Memoria reciente y origen de la Población.
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Han pasado algunos días del cese de las vacaciones populares en la Población Los Copihues [1]. Cinco días de diversión, cariño y mutuo aprendizaje entre quienes fueron parte de esta experiencia. Hemos escrito una breve reseña al respecto en donde aprovecharemos de ahondar brevemente en la agitada historia de la Población [2].
Entre el (des)aprendizaje y la diversión
Entre el 5 y 8 de febrero tuvieron lugar las vacaciones populares en Los Copihues, esto en las inmediaciones de la sede de la junta de vecinos N° 23 y en algunas ocasiones, en la Plaza Salvador Allende y el Parque Paraíso, entre otros lugares de la Población.
Las vacaciones populares (cuyo inicio data del 2008) se apoyaron en esta ocasión en la Biblioteca Popular “Libre con Libros” (cuya última conformación data del 2010), ordenándose en dos bloques: talleres etarios (después del desayuno) y talleres recreativos (después de un recreo y colación) enlazados a través de ejes temáticos que fueron abordados específicamente según cada día. El primero correspondió a la identidad, autoestima y la autoimagen. El segundo refirió a la memoria, los intereses comunes, amistad y solidaridad. El tercero también abarcó la memoria, pero desde la familia y comunidad. Por último, el cuarto trató lo relativo al territorio, la participación e intervención. A esto cabe sumar los conceptos transversales de la empatía, el respeto y la diversidad.
En relación a los talleres, simplificando mucho, podemos señalar que los etarios se dividieron en tres grupos: de 5 a 7 años, de 8 a 10 años y de 11 a 13 años respectivamente, de modo que las distintas propuestas y dinámicas se adecuasen a la edad de las niñas y niños. Los recreativos por su parte, intentaron profundizar lo tratado en los ejes anteriormente señalados, a partir de un contenido específico. Se contó en este ciclo con los talleres recreativos de circo, escultura, fútbol, huerto, música y tinku. No está demás señalar que los desayunos y colaciones fueron autofinanciados, optándose por un menú vegetariano y de alimentos que en su mayoría fueron cedidos por la feria del sector.
El cierre tuvo lugar el sábado 9. Comenzó con un pasacalle conducido por el taller de tinku, que partió en la sede vecinal y recorrió las calles en las que residían la mayor parte de niños y niñas partícipes de las vacaciones populares. Tras regresar éste, se jugó un intenso partido de baby fútbol mixto en una cancha aledaña.
La presentación final se ofreció en el salón principal de la sede, donde se montaron algunos trabajos resultantes de los talleres: un mapa, collages o afiches en donde se encontraron frases como “- polis + diversión” o el siguiente aviso: “Los vecinos se levantan. Los vecinos se cansaron de que sus hijos e hijas no pudan (sic) salir a jugar a las calles por culpa de personas en estado de ebrieda (sic) manejando. No tome mientras manejas. Cuídate a ti y a los demás.”
Tras comenzar a proyectarse un compilado audiovisual de las vacaciones (que se mantuvo durante toda la presentación), se dieron las palabras de apertura. Esto fue seguido de “La banda del Chimuelo Santa María bueno y qué pasa Fútbol Club”, grupo conformado en el taller de música, que interpretó una base para Rodrífono, poblador de la villa Alonso de Ercilla (próxima a Los Copihues) y rapero desde los 13 años, quien improvisó una canción a partir de las palabras “barrio”, “vecinos”, “amistad” y “solidaridad”, proporcionadas por el público. A continuación el taller de tinku exhibió un estático. Finalmente, el taller de huerto sembró un chañar [3], acto alegórico con la concepción de las vacaciones populares en tanto que semillero de ideas y sueños.
Cabe destacar que durante el cierre, además de compartirse una variada mesa de comida y bebidas, se aprovechó de conversar entre talleristas sobre los alcances de esta experiencia, cuestión profundizada en la evaluación que tendría lugar unos días más tarde. Sobre el sentido de gestar las vacaciones populares, Karina rescata a Eduardo Galeano, para quien “mucha gente pequeña en lugares pequeños, haciendo cosas pequeñas pueden cambiar el mundo”, algo que Cristóbal complementa al comentar que no debe olvidársenos nunca que somos una pulga en la oreja del perro [4].
