La deserción de la Socialdemocracia y el abandono de los Derechos Básicos Universales

por Félix Boche.

En las últimas semanas miles de personas en toda Francia aglutinadas bajo el lema “la nuit debout –la noche en pie-, están desarrollando procesos asamblearios, para hacer frente a las políticas impuestas por el gobierno francés y construir alternativas que defiendan los intereses de la mayoría de la sociedad, víctima de las políticas neoliberales. Como en Italia con la “Jobs Act” o en España con la reforma laboral el detonante ha sido la reforma a la ley del trabajo conocida en el país galo como “Loi El Khomri”, en referencia a la ministra que trató de imponerla. No obstante detrás de ellas está la indignación contra los gobiernos franceses de las últimas décadas y contra Hollande en particular a quién acusan de aplicar el programa del ultraderechista y xenófobo Frente Nacional.

Esta revuelta social se realiza contra un gobierno socialdemócrata, que mientras exige sacrificios a su pueblo reduciendo el gasto público en sectores sensibles como la educación, la atención a las personas mayores, los alquileres sociales, las políticas de inserción o reduce en términos reales los RSA –ingreso de solidaridad para las personas activas-, concede un regalo fiscal de 46 millardos a las empresas a través de la reducción de las cotizaciones a la seguridad social y a los impuestos (1).

Las cifras del descontento

En las últimas elecciones en Francia el 30 por ciento de las personas votantes menores de 35 años -o sea la generación que no vivió lo que en Europa se conoce como los 30 años gloriosos (1945-1975) y la ilusión del pleno empleo-, respaldó al Frente Nacional y un 75 por ciento a la derecha tomada en su conjunto. En las elecciones regionales el 38 por ciento de los y las empleadas y un 43 por ciento de los y las obreras que votaron, lo hicieron por el ultraderechista partido de Le Pen.

En buena parte del viejo continente los resultados han sido similares, como lo muestran las pasadas elecciones a la Unión Europea en donde la izquierda sólo obtuvo un 8 por ciento de votos de las personas obreras y 16 por ciento de las empleadas (2). Los estudios realizados sobre las franjas y regiones que respaldan a la extrema derecha muestran, que entre la juventud que se apresta a entrar en el mercado de trabajo crece la xenofobia, porque son muy pesimistas en relación con su futuro. La situación se agrava cuando se trata de personas que no tienen ninguna formación o han vivido procesos de desescolarización o de desinserción social. Para ganar el respaldo de la población europea pobre y blanca, la extrema derecha ha logrado institucionalizar el odio en la sociedad y ha hecho esfuerzos por romper todos los lazos de solidaridad, imponiendo discursos individualistas y leyes que violan los más elementales derechos humanos.

En Francia, Italia y España estas prácticas se han visto reforzadas por el desencanto producido por la incapacidad y la falta de decisión de los partidos socialdemócratas, para hacer frente al desempleo y a las crecientes desigualdades, que establecen brechas importantes entre aquellos que más tienen y los más pobres. El descrédito y el rechazo del que hoy gozan los partidos de centro izquierda, que son los que han tenido la oportunidad de gobernar en Europa, se explica por el incumplimiento de sus promesas electorales, la aplicación de los programas de austeridad, la corrupción, el desconocimiento de las necesidades de la gente y por gobernar una vez que están en el poder en favor de las élites.

En el caso de los partidos socialdemócratas se ha presentado una pérdida de identidad y de protagonismo político, que los ha llevado a dejarse imponer agendas políticas conservadoras. En el pasado para los partidos socialistas las soluciones a los problemas eran mirados con propuestas de carácter colectivo, sin embargo al asumir como propia la agenda neoliberal terminaron por aceptar visiones, que responsabilizan a los individuos de su situación de pobreza o de las desigualdades sociales, sacándolos del contexto social en el que viven.

Al abandonar la lucha colectiva por transformaciones sociales y reducir el papel del Estado a labores administrativas o de favorecimiento de las élites, quienes a través de la caridad o la buena voluntad serían las encargadas de resolver los problemas de la sociedad; se ha establecido una ruptura con los sectores populares y la clase media, que la extrema derecha ha sabido aprovechar.

Al decir del sociólogo Claude Dubar en esa óptica impuesta, las sociedades no están sin clases sociales, están sin un discurso de clase, que articule, de manera nueva, una explicación teórica de esas desigualdades, con un proyecto política de transformación creíble y verificable..

Las falacias del discurso modernizante de la responsabilidad individual

Inspiradas en el modelo norteamericano del «Workfare» y de instrumentos propios de lo que se conoce como la “Nueva Gestión Pública”, se han desmontado con la participación activa de la socialdemocracia, las políticas estatales que garantizaban derechos universales para todas y todos. Se han implantado en las sociedades estrategias diferencialistas, que en función de los méritos, y/o de las preferencias por origen nacional o pertenencia étnica, establecen una competencia entre unas personas y otras, para acceder a los derechos básicos a la salud, la educación o la vivienda.

