Capitalismo del siglo XXI versus bienes públicos.

Héctor Vega, economista chileno.

por Héctor Vega (*).

A medida que aumenta la población mundial se incrementa la necesidad de Bienes Públicos los cuales constituyen la base de la actividad productiva de la humanidad. En permanente interacción con la naturaleza se encuentran bienes esenciales como agua, energía, alimentación, educación, salud, vivienda social, fondos de pensión o ahorro forzoso, necesario para afrontar los años de retiro de la fuerza de trabajo, recursos naturales. Esos bienes integran el bienestar económico y objetivos esenciales de paz y sustentabilidad social, intrínsecos al desarrollo de la Humanidad.

En su actividad de producción y crecimiento el sistema capitalista debiera concurrir al financiamiento de esos Bienes Públicos básicos y su materialización en infraestructura que se refiere a comunicaciones y transporte, hábitat en localidades, estándares medio-ambientales en ciudades y metrópolis, además de puentes, tranques, depósito de desechos en medios urbanos, protecciones de aluviones cordilleranos y de líneas costeras, etcétera…La práctica, sin embargo, demuestra la insuficiencia e inoperancia del modelo capitalista en la provisión de Bienes Públicos esenciales y su infraestructura, siendo quizás el desafío mayor de nuestros tiempos el cambio climático que augura desastres importantes en un futuro próximo y las dificultades en el mercado laboral debidas al envejecimiento de la población mundial.

La generalidad de tendencias sociopolíticas, con una mirada preponderante hacia el mercado, nos plantea la pregunta si ¿acaso el crecimiento del producto en la economía es capaz de proporcionar los Bienes Públicos necesarios para asegurar un desarrollo sustentable de la Humanidad? Es lo que se ha presentado como la tesis del chorreo o intención de posponer las soluciones indefinidamente. Creo que plantear el crecimiento de la economía en esos términos es un dilema falso pues, el bienestar social y su crecimiento provienen del área de producción que hemos elegido como base de desarrollos futuros de la Humanidad. La incógnita no es qué tasa de crecimiento de la economía sino qué crecimiento es compatible con el desarrollo de la Humanidad que nos hemos propuesto. En primera aproximación esto nos lleva a impulsar la construcción de un Área productiva a partir de lo que podríamos llamar los Bienes Públicos básicos a saber, educación, salud y vivienda. El resto que hemos nombrado se da casi como en una lógica de accesión a estos 3 bienes nombrados. Sin embargo, esta base necesaria no es suficiente. Las múltiples actividades que se desarrollan en los bienes ya citados deben reconocer un salario social. Es decir, aquel que consagra la proporcionalidad del crecimiento de la productividad con el crecimiento de la remuneración, a lo cual debe sumarse el costo de formación del trabajador. El crecimiento de la productividad fija el alza de los salarios pues crecen según la regla de la proporcionalidad citada. El salario social es la condición eficiente del desarrollo de la economía al servicio de la Humanidad por cuanto incorpora los Bienes Públicos al salario o costos de formación del trabajador. Estas dos reglas definen el salario social.

¿Por qué la carencia de Bienes Públicos de la cual la Humanidad gravemente resiente?

Si se examina la actividad productiva se observará la prescindencia de múltiples costos. Factores que son escatimados en beneficio de una ganancia empresarial al costo de la generalidad de la población. Costos que una autoridad consciente del daño de la población busca solventar mediante impuestos y regulaciones fijadas por el Estado. Sobran los ejemplos. Citemos algunos. Degradación del medio ambiente y calentamiento global; medidas insuficientes de seguridad en la actividad productiva; fin del suministro de agua por empresas mineras que destruyen el hábitat humano; contaminación del medio ambiente con gases de efecto invernadero (GEI), como consecuencia de actividades antropogénicas (i.e., realizadas por los seres humanos), entre las cuales se mencionan la quema masiva de combustibles fósiles, la tala de bosques y el cambio en el uso del suelo y desregulación de los relaves; destrucción de la selva amazónica …y otras; industria tabacalera y destiladoras y de la construcción (recordar el daño causado por el amianto) y sus repercusiones en la salud; limitantes al desarrollo de la educación cuando se privilegia el lucro; viviendas precarias y graves accidentes en poblaciones de escasos ingresos; contaminación del medio-ambiente urbano….Conjunto que tipifica la Deuda Social y Ecológica de nuestra época asociada muy estrechamente a la inviabilidad de la presencia humana en el planeta.

