por Enrique García (*) / Sin Permiso.
La Autoridad Palestina se ha atribuido el éxito de las negociaciones gracias a la entrevista del Presidente Abu Mazen primero con Trump, durante su reciente visita a Belén, y pocos días después con su enviado especial Jason Greenblatt. Según la Autoridad Palestina, las autoridades israelíes han accedido a aumentar el número de visitas a los presos de sus familias a dos mensuales. El resto de las reivindicaciones de los presos habrían sido rechazadas.
El presidente de la Asociación de Prisioneros Palestinos, Qadura Fares, confirmó el fin de la huelga después de que Marwan Barghouti aprobase el acuerdo desde su celda, donde ha estado incomunicado desde el inicio de su huelga de hambre. También han tenido lugar negociaciones con otros dirigentes de la huelga en la prisión de Ashkelon.
La “huelga de la dignidad y de la libertad”, como había sido bautizada por los presos palestinos, entró en un momento crítico cuando en la quinta semana, coincidiendo con la visita de Trump a Israel y Palestina, Barghouti anunció a través de su abogada que dejarían de ingerir agua con sal, acelerando el rápido deterioro de la salud de los huelguistas de hambre y obligando a las autoridades israelíes a aplicar el protocolo de alimentación forzosa. Tanto el Colegio de Médicos de Israel como el Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Derechos Humanos, Zeid Raad al Hussein, se habían manifestado en contra de este protocolo de actuación israelí como una “medida punitiva inhumana” sin el consentimiento de los pacientes. Al terminar la huelga, 18 prisioneros palestinos habían sido trasladados a hospitales penitenciarios. La ONG israelí Médicos por los Derechos Humanos había exigido el inmediato traspaso de los prisioneros hospitalizados al Ministerio de Sanidad para su tratamiento adecuado.
La muerte de cualquiera de los prisioneros palestinos, pero especialmente la de Marwan Barghouti, antes del Ramadán habrían desencadenado una nueva Intifada tras las masivas jornadas de solidaridad con los presos en las últimas semanas en Cisjordania y Gaza. Ello hubiera bloqueado cualquier proceso de diálogo entre Israel y la Autoridad Palestina como el propuesto por la Administración Trump durante su gira por Oriente Próximo. Y la Autoridad Palestina, fuertemente erosionada en su legitimidad popular, no hubiera sobrevivido.
La amenaza de Marwan Barghouti de dejar de beber agua con sal ha sido decisiva. Las autoridades israelíes, que intentaron desprestigiar al dirigente de Fatah haciendo público un video en el que comía una galleta durante su ayuno, sabían que mantendría su resistencia a ser alimentado a la fuerza hasta el límite de sus posibilidades, arrastrando a un sector importante de los otros prisioneros en huelga de hambre. El ministro israelí de seguridad pública, Gilad Erdan, había lanzado desde el comienzo una campaña de desinformación de la huelga de hambre, achacándola a una disputa fraccional en el seno de Fatah. Pero un número significativo de dirigentes del FPLP, FDPLP, Hamas y Jihad Islámica presos se habían sumado también a la huelga de hambre y la solidaridad de las organizaciones y de la población palestina no tuvo fisuras, a pesar de la violenta represión del ejercito israelí de las manifestaciones en los territorios ocupados y en la frontera con Gaza.
En las próximas semanas, a medida que los prisioneros palestinos puedan entrevistarse con sus abogados y sus familias, se podrá conocer tanto el proceso de negociaciones en la prisión de Ashkelon como las reivindicaciones que han sido aceptadas por las autoridades israelíes. En cualquier caso, Nethanyahu ha perdido cualquier legitimidad moral que pudiese mantener ante Trump para continuar la ocupación de Palestina, con sus “detenciones administrativas” y sus miles de prisioneros palestinos en las cárceles israelíes.
El nerviosismo de las autoridades israelíes fue patente en los días previos a la visita de Trump. Además de la represión directa contra las manifestaciones de solidaridad palestinas, han llevado a cabo una nueva serie de detenciones ilegales y secuestros de destacadas personalidades palestinas –el ejemplo más notable ha sido el del Profesor Ahmad Qatamesh-, con el único objetivo de imponer un castigo por el terror y la humillación a los que defendían a los presos en huelga de hambre.
Se abre ahora una nueva fase, marcada por las expectativas de una iniciativa Trump que vuelva a poner sobre la mesa el plan de paz árabe, que la Cumbre de jefes de estado árabes celebrada en Riyadh durante la visita de Trump ha vuelto a reiterar como la única vía para mantener la solución de los dos estados. La presión está ahora sobre el gobierno israelí, que este mismo fin de semana ha sido testigo de una masiva manifestación de 15.000 personas en Tel Aviv por el fin de la ocupación en Cisjordania y el apoyo a la solución de los dos estados.
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