Ghettos verticales de Santiago bajo: A veces muere un vecino.

por Daniel Pizarro /Revista Politika.

¿Cómo se llamaba el hombre del 54 que vivía solo? El gordito de anteojos y barba canosa, con los cachetes inflados, que subía al quinto piso en ascensor pero prefería bajar por las escaleras seguramente para hacer un poco de ejercicio, y siempre iba silbando o tatareando una canción y apenas te saludaba con una palabra o una inclinación de cabeza si te lo cruzabas en el pasillo o en los estacionamientos, amable pero escurriéndose como si no quisiera rozarse con nadie o le diera lata pararse a hablar un rato con los vecinos, pero que en todo caso parecía bastante feliz, eso podía pensar uno al oírlo tatarear o escuchar la música que salía del departamento, Serrat, Sabina, boleros, siempre música en español, uno podría pensar que la mayoría de las veces estaba solo, aunque también es cierto que de vez en cuando lo visitaba una mujer más joven de pelo oscuro, él tendría unos cincuenta y tantos, sesenta a lo más, casi nunca se veían otras visitas, rara vez la otra mujer con dos niños, sería la hija o la nuera, y los nietos a lo mejor, pero nadie más, así y todo parecía contento con su vida y al pie del ducto de la basura dejaba botellas de buen vino y cervezas importadas, no todos los días sino más bien los fines de semana, cuando aparecía El Mercurio sobre el felpudo, y parece que era gerente de alguna empresa grande y antes había sido de otra importante, así que andaría bien de dinero aunque estuviese separado, en todo caso los hijos ya estarían grandes, todos trabajando, y como mucho tendría uno más con la mujer de pelo oscuro, siempre andaba relajado, silbando, tatareando. ¿Cómo se llamaba?

¿Y es cierto, como dicen, que el conserje fue el último en verlo la noche anterior? No en persona, porque la recepción no mira hacia la puerta de los estacionamientos, sino en las cámaras de vigilancia por donde se lo veía cruzar hacia los ascensores, pero a la mañana siguiente nadie lo vio salir del departamento, tampoco lo registraban las cámaras, y la camioneta seguía estacionada ahí, entonces cerca del mediodía un par de mujeres apareció a la entrada del edificio y se asomó a los estacionamientos donde todavía estaba el vehículo, pero el del 54 no atendía el teléfono y cómo habrá sido la extrañeza que ellas vinieron desde la oficina hasta el edifico para averiguar qué había pasado, porque esa mañana el del 54 no se presentó a una reunión al parecer demasiado importante, y el conserje sólo las dejó pasar cuando dieron las señas de la hija o la nuera y así fueron los tres juntos a tocarle el timbre y estuvieron golpeando a la puerta, y luego bajaron a la recepción y desde ahí llamaron al trabajo de la hija o la nuera para avisarle que desde temprano estaban tratando de comunicarse con su padre o con su suegro, que no les contestaba el teléfono, ya era pasado el mediodía y el hecho, según cuentan, es que también ella intentó comunicarse con el hombre del 54 y tuvo que esperar hasta la hora de colación para poder ir al edificio, llegó cuando se habían ido las otras dos mujeres y entonces subió hasta el quinto piso con el conserje, nuevamente estuvieron golpeando y tocando el timbre en vano, hasta que decidieron abrir con las llaves de ella y dicen que ella entró primero, por prudencia el conserje optó por esperar en el umbral y desde ahí oyó el grito y entonces él gritó también para saber si estaba bien, y luego entró y dicen que lo encontraron encogido en el piso del baño en camiseta y calzoncillos como si al levantarse hubiera sufrido el infarto, o como si no hubiera alcanzado a irse a la cama cuando el ataque lo sorprendió, y ese mismo día el departamento estuvo horas con la puerta abierta, hubo mucha gente entrando y saliendo, nunca se había visto tanta gente en el lugar. ¿Cómo era que se llamaba el hombre?

11-04-2017

Fuente: Politika | diarioelect.politika@gmail.com


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