por Hernán López / fuente: La Tercera.
El renunciado agregado laboral en España y ex militante comunista Cristián Cuevas sostiene que las fuerzas progresistas del oficialismo -y en especial el PC- transaron el programa y sus reformas ante los sectores conservadores, con el objetivo de permanecer en el poder por un nuevo período.
A sus 46 años, a Cristián Cuevas se le ve más relajado. Pide un café, invita a los dos colaboradores que lo acompañan y hace bromas. “Pago con boletas Soquimich”, dice.
Hace cinco meses que Cuevas, histórico dirigente de la Confederación de Trabajadores del Cobre (CTC) y consejero nacional de la CUT, renunció a una militancia de casi 30 años en el Partido Comunista. Poco antes dejó el cargo de agregado laboral de Chile en España, que asumió durante el primer año del gobierno de Michelle Bachelet. Ambas decisiones las venía meditando hace rato, pero un hecho precipitó las cosas: la muerte del trabajador de Codelco Nelson Quichillao López en un incidente con Carabineros en medio de una protesta. Hoy, desde la Fundación Emerge, donde trabaja por aglutinar a las fuerzas de izquierda extraoficialismo, el dirigente dice que la Nueva Mayoría se terminó acomodando al poder, con “reformas tibias” y un “programa cercenado”. Y en eso incluye al PC, al que ve más concentrado en prolongar la permanencia de la coalición en La Moneda que sacando adelante las reformas originalmente comprometidas. “El PC ya no me representa, porque creo que cedió demasiado”, afirma.
En su renuncia al gobierno y al PC, usted argumentó que en el oficialismo existían “teorías conspirativas” para detener los cambios. ¿Sigue pensando lo mismo?
No me puedo hacer cargo de los debates del PC ni de las decisiones que toma para seguir en la Nueva Mayoría. Eso lo zanjé con mi alejamiento. Mirándolo desde afuera, claro que hay acciones que están destinadas a destruir el proceso de transformación y eso, cuando yo hablaba de acciones conspiradoras me refería a los sectores conservadores de la Nueva Mayoría, la casta vinculada a la Concertación, que ha resistido el proceso de transformación. Ahí hay una conspiración destinada a no posibilitar el cambio y el tiempo me ha dado la razón. Creo que ha sido correcta mi decisión de dejar la militancia y dejar ese conglomerado.
¿Quiénes son los que usted llama “conspiradores”?
Hay actores en los partidos que se coluden para impedir transformaciones. Lo más nítido es la vieja guardia de la Concertación, como el señor Insulza, que hoy en forma miserable y deplorable sale en defensa de Longueira, porque tienen sus alianzas en función de la crisis del MOP-Gate cuando Longueira fue al salvataje de Ricardo Lagos y, por tanto, entre ellos se deben favores. También están Andrés Zaldívar e Ignacio Walker, que hacen todo lo necesario para impedir cambios. Por eso se ha desdibujado el compromiso que se adquirió con los ciudadanos. Se perdió el liderazgo y el vínculo de Bachelet con la ciudadanía.
Pero en la Nueva Mayoría hay un sector de izquierda donde está el PC. ¿Usted cree que los progresistas en el gobierno están siendo derrotados?
Sí, la izquierda de la Nueva Mayoría perdió la batalla más allá de que trate de poner un mayor énfasis en las reformas tibias que hay. Pongo el siguiente ejemplo: estos mismos sectores progresistas, los sectores de mayor avanzada en función del programa, son los mismos que hoy caen rendidos ante una candidatura de Ricardo Lagos. Sectores que eran la punta de lanza del cambio, hoy subterráneamente en todos los partidos de la Nueva Mayoría están trabajando para que el salvataje, la continuidad de la Nueva Mayoría, esté bajo el rostro de Lagos.
¿No es razonable que, mirando la pérdida de apoyo ciudadano a las principales reformas, la velocidad en el avance del programa sea más moderado a lo comprometido?
No creo que la ciudadanía esté en contra de las reformas, no es que las apuestas transformadoras vayan retrocediendo, aquí hay una operación destinada a construir supuestos imaginarios. Si le pregunta a la gente en la calle ¿qué es lo que quiere?, dirán que una nueva Constitución vía asamblea constituyente. Esa es la expresión mayoritaria del pueblo chileno. Quiere que se garanticen los derechos sociales, no quiere más AFP, esa es la expresión mayoritaria.
Lamentablemente, todo este proyecto que lideraba la Nueva Mayoría se desdibujó en función del financiamiento irregular, que terminó permeando el liderazgo de Michelle Bachelet y debilitó el proceso de cambio. Esa acción obedece a la descomposición de la elite que gobierna y que es parte del andamiaje institucional. Se va configurando un cuadro en que, finalmente, las reformas no pueden avanzar.
¿Y el PC forma parte de esa elite que no quiere cambios?
El PC hizo una apuesta de la cual me diferencié y salí. El PC apuesta a que esto continúe, y que la relación y el maridaje de esta Nueva Mayoría continúen más allá de la situación de descomposición. Y como no compartía ni comparto esa posición, ellos deberán dar cuenta si se sienten cómodos con estas reformas a medias, con estar blindando a los sectores que hoy están en descomposición y que representan exactamente lo que nosotros no queremos. Estoy seguro de que la mayoría de la militancia comunista no apuesta a eso, apuesta a la nobleza de la política, al domicilio ético y a la transformación. En el PC hay una conducción errática en lo político que ha desoído la voz mayoritaria de la militancia, que quiere otro espacio de representación.
