La coyuntura política latinoamericana, marzo 2016 (*)

Por Manuel Hidalgo

En la reunión del G20 a fines de febrero se llegó a un acuerdo que provocó una caída del precio del dólar a nivel internacional, que también se refleja internamente en Chile. El dólar había llegado a estar cerca de 730, hoy está en 680, incluso 670. Ha bajado producto de la presión que se ejerció en el G20 por parte de China y otras economías, replanteándole derechamente a Estados Unidos: “Si usted continúa en su proceso de suba de la tasa de interés -se había hecho en diciembre pasado un primer ajuste y la Reserva Federal había anunciado hacer un segundo ahora en marzo y tres más este año, cuatro, en total- se puede generar una crisis recesiva mundial. Y la contraofensiva puede ser grave de nuestra parte”.

La primera alza de la tasa de interés, realizada a mediados de Diciembre 2015, tuvo un efecto recesivo fuerte. Tiró el precio del petróleo por debajo de los 30 dólares el barril. Empezó una situación muy jodida, muy complicada.

Hubo una reunión de la OPEP a nivel mundial, en que la OPEP por primera vez en estos años acordó un techo para la oferta mundial de petróleo, y Arabia Saudita incluso entró en ese acuerdo, de decir, a ver esta cuestión, no puede seguir bajando el precio del petróleo. Irán dijo, yo no puedo contribuir a ese acuerdo, pero lo veo positivamente.

Entonces se logra a nivel mundial, una situación en que los países que confrontan con Estados Unidos empiezan a tomar una cierta fuerza e hicieron esa presión muy fuerte a inicios de este año en la reunión, ya digo, de marzo del G20.

Y esto frenó a la Reserva Federal (el banco central yanqui) e hizo postergar la suba de tasas prevista para marzo. Y dijo, bueno voy a reevaluar la situación en junio o julio, en suma, la chuteó para delante.

Entonces la situación económica mundial ha tenido un pequeño alivio en ese sentido, la presión recesiva, digamos, se ha frenado momentáneamente, entonces ha habido un proceso de recuperación parcial, muy parcial de las monedas, de las otras monedas, incluidas las monedas latinoamericanas. Pero en sus efectos concretos, más allá de eso, en muchos países, las tendencias siguen siendo básicamente muy complejas y recesivas.

Así ocurre particularmente en nuestro continente latinoamericano y me gustaría pasar a eso más que seguir en una mirada del todo el planeta, veamos qué pasa en América Latina.

Bueno en nuestra América Latina en los últimos meses hemos tenido una continuación de un telón de fondo efectivamente recesivo. O sea, algo que está aconteciendo  y que afecta todo el desarrollo político, social, cultural en América Latina es que la recesión avanza a pasos firmes claramente.

Todas las economías, particularmente las sudamericanas están en caída libre. La CEPAL ya pronosticó que este año América Latina va a tener una caída de su producto, ni siquiera vamos a crecer cero, no, estamos con -0.3%  Y los países más grandes, México, Argentina, Brasil, están todos cayendo. Venezuela, ni hablar. Están todos cayendo. Países que se esperaban que tuvieran un 2% de crecimiento, o entre 2% y 3%, como Chile, ya están debajo de 2%. Perú también.

El único que salva, merced a su crecimiento de su mercado interno y una combinación adecuada, digamos, de sus políticas es Bolivia, pero está todavía esperando, yo creo, un crecimiento entre 4 a 4,5%,  4% creo yo lo más probable. Pero los demás estamos realmente muy ahogados.

Y bajo ese telón de fondo económico, la ofensiva imperial, como ustedes saben, fuerte en relación, no solamente en la cosa económica, en la comercial está el avance de este proceso de suscripción del TTP, ¿no? con el cual están plegando, no solamente a la Alianza del Pacífico, sino fortaleciendo la acción de la Alianza del Pacífico para quebrar la integración regional con soberanía, digamos para vertebrar a la región en su alianza contra China, porque el TTP es una alianza geopolítica contra China.

No solamente un tratado que maniata la soberanía económica de los países que lo suscriben, sino que políticamente, geopolíticamente los pone contra China con un tratado para relacionarse comercialmente en forma ventajosa los países del Pacífico americano con los del Asia Pacífico, sin China. Ese es el TTP.

Entonces, y eso ha caminado, está en un punto más bien en que tiene que ser aprobado por los parlamentos de los distintos países y la batalla política, por ejemplo en Chile, como en Perú y en México es lograr derrotar esto en los parlamentos.

Derrotar esto en los parlamentos con una movilización popular que ponga atajo a esto porque los gringos por esta vía aspiran derechamente a revertir la derrota que sufrieran en el 2005 con el ALCA 10 años después, cuando su intento de integración del continente bajo su hegemonía fue derrotado, como ustedes saben, por la oposición no solo de Venezuela, sino de Lula en Brasil, de Kirchner en Argentina, y eso plegó al resto de América latina para parar ese intento.

Bueno, este intento es un intento nuevo, mayor, en otras condiciones y vienen para esto trabajando en esa dirección.

Ahora, lo complejo de esa operación de los gringos es que han logrado, efectivamente, en este contexto recesivo, una movilización, a partir de su influencia en los medios de comunicación, de las oposiciones políticas de los llamados gobiernos progresistas, bolivarianos y nacional populares de América Latina.

Y esa acción comunicacional ha logrado movilizar las aspiraciones y demandas de una clase media, entre comillas, porque en realidad son sectores medios, incluso sectores trabajadores, culturalmente ganados por el discurso neoliberal. Básicamente un consumismo, unas aspiraciones de mayores prestaciones sociales; prestaciones sociales, que en estos años crecieron pero enfocadas a los sectores de extrema pobreza, no a sectores de la “clase media”. Entonces la “clase media” dice, “no acá todo se da para los sectores de extrema pobreza y a nosotros ¿qué? A nosotros que nos parta un rayo”.

Y en medio de todo, esos sectores, han sido movilizados en función de demandas diversas, que, en Brasil fue el tema del pasaje, después el tema de la corrupción gubernamental. Y han ido movilizando sectores con menores grados de politización y provocando derrotas electorales que en parte también han sido aprovechando los propios errores y debilidades cometidos por los gobiernos progresistas y nacional populares.

No solamente perdimos la elección en Argentina por esto. Porque, en realidad el último gobierno de la Kirchner ya fue lamentable en muchos aspectos, claramente. Medró, debilitó su propia base popular. De tal manera que muchos sectores de la izquierda argentina, aunque fueran minoritarios, se restaron obviamente de apoyarla y entonces obviamente sufre una derrota.

