por Pablo Ampuero Ruiz, Tlaxcala/La Pluma.
El profesor y activista Minqi Li (李民骐) es por estos días la figura intelectual más importante de la Nueva Izquierda china. Licenciado en economía por la Universidad de Beijing y doctor en economía de la Universidad de Masachussetts en Amherst, Minqi Li es hoy ampliamente reconocido por sus trabajos sobre economía política y por su libro The Rise of China and the Demise of the Capitalist System. China Files conversó con él sobre su vida, su pensamiento económico y su visión de la China actual. En 1989 participó de la protestas de Tian’anmen, lideradas por estudiantes e intelectuales liberales que demandaban mayores derechos políticos y económicos. Producto de su oposición a las políticas del Partido, un año más tarde fue detenido por dos años, acusado de propaganda contrarrevolucionaria”. Aprovechó su tiempo en prisión para reflexionar sobre la situación de China y la oportunidad del cambio; fue así como llegó a los textos de Marx, Engels y Lenin. Por estos días, Minqi Li destaca por su compromiso militante con la lucha de los trabajadores y la causa del socialismo. Es uno de los principales líderes de la Nueva Izquierda China, que tiene una valoración crítica más positiva sobre el período maoísta y no ve con buenos ojos la neoliberalización del país a través de la política de “reforma y apertura”. Hablar con Minqi Li es ponerse en contacto con la China que ya no aparece en la prensa, y que permite, a través de sólidos argumentos, develar la paradoja entre el actual éxito económico del gigante asiático y el momento histórico que vive el mundo.
Usted estudió administración económica en la Universidad de Beijing, donde se transformó en un convencido seguidor de la “escuela de Chicago” (neoliberalismo). No obstante, hoy usted es un referente de la Nueva Izquierda China. ¿Cómo es posible este cambio?
Yo fui estudiante de pregrado de economía en la Universidad de Beijing entre 1987 y 1990. En los ochenta, la economía neoliberal ya se había tomado las principales universidades de China. Nosotros fuimos entrenados para creer que la propiedad pública de los medios de producción y la planificación económica eran inherentemente ineficientes y eran los responsables del retraso económico de China. En particular, los economistas argumentaban que el socialismo fomentaba la flojera de los trabajadores, que vivían del bienestar y la protección del Estado. Las empresas de propiedad estatal deberían ser privatizadas y los trabajadores flojos despedidos. Muchos estudiantes universitarios en China en esa época se sintieron atraídos por el modelo capitalista occidental con la creencia que en una economía capitalista de libre mercado, la libertad política y la democracia florecerían. Irónicamente, fueron los trabajadores quienes fueron a apoyar a los estudiantes durante el movimiento democrático de 1989. Los trabajadores no se percataron de que si los estudiantes e intelectuales liberales hubieran sido exitosos, habrían implementado programas de privatización al estilo “terapia de shock” y destruido decenas de millones de trabajos. Por otro lado, los estudiantes e intelectuales liberales dudaron de la movilización de los trabajadores en el momento crítico del movimiento democrático, debido a su desconfianza instintiva hacia la clase trabajadora.
Un huelguista de hambre en la Plaza Tiananmen
en mayo de 1989. Fotografía: Stuart Franklin / Magnum
Yo participé en el movimiento democrático de 1989. Reflexionando sobre el fracaso del movimiento, llegué a la conclusión de que el movimiento democrático no podía suceder sin la movilización total de la clase trabajadora. Pero una movilización de los trabajadores tendría que tomar en cuenta sus propios intereses económicos y sociales. Ahí parecía haber una contradicción evidente entre los requerimientos de la democracia y la economía capitalista neoliberal.
Comencé a pensar que podría haber algo útil en la teoría marxista y empecé a leer algunos libros. Al principio leí principalmente escritos marxistas occidentales modernos (G. A. Cohen, Paul Sweezy, Ernest Mandel). Mientras estuve en prisión (1990-1992), leí muchos textos de Marx, Engels, Lenin y Mao. En ese tiempo, me convertí en un socialista, un Marxista y un Marxista-Leninista. Hoy me considero un Marxista-Leninista-Maoísta.
