Sobre golpistas: «La memoria chilena es flaca, famélica a la fuerza, débil, casi artrítica a la fuerza».

En un funeral no hay finado malo.

por Luis Sepúlveda, Gijón, España.

Hay hombres que se llenan de virtudes apenas estiran la pata, y así ha ocurrido con el fallecido Patricio Aylwin, para muchos «el hombre que devolvió la democracia a Chile».

La memoria chilena es flaca, famélica a la fuerza, débil, casi artrítica a la fuerza.

Recuerdo la campaña electoral que lo llevó a la presidencia que asumió en1990. Recuerdo la bronca de mis compañeras y compañeros que se jugaron todo en la lucha contra la dictadura, cuando escupían y declaraban que le habían dado el voto, pero con asco, si, con asco, porque los que aún conservaban la memoria no podían olvidar el pasado golpista de Alwyn, su complicidad y complacencia con los militares, su silencio indigno frente a los asesinatos, torturas, desapariciones de personas, expolio, robo uniformado. Se le dio el voto, sí, pero con asco.

Y con asco e impotencia se vio la formación de «La Oficina», una suerte de servicio secreto paralelo destinado a la eliminación física de los restos de la resistencia armada a la dictadura.

Jamás la historia oficial reconocerá la existencia de «La Oficina», sus responsables, sujetos que fueron de izquierda y de la más radical en sus declaraciones, sabían que «limpiar» el país de cualquier disidencia que pudiera enturbiar el pacto secreto contraído entre una nueva clase política y la dictadura, «el modelo económico no se toca», «toquen a uno solo de mis hombres y se acabó el estado de derecho», «la constitución que rige al país es la que hizo el dictador y no hay más debate», era el precio para transformarse en funcionarios perpetuos y obtener además parte del botín conseguido por la dictadura y sus aliados civiles.

Y hasta ayer recibieron donaciones o emitieron facturas al yerno del dictador, convertido por arte de birlibirloque armado en dueño de las mayores empresas estatales, por conferencias jamás dadas o estudios nunca realizados. La historia oficial nunca contará esto, y queda como deber de los escritores narrar una vez más la verdadera historia.

Aylwin, con la complicidad del dictador, de la derecha, de los socialistas reciclados en «wiskyerda» y «gouche caviar», de su partido demócrata cristiano, impuso una máxima nauseabunda:

«Chile tendrá una democracia dentro de lo posible».

Ese atroz «dentro de lo posible» se refería a la absoluta liberalización de la economía, a la absoluta privatización de la salud y la educación, al robo de las pensiones, a la eliminación vía económica de cualquier medio de prensa disidente o que criticara ese abyecto » dentro de lo posible». Gracias al gobierno de Aylwin en Chile solamente se conoció lo que publicaba la prensa de derecha y se condenó a la libertad de expresión y al derecho a la información a la más absoluta marginalidad.

Es cierto que en 1990 el mundo había cambiado, pero los problemas del Chile alejado de los vencedores del 73 y del 89 eran los mismos y peores. Aylwin no dio un sólo paso para restituir a la soberanía popular su pasado republicano y democrático. Esto era atentatorio al «dentro de lo posible».

Hoy ha muerto Aylwinn. «qué bueno era don Pato, qué bueno era el finado». Y sinceramente me importa un carajo.

por Luis Sepúlveda, Gijón, España, 19 de abril.


Descubre más desde Correo de los Trabajadores

Suscríbete y recibe las últimas entradas en tu correo electrónico.

Be the first to comment

Deja un comentario

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.