Después la derrota de Maduro en las elecciones municipales, aprovechando el desgaste provocado por la guerra económica de desestabilización que los acosa y los errores cometidos por el gobierno en su manejo cambiario –del dólar- que repercute en una elevada inflación, que daña los ingresos populares. Y la última derrota que es el referéndum boliviano, que fue casi un autogol. Es decir, una de las peores ideas que se le pudo haber cruzado por la cabeza al MAS y a Evo Morales de haber llamado a ese referéndum. Yo no sé, la oposición siempre estuvo dividida y esa división en la oposición favorecía obviamente la hegemonía del MAS. En ese contexto llamar a un referéndum, cuando todavía te quedan 4 años más de gobierno, tirarlo ahora para que te permita reelegirte, es absurdo, nada lo reclamaba, nada lo pedía.

Algún asesor, alguien le dijo a Evo, este es un momento alto de tu popularidad, asegurémonos que te puedas reelegir, por tercera vez y se propicia una situación absolutamente absurda, que es unificar a toda la oposición para eso y aparece claramente la acción de la inteligencia política norteamericana en todo eso. “Ah, encontrémosle alguna yayita con la cual tirar abajo a este gallo”. Y le encontraron una amante de hace años atrás. Más la telenovela del hijo que habría tenido con ella. Un hijo que no se sabe si está vivo o no, si nació; si es hijo de él o no es de él. Una mujer que luego se habría enriquecido como empresaria en negocios con China.

A propósito de eso, hay una película muy buena que revela cómo operan estas agencias de asesoría y márketing político y de manejo comunicacional yanquis, “Experta en Crisis” con Sandra Bullock. Casi un documental de cómo operaron en 2001, para lograr que ganara las elecciones presidenciales en Bolivia Gonzalo Sánchez de Losada

Detrás de Jaime Paz Zamora y de Gonzalo Sánchez de Losada hubo equipos de marketing político manejando las encuestas y la opinión pública. Incluso se ve, con otro nombre obviamente, la aparición en ese momento de Evo Morales, que va salió tercero en esa elección. Pero la forma en que te muestran cómo operan para lograr los resultados electorales, es impresionante. La película es una clase de educación política sobre eso.

Tanto en Chile como en todos nuestros países latinoamericanos, en las distintas elecciones de carácter nacional, desde hace algunos años, hay agencias de esta naturaleza manipulando activamente el debate, los medios, las encuestas y los resultados en función del interés de las clases dominantes, encabezadas por el imperialismo.

Bueno, obviamente la derrota de Morales ha sido un golpe al que, probablemente, es el gobierno con mayor solidez de respaldo ciudadano de todos estos procesos, porque la verdad es que Correa está mucho más debilitado, tienen mucho más fuerza los movimientos sociales que lo confrontan, partiendo del hecho de que él no tiene una fuerza política similar a la del MAS  detrás de él. Alianza País es una mezcolanza mucho más heterogénea.

En el proceso boliviano es donde aparece más clara la experiencia de lograr un cambio en la hegemonía política e ideológica a nivel país. Pienso que ese es el resultado más importante del gobierno de Morales hasta ahora, el avance en la instalación de una nueva hegemonía, ¿no? de una nueva hegemonía político cultural.

Que hoy día sea una exigencia para ser ministro, en Bolivia, no solamente hablar castellano sino hablar una lengua indígena, ya sea quechua, aymara o guaraní, no quiero decirte lo que significa.  Tú lo ves incluso cuando ves a los hermanos indígenas en Bolivia, muy empoderados desde cómo levantan la mirada al cruzarte con ellos. Es decir, es otra cosa, es otro país ese del que tú conociste antes. Y eso no tiene retroceso.

No tiene retroceso y eso es un fenómeno que en los países de fuerte raíz indígena, como Perú, como Ecuador, como Guatemala o México, es decisivo. El día que tú empoderas a nuestros pueblos indígenas y dejan de mirar para abajo, de agachar la mirada ante el blanco, caramba, la cosa cambia, sin que se arme además, por otra parte, un estado de guerra. Hay una tensión salvaje que todo ese cambio genera, no se puede negar. Pero la gracia es que no hay guerra y no hay vuelta atrás.

Y eso ocurre cuando, finalmente, la minoría blanca va asumiendo que en realidad la mayoría son indios, y hay que acomodarse con esa situación, cómo será esto. Eso es todo un reto, y creo que la cosa ahí en Bolivia pues ha logrado un avance sustantivo.

Ahora, pasada la situación boliviana, la tensión hoy día fuerte está frente a los próximos procesos que están viendo. El más agudo de ellos por lejos, y de mayor preocupación, es lo que está pasando en Brasil. En Brasil los intentos de la oposición política para enjuiciar políticamente a la presidenta han avanzado paso a paso sostenidamente.

Ha habido un primer intento, fracasó. Va un segundo intento ahora, ¿no? Se ha complicado y ampliado la maniobra incorporando, digamos, a la carta de salida de todo el PT, que es Lula. Y han encontrado antecedentes como para enjuiciar a Lula. Y de hecho un juez, Sergio Moro me parece su nombre, muy mediático, hizo detener de una manera filmatográfica a Lula para llevarlo a declarar. Digamos, lo hizo detener con un operativo mediático, incluso con acceso a la televisión, sin ninguna necesidad de hacerlo, sencillamente para humillar a Lula y demostrar entonces que el poder judicial está obrando sin contemplaciones.

Y la situación se ha puesto bastante complicada. Frente a eso, la manera de preservarlo, de blindarlo políticamente era nombrar ministro a Lula. Entonces la presidenta lo nombró ministro, pero ahora también hay impugnaciones a ese intento de nombrarlo ministro. Y entre el 13 y el 18 de marzo se han realizado marchas callejeras de la derecha y también de los partidarios de defender el proceso que reflejan una intensa polarización en medio de la crisis económica y política.

El 18 de marzo, en la manifestación en defensa del gobierno, Lula habló y denunció un golpe de estado mediático judicial.  Es decir, aquí hay un intento de terminar de derrotar políticamente al PT y a los gobiernos que en Brasil, encabezados por el PT, hicieron un proceso, con todas sus contradicciones, igualmente un proceso de cambio, con repercusiones no solamente para Brasil, sino para toda la región.

Entonces, efectivamente lo que pasa en Brasil no importa solamente al pueblo brasileño, nos importa a todos. El cerco y la contraofensiva liderada por el imperialismo apuntan a  impedir que la hegemonía norteamericana pierda peso en nuestro continente, a recuperar sus posiciones y para ello, precisan liquidar el proceso de cambio en Brasil, porque ellos saben que un Brasil integracionista es la cabeza de una hegemonía distinta en América Latina. El peso específico de Brasil ha sido decisivo para crear UNASUR y CELAC, por su peso político, económico, militar y diplomático.

La operación del imperialismo ha sido amplia y en una maniobra de pinzas. Tienen cercado al proceso de cambio en Venezuela. Tienen cercado al proceso en Argentina y ahora van sobre Brasil. Si liquidan a Brasil quedamos en una situación bastante asfixiante.