Usted fue un prisionero político a propósito de las protestas de Tian’anmen. ¿Qué rol cumplió y qué defendía usted en 1989?
El movimiento democrático de 1989 fue un evento político muy complicado. Gente de distintas clases sociales participaron y ciertamente había un deseo por democracia genuina por parte de la población en general. Pero el liderazgo del movimiento estaba claramente en manos de estudiantes e intelectuales liberales. Si bien ellos hablaban de “democracia”, lo que tenían en mente era un sistema político que favorecería a las élites, incluyendo a las clases medias urbanas, pero que dejaría a los trabajadores y campesinos a la deriva del sistema. Como los liberales occidentales clásicos, los liberales chinos temían a la “tiranía de la mayoría” más de lo que temían a la dictadura de un partido. Yo participé del movimiento y de hecho tuve ciertas conexiones con los altos líderes estudiantiles, aunque no era parte de ellos. En el primer aniversario de la masacre del 4 de junio, hablé en una concentración estudiantil en la Universidad de Beijing para protestar contra el gobierno del Partido Comunista. Posteriormente fui sentenciado a prisión por dos años acusado de hacer “propaganda contra rrevolucionaria e instigación”. Fui liberado en 1992 y me fui a los Estados Unidos en 1994.
En su trabajo es evidente la influencia de la teoría de Sistema-Mundo, pero como un crítico del capitalismo y su valoración del socialismo, ¿cuál es su relación con el marxismo?
Como expliqué previamente, me considero un Marxista-Leninista-Maoísta. Considero que el capitalismo es un sistema histórico que puede ser viable solo en un determinado periodo de la historia. Creo que la clase trabajadora proletarizada (los asalariados) es la clase revolucionaria y con el desarrollo de las contradicciones del capitalismo, las condiciones serán lo suficientemente maduras para una revolución proletaria. Creo en la dictadura del proletariado (democracia para los proletarios y otras clases trabajadoras, dictadura contra la burguesía y otros explotadores) en la transición del capitalismo al comunismo. Las revoluciones socialistas futuras tendrán que aprender de los éxitos y errores de la práctica de Mao Zedong sobre “la revolución continua bajo la dictadura del proletariado”. Básicamente, soy un comunista no reformado.
De hecho, nunca he tenido una preparación formal sobre Sistema-Mundo. Mi entrenamiento formal es en economía. Hice mi doctorado en la Universidad de Massachusetts en Amherst, donde estudié economía neoclásica, keynesiana y algo de marxista. He leído a Wallerstein y Arrighi, y estoy bastante inspirado por sus argumentos sobre el capitalismo en cuanto un sistema históricamente específico basado en la ilimitada acumulación de capital. Sus escritos me ayudan a entender mejor las condiciones históricas bajo las cuales el capitalismo ha emergido y se ha desarrollado. Estudiando cómo estas condiciones históricas han cambiado en el pasado y podrían cambiar en el futuro, seremos capaces de entender no solo la emergencia del capitalismo en la historia, sino también la caída del capitalismo en el futuro.
¿Cuál es su conexión con los grupos de Nueva Izquierda China?
He tenido una conexión continua con activistas de izquierda en China. Soy editor del sitio “Red China” (http://redchinacn.net. El sitio web solía ser uno de los más influyentes entre los izquierdistas chinos. Sin embargo, desde que sucedió el incidente de Bo Xilai, el gobierno chino cerró todas las páginas de internet izquierdistas en China. Desde entonces, tuvimos que mover el servidor fuera del país.
En su libro The Rise of China and the Demise of the Capitalist World-Economy (Pluto Press, 2008)? usted habla sobre la relación histórica entre China y occidente. Así como el surgimiento del capitalismo terminó con el Imperio chino, ¿está la actual emergencia de China llevándonos a una era de transición?