Amanda es parte de quienes se han integrado en el último tiempo. Para ella esta fue una experiencia que cambia la vida, al menos por algunos días, de los niños y niñas del sector, como también a quienes imparten o colaboran los talleres de las vacaciones. Es cuestión de “moverse más”, asegura, para que se siga impartiendo conocimiento horizontal en el sector.
Camila, quién acudió años atrás a la Biblioteca Popular y ahora participó en calidad de tallerista, resalta que en el espacio suelen coincidir estudiantes de pedagogía (como es su caso y el de Karina por ejemplo) que creen y potencian la educación informal, y entienden el aprendizaje como una relación recíproca. Para ella, a partir de iniciativas como ésta se crea comunidad y fortalece las redes con otros territorios.
Maykold y Wlady también alguna vez asistieron libremente a las vacaciones populares, desenvolviéndose en esta ocasión como gestores de las mismas. A eso se suma el hecho de que sus padres fueron parte de la biblioteca durante los noventa, lo cual da cuenta del recambio generacional presente en el espacio.
En la evaluación final se coincidió en cómo las vacaciones, desenvueltas al margen de la educación formal, admitieron un intercambio simétrico del conocimiento, de manera didáctica y tensionando los diversos modos de adultocentrismo tan habituales en la pedagogía, permitiendo a su vez, aunque de forma efímera y tras un gran esfuerzo, que niñas y niños se nutran de un pensamiento crítico propio y acorde a su realidad. Se consideró además, el imperativo de superar la eventualidad de experiencias como éstas, la necesidad de multiplicarlas, y a sabiendas de cómo se realizan simultáneamente en otros territorios, de lo oportuno de compartirlas. Cuestión última que con el presente artículo intentamos subsanar.
En imagen: taller etario de 5 a 7 años. Fotografía: Javiera
En imagen: taller etario de 8 a 10 años. Fotografía: Javiera
En imagen: taller etario de 11 a 13 años. Fotografía: Javiera
En imagen: taller de huerto. Para Amanda y Camilo, quienes impartieron el taller, el objetivo fue crear comunidad, soberanía alimentaria, conocimiento y respeto por la naturaleza, entendiendo la tierra como espacio en donde la humanidad obtiene su sustento a través del trabajo colectivo. Fotografía: Javiera
En imagen: taller de escultura, desarrollado en torno a la idea de reciclaje y en donde se creó una escultura abstracta a partir de objetos desechados. Para Christian, quién lo impartió el taller, se abordó el rol que cumple el arte como herramienta de transformación cultural ante una sociedad de consumo que no cuida el medio ambiente. Fotografía: Javiera
En imagen: taller de circo, realizado en más de una ocasión en la Plaza Salvador Allende, ubicada frente a la sede vecinal N° 23 de La Florida. Fotografía: Javiera
En imagen: taller de música en donde se introdujo al uso de guitarra, ukelele, huevo, tambor, pandero y bongó. Fotografía: Javiera
En imagen: taller de tinku. Para Camila, quién estuvo a cargo del taller, además de aprender elementos básicos del tinku acordes a la creatividad y cuerpo de cada niña, se exploró la cosmovisión andina, resignificándola según el contexto de cada una de ellas.
En imagen: día de recolección en una feria del sector, instancia en la cual las niñas y niños se transformaban en guías del recorrido. Fotografía: Javiera
En imagen: recreación del mapa de la Población Los Copihues durante el taller etario de 5 a 7 años. Fotografía: Javiera
En imagen: cada día de las vacaciones populares hubo encargados de portería, cuyo principal rol fue el registro y atención de madres, padres y tutores. Fotografía: Javiera
En imagen: cada día fue finalizado con una ronda en donde se agradecía mutuamente la participación. Fotografía: Javiera
Lo anterior expone en resumidas cuentas, en qué consistieron las vacaciones populares. No obstante, es fundamental plantear que la organización, autogestión o solidaridad, no es algo nuevo en el territorio. Por ello, del mismo modo que observamos los límites y el presente deterioro de la educación formal, defendemos la necesidad de ahondar en la historia de la Población Los Copihues. Cabe señalar que la revisión de su origen y la forma en que ésta se desenvolvió hasta el presente es más que limitado, pero al menos supone un puntapié inicial para el reconocimiento de una historia construida a pulso y que todavía reclama una alternativa para el presente.