Están complicados los BRICS también. Porque obviamente toda esa maniobra, en definitiva apunta a la lucha de EEUU por mantener su hegemonía mundial, en contra de China, Rusia y las demás potencias emergentes agrupadas en los BRICS. Los chinos saben que su puntal aquí es Brasil y que con eso la región apuntala sus aspiraciones de zafar de la hegemonía estadounidense.

Y ha habido toda una discusión sobre si esto era un fin de ciclo o no, la importancia de los procesos político electorales, y si está cambiando el panorama de la región o no.

Yo creo que la reflexión tiene que realizarse a partir de dos conceptos fundamentales: de los conceptos sobre procesos de cambio y sobre movimientos populares.

Por un lado, pensando en procesos de cambio, que no son meramente cambios gubernamentales, ¿no? Los procesos de cambio son multidimensionales y se juegan en muchos espacios. Por lo menos en 4 espacios.

Alguna vez cuando escribí “La lucha por América Latina en un cambio de época”, el último artículo que escribí para Amerindia, a fines del año 2012, mencioné 4 procesos que eran fundamentales en función de construir una nueva América Latina y que tiene que ver con las dimensiones de los procesos de cambio.

El primero es la dimensión ética y cultural, si se quiere, de la batalla de las ideas, la batalla en las conciencias, donde nosotros combatimos contra la cultura de la muerte y de la mercantilización del sentido de la vida.

Y nosotros luchamos por una cultura, no solamente de la vida, sino por una cultura celebradora de la vida y, por lo mismo, constructora de una humanidad distinta. Esto del buen vivir, si se quiere, como paradigma. Nuestro paradigma cultural, espiritual, es decir, el paradigma del buen vivir, que es celebración de la humanidad y del vínculo con la naturaleza. Entonces estamos instalando otra cultura.

Y obviamente, en esta primera dimensión, hay que decir, no estamos ganando la batalla y esto está siendo determinante en esto que estamos pasando. En la parte cultural, ideológica digamos, hay importantes sectores de nuestros pueblos que aún siguen presos del consumismo, del clientelismo y a veces, incluso, los caudillismos o mesianismos de nuestros propios dirigentes o gobernantes no ha ayudado mucho a que salgan de eso.

Y es que no se asume más bien el protagonismo de los pueblos, culturalmente también, en la construcción de un nuevo horizonte político latinoamericano. Y eso es decisivo para construir una nueva hegemonía.

La batalla que nos están ganando, lo están haciendo desde los medios de comunicación, incluso desde las redes sociales. Ni el imperialismo ni las fuerzas políticas de derecha latinoamericanos tienen real fuerza política. Su capacidad de convocatoria en las marchas pasa más por las redes sociales, cuando ellos manejan discursos, mensajes tirados desde los medios de comunicación y desde las redes sociales, para  complicarnos la vida y para responsabilizarnos de las crisis del capitalismo, de las limitaciones y secuelas que esas crisis traen para el manejo económico de los gobiernos en medio de esta coyuntura.

Es decir, ellos han usado muy bien sus aparatos comunicacionales e incluso las redes sociales para tirarnos a la gente despolitizada, que no entiende nada del contexto histórico, a la calle, contra nosotros. Su fuerza de masas es esa.

Y nosotros no hemos avanzado en politizar a nuestros pueblos.  Nosotros, en los procesos nacionales populares, muchos de ellos, en los menos avanzados, ¿qué significó? Básicamente, asistencialismo público: el bono familia en Brasil, los bonos que daba la Cristina en Argentina, los bonos que dan Evo o el mayor gasto social que ha hecho Correa. Que son una copia de los bonos que se dan acá. Claro, es darle a la gente solución a sus problemas más urgentes, está muy bien eso. Pero lo jodido de eso es que eso no construye protagonismo. Crea dependencia y clientelismo no más. Crea dependencia del mayor gasto público. El día que no tenemos plata para el gasto público, hasta ahí no más llegamos.

Entonces la gente empieza a decir, uy, ¿Cómo es la cosa? Y no falta el populismo autoritario. Hoy día aparece el populismo de derecha. Que te dice, yo te consigo esto, con recursos conseguidos rematando cosas del estado o del capital financiero interesado en el recambio.

Y en ese sentido tenemos que saltar de una conciencia clientelar, asistencialista, a otro tipo de conciencia y ahí estamos mal. Nos falta. Estamos bastante mal. La conciencia más bien de otro tipo de cambio, que tenga por eje no solamente mayor justicia social, sino mayor protagonismo para crear otro tipo de relación económico social, si tú quieres. Otro tipo de economías también, basadas más en la autogestión, basadas mucho más en otro tipo de cosas, la cooperación, la complementariedad, la solidaridad. Eso ha avanzado re poco y estamos ahí fallos al caldo.

Una segunda dimensión de los procesos de cambio pasa por reconstituir y potenciar el protagonismo popular desde abajo. En el artículo que escribí en diciembre 2012 y que ya mencioné, escribí al respecto: “El factor determinante de la profundidad y perdurabilidad de los cambios políticos es el grado de constitución de los pueblos y movimientos populares en sujetos históricos; esto es en pueblos dotados de una identidad y resueltos a construir un proyecto político capaz de ganar la adhesión mayoritaria de la población”.

Y en estos años, ese proceso de constitución de los movimientos populares y de su protagonismo ha tenido pausas y hasta retrocesos incluso en algunos países, como es el caso de Argentina, donde los Kirchner cooptaron a una parte del movimiento piquetero y se fraccionó la CTA, que era la central sindical más autónoma y progresista. Se fraccionó también el Frente Popular Darío Santillán, una organización surgida luego del 2001.

O en Ecuador, donde Correa ha perseguido como terroristas a la CONAIE y al movimiento ecologista. O en Venezuela o Bolivia, donde una parte importante de los cuadros dirigentes de los movimientos sociales han sido incorporados a labores de gestión gubernamental, con el consiguiente debilitamiento de la capacidad de dirección en los movimientos sociales.

Sin retomar el proceso de fortalecimiento, de reconstitución de los movimientos populares no podremos superar esta coyuntura histórica. Quizás la crisis recesiva mundial y los retrocesos que podamos experimentar incluso a nivel político electoral tengan un efecto de acicatear la conciencia, la organización y la movilización de los pueblos y movimientos sociales desde abajo. Y volvamos a salir a las calles, a los caminos, no sólo a defender lo avanzado sino que imponer nuevos cambios.

Ahora, eso está conectado también con la unidad y las alianzas políticas con que avanzamos, en la tercera dimensión, que es la político electoral y el uso contrahegemónico del estado. Alianzas políticas y sociales. O sea, otro tema esencial es qué tipo de bloque de poder armamos para ir avanzando en un proceso de cambio. Y en muchos de estos gobiernos, en los nacional populares, todos ellos lograron acceder al gobierno en alianza con sectores del empresariado.