El capitalismo está basado en la producción para lucrar y la persecución de ilimitada acumulación de capital. Para que ocurra la acumulación, necesita de mano de obra y recursos naturales baratos y abundantes, así como del apoyo estatal. Históricamente, en el transcurso del tiempo, el desarrollo del capitalismo en un área geográfica determinada incrementa los costos del trabajo y agota los recursos naturales locales. Cuando eso sucede, el capital necesita ser reubicado en áreas con menores costos de trabajo y recursos. Sin embargo, el proceso eventualmente llegaría a sus límites al estar tomado todo el globo por la acumulación capitalista. En mi libro, señalo que por un largo tiempo China ha servido como la reserva estratégica para el capitalismo global, con grandes reservas de fuerza de trabajo barata y recursos naturales disponibles para su explotación. El surgimiento económico de China en las últimas dos o tres décadas se traduce en que esta reserva estratégica está siendo movilizada. No obstante, este crecimiento económico de China potencialmente incrementará los costos globales de trabajo y recursos a niveles que el capitalismo mundial no podrá pagar. A través de la movilización de su última reserva estratégica, el capitalismo global ha agotado su propio espacio histórico.
Usted define a China como una semi-periferia. ¿Cuáles son las probabilidades de China de convertirse en un nuevo centro, como algunos analistas piensan, o incluso un nuevo imperialismo?
Esta es una pregunta muy interesante e importante. Ciertamente mucha gente está especulando sobre la posibilidad de China para remplazar a los Estados Unidos y así convertirse en la próxima hegemonía global. El sistema mundo capitalista está dividido en tres posiciones estructurales: el centro, la periferia y la semi-periferia. Históricamente, la periferia incluía la gran mayoría de la población mundial. Excedente económico, riqueza y recursos eran transferidos desde la periferia hacia el centro a través del robo a mano abierta o del intercambio inequitativo. La riqueza se concentró en el centro para que los capitalistas pudieran invertir en capital intensivo, industrias de alto riesgo que impulsan los motores del capitalismo mundial. El resto de la plusvalía concentrada en el centro permitió la compra de la paz social en dichos países. La semi-periferia es una categoría interesante. Históricamente, ayudó a estabilizar el capitalismo global sirviendo como zona de reubicación del capital mundial. Cuando los países del centro sufrieron crisis económicas debido a la caída de la tasa de ganancia, estos países se vieron en la necesidad de buscar nuevas industrias líderes, a la vez que las viejas industrias necesitaban ser reubicadas en nuevas zonas. América Latina y la Unión Soviética fueron los mayores beneficiarios de la reubicación de capital a mediados del siglo XX, lo que sentó las bases para la industrialización por sustitución de importaciones entre la década del ’40 y del ’60. China ha sido el mayor beneficiario de la última ronda de reubicación global. Sin embargo, para que la semi-periferia pueda jugar este rol estabilizador, esta no puede ser muy grande, en otras palabras, la semi-periferia no puede incluir a la mayoría de la población mundial. Una semi-periferia demasiado grande competiría con el centro por el valor excedente mundial, trabajo y recursos naturales. Eventualmente, esto conduciría a un incremento de los costos globales de trabajo y recursos, y socavaría la tasa global de ganancia. Con el surgimiento económico de China, la semi-periferia global se está expandiendo con fuerza. Esto puede ser una señal de que el sistema mundo capitalista está alcanzando su propio límite histórico. Si el sistema mundo capitalista no puede permitir una China semi-periférica, ¿puede permitir a China como un país al centro del sistema? En términos históricos, para que el sistema mundo capitalista funcione bien, necesita de un poder hegemónico que se preocupe de su interés colectivo. Por ejemplo, después de la Segunda Guerra Mundial, los Estados Unidos desplegaron el Plan Marshall a fin de facilitar la recuperación económica de Europa occidental y Japón, y persiguieron la descolonización en el mundo no occidental. Pero cuando la hegemonía del poder de los Estados Unidos está en declive, éste deja de contribuir a los intereses sistémicos