Nótese que los efectos en la productividad por la escasa preocupación por la infraestructura productiva y social en EEUU, (algunos la sitúan desde la época de la posguerra) han sido medidos en el período 1970-1990, constatándose una baja de aquella en alrededor de 1.5%. Regionalmente se comprueban bajas de la productividad de 3% en el sureste de EEUU con daños por tormentas, incendios, olas de calor cuyos costos se evalúan en miles de millones de dólares, a lo cual se suman, los efectos del huracán Sandy en Nueva York (2012).[**]

En nuestra interpretación esos costos no asumidos se agregan a la ganancia. Es más no aparecen en ninguna contabilidad. Esta verdadera ganancia virtual, socialmente injustificada, constituye una Cuasi-renta. Su presencia nos ayuda a entender de por qué el producto, asociado a tales externalidades negativas no puede ser considerado como el origen de beneficios sociales. Nuestra reflexión es propia de un principio ético social que considera la actividad productiva como parte del quehacer de la Humanidad y en beneficio de esta. La actividad productiva no puede ser el origen de la destrucción del individuo. Forzosamente ese tipo de actividad productiva no será sustentable. Llegará el momento en que los verdaderos costos pasarán la cuenta a una sociedad que no parece consciente de su gravedad.

La antítesis de esta perspectiva de degradación del trabajo humano es el salario social, que como resumen de los Bienes Públicos que se incorporan en él, aparece como una meta de humanidad en la actividad productiva.

De allí surge la necesidad de reconvertir la Cuasi-renta en la economía. Es decir recuperar las externalidades negativas que impiden justificar un salario social. El mismo que forma parte del área de Bienes Públicos de la economía. Ámbito de políticas públicas imposibles a realizar sin un apoyo consciente de la población. Ya hemos citado dos áreas preocupantes de nuestra época a saber el calentamiento global y el envejecimiento de la población en el mundo que acarrea problemas, hasta ahora no resueltos, en el mercado laboral.

La reconversión de la Cuasi-renta nos lleva a constataciones si no sorprendentes al menos preocupantes. Es el caso de lo que nos plantea el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (GIECC) cuando nos informa que sólo al ritmo de reducción de la intensidad de CO2 del PIB (–3% anual, es decir, el doble del ritmo observado hace veinte años) y la aceptación de una marcada disminución del crecimiento del PIB per cápita (un promedio del 0,6% anual en el mundo) se podrá obtener una reducción a la mitad de las emisiones globales entre 2010 y 2050. En cuanto al objetivo más ambicioso –una reducción de las emisiones de CO2 del 85% de aquí a 2050–, parece completamente fuera de alcance, al ritmo de las medidas que actualmente se ponen en marcha. A pesar de los acuerdos internacionales sobre el cambio climático (COP21 y COP22) las medidas de descarbonización de la matriz productiva no parecen avanzar al ritmo requerido, sumándose a ello la decisión del presidente de EEUU que retira su país de los acuerdos anteriormente firmados.

Una precisión es necesaria. Las grandes decisiones de Ciencia y tecnología, Bienes Públicos por esencia, están en manos de poderes privados. En cualquiera de los casos de apropiación del conocimiento se plantea como necesidad ineludible el acceso a la infraestructura básica: educación, transporte, energía, agua, telecomunicaciones… Sin esta infraestructura básica los beneficios de la ciencia y la tecnología no llegarán a la población. Es un paso concreto y previo que los Estados deben comprometerse con su población.