Del Campamento Unidad Popular a la Población Los Copihues
La Población Los Copihues se ubica en la comuna de La Florida, en el sector suroriente de la ciudad de Santiago y abarca cuatro villas adyacentes: Los Copihues, Renacimiento, La Búsqueda y Chacón Zamora. Su origen se remonta a fines de la década del 60, cuando distintos comités de la comuna de Ñuñoa [5] agrupados en el comité de “Los Sin Casa” deciden realizar una toma de terreno en la madrugada del 11 de enero de 1970 en un potrero del fundo “San Rafael”, propiedad de la familia Chacón Zamora. En el terreno no se contaba más que con maleza, vacas, el Zanjón de la Aguada [6], plantaciones de repollo y una barraca de madera donde más tarde se realizarían las reuniones generales entre los distintos comités que agrupaba “Los Sin Casa”.
Éste limitaba hacia el oriente con parcelas del fundo “Los Castaños”, sobre el cual se levantaría meses después el campamento Nueva La Habana (actualmente Población Nuevo Amanecer). [7]
El campamento recién formado fue denominado “Unidad Popular” [8], en referencia a la coalición electoral que apoyaban los dirigentes del comité de “Los Sin Casa” y cuya intervención permitió en gran medida que no fuese desalojado (el mismo Salvador Allende visitó la toma durante su campaña presidencial [9]). En un principio las numerosas familias se sostuvieron en improvisadas carpas, sin servicios básicos y con una única llave de agua, afrontando además periódicas inundaciones que la dueña del fundo ocasionaba. Debido a lo anterior, las carpas fueron reemplazadas por “rucas” o “ranchitas”, casas autoconstruidas sobre “palafitos”, evitando así el anegamiento.
Semejante muestra de creatividad pronto fue acompañada de otras iniciativas de autogestión, tales como un guardería infantil, una escuela instalada con buses adaptados como salas de clases —del mismo modo como sucedió en Nueva La Habana—, un “frente de salud” con mujeres pertenecientes al campamento capacitadas en enfermería o una “canasta popular” donde se compraba mercadería de forma mancomunada para toda la comunidad.
La construcción formal de la Población comenzó un año más tarde. No obstante, las dificultades no acabaron. El terreno debió ser acordonado y sus accesos custodiados por sus pobladores para evitar que las casas que se levantaban fueran ocupadas por externos antes de ser terminadas, cuestión que finalmente no pudo evitarse. A esto se suma el hecho de que cuando las viviendas fueron finalmente entregadas en 1973, contaban solo con la obra gruesa. Además, en septiembre de aquel año las Fuerzas Armadas derrocaron el gobierno democrático de Salvador Allende, lo cual supuso entre otros aspectos, que muchas viviendas de la Población fueran cedidas a trabajadores de distintas cajas de empleados particulares, mientras los dirigentes de su comité de vivienda comenzaban a ser perseguidos.
La dictadura azotó la población desde el primer día. Durante 15 días fue sitiada por militares con armamento de guerra. Pronto los cuerpos de ejecutados políticos comenzaron a aparecer en un vertedero donde se construía una red de alcantarillados para la zona.
La dictadura también orientó gran parte de sus esfuerzos en liquidar la vida comunitaria, estigmatizando a las Poblaciones que poseían un estrecho y reciente vínculo con la izquierda, como era el caso del campamento “Unidad Popular”, que fue rápidamente rebautizado como “Chacón Zamora” (nombre del dueño del fundo en el que la toma se emplazó), no siendo hasta 1976 cuando se le permitió a la nueva junta de vecinos ocupar el nombre de “Los Copihues”, que mantiene el día de hoy. La misma suerte corrieron otras organizaciones sociales, como fue el caso del Club Deportivo “Los Rebeldes”, que pasó a llamarse “Internacional”.