y su persecución del interés nacional generalmente perjudica los intereses del sistema (considere la crisis financiera en los Estados Unidos y la invasión a Irak). Producto del declive estadounidense, el sistema mundo capitalista ya no tiene un poder hegemónico que regule su interés colectivo. ¿Podría China remplazar a los Estados Unidos como próximo poder hegemónico? Para que un país se constituya como poder hegemónico, necesita tener ventajas considerables sobre los otros grandes poderes. Esa era la posición de los Estados Unidos después de la Segunda Guerra Mundial. China pronto remplazará a Washington como la mayor economía mundial, medida por la paridad del poder adquisitivo. Pero China no tiene ventajas en casi ninguna de las tecnologías avanzadas en comparación con Estados Unidos, Japón o Europa occidental. En las décadas siguientes, China tendrá que enfrenta insuperables desafío de agotamiento de recursos y degradación ambiental. Hoy en día China importa gigantescas cantidades de energía desde el resto del mundo y muchos recursos minerales desde América Latina. Además de acelerar el agotamiento de los recursos mundiales, China no tiene la armada para proteger sus rutas comerciales. Beijing sigue siendo dependiente de Rusia para el suministro de cierta tecnología militar avanzada. Si China no puede remplazar a los Estados Unidos, las otras potencias tienen incluso menores posibilidades. Podríamos haber llegado al punto donde el sistema mundo capitalista ya no puede seguir renovándose a sí mismo con el surgimiento de un nuevo poder hegemónico. Este podría ser otro indicador de que estamos cerca del límite histórico de su existencia.
El gobierno chino está contra la pared frente a la contradicción entre crecimiento económico y desarrollo sustentable. ¿Qué soluciones usted ve a este problema? ¿Y cuáles son las tareas de los revolucionarios o activistas en China hoy?
China hoy es el mayor consumidor de energía y a su vez el mayor emisor de gases de efecto invernadero. China representa alrededor del 20% del consumo mundial de energía y cerca de un 25% de emisión de gases de invernadero. Ambos, el consumo de energía y las emisiones de dióxido de carbono en China, continúan creciendo a un ritmo tal que el consumo de energía y las emisiones de China podrían duplicarse en una década. Claramente, esto no es sustentable.
Pero eso no es un problema limitado a China. El principio básico de la sustentabilidad es que el impacto ecológico de la humanidad eventualmente tendrá que estabilizarse a niveles limitados por la propia naturaleza. Pero esto está fundamentalmente en conflicto con un sistema económico que persigue la ilimitada acumulación de capital. Los defensores del capitalismo usualmente celebran el llamado progreso tecnológico y promueven el mito de que la tecnología nos permitirá tener tanto crecimiento económico como sustentabilidad.
El desarrollo es el principio absoluto (Deng Hsiao Ping, 1990).
Pero en realidad, en casi toda área importante, el ritmo del progreso tecnológico ecológico ha sido invariablemente más lento que el ritmo de la acumulación capitalista. El resultado es que la humanidad está avanzando hacia catástrofes ecológicas mundiales que podrían llevar a la civilización como la conocemos, a su fin.
Eventualmente, necesitamos un sistema económico que sea capaz de funcionar en un “estado de equilibrio” [“steady state”] (esto es, sin crecimiento económico) y aun así pueda satisfacer las necesidades básicas de la gente. No puede ser el capitalismo, y no puede ser ninguna forma de mercado económico. Mientras las relaciones del mercado dominen, estas fuerzan a todos a competir entre sí. En una economía de mercado, cada empresa es forzada a usar la ganancia para obtener acumulación de capital, y la acumulación de capital inevitablemente conduce a la degradación del medioambiente y el agotamiento de los recursos. La regulación estatal no puede resolver este problema realmente. Y, por supuesto, en una economía capitalista, el gobierno tiene que financiarse con los impuestos pagados por los capitalistas. La sustentabilidad ecológica solo puede lograrse con planificación socialista basada en la propiedad pública de los medios de producción. El socialismo del futuro podrá ser “eficiente” o no. Pero debe poder ser sustentable y satisfacer las necesidades básicas de la gente.