Lula entró a gobernar aliado con el PMDB, un sector de la derecha tradicional brasilera. Los Kirchner, ni hablar, también estaban aliados con sectores del empresariado. Correa mismo hoy está aliado con un sector del empresariado. En Venezuela se habla de la boliburguesía, o sea empresarios vinculados con la revolución bolivariana. Y hasta en Bolivia también.

Esas alianzas fueron y son más fuertes en los gobiernos nacional populares (Argentina, Brasil, Uruguay); mientras en los gobiernos bolivarianos (Venezuela, Bolivia, Ecuador), se trata de una alianza más circunstancial, porque tienen un origen y una base más popular.

Pero la verdad es que esas alianzas hoy día están resquebrajadas, claramente están operando en contra, han sido fuente además de corrupción de los propios gobiernos.  Por ejemplo, los Odebrecht eran aliadísimos de Lula. Que hoy día lo tengan preso a  Marcelo Odebrecht, por el caso “Lava Jato” es grave. En su libro “Brasil potencia”, Raúl Zibecchi mostraba la profunda relación entre Lula y la Odebrecht, que es una de las tres constructoras  más grandes del Brasil, una inmensa empresa. Acusada hoy de coimear a los políticos para obtener contratos y financiamiento preferente desde el BNDES, el mayor banco estatal brasilero.

Y eso habla de la necesidad más bien de recomponer las alianzas políticas y sociales para encarar la continuidad de esto. Y recomponer sobre la base de un nuevo proyecto político económico y de un mayor protagonismo popular, desde abajo. Sin recomponer eso, efectivamente, yo creo que vamos a tener derrotas en este tercer terreno, que es el político electoral. No solo hemos tenido derrotas, sino que vamos a tener más derrotas.

Si usted piensa qué va a pasar en Perú, por ejemplo, el próximo mes de abril. Las encuestas dan unánimemente como favorita, con más del 30% de la intención de voto a Keiko Fujimori, la hija del ex dictador, Alberto Fujimori. Que, dada la dispersión de los votos en un clima de profunda desconfianza del electorado, se da por descontado tendrá que esperar a vencer en la segunda vuelta electoral al candidato que salga segundo en esta primera votación del 10 de abril.

De los 4 candidatos que la seguían en las encuestas hasta fines de febrero, dos han sido sacados de carrera por el Jurado Nacional de Elecciones, por prácticas de cohecho uno (César Acuña) y por incumplir el procedimiento establecido para ser nominado candidato por una organización política el otro (Julio Guzmán).

Keiko Fujimori es la cabeza aparente de la mafia política fujimontesinista. Una mafia surgida del gobierno de su padre y que ha conservado ascendiente merced a la compra de voluntades y adhesiones con dinero, además del clientelismo de quienes se vieron beneficiados por las obras de infraestructura social del primer gobierno de Fujimori. La otra mafia política es la aprista, liderada por el dos veces presidente del Perú, Alan García. Éste ganó las elecciones de 2006 en segunda vuelta, justamente contra Keiko Fujimori, pese a haber salido segundo en la primera vuelta electoral.

Y es que si el fujimorismo conserva por años un tercio del electorado, el antifujimorismo es lo que más identifica a una sólida mayoría de la población. Por esto, se dice que lo clave de estas próximas elecciones es saber quién saldrá segundo en la primera vuelta. Lo que está todavía por definirse.

Los candidatos, más allá de Keiko Fujimori, que levantaron desde las clases dominantes lideradas por los gringos se han ido cayendo. Así que el que se ha convertido en la segunda opción electoral es Pedro Pablo Kuczynski, un tecnócrata, que ha estado vinculado a la gestión económica neoliberal en el Perú desde los años de Fujimori, fue ministro en el gobierno de Toledo y con mucho currículum, conocido tanto por los grupos económicos peruanos como chilenos. De apellido no solamente polaco, sino de nacionalidad estadounidense-peruana. Es un gringo peruano. Igual que Fujimori era japonés peruano, este es estadounidense peruano. Un gringo, como Gonzalo Sánchez de Losada. Que habla igual que él, por si acaso. O sea, habla como gringo. Y que para candidatearlo lo han vestido de indio y ese tipo de maniobras ridículas.

Tercero en la intención de voto en las encuestas está Alfredo Barnechea, de Acción Popular, una antigua y debilitada fuerza política construida en torno al también dos veces presidente del Perú, Fernando Belaúnde. Es un tipo relativamente honesto, con posturas reformistas de corte nacional desarrrollista.

Y cuarta, Verónika Mendoza, una candidata joven que levanta el Frente Amplio. Una agrupación que, por primera vez después de muchísimo tiempo, logra la unidad de la mayoría de la izquierda peruana. No una unidad total, porque hay otros dos candidatos de la izquierda más chicos. Pero que ha congregado a Tierra y Libertad, del ex sacerdote Marco Arana, y otras fuerzas de la vieja y nueva izquierda peruana, incluyendo los PC.

Verónika es una antropóloga cusqueña, doctora en La Sorbonne de París, traída por los Humala al Perú hace 6 años atrás. Conocida por ellos cuando pasan por Francia antes de ser gobierno, viene con ellos, se mete en política por primera vez, sale electa congresista y apenas ve que Humala es un oportunista, un traidor, en los primeros meses de gobierno se sale de ahí y empieza a tener posturas que la van identificando como una mujer claramente de izquierda. Fue electa candidata en unas primarias inéditas en la política peruana, realizadas por el Frente Amplio; que ha levantado además un Programa de Gobierno de corte claramente antineoliberal y de cambio político, económico y cultural.

Quinto, sin posibilidades de salir electo, Alan García. Y más atrás aún, Alejandro Toledo. Ambos acusados de corrupción, lo mismo que el presidente Ollanta Humala, por recibir sobornos y coimas desde la Oderbrecht brasilera en los últimos 15 años.

La expectativa de pueda pasar algo distinto es que Barnechea y Mendoza fusionaran fuerzas, ojalá con liderazgo de la Mendoza, para que hubiera algo en disputa. De lo contrario, la elección va a estar entre la mafia fujimontesinista y Kuczynski. Y si es así, el próximo presidente es Kuczynski.

Personalmente, yo estoy con Verónika, y creo que es una apuesta para el futuro. No creo que haya fuerza social suficiente hoy para llevar adelante un proceso de cambios radicales en el Perú. Creo que la izquierda peruana tiene que pensar en fortalecer su construcción y trabajo de base, para ser alternativa real en unos 10 a 15 años más.

