SE NOS FUE EL GUME DE TOMÉ PERO NOS DEJA UNA FRANJA DE HISTORIA REVOLUCIONARIA QUE CRUZA LA CIUDAD Y COMO LA MEMORIA NO DEBE MORIR CRUZARA LAS GENERACIONES DEL FUTURO.
Por Héctor Sandoval (Chacha), desde Concepción.
Juan Figueroa Silva “Gumersindo”, o simplemente “el Gume”, como lo llamábamos los miristas de antes, los más viejos si se quiere, no hay problema generacional, un mirista es siempre un miracho. Así, con su impronta social y su carácter político, era nuestro hermano de lucha y de clase Juan Figueroa Silva, que los tomecinos de ahora con respeto le llamaban “el 70”, no sé la razón pero así lo despedían sus compañeros de trabajo, la mayoría mujeres, con la dignidad de ser clase trabajadora, le rindieron homenaje con Guardia de Honor y le dirigieron sendos discursos sentidos y potentes sobre sus cualidades humanas. Todas ellas formadas con su uniforme de trabajadoras las compañeras del 70, orgullosas de pertenecer al Departamento de Ornato y Aseo de la Municipalidad de Tomé, nuestra ciudad comunal, orgullosas y con dignidad como se lo había enseñado “EL 70”.
De la calle Cerámica era Juan, pasado el balneario El Morro en camino a Cocholgue y Navidad, allí a la derecha apenas bordeando la subida del cementerio Nº 1, o el cementerio viejo, que ahora lo alberga, porque un cáncer a la próstata lo liquidó. Lo que no pudo hacer la dictadura ni el copete, lo hizo ese mal bicho llamado Cáncer.
Le rodeaba su familia, su Hija, su nieta, su hermana Magaly y el Berna con sus hijos cristianos convencidos y practicantes, también rodeado de sus numerosos hermanos en la fe cristiana donde se percibía un acogedor calor humano, allí estábamos ateos y creyentes despidiendo al Gume. Vi algunos mirachos entre la multitud, los viejos textiles de la FIAP, de la Oveja Tomé, y de Bellavista Tomé, algunos de Telares, Apresto, Cardado, alguno de Hilandería, o de Peinado, de todo un poco, ya todos peinando canas como yo, otros calvos como el Nino a quien no lo había reconocido por lo mismo. No estaba su hermano José, porque es un expreso político que está exiliado en Suecia, pero se le sentía cerca, en compensación había mucha juventud y eso es muy valorable porque estábamos despidiendo a una franja importante de la historia social de Tomé.
Juan, era de bajo perfil, quitado de bulla, pero preciso y certero en sus opiniones, un revolucionario casi anónimo, que había sido obrero Textil de la Fábrica de Paños FIAP de Tomé, desde donde después fue exonerado. Fábrica esa de la que permanecen sus ruinas, que los tomecinos de hoy quieren preservar como memorial a la ciudad obrera que tanto dio al desarrollo de la comuna y del país, y que ahora las inmobiliarias quieren transformarla en una torre de dormitorios. Sus ruinas son un verdadero monumento a los estragos que generó la economía neoliberal implantada durante la dictadura, una economía genocida, ruinas que son testimonio duro de los estragos que generó la política económica de la clase dominante y la canalla golpista.
Militante de las primeras hornadas de miristas de Tomé, Juan no dudó allá por el 1969, en dar un paso al frente cuando el Comité Regional de Concepción solicitó voluntarios para irse a vivir al campo a realizar trabajo político en la Araucanía. Allá participa en la educación política y alfabetización de los campesinos Mapuches y en la organización del MCR [1], y sindicatos campesinos hasta cuando se desencadena la represión, contra quienes participan en las tomas de Fundos y la expansión de la Reforma Agraria, y debe regresar a Tomé.
Juan trabaja en la sección de Apresto de la Fábrica FIAP, junto a Ricardo Barra Martínez y Tránsito Cabrera asesinados por los esbirros de la dictadura, en Quebrada Honda camino a Tomé, por los oficiales de la Marina adscritos al Suiervicio de Inteligencia Naval : ANCLA 2, entonces comandada por el Capitán Ary Acuña de la II Zona Naval de Talcahuano.
En esa fábrica Juan integra uno de los primeros FTR[2] del país y participa en su Sindicato, para luchar contemporáneamente por una CUT Revolucionaria para los Trabajadores de Chile, y por la Participación de los Trabajadores en la Dirección y Gestión de la Empresa, cuando ésta con el Gobierno de Allende pasó al Área Social de la Economía del país.
