Franck Gaudichaud sobre la historia del Movimiento de Izquierda Revolucionaria

Entrevista

por Mathieu Dejean – Les Inrocks (Paris).

Traducido del francés por Caty R. (miembro del colectivo del portal www.rebelión.org)

11 de septiembre de 1973. El palacio de la Moneda está en llamas en Santiago, Chile. Los militares sublevados, dirigidos por el general Pinochet, lo asedian y derrocan al Gobierno de la Unidad Popular elegido democráticamente. Dentro del palacio, el militante socialista y presidente de la República Salvador Allende defiende, fusil de guerra en mano, […]

11 de septiembre de 1973. El palacio de la Moneda está en llamas en Santiago, Chile. Los militares sublevados, dirigidos por el general Pinochet, lo asedian y derrocan al Gobierno de la Unidad Popular elegido democráticamente. Dentro del palacio, el militante socialista y presidente de la República Salvador Allende defiende, fusil de guerra en mano, una revolución que quiso pacífica. Poco antes de darse muerte habló con su hija Beatriz, simpatizante del Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR), dirigido por Miguel Enríquez, y le dijo: “Le toca a Miguel”. Dicho de otra forma, encargó simbólicamente al secretario general del MIR y a sus militantes organizar la resistencia.

Fundado en 1965, ese partido de jóvenes revolucionarios que predicaba la lucha armada y que se hizo cargo durante un tiempo de la seguridad personal de Allende, detectó de antemano el riesgo de golpe de Estado. Hasta su disolución en 1987 organizó operaciones de resistencia e intentos de guerrilla para combatir a la dictadura. Todavía hoy los colores rojo y negro de la bandera del MIR ondean en los desfiles en Chile. ¿Pero qué herencia y qué memoria ha legado? ¿El golpe de Estado dio la razón a su estrategia política? ¿Existe el «neomirismo»?

Muchas preguntas que están en el centro de un coloquio organizado hace pocas semanas en Santiago por la Fundación Miguel Enríquez con ocasión del cincuentenario del nacimiento del Movimiento. Hablamos con uno de los participantes, el investigador francés Franck Gaudichaud, residente en Chile, y entre otros autor del de una historia de la Unidad Popular Chili (1970-1973). Mille jours qui ébranlèrent le monde (PUR, 2013).

Mathieu Dejean: El Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR), se fundó en 1965, poco tiempo después de la elección del democristiano Eduardo Frei Montalva a la presidencia de la República de Chile. ¿Por qué se fundó en aquel momento?

Franck Gaudichaud: El nacimiento del MIR, en agosto de 1965, estuvo marcado por el contexto internacional. Toda una generación latinoamericana fue impactada particularmente por la Revolución Cubana. Aquellos jóvenes rechazaban la política institucional y parlamentaria –incluidas la de la izquierda y la del PC- y se identificaban con la nueva oleada revolucionaria.

Por otra parte, a escala nacional, asistíamos a la recomposición de pequeñas organizaciones revolucionarias que intentaban federarse. Para resumir, habían trotskistas, disidentes comunistas, disidentes socialistas e incluso anarquistas o dirigentes sindicales que buscaban otros caminos. Tras varios intentos fallidos varios de ellos (no todos) finalmente convergieron en el MIR. También se acercaron cristianos radicalizados seducidos por esa nueva izquierda revolucionaria, como Clotario Blest.

¿La decepción frente a las reformas de Eduardo Frei, cuyo eslogan era «la revolución en libertad» tuvo algo que ver?

F.G.: Todo tenía que ver, los trabajos de la historiadora Eugenia Palieraki[1] o recientemente de Marco Álvarez V.[i] sobre los orígenes del MIR muestran que una parte de la juventud radicalizada quería ir más allá de esas reformas. Buscaban una perspectiva revolucionaria en una época en la que las reformas dentro del capitalismo ya estaban en marcha.

¿Qué lugar ocupaba el MIR entre los distintos partidos de izquierda de la época que ejercían la hegemonía sobre el movimiento obrero?

F.G.: El MIR nació en una época de recomposición y alianzas de la izquierda parlamentaria, desde los frentes populares hasta la elección de Allende a la cabeza del Gobierno de la Unidad Popular, pasando por el FRAP (Frente de Acción Popular), un frente popular electoral. Esas coaliciones se formaron en torno al PC y al PS, que eran dos grandes partidos obreros marxistas, que proponían combinar luchas sociales populares con una perspectiva legalista y parlamentaria.

