Chile: El teatro cayó en una banalidad que asusta

La ácida crítica de Humberto Duvauchelle: “El teatro  se ha frivolizado».

por Javiera Barrera /El Mostrador.

Con una trayectoria que el 2016 fue reconocida con el Sello de Excelencia por parte del Consejo Nacional de la Cultura y las Artes, Humberto Duvauchelle, confiesa que no puede vivir sin proyectos, asimismo, es enfático al señalar que “tengo claro que voy a trabajar hasta el último suspiro en el escenario”. El galardón que recibió de parte de la Presidenta fue en reconocimiento a su importante trabajo de difusión de la poesía chilena que tanto él como la compañía Los Cuatro, se han encargado de realizar. “Mañana es un aniversario más de su nacimiento. Para mí es muy lindo esto, yo lo tomo como un reconocimiento no sólo a mi carrera, sino que a la difusión que hicimos permanentemente”, comentó.

En 1947 Humberto debutó en las tablas, mientras que en 1955 formó parte de la delegación chilena que viajó junto a Violeta Parra a Varsovia, para participar en el Festival de la Juventud y los Estudiantes. Cerca de los 90 años, no se imagina haciendo otra cosa, por lo que se transforma en un claro ejemplo de vigencia artística y envejecimiento activo.

Un actor que junto a su hermano Héctor y la Compañía Los Cuatro hizo historia en la escena teatral nacional y latinoamericana, el que en abril pasado recibió un homenaje de la Cámara de Diputados y lo mismo ocurrió el 18 de mayo en Rancagua, donde fue declarado «Ciudadano Distinguido».

Actualmente se encuentra en la gira por los 30 años del espectáculo «La Noche de los Poetas”, junto a Mario Lorca y Juan Carlos Leal. Además prepara un nuevo montaje que se estrenará el próximo año, inspirado en las musas que fueron parte de la vida del poeta Pablo Neruda.

Con una trayectoria que el 2016 fue reconocida con el Sello de Excelencia por parte del Consejo Nacional de la Cultura y las Artes, Humberto Duvauchelle, comenta que no puede vivir sin proyectos. “Tengo claro que voy a trabajar hasta el último suspiro en el escenario.

A esto, se suma la entrega de la Orden al Mérito Artístico y Cultural Pablo Neruda, reconocimiento asociado al importante trabajo de difusión de la poesía chilena que tanto él como la compañía Los Cuatro, se han encargado de realizar. “Mañana es un aniversario más de su nacimiento. Para mí es muy lindo esto, yo lo tomo como un reconocimiento no sólo a mi carrera, sino que a la difusión que hicimos permanentemente”, agregó.

Entrega de la Orden al Mérito Artístico y Cultural Pablo Neruda

– ¿Cómo surge su carrera? Se dice que se convirtió en artista por la orfandad de espectáculos teatrales en su tiempo

-Yo soy penquista. Viví allá los primeros 20 años de mi juventud y pertenezco a una familia que residió por muchos años en la región del Biobío. Efectivamente, creo que la orfandad de espectáculos teatrales, la carencia de elencos de ballet y de música en los años 50, hizo que de alguna manera mis hermanos y yo organizáramos pequeños grupos teatrales, absolutamente aficionados, tanto en el colegio como en la parroquia de Santo Domingo en Concepción.

Como a las cuatro de la tarde presentábamos obras breves y bueno, poco a poco fuimos avanzando en edad, nos codeábamos con actores mucho más desarrollados que nosotros en el teatro de la Universidad de Concepción. A raíz de esto, llegó un momento en el que visitábamos mucho la zona del carbón y del agro, por lo que Concepción nos fue quedando un poco chico, estrecho para nuestras posibilidades. Necesitábamos dramáticamente perfeccionar nuestras capacidades actorales que en aquella época estaban recién manifestándose.

-¿Y qué hicieron?

