A Maduro el pueblo no lo quiere y a Guaidó nadie lo eligió.
por Marea Socialista (*).
Sólo el pueblo soberano y movilizado puede decidir su destino, con referéndum y elecciones generales.
El pueblo en la calle movilizado, en concurrencia de todos los sectores sociales, y saliendo a protestar en los barrios pobres, está demostrando que no soporta más al gobierno de Maduro. La gente ya no está dispuesta a tolerar más la política de hambre y de destrucción de los derechos laborales, así como la eliminación de hecho del derecho a la salud ante la falta de medicinas e insumos, la degradación de los servicios públicos, la corrupción extrema y la represión cotidiana.
Esto explica que gran parte de la población haya atendido al llamado a movilizarse con las marchas convocadas por el autoproclamado Guaidó, pero no porque esté dispuesta a reconocer a cualquiera que quiera alzarse con el «coroto», sino porque amplísimos sectores de nuestro pueblo hace tiempo que están hartos y no quieren seguir aguantando más. Incluso los que trabajan en el sector público, que se mantienen callados o van forzados a las movilizaciones del gobierno, para evitar retaliaciones que les puedan afectar en sus trabajos, recepción de cajas CLAP o que puedan poner en peligro sus hogares de la Misión Vivienda. Los comentarios, chavismo adentro, son de cansancio y gran molestia, poco a poco van perdiendo el miedo.
Los trabajadores y el pueblo no han logrado tener una alternativa propia e independiente, que represente sus reales intereses y angustias, por lo que ha quedado atrapado entre la burocracia y el capital. El resultado de esto es que se reinstala la polarización, entre los políticos de un gobierno corrupto que controla el poder y los parlamentarios de partidos de los grandes empresarios que explotan a los trabajadores.
Porque, los patronos que financian y promueven a los partidos de oposición de la derecha tradicional, también se benefician y pagan los miserables salarios impuestos por el gobierno de Nicolás Maduro-PSUV-Militares. Y no tienen otra propuesta económica que la de seguir descargando la crisis sobre el pueblo mientras aseguran sus ganancias y sus negocios.
Ellos, desde la AN, pretenden erigirse en nuevo gobierno y utilizar a su favor las energías del pueblo, porque no tenemos organizaciones propias y fuertes que acaudillen la lucha contra el nefasto gobierno de Nicolás Maduro. Pero la AN y los EE.UU no son quienes para imponerle gobiernos al pueblo venezolano. Maduro tampoco. Todos son usurpadores y se disputan el control del Estado para tener sometido y explotar al pueblo.
Nuestros sindicatos y organizaciones populares están en gran parte destruidos, corrompidos o supeditados al aparato del Estado, y otra parte ha cedido su independencia política en favor de los dirigentes de la clase rica que nos explota. Por eso no se termina de salir de la trampa autoritaria de Maduro y se cae ahora en la trampa golpista de Guaidó (del partido Voluntad Popular), respaldado por Estados Unidos, que juega en favor de sus intereses, contrarios a la nación venezolana.
Ahora estamos corriendo el riesgo de que la confrontación entre dos gobiernos paralelos, ambos ilegítimos, y uno de ellos apoyado por los Estados Unidos, pueda derivar en una guerra civil o en formas de intervención imperialista más directas del gobierno de Trump. También hay que alertar que a cada intentona de la derecha el gobierno de la burocracia aprovecha para desatar una oleada represiva para someter más al pueblo y acallar toda protesta.
Frente a todo esto, Marea Socialista llama a que sigamos movilizados y protestando contra el gobierno opresor, pero el pueblo y la clase trabajadora tenemos que movernos con nuestra propia agenda y no detrás de los parlamentarios de la derecha ni de la burocracia del PSUV, así como tampoco podemos aceptar imposiciones desde el exterior.
Marea Socialista llama a que nos juntemos todos aquellos y aquellas que entendemos la necesidad de construir nuestra propia organización de lucha, para levantar una nueva referencia política de nuestra clase y de los distintos sectores del pueblo que sufre, que sí pueda hacer valer nuestros propios intereses y derechos.