Estos partidos eran criticados por los sectores anticapitalistas y jóvenes radicalizados, que consideraban que no es posible ningún cambio revolucionario por medio de tácticas electorales y que era necesario adoptar una perspectiva política-militar –existía una cierta influencia cubana- y de destrucción del Estado burgués, aunque sin negar la importancia del trabajo sindical, campesino o barrial en el movimiento popular.

¿De entrada el MIR predicaba la lucha armada?

Sí, el MIR lo afirmó en el congreso de 1965 y lo confirmó en el de 1967. Allí están las célebres «tesis político-militares» miristas. Pero si leemos la declaración fundacional del Movimiento descubrimos también una clara influencia trotskista en torno a Luis Vitale[2] y Humberto Valenzuela. Por lo tanto se habla más bien a sus inicios de «programa de transición», “revolución permanente” y de «apoyo al movimiento de masas». Pero sin negar la importancia de la violencia revolucionaria. Fue en un segundo tiempo a partir de 1967, cuando Miguel Enríquez tomó la dirección del Movimiento, cuando la perspectiva de «guerra popular prolongada» se convirtió en un factor central de la política del MIR, aunque distanciándose progresivamente del foquismo.

Entre su fundación en 1965 y la elección de Salvador Allende en 1970, ¿cuál fue la evolución del MIR?

Es un periodo de crecimiento e influencia política creciente, incluso el propio MIR reconoció que durante la Unidad Popular (UP), en los años 71-72, su influencia era mucho más allá de la realidad de la organización. Es una organización joven, con todavía poco experiencia histórica, un partido de cuadros revolucionarios con algunos miles de «militantes profesionales», muy valientes. Eran minoritarios en particular en el movimiento obrero organizado, especialmente en la CUT (Central Única de los Trabajadores), aunque se desarrollaron claramente durante la Unidad Popular. En los años 71-72, el giro obrero y sindical dio un eco importante al MIR en la clase, pero tenía muchas dificultades para penetrar en el movimiento obrero bajo hegemonía del PC, del PS y del Partido Demócrata Cristiano, que seguía siendo la tercera fuerza sindical del país.

¿Cuál era la postura del MIR respecto a la candidatura de Salvador Allende en 1970 y al Gobierno de la Unidad Popular después?

Fue la prueba de fuego. Esta organización revolucionaria se encontraba frente al inmenso desafío de hacer la revolución, nada menos, a los cinco años de su fundación… Las organizaciones revolucionarias a menudo hablan de revolución, pero muy pocas veces no se hallan en coyunturas propicias para llevar a la práctica sus discursos y estrategias. El MIR calificó la época de Allende de «prerrevolucionaria». En un primer tiempo, declaró que la elección de Allende era «muy improbable» y menos aún que gobernará puesto que en caso de victoria la oligarquía se opondría, y por cierto no participó de la campaña electoral.

Cuando Allende ganó la elección, aunque era minoritario en el Congreso (ganó con el 36,5% de los votos contra el 35% del candidato de la derecha en primera vuelta, ndlr.), el MIR tuvo la inteligencia táctica de adaptarse al período y de reconocer al Gobierno como «popular, democrático y antiimperialista». Apoyó de manera crítica las medidas gubernamentales más avanzadas, como la nacionalización de la reserva de cobre, del 90% del sistema bancario y de numerosas empresas “monopólicas”, la reforma agraria y el aumento considerable del salario base, etc.

Al mismo tiempo, la organización dirigida por Miguel Enríquez era muy crítica con el legalismo del Gobierno y las «ilusiones de la vía pacífica» o “no armada”. En 1972, el MIR aseveraba que el Gobierno estaba «dominado por el reformismo obrero y pequeñoburgués». Pero el “compañero-presidente” Allende tuvo la inteligencia de integrar a militantes del MIR nombrándoles –durante un tiempo- su guardia personal y siempre mantuvo comunicación con la dirección mirista.

¿El MIR tenía entonces la intención de “utilizar” al Gobierno de la UP como corriente de aire para acentuar las movilizaciones sociales?

De cierta manera, sí. Los militantes del MIR pensaban que la vía pacífica e institucional al socialismo estaba condenada al fracaso y que había que prepararse para defender el Gobierno de Allende y sobre todo al pueblo de los ataques de la derecha, de las fuerzas armadas y del imperialismo. También aspiraban a dirigir y orientar el movimiento popular en una perspectiva que asumía la necesidad de la violencia revolucionaria y de la ruptura con las instituciones burguesas.

