro: “El confinamiento permite que víctimas y victimarios convivan en el mismo espacio”. Entonces, los imputados tienen “más oportunidades” para consumar el abuso, añade.

Y es que, como señala Gonzalo Lira Mendiguren, director de la Escuela de Psicología de la Universidad de Valparaíso, las cuarentenas configuran una especie de “tormenta perfecta”, afectada por factores como el deterioro generalizado de la salud mental, un incremento del estrés, y la “menor incidencia” de posibles protectores.

“Muchas veces, la situación de niñes y adolescentes, especialmente, implica que interactúan con un conjunto de sistemas e instituciones que potencialmente pueden constituir contextos o elementos de protección, y en los que hoy día no están participando”, dice Lira. Por lo mismo, estaríamos ante un escenario que “nos muestra que es razonable hipotetizar sobre un posible incremento en las conductas de abuso”, incluso para que “un abuso previamente establecido pase de esporádico a crónico”.

Por su parte, el abogado, magíster en Sociología y académico de la UC, Pablo Carvacho Traverso, considera “muy probable” que durante la pandemia hayan ocurrido “más delitos sexuales”, y apoya su tesis en la “teoría situacional del delito”. Esta postula que deben darse tres factores claves para concretarse el ilícito. En primer lugar, debe existir un “objetivo adecuado”. Guardando todas las proporciones, Carvacho ejemplifica con un “auto con la ventana abierta”, en el caso del robo de un vehículo. Luego, “la ausencia de guardianes”. Y finalmente, la “voluntad del que delinque por delinquir”.

“En el caso del abuso y las violaciones, la persona que debiese ser ‘guardián‘, o estar encargada de proteger, es la persona que tiene la motivación a delinquir. Eso hace que estos delitos sean especialmente complejos y tengan una dinámica distinta. Porque la figura del que delinque es al mismo tiempo la figura del guardián: es quien debiese estar impidiendo que ocurra el delito”, explica Carvacho.

Trabas para salir a denunciar

Sin embargo, quienes fueron consultados por The Clinic apuntaron a una idea en común: que el alza de denuncias, aunque relacionado a las cuarentenas, podría explicarse por motivos distintos a un incremento en la cantidad de delitos sexuales que se cometen.

Un tema es el no poder salir a denunciar, sea o no a través de canales formales, a raíz del encierro. En ese sentido, el aumento de denuncias podría relacionarse a que este año “las personas están en condiciones de salir, están en condiciones de hablar con otras personas y, a partir de ahí, denunciar”, asevera Lidia Casas Becerra, abogada directora del Departamento de Derechos Humanos de la UDP, y especialista en materia de violencia contra las mujeres.

“La denuncia requiere formalizar una serie de procedimientos (…). Y la forma de acceso a la justicia, que terminó siendo telemática, reduce las posibilidades. Ya sea porque con quien tú vives tiene acceso a tu teléfono, no tienes privacidad… Se dan un sinnúmero de situaciones muy complejas durante el encierro”, agrega Casas.

Desde el Ministerio de la Mujer observan una tendencia similar. Destacan que, durante las cuarentenas en 2020, las denuncias de distintos tipos de violencia contra mujeres —sexual, psicológica y física— se redujeron. No es sorprendente, consideran, en tanto muchas mujeres debieron convivir junto a su agresor o su potencial agresor, sin poder salir a denunciar.

“Era esperable que con el fin del confinamiento quienes no habían podido denunciar empezaran a reportar a las policías o a los tribunales las dolorosas situaciones que tuvieron que vivir”, comenta en una declaración, solicitada por The Clinic, la ministra de la Mujer, Mónica Zalaquett.

Los datos del Sistema de Apoyo a los Fiscales (SAF) del Ministerio Público acompañan el argumento. En el primer semestre de 2019 —desde el 1 de enero al 30 de junio—, 15.200 delitos sexuales fueron ingresados al registro del Ministerio Público. Un año después, para el mismo período, la cifra cayó en un 14,1%, al situarse en 13.057. Ya en el primer semestre de 2021, esta volvió a crecer, alcanzando los 15.164 casos.

Menores de edad

Un 53,6% del total de víctimas de delitos sexuales que interpusieron una denuncia en alguna Brisex de la PDI, en el primer semestre de 2021, corresponde a menores de edad.

Rango de edad de los delitos sexuales reportados en unidades de la Brisex a nivel nacional en 2021

Jéssica González Mahan, psicóloga y directora del Centro de Liderazgo de Comunidad Mujer, señala que la disminución de denuncias en 2020 “puede estar asociada a las condiciones de confinamiento, principalmente a causa de la ausencia y/o disminución de redes de apoyo. Es decir, terceras personas que cumplen el rol de develar la agresión”. Menciona la “escuela” como un “factor protector importante”, al igual la “familia extendida y amistades”, en cuanto a acoger el testimonio y realizar la denuncia.

“Sin embargo, ante las restricciones sanitarias, las niñas, niños y adolescentes víctimas de violencia sexual han estado distantes de estos grupos protectores, lo que podría haber incidido en la disminución de las denuncias”, concluye González.

Coincide Lidia Casas. “Particularmente en los delitos sexuales relativos a niñas, niños y adolescentes, el espacio de develación es la escuela”, dice, remarcando que, si las clases son telemáticas, “¿dónde vas a decirlo? Si todo el mundo está escuchando (…). Entonces, a medida que se levantan las restricciones, hay posibilidad de comunicar lo que está pasando”.