El régimen chino combina una economía capitalista con un sistema político socialista. En la práctica, la inequidad social está creciendo, generando conflictos, al mismo tiempo que el gobierno limita la acción de la prensa y controla los movimientos sociales a través de la coerción y la violencia. Con el derrumbe del neoliberalismo, ¿qué podemos esperar de China? ¿Y cuál es el rol de los trabajadores en este proceso?
El uso del término “sistema político socialista” es curioso. ¿Cómo puede cualquier país tener realmente una economía capitalista con un sistema político socialista? El Partido Socialista fue partido de gobierno en Chile, pero eso no hizo a la economía chilena o a su sistema político “socialista”. La cuestión de fondo no es el nombre de un partido político o de un sistema político, sino el interés de la clase social a la que sirve. ¿Acaso el actual sistema político chino sirve al interés de los trabajadores o al de los capitalistas nacionales y extranjeros? Claramente, sirve a estos últimos muy bien. Los capitalistas gozan de gran prosperidad y libertad en China hoy. El modelo capitalista de China está basado en el uso de fuerza de trabajo barata, la explotación de los recursos naturales y del medioambiente, y la exportación hacia los mercados occidentales. Pero ahora los tres pilares del modelo capitalista chino están en problemas. Con la profundización de la crisis capitalista mundial, las exportaciones chinas se ralentizarán y estancarán en el futuro. Los trabajadores chinos no serán una eterna fuente de trabajo barato. Con el crecimiento de la clase trabajadora china, ellos mismos están demandando un amplio espectro de derechos económicos, políticos y sociales. La historia sugiere que donde sea que la fuerza de trabajo no agrícola de un país supere el 70% del total de la fuerza de trabajo, dicho país podría entrar en un periodo de militancia obrera (basado en la experiencia de Polonia, Corea del Sur, Brasil y Egipto). Dentro de, digamos, diez años, es muy probable que haya un levantamiento a gran escala de la clase trabajadora en China.
¿Cuál es la actual situación de la izquierda en China? ¿Y cuál ha sido el desarrollo histórico de la Nueva Izquierda?
En los noventa, el concepto de “Nueva Izquierda” se refería principalmente a algunos intelectuales académicos que eran críticos de las reformas económicas neoliberales. Las figuras más relevantes incluían a Wang Hui, Wang Shaoguang y a Cui Zhiyuan. Al inicio de los 2000, muchos estudiantes jóvenes, trabajadores, y también activistas sociales fueron influidos por las ideas izquierdistas, conformándose una izquierda social. La mayoría de los izquierdistas chinos se consideran “maoístas”, debido al legado de Mao Zedong y el socialismo chino.
El grupo izquierdista más influyente era el levantado en torno al sitio Utopía (http://www.wyzxsx.com). Los intelectuales y activistas asociados a Utopía son principalmente izquierdistas de orientación nacionalista, que en efecto apoyan un modelo capitalista de dirección estatal. Después del incidente de Bo Xilai, Utopía fue cerrado por el gobierno.
Otros izquierdistas chinos se consideran a sí mismos como Marxistas-Leninistas-Maoístas y están comprometidos con una revolución proletaria futura en China. Los Maoístas gozan de amplio apoyo entre los trabajadores del viejo sector estatal y los desempleados, a la vez que compiten contra los liberales por el apoyo de los estudiantes jóvenes.
Hay un gran cuestionamiento sobre la actitud política de la nueva clase trabajadora china, principalmente de los trabajadores migrantes, que hoy se desempeñan en el nuevo sector capitalista. Si son más influidos por los liberales o los Maoístas es una cuestión que tendrá un impacto decisivo en el futuro político de China.