Y ¿cómo actúan concretamente?

En concreto, las relaciones entre el MIR y las clases populares conocieron altos y bajos. Durante la UP crecieron las luchas sociales, surgieron formas de poder popular y el MIR llegó a influir en amplias fracciones del movimiento popular más politizadas, aunque manteniendo una estructura muy vertical en torno a los «grupos político-militares» (GPM) que frenaron su desarrollo en esa coyuntura.

¿El MIR era más popular entre los campesinos, en el campo, donde apoyaba las expropiaciones?

Tenía cierta influencia en el campo, en particular en la provincia de Cautín, en el sur de Chile. El MIR creció donde la hegemonía de la izquierda tradicional no era tan fuerte, donde quedaba espacio. Entre los Mapuches por ejemplo, hizo una política muy interesante de expropiaciones de tierras, o más bien de “corrido de cerco” (desplazando las alambradas). Miguel Enríquez pensaba que el proceso revolucionario debía permitir la alianza de la clase obrera, los trabajadores, con «los pobres de la ciudad y del campo» organizados en «comandos comunales», es decir con bases territoriales de poder dual. Los pobres de la ciudad son en este momento los “pobladores”, los campamentos, territorios urbanos donde el MIR crece especialmente, como en Nueva Habana, en Santiago.

A menudo se atribuye el fracaso de la «vía chilena al socialismo» a las divisiones de la izquierda entre el sector “rupturista” (especialmente el MIR, Izquierda Cristiana y parte del PS) y el sector “gradualista” (PS y PC)

En efecto se forjó una fuerte división en el seno de la izquierda, pero leer el fracaso de la izquierda chilena únicamente en términos de conflicto ideológico o partidario es finalmente no comprender el meollo del asunto. Chile vivía un momento de lucha social, de clases, entre el pueblo y los sectores reaccionarios e imperialistas. También la falta de apoyo decidido del Gobierno -en particular del PC- a las formas más avanzadas de poder popular y auto-organización, como los cordones industriales, desempeñó un papel clave en la derrota de 1973. Analizar el período reprochando al MIR la división de la izquierda es leer la historia al revés, por una parte, concediéndole al MIR un papel más importante del que tuvo en realidad, y por otra equivocándose de causalidad profunda.

Durante la Unidad Popular, la violencia política se manifestaba en la calle, especialmente por parte del grupo paramilitar de extrema derecha Patria y Lilbertad. ¿El MIR en esas ocasiones defendía al Gobierno?

Los «miristas» eran militantes muy organizados, dedicados, muy disciplinados y brindaron un gran apoyo a las luchas sociales-populares a pesar de que eran pocos numéricamente. Un joven investigador, Renzo Henriquez[3], trabaja en la actualidad sobre el cordón industrial Cerrillos Maipú, uno de los cordones industriales más poderosos bajo la Unidad Popular. Y entre los testimonios que recoge hay una frase que se repite a menudo:«afortunadamente, los “cabros” (jóvenes) del MIR estaban aquí para apoyarnos».Garantizaban la seguridad, ayudaban a ocupar las tierras, las fábricas… estaban ahí para empujar y ayudar a organizarse a los sectores más radicalizados del movimiento popular.

El asesinato del exministro del Interior democristiano Pérez Zukovic por la Vanguardia Organizada del Pueblo (VOP, grupúsculo partidario de la lucha armada), en 1971, marcó un giro en los mil días de la Unión Popular, ¿cómo reaccionó el MIR?

El MIR no renegó nunca de la violencia política revolucionaria, es más la reivindicó, pero al mismo tiempo condenó públicamente y tajantemente la política aventurera de la VOP y este asesinato «porque hacía el juego a la ofensiva reaccionaria».

¿El MIR previó el golpe de Estado del 11 de septiembre de 1973?

Fue el MIR quien más denunció públicamente –y eso desde el principio, desde 1970- el riesgo muy probable de golpe de Estado, mientras gran parte de la izquierda chilena tradicional estaba convencida de que las fuerzas armadas respetarían la constitución y que los oficiales sediciosos podrían ser neutralizados. Para el MIR, el Estado y las fuerzas armadas están intrínsecamente al lado de la burguesía y por lo tanto el riesgo de golpe de Estado estaba latente a medida que avanzaban las reformas.