Sin cuestionar el sistema y sin alternativas durables se han puesto en marcha políticas que favorecen la xenofobia institucional y lesionan gravemente la convivencia social. La manipulación de conceptos como autonomía, activación, individualización, que hacen parte de las políticas de empleo u asistencia social, son utilizados en la aplicación de los programas y planes de austeridad y para el desmonte de la solidaridad social. Con enfoques neoliberales se ha borrado en la práctica la necesidad de tener derechos básicos, que financiados a través del gasto público garanticen la dignidad y la calidad de vida de las personas, sin exclusiones de ningún tipo.

Confusionismo y neofascismo

Algunos autores identifican estos fenómenos como confusionistas y neofascistas y destacan que en ellos no hay grandes diferencias entre los discursos y las soluciones propuestas, por unos grupos, pretendidamente de centro izquierda y la derecha, incluida la más tacaña. Es necesario generar hechos concretos que aporten soluciones a problemas concretos, todos ellos inherentes a la redistribución de las riquezas y a la justicia social. Es imperativo para la izquierda asumir un discurso de clase, que en Europa en el corto plazo significa luchar para evitar el desmonte del llamado Estado de Bienestar y demandar más derechos universales, que permitan garantizar la convivencia, la salud, la educación, el empleo y la seguridad social.

En una sociedad en donde los derechos se construyen en buena medida a partir del ingreso al mercado de trabajo, la precariedad en el trabajo, el desempleo y los bajos salarios deben ser tenidos muy en cuenta por el peso que tienen. Para tal fin es importante superar el dumping social y salarial, establecer en el mercado de trabajo convenciones colectivas, que establezcan iguales derechos para todas las personas trabajadoras y hacer de la asistencia y la seguridad social derechos y servicios universales a toda la población, independientemente de su origen nacional.

Medidas de este tipo requieren la erradicación de las políticas de austeridad, que se vienen implantando y una oposición férrea tanto al desmantelamiento de los servicios públicos, como a las exenciones fiscales que favorecen a las multinacionales y premian a los que más tienen. Nada de esto será posible si no se realizan acciones que contrarresten la guerra económica, que se libra contra los países y las fuerzas políticas, que propenden cambios impidiéndoles la estabilidad y la gobernabilidad, cuando ellas acceden al poder.

El poder por el poder

Al sacrificar el Estado de bienestar y dar paso a la meritocracia, se han acentuado la inseguridad social y económica de las clases populares, facilitándole a la extrema derecha imponer sus obsesiones por la seguridad, el orden y la competitividad. Renunciando a los valores de la solidaridad, de la igualdad y de la soberanía popular -que no es respetada como pasó en Grecia con el gobierno de Syriza-, aumentan la xenofobia y el miedo. Al decir de Robert Martelli, la izquierda de la adaptación al sistema, se ha impuesto a la izquierda de las transformaciones sociales, pero en ese proceso ha perdido el respaldo de las personas y ha generado sociedades más conservadoras y desiguales.

Obsesionados por mantenerse en el poder, los profesionales de la política que han gobernado en nombre de la socialdemocracia renunciaron a cuestionar o cambiar el sistema capitalista y siguen empeñados en defender o en salvar un sistema social y político en crisis, que está agotado y del cual, como dicen los manifestantes franceses en las calles, no serán las mayorías desfavorecidas quienes lloraran su fin.

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Notas

(1) En EE.UU. el multimillonario Warren Buffett en una entrevista con el New York Times, manifestaba su asombro por las dádivas recibidas por parte del gobierno cuando manifestaba que “Mientras las clases medias y bajas luchan por nosotros en Afganistán, mientras los norteamericanos pelean por ganarse la vida, nosotros, los megarricos, continuamos teniendo exenciones fiscales extraordinarias”.

(2) Teruel A y Cañas G. El Frente Nacional triunfa entre los jóvenes franceses, elpaís.com, 07.12.2015.

(3) Entre esa juventud la falta de plazas de aprendizaje o de un trabajo digno y el hecho de ser víctimas de discriminaciones, son factores que en algunos casos conducen también a otro tipo de radicalizaciones o integrismos, como se puede observar al analizar el perfil sociológico de quienes cometieron los últimos atentados terroristas en Europa. Buena parte de ellos, eran personas con nacionalidad francesa o belgas de la tercera generación, nacidos, criados y abandonados en muchos casos por el Estado, que nunca terminó de reconocerles como ciudadanos, con plenos derechos dándoles las mismas oportunidades. Hay quienes incluso hablan en estos casos de una yihadización de la radicalidad.

(4) Dubar C. «¿Sociétés sans classes ou sans discours de classe?», En Lien social et Politiques, n° 49, 2003, p. 35-44. erudit.org

(5) Martelli Roger. Gauche fragile, gauche en question. En regards.fr, diciembre 2015.


Fuente: Revista Insurrección N° 526, Abril 2016, ELN-Colombia


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