por Níkolas Stolpkin (*)
Para comprender los recientes acontecimientos violentos ocurridos en Europa, debemos preguntarnos qué ha hecho y qué está haciendo Europa en el Magreb y en Medio Oriente; qué ha hecho y qué está haciendo Europa por los inmigrantes dentro de su propia área.
El pueblo europeo no saca nada con salir a la calle con lemas al estilo «Je suis…». Sus altos dirigentes como Federica Mogherini tampoco sacan nada con llorar, cuando no han llorado un solo día por las víctimas en Libia, Irak, Yemen, Siria, etc.
No es por nada que el eurorealismo, encabezados principalmente por Marine Le Pen, cada cierto tiempo toma fuerza en Europa, al ver ya obsoletas las políticas de la Unión Europea.
Los atentados en Bruselas refuerzan las ideas del eurorealismo (salida del Euro, fin del espacio Schengen, mayor autonomía, etc).
Sin embargo la solución a los actuales problemas en Europa no se ven muy cercanos a la actual dirigencia gobernante. La respuesta a los problemas pareciera que se tradujeran en más bencina al fuego.
¿Cuál será ahora la respuesta belga a los atentados en Bruselas? Sin duda podemos creer que no estarán muy lejos de la respuesta francesa a los graves atentados en París, y mucho menos si Bruselas representa un punto importante para la Unión Europea y la OTAN, ya que acoge allí sus principales sedes. Por tanto la lógica es que la respuesta sea, al igual que Francia, más bencina al fuego.
Madrid, Londres, Francia y ahora Bruselas… Europa poco a poco se aleja de la imagen paradisíaca de un continente de «ensueño».
Los atentados de Al-Qaeda van quedando chicos frente a las acciones de ISIS.
Tal como hemos venido señalando, Europa debe replantearse su alianza estratégica con EE. UU., principal instigador en la intervención del Magreb y Medio Oriente, que arrastra a Europa sin medir consecuencias desde un espacio muy cómodo, el cual le da su propia geografía.
Los europeos deberían reflexionar con respecto a las políticas aplicadas por sus gobernantes en conjunto con los EE. UU. respecto a Libia, Irak, Afganistán, Siria, etc., y por qué no Rusia. Deben hacerse las siguientes preguntas: ¿Qué lograron con Libia al quitar del poder a Muammar el-Gaddafi? ¿Qué han logrado en Siria? ¿Qué han ganado con las sanciones aplicadas a Rusia y que siguen aplicando? ¿Cuál es la idea de ir a desestabilizar gobiernos sin tener el real interés de luego estabilizarlos?
En El arte de la Guerra, Sun Zi deja una sabia enseñanza que los hacedores de la guerra se esmeran en ignorar: «En la guerra es mejor conquistar un Estado intacto. Devastarlo significa conseguir peor resultado».
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