El tema de fondo es que el modelo capitalista chino no puede funcionar sin la explotación de fuerza de trabajo barata. En consecuencia, incluso las demandas de los trabajadores por derechos democráticos básicos podrían comprobar su incompatibilidad con los requerimientos de la acumulación capitalista. En dicho caso, ni el capitalismo, ni los intelectuales liberales tendrán mucho que ofrecer a los trabajadores chinos.
Con el caso de Bo Xilai muchos de los sitios maoístas fueron cerrados. Posteriormente vimos la caída de Liu Zhijun*, a quien la prensa occidental ha referido como el líder de la izquierda dentro del PCCh. ¿Es esto parte de una ofensiva del sector reformista contra la izquierda en el Partido?
El caso de Liu Zhijun es más o menos un caso de corrupción aislado, que algo tiene que ver con la debatida política de vías para trenes de alta velocidad. Bo Xilai era el Secretario del Partido de Chongqing, la mayor ciudad al sur de China. Bo Xilai promovió algunas limitadas reformas sociales, incluso barrió con el crimen organizado y construyó viviendas sociales. La campaña contra el crimen organizado fue la que más contribuyó al mejoramiento de las condiciones de vida de las personas. Por estos días, el crimen organizado se ha desarrollado bastante en muchas partes de China, y están vinculados cercanamente tanto con capitalistas como con diferentes niveles del gobierno. Sin embargo, la campaña contra el crimen organizado no se traduce en un simple asunto de “ley y orden”. De hecho, afecta los intereses de muchos capitalistas. Bo Xilai Bo Xilai también promovió la campaña de “Canciones Rojas”, en un esfuerzo por revivir ciertos valores socialistas a través de la promoción de canciones comunistas de la era revolucionaria. Durante su último año en el cargo, Bo hizo públicas sus orientaciones políticas, criticando el capitalismo y defendiendo una política económica basada en los ingresos y la redistribución de la riqueza. Esto es algo que otros líderes del partido Comunista ya no hacen, es más, tanto los líderes chinos como la prensa oficial lo consideran como un desafío a la línea general de “Reforma y Apertura” (Este concepto es básicamente el término chino para las políticas económicas neoliberales). El gobierno ahora acusa a Bo de corrupción e indica a su esposa por el asesinato de Neil Heywood. Todo el caso ha sido muy sospechoso y hay información sugiriendo que Neil Heywood podría haber estado trabajando para la inteligencia británica en algún punto. El incidente de Bo Xilai básicamente sugiere que las élites gobernantes chinas están determinadas a no llevar a cabo ninguna reforma significativa o hacer alguna concesión seria a los trabajadores.
¿Cuál es el futuro del socialismo en China?
Una cosa está clara: el capitalismo chino no puede resolver sus variadas contradicciones y que la profundización de las contradicciones económicas y políticas podría conducir a una crisis de gran magnitud dentro de los próximos diez años. La crisis casi con toda seguridad significaría la caída del actual régimen del “Partido Comunista”. La pregunta es: ¿qué lo remplazará?
Una posibilidad es que las corporaciones transnacionales, la clase capitalista y los intelectuales liberales colaborarán para tomar China, reformando superficialmente el capitalismo con algunas instituciones democrático-liberales. Pero, ¿qué puede ofrecer a China un capitalismo democrático-liberal?
Un problema básico del modelo chino se vincula a su excesiva dependencia de la inversión y las exportaciones. Para resolver este problema, es necesario incrementar el consumo masivo. Pero para incrementar el consumo masivo, es necesario aumentar los ingresos de la clase trabajadora. Según mis cálculos, China necesita tener una redistribución del ingreso, desde los capitalistas hacia los trabajadores, del orden del 20% del PIB para lograr un capitalismo “estable”. Pero, ¿los capitalistas chinos entregarán un 20% del PIB? Alrededor de un 25% del pueblo chino -principalmente trabajadores del sector estatal y cesantes, así como sus familias- apoyan fuertemente el socialismo. La nueva clase trabajadora está en estos momentos políticamente inactiva. Pero en el transcurso del tiempo, en cuanto sus mínimas demandas por derechos políticos y económicos entren el conflicto con el capitalismo basado en la explotación de fuerza de trabajo barata, ¿cómo evolucionarán sus actitudes políticas?