Pero enfrentarse al golpe victoriosamente es otra cosa, obviamente. A pesar de la preparación real (entre otros sitios en Cuba) de varios cuadros, la capacidad política-militar del MIR era ínfima frente al poder de las fuerzas armadas, de ahí también la importancia del trabajo político mirista –embrionario pero valiente- llevado a cabo dentro de las fuerzas armadas. Además, en el momento del golpe de Estado, las armas del partido estaban otra vez enterradas o escondidas, porque sabían que Allende iba a convocar un referéndum y se pensaba que significaría un tiempo de respiro institucional que alejaría, momentáneamente, el golpe de Estado.

Sin embargo, el día del golpe de Estado cientos de militantes de izquierda estuvieron al pie del cañón, al lado de miles de trabajadores que esperaron armas que… nunca llegaron. Hubo enfrentamientos a nivel de cordones industriales, en la población La Legua en Santiago y en barrios populares del país entre los militantes –entre ellos del MIR- y los militares, que causaron varios muertos.

¿Se invocó la posibilidad de armar al pueblo durante la UP?

Fue invocada y reivindicada por el MIR y por ciertos sectores de la UP, en el PS. Por otra parte, el MIR intentó promover la organización de un «polo revolucionario» con la izquierda de la UP (Partido Socialista e Izquierda Cristiana). El lema de armar al pueblo circulaba en las manifestaciones. En agosto del 73, Allende respondió desde el balcón de la Moneda (palacio presidencial chileno, ndlr.), que no armaría al pueblo porque había prometido respetar la constitución y la legalidad democrática.

Incluso el mismo Carlos Prats, jefe de las fuerzas armadas hasta su dimisión en agosto de 1973 (en ese momento el presidente le sustituyó por el General Pinochet…), había sugerido esa idea: ¿No debería haber una defensa civil y obrera del Gobierno en alianza con los sectores militares constitucionalistas? Esa posibilidad fue rechazada por Allende por demasiado arriesgada, para gran decepción de los militantes revolucionarios.

¿Cómo se organizó la resistencia tras el golpe de Estado?

Los militantes del MIR demostraron valor y determinación frente a la represión y el terrorismo de Estado. Miguel Enríquez anunció desde el principio que el MIR no se exiliaría y organizaría la resistencia junto al pueblo. Pagó con cientos de militantes asesinados y desaparecidos, evaluados en unos 600 como mínimo, a los que se añaden la tortura y el exilio masivo. Miguel fue asesinado en octubre del 74, en calle Santa Fé. Después, en octubre del 75, la organización sufrió otro gran revés en Malloco, donde asesinaron a una parte de su dirección clandestina. Los años siguientes fueron de difícil recomposición en una perspectiva de resistencia popular armada.

Después de la muerte de su secretario general y de su dirección clandestina, ¿cómo se reorganizó el MIR?

Andrés Pascal Allende, el nuevo secretario general, es uno de los iniciadores de la «operación retorno» a partir de 1977-78, destinada a reintroducir en el territorio nacional a los militantes exiliados, a menudo formados en Cuba, con el fin de apoyar operaciones de resistencia o incluso los intentos de guerrilla, como la de Neltume, en el sur de país en 1981. Ese intento da testimonio de la dificultad de apreciación de la dirección en el exilio sobre la condiciones reales en Chile, con una infravaloración de la fuerza de la dictadura y una sobrevaloración de la posibilidad de organizar una resistencia armada articulada en torno a un puñado de militantes perseguidos en permanencia.

En el momento de referéndum de 1989 sobre la vuelta a la democracia, ¿cuál fue la actitud del MIR?

Tras la emboscada de Malloco en 1975 y el desastre que significó de la Operación retorno la organización está muy debilitada y crecen fuertes tensiones internas. En el momento de la transición, el movimiento ya estaba dividido entre un sector histórico agrupado en torno a Pascal Allende, otro sector más «militarista» en torno a Hernán Aguiló (los dos conforman juntos una mayoría en la dirección) y otro denominado «político» en torno a Nelson Gutiérrez. Esta división acabó en la disolución del MIR en 1986-87, antes incluso de la transición democrática. Por desgracia de muchos militantes, eso se hizo sin congreso y por lo tanto sin debate democrático con la base (no hubo congreso nacional desde 1969…).