El Perú es un país demolido, sin instituciones ni partidos políticos. Altamente desintegrado y fracturado socialmente y con los más altos niveles de desconfianza política y social de América Latina. La corrupción secular ha permeado al conjunto de la sociedad y ha naturalizado el cinismo, el transfuguismo político, el oportunismo.  Todo lo que configura un escenario muy complejo, de un muy arduo trabajo para recomponer la unidad de los pueblos en Perú y su protagonismo.

Es por ello que poco o nada podría hacer un gobierno de izquierda que fuera electo, sin fuerza social real detrás. Y esto mismo pasa en este momento en otros países de América Latina. Lo que le da a Morales en Bolivia una posibilidad distinta, es que tiene fuerza social real detrás, lo que ni siquiera Correa tiene. Esa es la diferencia, porque para confrontar con el imperio, para confrontar con los empresarios, tú necesitas tener fuerza atrás, porque si -por ejemplo-, tú les tiras un impuesto más fuerte como intentó hacer Correa hace algunos meses atrás, y les sacas la cresta y les dices, saben qué más, yo les voy a cobrar más caro, te jodiste, porque te arman una campaña de desinformación y te sacan gente a la calle a protestar. Y no puedes concretar las medidas. Si no tienes fuerza social, que se movilice para imponer esas medidas, estás jodido.

Por más que tengas a China que te puede ayudar, no te basta, necesitas fuerza social real atrás. Y hoy día, Evo en Bolivia la tiene, Maduro todavía tiene un resto, Correa tiene su poquito menos y los otros no tienen nada. En Brasil, Dilma perdió hasta su equipo, la gente está saliendo en defensa de la democracia, más que del gobierno. Porque saben incluso que Dilma está medio entregada, que ya puso en el ministerio de economía a un neoliberal, a un tecnócrata de confianza de la derecha empresarial.  Por esto el mensaje de los que se han movilizado en defensa del proceso en Brasil,  es decirle a Dilma, “si sigues entregada al enemigo, no te quejes si te desplazan”.

Lo otro es cómo los pueblos van a procesar la responsabilidad de las consecuencias de la crisis que se viene a nivel mundial, las pérdidas de empleo, la contención salarial, la disminución del gasto social, la postergación o reversión de las conquistas sociales. Y dados los niveles de conciencia imperante, no me cabe duda que culparán a los gobernantes de turno, sean estos los que sean.

Yo estaba explicando esto ahora a los trabajadores de base de la minera Los Pelambres, hace tres días atrás en la Serena, yo les decía: “Compañeros, este año, por si acaso, el precio del cobre va a irse derrumbando, va haber una crisis del porte de una catedral, pero, por favor, no piensen ustedes, ni siquiera por asomo que esto tenga que ver ni con la presidenta, ni con el ministro de hacienda chileno, ni con el Banco Central chileno, aquí el que crea que la crisis que va a venir algo tiene que ver con las autoridades locales o con los procesos de reforma laboral, constitucional, es que no entiende ni jota de lo que está pasando”.

Porque por si acaso esta crisis está digitada desde la Reserva Federal y si ustedes no saben quién es la Reserva Federal, tendría que decirles que no es una institución estatal gringa, sino que es el poder financiero de Wall Street, son unas 20 familias, ahí están los Rockefeller y los Rothschild.

Les puedo contar quienes son los dueños del poder real en el mundo, ellos van a provocar la crisis mundial, y ¿para qué? para quebrar el mundo y comprarlo en remate, y ¿para qué? para concentrar más el poder, porque no quieren perder el poder y están amenazados de ser desplazados por otros bloques de poder que están en otra parte del mudo y en su locura están haciendo esto.

Y por si acaso aquí, las autoridades económicas no hacen otra cosa que mirar para allá. El Banco Central Chileno, mira a la Reserva Federal (Fed) para ver si subimos o no la tasa de interés. Si la Fed la sube, subimos también nosotros. Si posterga la suba, hacemos lo mismo. No tenemos la más mínima soberanía en nuestro manejo económico, ninguno de los países que estamos dentro de la órbita del capitalismo neoliberal.

Es así, o sea, es una cosa así de ridícula, pero la gente no entiende ni jota y, como la gente no entiende ni jota ¿a quién culpa? al que esté gobernando. Es por eso que yo espero que en Perú como en otros países, ojalá para gobernar en estos años, elijan a un neoliberal, sobre el que la población descargue sus broncas y sus iras.

De esta recesión nadie se salva y le van a echar la culpa a quien esté gobernando. Lo que tienen que hacer, por ejemplo, en la izquierda argentina es empezar a responsabilizar a Macri de todas las miserias nuevas y antiguas del capitalismo neoliberal.  Es lo que hay que hacer, aprovechar al máximo la coyuntura que se viene, para en el contexto de la efervescencia social espoleada por la crisis, volver a encarar la reconstrucción y el fortalecimiento de los movimientos populares.

Hoy día, electoralmente, no importa mucho que vaya a pasar, y hay que dedicarse a resolver, y ahí está la otra palabra clave, la construcción de movimientos populares. Proceso de cambio y movimientos populares.

Aquí, para hacer un proceso de cambio, no es que necesitas una alianza política, no es que necesites movimientos sociales, lo que necesitas es un movimiento popular.

¿Qué es un movimiento popular?

El concepto de movimiento popular es esencial, porque un movimiento popular es un bloque político, económico, social, cultural, de un pueblo o de un conjunto de pueblos que quieren ser sujetos de su historia. Eso es lo que en Chile existió para el tiempo del compañero Allende y que a uno lo hacía entusiasmarse.

El que estaba haciendo el proceso no era simple y solamente un líder, un presidente de la calidad política de Allende, no era una alianza política con fuertes partidos de tradición obrera, la Unidad Popular, sino que también existía una izquierda revolucionaria, el MIR, empujando la movilización y organización de los pobres del campo y la ciudad, que tenías movimientos sociales –sindical, campesino, poblacional, estudiantil, etc.- con creciente fuerza y creatividad, tenías un pueblo que tenía cultura e identidad propia. Un pueblo que era protagonista, porque estaba en la pelea.

Es un pueblo que sabe que él la está llevando y que incluso tiene un sueño de país. Eso es un movimiento popular. Que claro, tiene liderazgos culturales, económicos, políticos y sociales, y tiene fuerza. Tiene también sus contradicciones y sus debilidades, que se van reflejando y resolviendo al fragor de las luchas.  Para llegar a ese punto, pasó claro medio siglo casi de construcción.

Los movimientos populares son resultados de décadas y por eso, por eso también que es necesario reflexionar, ¿cuántas décadas llevamos ahora de construcción de movimiento popular en América Latina?

Los movimientos sociales, pueblos indígenas y fuerzas políticas que enfrentan la ofensiva neoliberal de los 90, comenzaron a construirse, los primeros, en Bolivia, en Ecuador, en Venezuela, a fines de los 70, maduran en los 80 y en los 90 entran a hacer contrapeso a las reformas neoliberales, las frenan en algunos países y después de eso empiezan a cobrar mayor madurez política y se empiezan a proyectar nacionalmente.