El 11 de septiembre, día del fatídico golpe de Estado, quedó grabada en el imaginario del país como una instancia de la muestra de descontento y la subversión (hasta el día de hoy), de la que ha sido parte la Población Los Copihues desde un principio. Grace Garrido, pobladora, recuerda: “bajábamos pal 11 de septiembre, con las tapas de las ollas, las ollas y cucharas, a avenida La Florida, a hacer protesta. Salíamos juntos a protestar. Hasta cuando llegaban los verdes, y todos corriendo”. [10]
Por otro lado, a tono con otras Poblaciones, pronto la iglesia y las cooperativas de vivienda comenzaron a desempeñar un importante rol. La primera, como espacio de congregación y recuperación del vínculo comunitario, donde además se permitía la búsqueda de formas de palear la crisis y el hambre, al tiempo que defender los derechos humanos. En Los Copihues fue la capilla de Jesús de Nazareth en donde durante la grave crisis de 1982 [11] se organizaron constantes ollas comunes.
Por otro lado, las cooperativas de vivienda fueron la única forma de asociación con la que contaron las familias pobres al momento de buscar una vivienda propia. En Los Copihues pronto tomó forma la Cooperativa Renacimiento, que más tarde la daría el nombre a la villa que se conformó en el sector nororiente de la Población. A la anterior se sumó la Cooperativa La Búsqueda, que exigió asentarse de forma inmediata en el terreno adquirido, situado al sur del obtenido por la anterior. No obstante, esta última no tardó en quebrar y el terreno obtenido debió ser drásticamente acortado al tiempo que las familias propietarias se vieron obligadas a autoconstruir su vivienda, colaborando entre sí, como antaño.
Mientras se levantaban las villas Renacimiento y La Búsqueda, más al sur comenzó a construirse la villa Chacón Zamora. Existen versiones que señalan que originalmente esta fue pensada para ser entregadas a militares, pero que al ser rechazadas por éstos debido a su reducido tamaño, fueron ofrecidas a familias con la posibilidad de ampliar su infraestructura. Esto último se tradujo en que, a diferencia de otras villas que conforman Los Copihues, en Chacón Zamora se puede observar una mayor heterogeneidad en la apariencia de las casas, debido a que las distintas familias extendieron desde un primer momento su hogar conformes a su necesidad y acordes a sus recursos.
Años más tarde, tras el “retorno a la democracia” [12], las juntas de vecinos fueron refundadas, de modo que el 26 de febrero de 1990 la junta de vecinos Nº 23 fue reconstituida, con Alejandro Galán como presidente, el mismo que alguna vez presidiese el comité de “Los Sin Casa”.
Otros sucesos a destacar de la década de los noventa son en primer lugar, el aluvión que tuvo lugar en 1993 tras desbordarse el Zanjón de la Aguada y los canales San Carlos y Las Perdices. Fue tras esta catástrofe que se canalizó el zanjón y adquirió el aspecto que mantiene actualmente. En segundo lugar, en 1999 se organizó el Carnaval de la Noche de San Juan, y un año más tarde, se realizó el icónico We Tripantu o Año Nuevo Mapuche, que finalmente reemplazó al primero y que se celebra hasta el día de hoy.
Cabe señalar que el cierre de las vacaciones populares se propuso en un primer momento en el Parque Paraíso, donde alguna vez hubo un vertedero y no siendo hasta el 2009 que fue habilitado como área verde, la más extensa de Los Copihues de hecho. Aquí también tuvo lugar el taller de fútbol, y en más una ocasión un partido entre talleristas y vecinos de la Población Los Copihues.
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Notas.
[1] Ubicada en la comuna de La Florida, sector suroriente de Santiago de Chile. Es actualmente la cuarta comuna más poblada del país.