-Arrastramos a nuestra familia, a mis padres, sobre todo a mi padre, quien decidió apoyar esta ida a Santiago. Mi madre se negó hasta el último minuto y se sintió muy ofendida, pues tuvo que abandonar un trabajo seguro para seguir a sus hijos en esta locura.

Podría decir que sentí el llamado del teatro cuando era muy niño, viendo un actor muy famoso de la época, Alejandro Flores. Flores, era un actor notable de comedia. Lo seguían multitudes, llenaba teatros y era muy atractivo. Era magnético. Yo lo seguí con locura y quise ser un poco como él. Él despertó el amor y el interés por el teatro. Más tarde, cuando lo vi y tuve la oportunidad de trabajar con él teniendo sólo 16 años, quedó resuelta mi vida. Alejandro Flores fue una figura realmente impresionante.

-¿A qué aspecto podría atribuir este irrefrenable interés por la difusión de la poesía?

-Es un elemento básico nuestro. La poesía y su difusión, siempre estuvo con nosotros. Hicimos cientos de recitales, uno de ellos es “La noche de los poetas”, el que ya acumula 1.337 funciones. La última presentación, la hicimos el jueves pasado en Concepción. Alejandro Flores, también era recitador. Él recitaba de una manera que hoy ya no se hace, era una recitación de la vieja escuela española, en la que todo era tremendo.

Con Mario Lorca, con quien trabajo hace años, y el músico Juan Carlos Leal, abordamos la poesía de una manera simple, directa. Haciendo de la poesía algo cotidiano, entretenido y por sobre todo, emotivo. Entonces, de aquella época surge el amor no solamente por el teatro sino que también por la poesía. Flores influyó absolutamente en mí y no me equivoqué, ya que si lo ves bien, es una figura de los años 20 y de un teatro que ya no se hace. Me provocó muchísimo y en diferentes ámbitos.

-El éxito de la compañía Los Cuatro fue indiscutible. ¿Cuál es el valor del reconocimiento del trabajo realizado por el elenco?

-En Santiago, nos integramos al cuerpo del Teatro de la Universidad de Chile y ahí nos codeamos con los más grandes actores de la época. Mi hermano y yo, estuvimos ahí durante seis años, la que fue una etapa formativa indispensable para nosotros. El teatro fue una especie de vitrina para Héctor y para mí, pues nos hizo dar el brinco para formar nuestra propia compañía: la compañía Los Cuatro, con Orietta Escámez. Apareció una cantidad enorme de actores y actrices, técnicos, escenógrafos que su unieron a nuestro proyecto y nos prestaron sus talentos.

La compañía Los Cuatro se impuso a través de grandes giras por todo el país, sin contar nunca con algún tipo de apoyo económico, estatal o privado. Un amigo íntimo de mi hermano Héctor nos prestó el dinero para comenzar y ahí, nació todo: giras por todo el país, Puerto Williams, en el extremo sur, donde no actuaba nadie.

-También recorrieron el extranjero

-Recorrimos todo Latinoamérica, Estados Unidos, Canadá, Europa, incluso países como Polonia y Checoslovaquia, es decir, hemos viajado tanto como el elenco itinerante del país y el recibimiento fue estupendo. Todo esto, tuvo la otra cara de la moneda, pues vino el exilio. El que finalmente  vivimos en Caracas, en aquella Venezuela democrática de entonces. Tuvimos la oportunidad de conocer todo el país, desde el litoral a la selva.

Llegamos a Caracas y a los pocos días recibimos un llamado de la marina de Venezuela que nos sorprendió mucho, ya que si nos fuimos de Chile exiliados era muy raro recibir una llamada así. Finalmente, nos propusieron hacer una gira en diferentes puntos indígenas a lo largo del Orinoco, entonces siempre estaba el cura de la localidad, la tropa y los indígenas con su indumentaria, con sus taparrabos y sus plumas, situación muy increíble y todo muy hermoso. Estuvimos muy bien atendidos, bien pagados y eso nos sirvió de base para preparar la temporada en Caracas, teníamos la base económica para proyectarnos.