La clase media urbana solía ser fuerte partidaria de la reforma económica neoliberal. Pero en los últimos años, han sido víctimas de los altos costos de vivienda, la inflación y la amenaza del desempleo. Muchos de ellos se han vuelto cada vez más críticos del capitalismo. Por encima de todo esto, está la crisis del petróleo y la crisis medioambiental en general.
Si se puede conformar una amplia alianza popular entre los trabajadores del sector estatal, la nueva clase trabajadora y la clase media urbana, entonces el socialismo volverá a China.
¿Cuál es su opinión sobre la próxima generación de líderes (Xi Jinping**, Li Keqiang***)? ¿Qué representan en el futuro cercano del socialismo chino?
Se espera que Xi Jinping y Li Keqiang se conviertan en los próximos presidente y primer ministro respectivamente. Li Keqiang es conocido por ser un firme partidario del neoliberalismo. Tiene un doctorado en Economía por la Universidad de Beijing, y su tutor fue un famoso defensor del neoliberalismo. Li Keqiang recientemente ha cooperado con el Banco mundial a fin de promover un reporte de investigación a favor de mayores privatizaciones en China.
La posición política de Xi Jinping no es del todo clara. Solía ser visto como un aliado político de Bo Xilai, pero los eventos recientes sugieren que se alió con otros altos líderes para atacar a Bo, o bien que los sucesos estuvieron fuera de su control.
En cualquier caso, Xi y Li parecieran tener poco control sobre cómo se darán los eventos políticos y económicos que se desarrollarán en China en los próximos años. No es totalmente inconcebible, sin embargo, que en una futura crisis política, el destino político de Bo Xilai pueda ser revivido, en cuanto siga gozando de un amplio apoyo popular.
¿Algún comentario final para nuestros lectores latinoamericanos?
Hace alrededor de cuatro décadas, Salvador Allende lideró por algunos años el primer gobierno marxista democráticamente electo en el mundo, llevando a cabo el gran experimento histórico de la transición socialista en Chile. Allende fue brutalmente asesinado por los fascistas chilenos, y la contrarrevolución neoliberal mundial empezó con el experimento de los “Chicago Boys” en Chile.
Bajo el capitalismo neoliberal, los latinoamericanos han sufrido una década perdida tras otra. Ahora, la gente de América Latina está en la primera línea de la lucha anti-capitalista. Los izquierdistas chinos están bastante influidos por los grandes logros de los latinoamericanos en su lucha por una vida mejor.
Espero que, en un futuro no muy lejano, el pueblo chileno levante otro gran ejemplo para los pueblos del mundo, reviviendo y completando la gran causa histórica que el Presidente Allende comenzó pero no culminó.
Notas:
* Liu Zhijun, un defensor clave de la expansión de la alta velocidad en China, fue destituido de su cargo como último ministro de Ferrocarriles en febrero de 2011, al ser acusado de corrupción. En julio de 2013 fue sentenciado a la pena de muerte.
** Xi Jinping, Primer Secretario del Partido Comunista de China, es presidente de la República Popular China desde el 14 de marzo de 2013.
***Li Keqiang es desde el 15 de marzo de 2013 el primer ministro de la República Popular China, y secretario del Partido en el Consejo de Estado de China.
Pablo Ampuero Ruiz 巴梓诺 Traductions disponibles : Français English Tlaxcala, 30 de diciembre de 2015
Fuente: http://es.lapluma.net/index.php?option=com_content&view=article&id=7532%3A2015-12-31-15-21-24&catid=58%3Aopinion&Itemid=182
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