Chile y el nuevo ejército en red del Comando Sur.

por Roberto Sáez.
Para nadie es un secreto que Brasil, Argentina, Chile y Colombia son los socios clave para la política de defensa norteamericana en el Cono Sur, en ese contexto, la visita que realiza esta semana el Secretario de Defensa James Mattis era esperada hace meses por la comunidad política, sobre todo después de que EE.UU. señalara que en materia de defensa, 2018 es “el año de las Américas”. En Chile, la cita se dará entre Mattis, Sebastián Piñera y el ministro de la cartera Alberto Espina, los temas a tratar son desconocidos, sin embargo, para dar contexto es importante exponer cual es la agenda conjunta entre ambos países.

Doctrina de interoperabilidad

El 9 de marzo pasado, durante el cambio de mando en el Ejército de Chile, el centro de la noticia estuvo enfocado en la biografía del nuevo comandante en jefe y el contexto político en el que tomaría el mando de la institución armada y que actualmente enfrenta a severas críticas por reiterados casos de corrupción… nada nuevo bajo el sol, sin embargo, entre la nómina de la nueva plana de generales, un cargo nuevo y su respectivo oficial responsable, pasó inadvertido.

Edmundo Villaroel, General de Brigada, asumía ese 9 de marzo como el oficial que inaugura el cargo de “subcomandante General de Interoperabilidad del Ejército del Sur de Estados Unidos”, el componente terrestre del Comando SUR.

Si bien no existe impedimento legal para que un oficial chileno ejerza un cargo de responsabilidad en un ejército extranjero, esto confirma la posición que tienen las FF.AA. chilenas en la región, sirviendo de cabeza de playa para los intereses del Comando SUR en América Latina. Esta noticia se complementa con otro evento en materia de defensa que pasó inadvertido por la opinión pública. En noviembre de 2017, algunos meses antes de que Villaroel asumiera esta nueva responsabilidad, se inauguró en las dependencias del Estado Mayor Conjunto ubicadas en Santiago de Chile, el “COMSEC CUSTODIAN Chile” la primera oficina de Comunicaciones Seguras autorizada en la región de América Latina y el Caribe, creada por la NSA y administrada por el Comando SUR. Este sistema cumple la función de producir, transmitir y reproducir información operacional y de inteligencia de forma segura entre ambas naciones. En palabras de los oficiales que asistieron a la inauguración de esta oficina, actualmente Chile está preparado para recibir instrucciones operacionales seguras y en tiempo real desde EE.UU.

En esta misma línea, hace algunas semanas la Armada de Chile dirigió los ejercicios RIMPAC, convirtiéndose en el primer país no anglo parlante a cargo de la conducción operacional del ejercicio naval más grande del mundo y que por supuesto es tutelado por “nuestros socios” norteamericanos.

Este proceso está amparado en un tratado entendimiento firmado entre los ministros de la Defensa de Chile (Michelle Bachelet) y EE.UU. durante el mes de septiembre de 2004 y que hoy comienza a mostrar sus respectivos frutos. La interoperabilidad entre Chile y EEUU es hoy una realidad total y Villaroel será el responsable desde el Comando sur, de expandir esta integración hacia el resto de los ejércitos del continente, tarea que ya está en curso y que cuenta con una nutrida agenda bilateral.

Esto nos obliga a realizarnos la siguiente pregunta ¿Cuál es el límite entre la interoperabilidad de los ejércitos de América Latina con el Comando SUR y la necesaria independencia que deben tener las instituciones armadas para ejercer y garantizar su respectiva soberanía nacional?. Pregunta para un debate pendiente que aún no se plantea la comunidad nacional.

La red de redes

Si analizamos estos hechos a la luz de la estrategia del Comando SUR 2017-2027, estamos frente a un esfuerzo militar orientado a combatir las amenazas para la seguridad nacional de EEUU a partir de la creación y fortalecimiento de un sistema de defensa basado en una “red de redes”, que se traduce en una redefinición de los ejércitos de la región como un gran ejército continental articulado mediante un sistema de comunicación propio, en base al mismo lenguaje operacional, con un sistema de armas homologables y una doctrina de mando y control que permita la subordinación de esta fuerza a la conducción del Comando SUR.

En síntesis, la interoperabilidad, es la condición militar necesaria para garantizar la arremetida de EEUU en su búsqueda por retomar las riendas de los destinos de América Latina. Esta vez y con pleno desconocimiento de la opinión pública de mi país, será un oficial chileno uno de los protagonistas de esta misión injerencista.

La Cruz del SUR

Al sur del continente, existe un ejército de casco azul muy particular. La fuerza binacional chileno argentina “Cruz del sur” es una fuerza stand-by integrada por componentes terrestres, aéreos y marítimos de ambos países bajo un mando único y en capacidad de desplegarse a cualquier país que la comunidad internacional lo requiera. Esta fuerza desarrolla permanentemente ejercicios de imposición de paz, simulando la implementación de procesos electorales en un contexto de crisis política y social, en la cual deben combatir y dar caza a grupos armados con alto poder de fuego y entrenados en países como Cuba. Las áreas de especialización abarcan tareas como reconocimiento aéreo y terrestre, aseguramiento y control de zonas urbanas, control de muchedumbres y combate irregular urbano. Cruz del sur es un ejemplo de interoperabilidad llevada a su máxima expresión, una fuerza que goza de mayor legitimidad para intervenir a países en crisis que las clásicas intervenciones “yanquis” en suelo tercermundista.

Mientras la agenda política del grupo de Lima, de Iván Duque y de órganos subversivos venezolanos continúan en su intento por exigir a la comunidad internacional la implementación de medidas multilaterales para enfrentar la “crisis humanitaria” en Venezuela, las fuerzas militares pro EE.UU. trabajan a toda máquina para elevar los necesarios niveles de interoperabilidad que permitan despliegues conjuntos y combinados y dirigidos en tiempo real por el Comando SUR.

La doctrina de la defensa nacional rediseñada por el gobierno de Ricardo Lagos y vigente hasta el día de hoy ha promovido la profesionalización de las FF.AA. proyectándolas en dos áreas estratégicas: La polivalencia interna para enfrentar situaciones de catástrofe y la cooperación internacional, que amparada en la política de “Responsabilidad de Proteger” inserta a Chile en las relaciones internacionales a través de sus FF.AA. ¿Es digno para los oficiales chilenos, ser utilizados en esta tarea como batallón de intereses extranjeros mientras la Defensa Nacional hace la vista gorda frente a las aberraciones ocasionadas por agentes extranjeros que han lesionado a Chile gravemente en materia medioambiental, económica y cultural?

21-08-2018.

Fuente: http://www.rebelion.org/noticia.php?id=245524


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