Reconvertir la Cuasi-renta y realizar un nuevo modelo de economía implica cambiar los factores de distribución del ingreso que han imperado en el curso de los siglos 20 y 21. Los factores de distribución de ingresos actualmente vigentes en la economía capitalista se pueden resumir de la siguiente manera: (a) concentración del capital industrial, manufacturero y minero; (b) concentración del capital financiero urbano y rural invertido en sectores de servicios, comunicaciones, transportes…; (c) organización de la comercialización de productos agropecuarios y sistema de fijación de precios en la canalización de los productos alimenticios hacia el sector urbano.

Nuevas regulaciones del Estado deberán en el corto y mediano plazo, modificar la organización misma de (a); (b) y (c) en su realidad de producción y distribución de ingresos. Lo cual significa reformas de impuestos y de mercados (leyes anti monopólicas y de transparencia…); seguridad social con contenidos relativos al consumo de masas; programas de empleo con apoyo del Estado; reforma a los fondos de pensiones mediante el sistema solidario de reparto; construcción de infraestructura económica y social, abordaje del calentamiento global y la contaminación…

Los factores de distribución constituyen el marco estructural en que se negocian los activos financieros y las remuneraciones. El velo financiero keynesiano pone en relación al dueño de los activos reales con el dueño de los activos financieros. Es la interposición bancaria que resuelve la Deuda financiera y que conforma en definitiva a los factores de distribución en la economía capitalista. Cuando la Deuda vía crédito se integra a la remuneración tiene un efecto letal sobre la economía de los hogares.

Recordemos que el salario social consagra el costo de formación del trabajador y su proporcionalidad con la productividad. Las regulaciones de los factores de distribución aseguran el cumplimiento de dicha regla y la sustentabilidad del salario social. Con ello se habrá dado un primer gran paso en la dirección de evaluar los verdaderos costos de la actividad productiva y el saneamiento de las relaciones sociales de producción regidas actualmente por la lógica de la Deuda Social Financiera.

El factor central de cambios en los factores de distribución del ingreso se verá reflejado en el salario social. Algunos de los cambios de estos factores se refieren a la regulación antimonopólica y transparencia de los mercados; política de incorporación de los costos sociales en la remuneración de los trabajadores, teniendo en cuenta criterios sociales y de productividad; economía y gobernanza de las ciudades, sus servicios comunitarios (transporte, seguro social, servicios de adultos mayores y medio ambiente) y funciones de integración entre la actividad productiva de la ciudad y factores externos que tienen que ver con la calidad de vida y el medio ambiente; utilización de nuevas fuentes de energía, teniendo en cuenta la productividad y el medio ambiente; nuevos criterios de sustitución de los sistemas de capitalización de pensiones, sean estos de reparto o mixto; medidas medioambientales; servicios públicos automatizados y reforzamiento de servicios de telecomunicación…Los cambios así señalados se vehicularán en áreas de la economía: social, mixta y privada. Es entonces apropiado decir que la integración de los Bienes Públicos se refleja en el salario social. El desafío central a recoger es la Ciencia y la Tecnología al servicio de las grandes necesidades de la humanidad; pero eso no es posible sin que un valor ético central presida las relaciones económico-sociales.

Debemos precisar la importancia de esfuerzos necesarios de planificación para integrar las áreas de la actividad productiva de la economía a saber, Área de Propiedad Social, Área Mixta y Área Privada. En dichas áreas se incorporarán las actividades propias a los Bienes Públicos, lo cual implica asumir costos de mayor complejidad. Seremos por tanto, testigos de una redefinición fundamental de los precios del mercado. Pues en el proceso de valorización del trabajo deberán cumplirse las dos condiciones señaladas para garantizar el salario social –, proceso determinante en la valorización de la producción.