Esta lucha es catalizada y  proyectada en el escenario político institucional por fuerzas políticas y liderazgos que emergen en ese contexto, pero sin que sean estrictamente ellos los que inauguran el nuevo ciclo de ascenso de las movilizaciones populares ni los procesos de cambio. Lógicamente, sí, con los triunfos electorales que se suceden en Venezuela, Brasil, Argentina, Bolivia, Ecuador, Uruguay, Paraguay, va madurando un cambio de la correlación de fuerza a nivel nacional y continental.

Hoy día, esa marcha de construcción de movimientos populares hay que retomarla. Sin fortalecer los movimientos populares, fortalecer sus proyectos, fortalecerlos culturalmente, fortalecerlos políticamente, fortalecerlos en su capacidad de crear proyectos de país distinto, estamos jodidos. Es una cosa mucho más complejas.

Y en ese sentido también, una cuarta dimensión muy importante que en esto se juega, es la dimensión latinoamericana. Porque los movimientos populares deben tener una mirada regional, continental, tienen que ser movimientos populares latinoamericanistas.

Y hay que decir que los liderazgos que han ido surgiendo y algunos cayendo, como Berta Cáceres, en Honduras, tienen esta conciencia. Ella participaba de la Articulación Continental de Movimientos Sociales hacia el ALBA. Muchos de los compañeros que hoy día están a la cabeza de movimientos sociales, como el MST, Joao Pedro Stédile  y todos sus compañeros y compañeras tienen una conciencia latinoamericana fuerte.

Y es una conciencia latinoamericana porque sabemos que cualquier avance parcial que logremos en cada uno de nuestros países sólo se sostiene si tenemos correlación de fuerzas continental. Por eso es que es tan decisivo lo que pasa hoy en Brasil, se cae Brasil, y no va haber gobiernos progresistas que se sostengan. Ni el boliviano, nos vamos todos a la cresta.

¿Cómo está la situación en Chile? Creo que estamos pasando por una situación bastante crítica sin que emerja ni se cristalice la aparición de un germen claro de movimiento popular. Con mucha dispersión de los movimientos sociales y de las pequeñas fuerzas políticas de una izquierda anticapitalista. Hemos perdido tiempo, no logramos cuajar y lo único bueno que nos pasa es que los que nos dominan están peor de desorientados que nosotros o más o menos igual.

Este es un país a la deriva, en la medida que las propias clases dominantes locales no tienen claro cómo hacer frente a la recesión mundial que se viene, no tienen claro cómo parar el proceso de crisis política que se ha desatado con la revelación del extendido financiamiento empresarial de la política y la crisis de legitimidad del modelo neoliberal con la acumulación de evidencias no sólo de la enorme desigualdad del ingreso que prevalece sino que de las prácticas de colusión en los mercados con las que han abusado largamente de todos los consumidores.

Nadie sabe, qué va a pasar ni siquiera con la reforma laboral ni con el proceso constituyente. Nadie sabe qué va a pasar en las próximas elecciones municipales. Veamos, económicamente ¿sabemos lo que va a pasar? Pregúntale a Valdés, no tiene idea. No sabemos si llegaremos a un 1,5% de crecimiento. El Banco Central no sabe si va a tener que subir la tasa de interés o bajarla, lo más probable es que siga subiéndola, si sigue subiendo la tasa de interés más se frena la inversión, más se frena el consumo. O sea, que hay más recesión.

Y en Chile, podría haber más inflación, porque parece que el desempleo no crece mucho y los salarios todavía siguen subiendo un poco. No sabemos si va a ver inflación y vamos a ver qué hace la Reserva Federal, si ellos no suben, no subimos, si suben, vamos a tener que subirla. Porque sino, el dólar se nos dispara, entonces está todo absolutamente paralizado. La inversión en Chile sigue cayendo, el consumo va a seguir cayendo. Yo digo que el desempleo va a subir. Y después de un rato los salarios van a empezar a no crecer, porque eso es así.

Yo espero que entonces el malestar social se vuelque a las calles más amplia y violentamente. Bueno ahí ustedes saben, fuera de las conversaciones, hay una convocatoria de la CUT a paro nacional este 22 de marzo. Vamos a ver qué pasa. Supuestamente contra la Reforma Laboral.

Pero, estamos en una situación  de desastre político, ustedes saben, está hecho pedazos el sistema político, la credibilidad, no solamente de la presidenta, sino de los partidos políticos.

En las últimas semanas, incluso se están cuestionando medidas tomadas durante el gobierno de Piñera.  Apareció un correo de Contesse, el ejecutivo de Soquimich a Longueira dictando un texto que se aprobó dentro del ajuste tributario al royalty y que favoreció a la empresa, que retribuyó este servicio con una coima millonaria a Longueira. Por razones similares está cuestionada la Ley de Pesca, porque se sabe que fue a pedido de CORPESCA. Y hay una petición en la Cámara de diputados, pidiendo la revisión de la Ley de Pesca y ahora va haber otra sobre el tema del Royalty, a raíz de esto. Así están desfilando ante los tribunales y ante la fiscalía no solamente Longueira, sino que Larroulet, y posiblemente termine yendo el propio Piñera.

Por el lado de la izquierda,  el MEO está jodido, ahora le apareció que el avión con el que recorrió el país en su campaña anterior se lo puso también la Odebrecht brasilera.  Entonces, buena parte de la casta política está enjuiciada. No hay cartas políticas.

En la DC, Soledad Alvear con el Gutemberg Martínez, con los Walker y la derecha democratacristiana tienen capturada la DC, y la DC está jugando un rol central en la neutralización de todo el proceso de reformas que se propuso este gobierno. Están felices  porque obligaron a modificar la ley sobre el aborto, han contribuido a desfigurar la Reforma Laboral a favor del empresariado, como ya antes limitaron las reformas educacionales y tributaria.

Entretanto, la izquierda no aparece a nivel nacional. En seminarios en diciembre y enero de este año, se está dando conversaciones para conformar un solo referente de la izquierda de origen universitario. Es decir, están buscando converger la Izquierda Autónoma de Gabriel Boric, con Revolución Democrática de Giorgio Jackson, con otro grupo Convergencias de Izquierda y un grupo vinculado a Cristián Cuevas, que fue alguna vez dirigente sindical comunista entre los contratistas del cobre.

En un proceso similar y paralelo, la izquierda de origen y presencia poblacional anda en los mismo. El MPMR, el partido Igualdad y otros grupos menores han formado un referente que se llama Pueblo Unido. Para participar en principio en las próximas elecciones municipales.