En tanto, Gonzalo Lira apunta a la importancia de lo presencial para detectar las señales de abuso en menores de edad, relacionado a “las formas en que se manifiesta la develación”. A veces, pueden ser “espontáneas”, cuando el menor “revela que está experimentando esta situación”. Otras, “son más bien azarosas, que tiene que ver con otro tipo de detecciones. Pero esa detección supone una interacción más directa con el niño”.

“Cuando solo se está interactuando por medios virtuales, limitada a una interacción netamente académica virtual, (es menor) la posibilidad de observar otro tipo de manifestaciones, como afectivas o conductuales del desarrollo, que son impactadas por las prácticas de abuso. Hace mucho más difícil que se pueda producir una detección”, indica Lira.

La cifra negra

A todo lo anterior, se suma el hecho que los delitos sexuales son uno de los tipos de ilícitos que menos se denuncian. Aquí aparece el concepto de cifra negra: el porcentaje de estos delitos que nunca es reportado, y que es muy difícil de calcular. Según las estimaciones del Observatorio de la Niñez y Adolescencia, presentadas en un estudio de 2017, entre un 70% y 80% de los delitos sexuales jamás desembocan en una denuncia. 

Las explicaciones para este fenómeno son diversas. De acuerdo con la Encuesta de Violencia contra la Mujer en el Ámbito de Violencia Intrafamiliar, elaborada en 2020 por la Subsecretaría de Prevención del Delito, los tres principales motivos para no denunciar de quienes sufrieron violencia sexual son “me daba vergüenza contar mi situación” (13% de las respuestas), “tuve miedo” (10,9%), y “las cosas mejoraron o él/ella pidió disculpas o me dijo que no volvería a suceder” (8,4%).

Encuesta de Violencia contra la Mujer en el Ámbito de Violencia Intrafamilia 2020

“Un delito que ocurre en el círculo familiar es muy complejo de denunciar para la víctima cuando el imputado vive en la misma casa. Entonces, por el temor que hay, cuesta”, opina Manuel Fuentes, de la Brisexme.

“El agresor tiene el control y el poder suficiente para dominar e intimidar a la víctima y mantener el abuso por tiempo prolongado y en secreto”, complementa Jessica González.

“Ya no es denunciar a un ladrón que está en la calle, si no a un abuelo, a un tío, al padrastro, a quién provee económicamente”, cierra Pablo Carvacho.

Pero también está el punto del “descrédito” y la “falta de confianza hacia las instituciones de justicia”, reconoce Lidia Casas. “Desde la puerta de entrada, que la mayor parte de las veces puede ser carabineros, hasta el propio sistema de justicia, donde algunas denunciantes dicen que al final no sacan absolutamente nada (…). Intervienen muchos factores”, explica la abogada.

Los delitos sexuales efectivamente parecieran ser un tema engorroso para la justicia. Según el SAF del Ministerio Público, en el primer semestre de 2021, el “tiempo promedio de tramitación” para todos los delitos sexuales del país que tuvieron una “salida judicial” alcanzó los 667 días. Esta cifra solo es superada por dos categorías: los delitos de tortura, malos tratos, genocidio y lesa humanidad (701 días) y los cuasidelitos (685).

“Los delitos sexuales, en particular, tienen la dificultad de que normalmente hay ausencia de evidencia directa. No hay testigos, la mayor parte de las veces. Por lo tanto, necesitas peritajes. Hay peritajes que hoy se están demorando, a veces, ocho meses. Todo el sistema de administración de justicia tiene graves problemas, que hacen que finalmente muchas de las víctimas digan: ¿Cuál es el sentido de esto?”, dice Lidia Casas.

 ¿Cómo enfrentar el problema?

Con o sin confinamientos, los mecanismos que se están discutiendo para enfrentar la situación, a nivel de políticas públicas, son diversos.

Específicamente en el contexto del encierro, desde el Ministerio de la Mujer indican que se han coordinado con Carabineros, la Fiscalía y el Poder Judicial para “facilitar los procesos de denuncia durante estos períodos”. “El Poder Judicial implementó un sistema de denuncia en línea, se solicitó a los Juzgados de Familia la prórroga y renovación de medidas cautelares próximas a vencer y también implementamos un protocolo para que toda mujer que tuviese que salir de su casa a denunciar hechos de violencia, pudiese hacerlo sin requerir salvo conducto o pase de movilidad”, señalan, entre otras medidas.

Relacionado a esto, Pablo Carvacho sostiene que “aumentar la denuncia y la movilización del derecho, a partir de casos como estos, pasa por tener canales expeditos, transparentes y accesibles para denunciar. Por la labor de las policías, sobre todo de las policías que están en primera línea (…). (Hay que) generar conciencia dentro de las instituciones que están a cargo de la justicia”.

Gonzalo Lira habla también de “políticas de educación sexual integral, que permitan a niños, niñas adolescentes y los mismos padres, a tener una formación adecuada para poder distinguir formas de relación adecuadas e inadecuadas en el plano del contacto corporal, o la posible identificación de un patrón de tipo abusivo, así como otras que tienen que ver con la identificación temprana de comportamientos que puedan implicar trasgresión o vulneración de derechos”.

Fuente: https://www.theclinic.cl/2021/09/20/efecto-pandemia-alza-denuncias-delitos-sexuales/

 

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