Es una situación transformada en norma que el salario social no se da en las economías avanzadas. Compensaciones puntuales no pueden ser consideradas como salario social. De hecho justifican bajos salarios y pensiones de suyo precarias. Situación vigente actualmente en Alemania y el Reino Unido. Un estudio empírico relativo a la competencia comercial entre Francia y Alemania determinó que las diferencias salariales explican en un 90% la divergencia de costos y en un 40% la diferencia en los balances comerciales franceses y alemanes (M. Le Moigne, X. Ragot 2015, p. 22). Estudios del ministerio del trabajo de la República Federal de Alemania demuestran que el alza en la productividad no ha sido seguida por un alza en las remuneraciones (Grabka M. Goebel, J. 2013 noviembre 13); es lo que además se desprende de un estudio del FMI (Ostry, Jonathan D., Berg, Andrew., Tsangarides, Charalambos G., 2014 Febrero). En relación directa a los programas Hartz Le Moigne (Op. cit. p. 5) señala que con ese nivel de salarios, los derechos pasivos que genera son misérrimos: la pensión a que daría derecho el haber trabajado 45 años en uno de estos minijobs sería de 150 euros mensuales (Le Moigne, Op. cit., p.5).

Asumir la era de los servicios, y el incremento de las productividades, conlleva una reflexión fundamental sobre el papel de los Bienes Públicos y la función del Estado.

Si la participación de la sociedad en el goce de aquellos constituye la ética de una sociedad social-solidaria me interrogo –: ¿cómo entonces deberán concebirse los cambios en el mercado laboral y la reproducción social del trabajo en un ambiente acelerado de cambios científicos y tecnológicos?

Es un interrogante que el sistema actual de organización y regulación de la economía no ha logrado responder. En nuestro sistema la valorización social del trabajo está ligada a la integración de los Bienes Públicos en la remuneración de los trabajadores es decir el salario social, lo cual transita por cambios fundamentales en las relaciones sociales de producción; relaciones propias de una sociedad social-solidaria. En esos términos la valorización social del trabajador es un resultado posible y central de una matriz civilizatoria más avanzada. Esta es una primera dificultad pues la matriz productiva de servicios implica crear riqueza donde se descarta la participación de una masa salarial que en su edad prime desconoce los resultados tecnológicos que implican la Ciencia.

La valoración social de una masa potencial de trabajadores que actualmente aparece, al menos en términos numéricos, como un residuo descartable en las soluciones del mercado laboral capitalista, no es un problema menor. Su sola presencia apela al fracaso de las políticas sociales que se sirven del combate a la pobreza como parte de los resultados del mercado y de las regulaciones de la actividad productiva en la economía capitalista.

La antítesis de ello, como lo hemos señalado, es el mercado donde se reconoce a los Bienes Públicos como parte de los bienes y servicios que se transan. Es lo que hemos llamado una economía ciudadana con objetivos acordes con la sociedad social-solidaria que se construye.

Santiago, junio 8, 2017

[*] Profesor Universitario (Universidad de Chile; ARCIS). Doctor de Estado en Ciencias Económicas de la Universidad d’Aix-Marseille; Doctor de Tercer Ciclo en Ciencias Sociales del Desarrollo de la EHESS (París); Abogado (Universidad de Chile); Consultor Internacional (Naciones Unidas OIT, FAO, DTCD-New York, UNCTAD; ONGs: CINAM-París, AIDR-Bruselas, Development Technologies-Washington). Editor de la página web www.fortinmapocho.com (2005 hasta la fecha).

[**] El huracán Sandy se abatió en la costa este de EEUU, alcanzando la ciudad de New York el 18 de octubre en la temporada de huracanes de 2012. Con un diámetro de 1800 km, afectó gravemente Colombia, Venezuela, Haití, República Dominicana, Jamaica, Cuba, Bahamas, Bermudas, Estados Unidos y Canadá.

 

Fuente: http://fortinmapocho.com/detalle.asp?iPro=2896.


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