Estos procesos de convergencia muestran un mínimo de racionalidad por lo menos, están reconociendo que somos pocos y que es fundamental avanzar en la unidad, lo que es positivo.

Sin embargo, el gran ausente de estos procesos de construcción hacia un nuevo movimiento ´popular, y -esto es clave-, no solamente en Chile, sino en América Latina, es la clase trabajadora, los trabajadores asalariados.

Los procesos transformadores en América Latina de estos últimos años, incluso los que se han vivido en Venezuela, en Bolivia, en Ecuador, no han tenido como protagonista central a la clase trabajadora.

Bueno, hay que decir que en la vertiente andina de Suramérica, la clase obrera industrial como tal nunca fue muy extendida, ni en Ecuador, ni en Bolivia, ni menos en Venezuela. Porque en esos países como en Perú, no hubo procesos de industrialización que alcanzaran sobrepasar la industria de baja tecnología. Han sido y son países agro-mineros o petroleros. Los trabajadores mayoritariamente allí son de servicios más que fabriles. Son empleados públicos o de servicios como el comercio, las finanzas, el transporte. Esto mismo pasa hoy en Chile.

Los protagonistas sociales en estos países han venido siendo los pobres de la ciudad y del campo, los pobladores pobres, los pueblos indígenas. En Venezuela, son los pobres de la ciudad. La gente precarizada y pobre de Venezuela. En Bolivia son los pobres del campo y la ciudad. En Ecuador son los pobladores y el movimiento indígena. En Argentina fueron los trabajadores desocupados y precarizados, el llamado movimiento piquetero, que en alianza con una clase media empobrecida y saqueada en sus ahorros, la que crea el escenario en que finalmente Néstor Kirchner logra estabilizarse en el gobierno encarando un programa de cambios heterodoxos del capitalismo neoliberal.

En Brasil es distinto, porque la victoria electoral del PT en 2002, ni siquiera es en un momento de alza o de ofensiva de los movimientos sociales. Se produce el triunfo de Lula   en un momento de crisis de las fuerzas políticas de la derecha neoliberal, cuya división y desacreditación permite el triunfo de Lula y algo similar pasó en Uruguay con el Frente Amplio. En Argentina, los Kirchner acceden luego de la crisis de diciembre de 2001, tras cuatro gobiernos que caen uno detrás de otro, por incapacidad para estabilizar .

Ahora lo que nos falta, y es esencial en la construcción de un movimiento popular latinoamericano, pasa en Chile y también pasa en otros países, es que la columna vertebral al menos en el Cono Sur, tienen que ser los trabajadores. Que todavía no aparecen en estos procesos.

Frente a esto hay grandes discusiones. En Chile, por ejemplo, el historiador Gabriel Salazar dice que hay que olvidarse de los trabajadores para construir un cambio, que el proceso de una nueva constitución y de una Asamblea Constituyente no puede tener por eje el liderazgo de los trabajadores. Para él, los trabajadores están perdidos y no tienen vuelta. Y él “apuesta” a la fuerza de las comunidades arrasadas por lo minería, apuesta a las comunidades poblacionales o de origen campesino.

Yo no estoy con él. Yo creo que en Chile como en Argentina, como en Brasil, o la clase trabajadora logra salir de su subordinación al neoliberalismo o estamos jodidos. Y eso no es una tarea fácil, nada fácil. Porque mientras la clase trabajadora, que es columna vertebral de las economías de estos países, esté capturada por el mercado, por el crédito, por el consumo, estamos jodidos.

Hay un libro que salió hace poco, de un investigador franco chileno, Franck Gaudichaud,  “Las fisuras del neoliberalismo chileno; Trabajo, crisis de la “democracia tutelada” y conflicto de clases”. En su tercer capítulo se pregunta “¿Adiós a los trabajadores? Flexibilización, precarización y conciencia de clase”, donde discute esto.

Yo estoy en esa batalla directa, estoy en eso, yendo a las asambleas de base de los sindicatos, particularmente de la gran minería, a dar la batalla ideológica y despertar la conciencia de los trabajadores. Tengo esperanza porque he tenido eco en esas asambleas. Han habido recientemente movilizaciones fuertes de trabajadores mineros, incluso se formó un Frente de Trabajadores Mineros para combatir los despidos en el Norte Grande. Y se han tomado carreteras, han bloqueado la entrada a las faenas. Y hay un proceso de activación y de movilización allí.

El tema aquí es que haya un salto en la conciencia política de los trabajadores. Hay que repolitizar a los trabajadores. Y algunos compañeros no saben en qué consiste repolitizar o en qué consiste politizarse. Yo he explicado aquí que la palabra política viene de “polis” y polis es ciudad, y la ciudad, en el concepto de los griegos, está seguramente ligada al concepto de ciudadano. Esto es, persona con derechos y deberes. En la ciudad existen normas de juego y autoridades e instituciones que las gestionan y velan por su cumplimiento. Las normas de juego que rigen la vida de la ciudad se llaman política. Eso son la constitución y las leyes. Las personas, cuando viven ajenas a  esas reglas de juego y creen y se explican su vida sin tener en cuenta esas reglas de juego y la gestión que se hace de ellas, se están despolitizando, están dejando de ejercer sus derechos como ciudadanos. La incapacidad de relacionar su propia vida personal con lo que ocurre políticamente en el país en que se vive, con el mundo en que se vive, eso es la despolitización.

Y eso es lo que pasa. La gente dice, “yo tengo que trabajar igual, no me importa quién esté gobernando o lo que pase en el país o en el mundo”. Quiere  decir que no entienden nada de dónde están parados y porqué pasan las cosas que les pasan.  Claro, quizás sea porque ha visto que los gobiernos son variantes de administradores del sistema. Si por último tienen conciencia de eso, para algún lado vamos.

Pero esta gente no entiende mucho las dimensiones y complejidad del sistema de dominación que nos oprime. Incluso hay gente que lo confunde, haciéndole creer que el capitalismo es simplemente un sistema económico. No, compañeros, no es un simple sistema económico, es un sistema de dominación, es mucho más complejo que eso. Y no es chileno, es mundial. Y si tú no entiendes eso, es que no entiendes nada.

Y esta batalla, por eso, no es una batalla de tu población solamente, no, es planetaria. Y para que ganemos algo, tenemos que avanzar no sólo localmente y nacionalmente,  si no al menos en todo nuestro continente. No es que no se pueda cambiar el mundo completo, pero vamos a tener que cambiar por lo menos el continente, porque cambiar el puro país tampoco nos sirve mucho. Es importante cambiar el país, no te lo puedo negar, pero si tú no tienes una conciencia de con qué enemigo te estás enfrentando, con qué chichita te estás curando, estás perdido. Nuestros enemigos reales no son ni locales ni nacionales. Operan continentalmente y existen mundialmente.