En Venezuela estuvimos viviendo por diez años que fueron muy felices porque el público venezolano fue muy acogedor y fraterno. Nosotros nos llamábamos allá en Venezuela, Compañía de Los Cuatro de Santiago de Chile, que era un nombre muy largo. Entonces, el venezolano nos rebautizó como Los Cuátrico de Chile, que fue una cosa linda de cariño, de afecto. El público venezolano, realmente nos hizo suyos, nos sentimos tremendamente acogidos.

-A esa alegría le sobrevino la tragedia con la muerte de su hermano

– Sí, a pesar de esto, la desgracia llegó la noche de Navidad de 1983, día que mataron a Héctor. Fue un asesinato terrible del cual nosotros todavía no nos reponemos. Lo extrañamos mucho. Héctor fue el mejor actor joven de su generación y en su funeral, sus propios pares lo catalogaron como “el príncipe del teatro chileno”, fue un reconocimiento maravilloso que Héctor se merecía pues fue un actor realmente notable.

-¿Cuál es el primer recuerdo que se le viene a la cabeza al hablar de su extensa carrera?

-Voy a contar algo relacionado a la poesía. Un día cualquiera nos llamaron de una casa de reposo enorme ubicada en los alrededores de Caracas, en la que vivían al menos unas 200 personas de ambos sexos. Este recital fue programado a las ocho de la mañana. Imagínate, era terrible enfrentar la recitación tan temprano. Una hora absolutamente increíble.

Llegamos allá y nos esperaba una cantidad tremenda de residentes. Comenzamos el programa con poesía chilena, musicalizada, agregando rápidamente la poesía venezolana. Frente a esto, los versos fueron seguidos en voz alta por todas las personas que estaban allí. Se convirtió en una especie de recital que no estaba protagonizado por nosotros.

Hicimos un concierto en conjunto. Recuerdo que se armó una fiesta, los hombres sacaron a bailar a las mujeres, era un ambiente tan alegre, desinhibido y contagioso que no pudimos realizar el segundo acto. Todos bailaban y nosotros, nos quedamos frustrados pero felices, ya que la idea de ir a ese lugar tenía un sentido. Por un lado la belleza de la palabra, por otro la poesía dicha por ellos en voz alta que los enloqueció y por ende, olvidaron todo lo demás. Fue una experiencia muy linda la de esa mañana.

-¿Cómo fue la experiencia de conocer a Pablo Neruda?

-Fue tremendo. La Facultad de Derecho de la Universidad de Chile organizó hace muchos años, en uno de los viajes de Neruda a Santiago, una presentación para la que nos pidieron que interpretáramos frente a él su propio trabajo. Fue terrible porque de pronto lo mirábamos y él no demostraba nada, con sus manos cruzadas y su rostro, sin un atisbo de expresión. Todo terminó con tremendo abrazo y la ovación del público.

Después asistió al estreno de “El diario de un Loco” de Gogol y al finalizar la presentación me pregunta si es que alguna vez viví en la Unión Soviética, a lo que respondí que no. Pregunté el motivo de su pregunta y él respondió que había logrado captar muy bien el espíritu eslavo. Lo recuerdo como una de las cosas más importantes que me han sucedido en la vida.

La banalidad del teatro actual

-¿Qué le parece escena teatral de entonces con la que actualmente vivimos?

-Hubo un momento, que yo recuerdo especialmente, antes el público iba informado al teatro porque los periódicos y las radios informaban constantemente sobre lo que se estaba haciendo. En el teatro de la Universidad de Chile se produjo “Largo Viaje hacia la Noche”, cuya duración era de tres horas con 50 minutos y fue interpretada por cuatro actores. Lo función finalizaba a las dos de la mañana, era otro Chile. No había delincuencia, nada peligroso en las calles, la gente caminaba lentamente por la Alameda e iban a cafeterías a beber un trago.