[2] Para ello nos valimos en gran medida de Memorias compartidas Historia de la Unidad Vecinal N° 23 de La Florida, proyecto de reconstrucción histórica a cargo de Ignacio Rojas, enmarcada en un proyecto intervención municipal que tuvo lugar el año 2016. Este puede ser descargado gratuitamente en https://www.academia.edu/36742167/Memorias_compartidas._Historia_de_la_Unidad_Vecinal_N_23_de_La_Florida
[3] El Chañar es un árbol que se desarrolla en terrenos áridos, al que también se le encuentra en el norte de Argentina, Bolivia y Sur del Perú. Fuente: http://www.chilebosque.cl/flora/geoffroea_decorticans.html
[4] Cristóbal parafraseó a Nicanor Parra, quien alguna vez señaló: “no deje de ser nunca lo que es, una pulga en el oído del minotauro”.
[5] Actualmente el territorio corresponde a la comuna de Macul, debido a que en 1981 la comuna de Ñuñoa fue subdividida, naciendo las comunas de Macul y Peñalolén.
[6] El Zanjón de la Aguada es un canal de riego que en dirección oriente a poniente cruza nueve comunas de Santiago. Una toma de terreno instalada en dicho cauce dio origen en 1957 a la Población La Victoria. Por otro lado, el destacado escritor Pedro Lemebel, alguna vez señaló: “en el Zanjón de la Aguada están mis raíces de escritor”, dedicándole más de una crónica.
[7] Sobre el Campamento Nueva La Habana recomendamos el artículo “Llevamos un mundo nuevo en nuestros corazones: la experiencia del Campamento Nueva La Habana” http://zur.org.uy/content/llevamos-un-mundo-nuevo-en-nuestros-corazones-la-experiencia-del-campamento-nueva-la-habana
[8] Podemos hallar más material documental sobre el Campamento Unidad Popular en https://www.youtube.com/watch?v=oXzCeeFXTs8. Depanto Films, Recuperación Memoria Histórica Campamento Unidad Popular. Dirección Jaime Salamanca.
[9] Salvador Allende se postuló cuatro veces a la presidencia (1952, 1958 y 1964), siendo finalmente electo en 1970.
[10] Testimonio extraído de Memorias compartidas Historia de la Unidad Vecinal N° 23 de La Florida, pág. 58.
[11] En 1982 comenzó la mayor crisis económica nacional desde 1930. Chile, al depender excesivamente del mercado externo, se vio fuertemente afectado por la recesión mundial de 1980. El Producto Interno Bruto (PIB) disminuyó en un 14,3%, el desempleo alcanzó al 23,7%, mientras que el gobierno decidió devaluar el peso en un 18%, intervenir más de cinco bancos y licitar empresas estatales como Chilectra y la Compañía de Teléfonos. El complejo escenario económico y el malestar de trabajadores, estudiantes y opositores llevó a que al año siguiente, se instalaran las protestas nacionales y se fortaleciera el movimiento sindical, motivando una violenta represión. Fuente: Memoria Chilena (http://www.memoriachilena.gob.cl/602/w3-article-98012.html).
[12] Si bien la llegada de la democracia se precipita por acontecimientos donde los sectores populares y las organizaciones políticas de izquierda fueron protagonistas, el itinerario del proceso se había ajustado y pactado en relación a la programación de la propia dictadura y las exigencias de los partidos que no querían una salida violenta ni popular al período, algo que implicó también dejar fuera de las decisiones y participación al movimiento popular, que había logrado rearticularse en el fulgor de las protestas. Asimismo, la izquierda radical se excluyó, viéndose afectada de sobremanera al quedarse sin política, consigna y perdiendo el amplio apoyo que obtuvo en la lucha por la democracia [Historia oral e historia política: Izquierda y lucha armada en América Latina, Pablo Pozzi y Claudio Pérez (editores). LOM Ediciones, 2012]. Por otro lado, al día de hoy muchos elementos dictatoriales siguen presentes en la sociedad y en el sistema político de Chile, desde la Constitución aprobada en dictadura, pasando por el sistema económico y llegando a la impunidad con que el Ejército y carabineros sigue operando, son tan solo algunos aspectos a mencionar.
Fuente: http://contrahegemoniaweb.com.ar/vacaciones-populares-en-los-copihues-memoria-reciente-y-origen-de-la-poblacion/
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