Compañeros, esto que estoy explicando, si yo lo hubiera explicado el año 70 a un obrero en Chile me habría dicho, ¿a mí me venís a explicar esa huevá?, No, porque yo lo tengo clarito. O sea, lo viejos en ese tiempo lo tenían clarito, pero hoy nadie lo tiene claro, nadie. Entonces han habido 40 años de embrutecimiento, entontecimiento, estupidización, que han tenido un éxito notable. El problema nuestro, compañero, es cómo nos han cambiado Chile. Cómo nos han lavado la cabeza. Y hoy día usted no entiende ni jota. Por eso yo creo que nuestro trabajo fundamental es repolitizar a nuestro pueblo.

Y les llevo estas cositas. Les digo, mira, ahora tenemos un proceso constituyente y para combatir el analfabetismo cívico y político existente, el gobierno ha sacado estas cartillitas que se llaman consititucionario.cl. Son cartillitas donde te explican conceptos básicos, como democracia, historia, república, solidaridad, tratados, derechos humanos, derechos fundamentales, diversidad, nación, amistad cívica y quórum.

Las está repartiendo la Secretaría General de Gobierno. Este es el trabajo de educación cívica para poder hacer el proceso constituyente.

Mira, yo les voy a pasar otros conceptos básicos, no precisamente estos, pero otros, para que ustedes entiendan qué cresta es dominación. Qué cresta es acumulación. Qué cosa es plusvalor o plusvalía. Qué cosa es el capital productivo, el capital financiero y el capital comercial. Cómo es el desarrollo cíclico del capitalismo. Cuáles han sido sus crisis estructurales y qué las origina.. Cómo se ordenó el sistema mundial después de la crisis del 30. Qué pasó a fines de los 80 y cuál es el conflicto planetario que se vive desde los 90. Porqué se habla de capitalismo neoliberal. Cómo ha afectado sus condiciones materiales, organizativas y su subjetividad este capitalismo neoliberal.

Sí, con esto decir, que si estamos en esta coyuntura, lo fundamental van a ser las batallas en las calles, pero también en la conciencia de nuestro pueblo, y particularmente de nuestro pueblo trabajador, pero también de nuestros pobladores, de nuestros estudiantes.

Para terminar, hacia adelante, ya dije que creo que vamos a un escenario con una profundización de la crisis a nivel mundial, de magnitud por ahora desconocida. El tema es cómo pesca una crisis a un movimiento popular. Si el movimiento popular está de bajada y lo pesca en ese trance, lo hunde, surge el fascismo y se instala. Eso es lo que ocurrió en Europa. En América Latina esta crisis no va a pescar a los movimientos sociales en retroceso. Los movimientos populares, con contradicciones y dificultades, van lentos, pero van para arriba. Yo creo que lo mismo en Argentina, que en Venezuela, que en Bolivia, cuando venga el remezón, y venga el ataque de la derecha, después de un rato estos movimientos van a salir con fuerza nueva hacia arriba. Van a ser estimulados para contragolpear. Y en ese esfuerzo de contragolpe hay que estar. Hay que estar y hay que avanzar en la construcción que, como decíamos, no es una construcción de pocos años.

Los movimientos populares, nuestros procesos de cambios continúan y continúan abiertos estos procesos de cambios. ¿Por qué? Porque el capitalismo no tiene ninguna capacidad de consolidar una alternativa en América Latina. No tiene, porque ya lo ha intentado. Que fue el neoliberalismo, y éste ya perdió legitimidad y respaldo en todas partes. Hoy no tienen una receta nueva.  Más bien es más de lo mismo, mucho más agudamente.

Nuestros pueblos no van a aguantar corridas hacia atrás en sus derechos.  La gente va a salir a protestar y crecerá la ingobernabilidad y la conflictividad social. Sin embargo, no basta que la gente pelee. No basta que se sienta mal y que salga a las calles. Es fundamental que en esos procesos que van ahora y que van a venir en los próximos años, hagamos nuestro trabajo educativo.

Hagamos nuestro trabajo educativo para fortalecer la capacidad de construir un pueblo distinto, una América Latina distinta, países nuestros distintos, en los próximos años. Yo creo en ese proceso, por eso que no estoy pesimista, no creo que haya cierre del ciclo de cambios, del cambio de época.

En América latina el ciclo de cambio está abierto y va a estar abierto porque no hay ninguna capacidad de cerrarlo por las clases dominantes, como no sea a través de un impensable y extendido baño de sangre. Y nosotros tenemos que aprender de lo avanzado. Tenemos que recomponer nuestros procesos, nuestros proyectos políticos. Tenemos que recomponer el bloque social. Tenemos que avanzar mucho más en nuestra integración latinoamericana, por abajo y desde abajo. Así que tenemos trabajo por delante.

Yo creo que tenemos décadas interesantes.  Van a estar mucho más conflictivas en lo económico y social de lo que habíamos vivido hasta la fecha, eso sí. Porque hay que decir que la suerte que tuvimos con los gobiernos populares del 2003 para adelante, fue que tuvimos un ciclo, entre comillas, positivo desde el punto de vista económico.  Y hoy día eso no se ve por ninguna parte.

Lucho Ramírez:

Sería bueno mencionar un elemento que se ha dejado de lado y que hay que mantenerlo también presente. Y es el de las elecciones presidenciales en EEUU, aunque para los gringos siempre es la misma chola con otra pollera. Lo que ha pasado en Estados Unidos es interesantísimo. Con la aparición de este candidato republicano Donald Trump, por un lado. Y la emergencia de Bernie Sanders, por el lado de los demócratas.

El señor Trump, loco, pero va a ganar la candidatura republicana. Y Sanders, que aunque no gane, llama la atención por sus posiciones socialistas o semi socialistas, en plena gringolandia. Ya lo han dejado fuera. Pero lo que está pasando allá, en el análisis global también hay que tomarlo en cuenta.

MH:

Efectivamente, este proceso eleccionario en EEUU está reflejando el desgaste de republicanos y demócratas y un proceso de polarización reflejado en los candidatos Trump y Sanders. Trump tiene su fuerza en los sectores de trabajadores blancos de menores ingresos. Que son partidarios de replegarse como fortaleza en su propio territorio, sin dejar que ingresen más migrantes y que EEUU abandone su injerencia en el resto del planeta, fortaleciendo al mismo tiempo su capacidad militar, para disuadir o combatir a cualquiera que los amenace. Hillary Clinton es más bien la expresión del bloque de poder globalista, que más bien aspira a seguir gobernando el mundo, que es la dar continuidad a la política de Obama. Y todo indica que la Clinton va a ser el próximo presidente.

Manuel Hidalgo

Santiago, 19 de marzo de 2016.

(*) Transcripción de una intervención realizada en la asamblea mensual de marzo, en Amerindia Chile. Versión corregida y editada.


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