Pero la militancia sigue en el partido, no renunció como usted…
Se han ido muchos, pero ellos no tienen la figuración pública. Pero claro, hay quienes no renuncian porque no quieren perder lo que significa administrar ciertos espacios de influencia en el gobierno. Hay algunos que se acomodan a eso y yo soy feliz de la decisión que he tomado, me libera, pongo la política en función de lo ético. Dejé de militar ahí porque el PC ya no me representa, porque creo que cedió demasiado en el proceso de construir a la Nueva Mayoría.
¿La presencia del PC vendría siendo una influencia más simbólica que concreta en el gobierno de la Nueva Mayoría?
Este gobierno sigue siendo neoliberal, no ha puesto en cuestión este modelo, lo que ha hecho es una performance de mantener la adhesión en la medida de seguir administrando este modelo. Por ejemplo, ¿cuál es el esfuerzo que hace por el alto nivel de abstención que se proyecta para la elección municipal? ¿Cuál es el esfuerzo que está haciendo la Nueva Mayoría? Ningún esfuerzo. El esfuerzo es para mantener lo que se tiene, tratar de mantener algunos espacios de mayor presencia en los gobiernos locales, pero nunca toca los temas de fondo. El realismo sin renuncia es una cuestión discursiva, hay un pacto para seguir administrando lo que se ha ido cocinando por fuera de la esfera pública. Y ojo, que esto también va en contra de la idea de probidad y transparencia, de una democracia sana, de ética que ha promovido la Comisión Engel. Son todas puestas en escena, lo mismo las diferencias DC-PC por derechos humanos. Los caminos de la negociación van en una vía distinta.
¿Usted cree que las diferencias PC-DC son, en sus términos, una performance?
Por sobre todo está el interés de mantenerse en el gobierno y de mantener el poder. Y obviamente que para mantener el poder se renuncia a ciertos imaginarios y ciertas convicciones en el proceso de seguir administrando este modelo desde una mirada socialdemócrata.
¿Ve al PC quebrando con este gobierno?
No veo en el próximo período al PC fuera de la Nueva Mayoría. Esa decisión ya ha sido zanjada. Por tanto, ellos son un actor dentro del gobierno, ellos decidieron estar adentro, cada uno hace sus negocios y sus acuerdos políticos. El PC está cómodo en el gobierno y estas pequeñas tensiones no son relevantes a la hora de analizar el camino que ha elegido.
Con Marco Enríquez-Ominami dañado por temas de financiamiento irregular se pierde la expectativa de una tercera alternativa realmente competitiva. ¿Cómo ve ese escenario?
Siempre hay un límite en la política, no es tan sólo un programa, porque nosotros podemos estar de acuerdo con Marco, con las fuerzas transformadoras, con fuerzas de dentro de la Nueva Mayoría. Marco tiene que clarificar su posición, porque desde nuestro punto de vista es inaceptable la construcción de una fuerza transformadora con temas de financiamiento ilegal. Lo que queremos poner de relevancia es que la ética vuelva a la función pública. Eso hoy está en una profunda desconfianza, y quienes nos representan están en esa situación. En este caso, entendiendo que Marco era una posibilidad, tiene que zanjar su situación. No es tema de debate nuestro.
Parece que no están las condiciones para construir una fuerza alternativa…
Los espacios que estamos fuera del gobierno estamos recién floreciendo, no hemos florecido del todo, somos un camino posible y, por tanto, en esa diversidad hoy se está construyendo. La idea que uno representa es cuánto esfuerzo vamos a hacer para constituir un espacio común de coordinación de una fuerza transformadora, diversa, que genere alianzas con otros actores, como Revolución Democrática, la Izquierda Autónoma, la Izquierda Libertaria, por nombrar algunos, y cómo desarrollamos experiencias comunes. En el mundo estudiantil, si nos pusiéramos de acuerdo seríamos mayoría, en el mundo sindical si nos ponemos de acuerdo somos mayoría y desplazaríamos a la burocracia que ha hecho todo lo contrario a la acción sindical. Hemos llamado el 2016 el año de la organización, el año del camino posible, para construir una fuerza que, sin renunciar a nuestras identidades, logre incidir políticamente. ¿Eso está hoy? No. ¿Hay un esfuerzo desde la izquierda? Sin duda, estamos en conversaciones y espero aportar.
¿Se puede construir una fuerza alternativa o de izquierda sin el PC?
Por supuesto. Vengo llegando de Tirúa, son zonas de una situación de pobreza profunda a pesar de que ahí está la industria forestal, o el miércoles en Coronel, cuando salen a protestar cientos de personas por las hidroeléctricas, uno se da cuenta de que este gobierno no quiere cambiar el eje de las relaciones. Más allá de decir si se puede o no se puede hacer con el PC, invitaría a los militantes comunistas a plegarse a esta construcción. A los militantes, no a la conducción.
¿Qué opina de la alta valoración de Giorgio Jackson y Gabriel Boric? ¿Por qué no pasa lo mismo con Camila Vallejo?
Tengo alta valoración y afecto por Camila, pero lamentablemente ha pagado el costo de ser de un partido de gobierno. Valoro a Giorgio y a Boric, son parte de la franja que queremos construir.
¿Está en sus planes una candidatura presidencial o al Congreso?
No queremos poner la carreta antes de los bueyes, cualquier disputa requiere de un instrumento político, de militancia desplegada en todas partes. Después se verá quién puede representar esos intereses. Construir candidaturas, para mí, no es la tarea de primer orden. La primera tarea es construir un instrumento capaz de disputarles a las fuerzas en descomposición. Hoy no somos una amenaza para ellos, porque no estamos constituidos como fuerza. Las candidaturas presidenciales y parlamentarias se verán según desemboque esto.
Fuente:
http://diario.latercera.com/2016/02/21/01/contenido/reportajes/25-209641-9-cristian-cuevas-la-izquierda-de-la-nueva-mayoria-perdio-la-batalla.shtml
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