Pascal Allende es sobrino de Salvador Allende, ¿qué relación hubo entre ellos?

El seudónimo de Andrés Pascal Allende era «el pituto», es decir en buen chileno «el que tiene redes, contactos». Cuando era necesario, hacía de enlace entre el MIR y el presidente, lo mismo que Beatriz Allende, la hija del presidente simpatizante del MIR. Incluso se hacían reuniones en la casa de Allende, en la calle Tomás Moro. El contacto era permanente. Por otra parte, el día de su muerte Allende habló con su hija desde la Moneda bombardeada, armas en manos y le dijo: «Ahora, le toca a Miguel». Es decir, sugiriendo que frente a la derrota de la “vía institucional” había que organizar la resistencia armada en torno a Miguel Enríquez. Allende era consciente de que su tiempo había acabado. Un año después, Miguel caía en combate, como lo narra la película de Carmen Castillo Calle Santa Fe.

¿Continúa presente en la actualidad la memoria del MIR a través de exmilitantes e intelectuales del movimiento, como el historiador Gabriel Salazar, por ejemplo?

El historiador Gabriel Salazar fue militante hasta los años 80, después se volvió muy crítico del MIR, de sus derivas militaristas, verticalistas, y del leninismo y de los partidos políticos en general… No obstante, existe un auténtico legado del MIR en el Chile de hoy, en el sentido de que la valentía y la lealtad de sus militantes durante la resistencia permanecen como ejemplo de consecuencia revolucionaria y entrega. A pesar de que fracasaron, contribuyeron a reorganizar el movimiento popular y a luchar en contra de la dictadura. En algunas franjas de la juventud de hoy, los colores rojo y negro y la política internacionalista y nuestramericana del MIR siguen impactando los imaginarios. En el plano partidista, una parte de la Izquierda Autónoma reivindica parte de la herencia del MIR “político”, el de Gutiérrez. Pero es una memoria en disputa, otros reivindican el MIR de la política revolucionaria (y su necesaria violencia) o su ética del compromiso, como sería el caso de Izquierda Guevarista o de Izquierda Libertaria.

Manuel Contreras, jefe de la policía política de Pinochet murió el pasado 7 de agosto. Fue responsable del asesinato y la desaparición de muchos militantes de izquierda, ¿cuál fue la reacción en Chile?

Esa muerte, como la de Pinochet, ha provocado reacciones ambivalentes. Por un lado, se ha descorchado champán y, por otro, se lamenta que no se le haya inculpado de todos sus crímenes y que haya muerto en una prisión dorada pagado por el ejército sin haber revelado todos sus secretos. Todavía hay cientos de juicios en curso, pero la justicia es tan lenta y tan magnánima, que aparece un fenómeno de “impunidad biológica”, en paralelo los cientos de responsables civiles de la dictadura permanecen impunes.

¿La izquierda chilena en su conjunto olvidó el golpe de Estado actualmente?

No, para nada, la izquierda -y el país- siguen marcados por el peso de la derrota de septiembre del 73 y por la fuerza de la represión, a pesar de la resistencia organizada y por la violenta imposición del modelo neoliberal. El otro fracaso fue el de la transición a la democracia, “pactada” desde arriba en 1989-1990, porque la dictadura no fue derrotada «desde abajo», por y para el pueblo. Todavía hoy, a más de 40 años del golpe, la izquierda chilena está fragmentada y muy minoritaria, pero en lenta reconstrucción gracias a la fuerza de los movimientos sociales de los últimos años. Y los exmilitantes que dominan son “convertidos” al modelo neoliberal heredado de la dictadura, modelo que administran desde 1990.

 

Fuente original: http://www.lesinrocks.com/2015/08/23/actualite/la-gauche-chilienne-ne-sest-jamais-remise-du-coup-detat-de-pinochet-11767901/

[1] http://www.lom.cl/61d3ece4-4a31-46ca-9e72-0b28b9a52494/%C2%A1La-revoluci%C3%B3n-ya-viene!-El-Mir-chileno-en-los-a%C3%B1os-sesenta.aspx.

[2] http://rebelion.org/noticia.php?id=111312.

[3] http://www.londres38.cl/1934/w3-article-97068.html.

[i]http://www.lom.cl/6790cddb-bd4a-40df-83da-0accd0925c20/La-constituyente-Revolucionaria.aspx.


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