Durante el golpe, además, se produjo algo maravilloso con la obra “Los Payasos de la Esperanza”, montaje en el que se las arreglaban para realizar una crítica social a la dictadura pero no de forma explícita sino que en complicidad con el espectador. Hasta ahí llegaba el texto pero el público interpretaba lo que venía y lo que no se podía decir porque afuera del teatro estaban los buses esperando a detener gente. Existía una relación de complicidad absoluta entre el dramaturgo, los actores y el público que fue maravillosa, tan clara, crítica y con un claro mensaje político.

Después de esto, vendría la debacle del teatro y ahora, yo te podría decir que el teatro perdió el rumbo, lo de hoy es un teatro que busca solamente la entretención sin ningún contenido, salvo excepciones, como lo es el caso de la obra “El Padre” protagonizada por Tito Noguera.

-¿Hacia dónde perdió el rumbo?

-Actualmente, el teatro de se ha frivolizado, mediatizado y ha perdido identidad. Cada cual hace lo que quiere pero sin dudas, el teatro se ha comercializado. Cayó en una banalidad que asusta y que preocupa.

Ahora, la televisión ha hecho lo suyo, pues no figura la cultura ni existe la poesía. Con dos Premios Nobel, una cantidad enorme de poetas buenísimos como Gonzalo Rojas, Nicanor Parra, Óscar Castro, sin embargo, la televisión no incluye a estos personajes ni a la poesía. Por otra parte, los periódicos tienen solamente secciones que aparecen los domingos y que le otorgan un pequeño espacio a la poesía, pero los diarios son cada vez menos leídos en este país.

-Y la cultura padece de esta frialdad

-Claro. La cultura sigue siendo la gran deuda del país. Los conciertos tienen cada vez menos público, las exposiciones no son publicitadas. Hay dinero, pero el error del país radica en la falta de incentivación. La televisión no ayuda y la prensa está muchas veces ausente y los radios sólo emiten el baile que está de moda.

-Pero está Santiago a Mil

-Ese es otro factor, ya que el público se ha habituado a despertar en el verano de raíz del festival Santiago a Mil. Éste, es una inversión grandísima que deja un déficit tremendo porque los dirigentes imponen su gusto al público chileno. Implica un gasto enorme, ya que deben viajar al extranjero en búsqueda de montajes, muchas veces residen en hoteles cinco estrellas y ese dinero, es el que nos falta a nosotros.

Hoy no existe ningún apoyo al teatro aficionado y es necesario pues no pueden subsistir de la taquilla. Situación que como compañía pudimos hacer por más o menos 30 años. Todo ese dinero nos pertenece a las compañías teatrales independientes. ¿Qué deja el Teatro a Mil?, ¿dos o tres muestras importantes?, y el resto de dudosa procedencia.

En Venezuela los festivales de teatro significaban presentaciones diarias, pero los grandes directores se quedaban aportando al teatro venezolano una vez terminado el festival, se quedaban organizando charlas, encuentros e incluso direcciones. Acá termina el domingo y no pasa nada, se va todo el mundo y se acabó. Sólo queda el recuerdo de algo que alguna vez gustó y eso es todo.

No deja una huella

-Para terminar, ¿qué lo motiva a seguir trabajando y mantenerse vigente en el rubro de las artes escénicas?

-Tengo claro que voy a trabajar hasta el último suspiro en el escenario, eso lo tengo clarísimo. Además, sé que debo aprovechar las oportunidades que me dan y compartir ese conocimiento con mis alumnos.

Sin proyectos no puedo vivir y mi próximo proyecto es “Las musas de Neruda”, que retratará al Neruda enamorado de las mujeres, a través de su poesía y su prosa maravillosa. El montaje contará con videos de la época, decenas de fotografías y las voces, no sólo de Neruda, sino que también de otros poetas.

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