Allí trabajaba nuestro compañero Juan, cuando sucedió el Golpe Militar y Tomé que ya estaba casi bajo Estado de Sitio desde antes, vio llegar camiones llenos de Marinos y de Infantes de Marina armados y en tenida de combate que proceden ocupar la ciudad, y la Fábrica es intervenida y tomada por el Teniente Silva, oficial IM del Ancla 2, quien tiene el mando de las Fuerzas en Tomé.
El primer detenido en Tomé esa mañana es Juan Figueroa Silva , una patrulla al mando del Teniente Silva ingresa hasta la Sección de Apresto lo detienen y lo llevan al patio central de la Industria, todos los trabajadores de todos los pisos se asoman a las ventanas para ver el espectáculo a que los había convocado ese Oficial infame. Delante de todos da orden a la patrulla de propinarle una golpiza brutal con patadas y culatazos hasta dejarlo sin aliento y sin que pudiera sostenerse en pie, como si eso fuera un circo romano, el militar desgraciado gritó algo así: es solo una demostración de lo que le pasaría a quienes se resistieran a las órdenes que desde este momento haremos cumplir como los nuevos dueños del país que somos.
Desde ahí se lo llevaron en camioneta a la Comisaría donde habían instalado un equipo de torturadores y siguieron torturándolo, ahora saber el paradero de su hermano José Figueroa “el Chico Figueroa”, quien había pasado a la clandestinidad porque el MIR en ese Comité Local, había decido ofrecer resistencia armada a la dictadura, y la mayoría de la militancia se había ido hacia los cerros aledaños y estaban preparando una estrategia militar unitaria para iniciar una resistencia armada a la tiranía.
Para Juan ésta situación se repitió varias veces hasta que su hermano y muchos otros militantes del MIR fueron capturados, pero eso dejó terribles huellas en su integridad física. Pasado el tiempo nuestro camarada Juan enfermó de adicción al alcohol. Por años luchó para salir de esa situación y a veces lo lograba y después tenía recaídas, era intermitente, se hizo varios tratamiento siempre después de un tiempo tenía recaídas, como sucedía a muchos enfermos alcohólicos como a mi padre “El Chano”. Cuando se acabó el trabajo en la Fábrica fue al PEM [3]. Sistema que continúa con los gobiernos democráticos pero ahora son llamados de otro modo y un poco mejor remunerados.
Cuando ganó el NO, cambió el periodo y la Concertación de partidos políticos, negoció con Pinochet una transición, entonces no se contemplaba reparar el daño causado por los agentes del estado y solo se hizo para los familiares directos de los Mártires de la dictadura con la Ley Rettig. Después se alcanzaron acuerdos para reparar a los exonerados políticos y Juan por su condición inestable de su enfermedad no hizo los trámites y quedó fuera de ese Programa.
Después se consiguió un Programa para los expresos políticos con la Ley Valech y de nuevo Juan no hizo nada y hay que decirlo, tampoco nadie lo ayudó. Después se reabrió por segunda vez la Comisión Valech para aquellos que no habían presentado sus casos anteriormente, y esta vez Juan con mi ayuda se presentó, pero esta vez fue el Estado quien le dijo que NO CALIFICABA. Y así murió sin haber recibido reparación al daño causado por el Estado.
Pero hoy despedimos Juan, y ya ni la dictadura militar, ni el estado de los poderosos podrían causarle más sufrimiento. Tus huesos quebrados descansan en tu tierra, cerca de los tuyos que cayeron antes.
Las futuras generaciones te harán justicia, a pesar de los partidos políticos que han traicionado a nuestro pueblo.
Y aunque nosotros lo hemos intentado, como ex presos políticos no fuimos capaces, el estado burgués es muy poderoso todavía, perdónanos por eso.
Camarada Juan Figueroa Silva, “Gumersindo”: Presente.
Descansa en Paz.
Chacha.
lunes, 28 de marzo de 2016
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Notas:
[1] Movimiento Campesino Revolucionario.
[2] Frente de trabajadores Revolucionarios, frente de masa organizados bajo la conducción del MIR.
[3] Programa de Empleo Mínimo, una modalidad de la dictadura absorber parte de la masa de trabajadores cesantes por el quiebre masivo de empresas que recibían un salario de media jornada para que no murieran de hambre.
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