A Maduro no lo quiere el pueblo y a Guaidó nadie lo eligió.
Referéndum que consulte al pueblo para relegitimar todos los poderes (Art 71 CRBV).
Renovación del CNE para que recupere su independencia y llame a elecciones generales.
Por un plan de emergencia en favor de los trabajadores y el pueblo para enfrentar la crisis, recuperar el salario y tener acceso a la comida.
No a la entrega de la soberanía.
No al intervencionismo y la injerencia de los EE.UU. y el Grupo de Lima.
Sigamos en lucha por nuestras condiciones de vida: salarios, derechos laborales, servicios públicos, derechos democráticos.
Ni golpe ni negociaciones a espaldas del pueblo.
Autonomía política de los trabajadores y sectores populares.
No sigamos más a los políticos de la burocracia gobernante ni a los políticos de los capitalistas.
¡Ni burocracia ni capital!
Que se vayan todos.
Que el pueblo movilizado ejerza su soberanía.
No a la represión: liberación de los presos por luchar, respeto a los derechos humanos.
Por un gobierno de los trabajadores y el pueblo, no de la burguesía tradicional ni de la «roja-rojita».
Venezuela,
(*) Marea Socialista: Organización política venezolana de izquierda. Procede de una corriente crítica que se desprendió del PSUV en 2014 y se articula internacionalmente con Anticapitalistas en Red. Su Web es: www.mareasocialista.org
Fuente: www.aporrea.org/actualidad/a274715.html
NO AL ESTADO PARALELO IMPULSADO POR EEUU, UE Y GRUPO DE LIMA. RECHAZAMOS EL RÉGIMEN ENTREGUISTA E INCONSTITUCIONAL DE NICOLÁS MADURO.
REFERENDUM PARA RENOVAR TODOS LOS PODERES PUBLICOS
por Plataforma Ciudadana en Defensa de la Constitución.
Desde la Plataforma Ciudadana en Defensa de la Constitución hemos venido tomando iniciativas y denunciando el régimen autoritario e inconstitucional del Presidente Maduro, quien a raíz de perder el control de la AN luego de la aplastante derrota en las elecciones parlamentarias de 2015, comenzó a gobernar al margen de la Constitución mediante la aplicación de un estado de excepción permanente, para evadir y neutralizar el control del Parlamento Nacional y facilitar la entrega al gran capital corporativo transnacional, la explotación primaria de nuestros recursos naturales, mineros y petroleros. Optó por avanzar en la profundización del modelo rentístico extractivista depredador, lesionando la soberanía nacional y el patrimonio social, natural y económico de la Nación. El Arco Minero del Orinoco, los Acuerdos de Servicios Conjuntos de PDVSA en términos viles, que nos retrotraen al régimen de concesiones de Gómez y a los contratos operativos de la apertura petrolera de Luis Giusti, son la muestra de la clara orientación entreguista de un gobierno cada vez más autoritario y opaco, que sustenta su poder en el control político clientelar y en la represión y coacción policial, violando los derechos humanos, con la falsa bandera de la lucha antiimperialista.y la defensa de la revolución bolivariana.
Habiendo perdido la base social de apoyo heredada del liderazgo de Chávez, por su connivencia y tolerancia con la corrupción y, su incapacidad para corregir errores en el manejo de la política económica y en la conducción del proceso, el gobierno de Maduro optó por preservar el poder a toda costa sin importarle los graves daños causados al pueblo de Venezuela y sus instituciones, echando por tierra los logros políticos y sociales alcanzados por la revolución bolivariana, para lo cual no dudó en llevarse por delante su logro histórico fundamental, la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela parida por un proceso constituyente inédito, que sentó las bases del protagonismo popular a través de la profundización de la democracia y de su ejercicio directo y refrendario. La instrumentalización del poder electoral para “legitimar” la suspensión del referéndum revocatorio presidencial convocado por la oposición (2016) y la posterior convocatoria a la elección de una Asamblea Nacional Constituyente (2017) otorgándole poderes “supraconstitucionales y plenipotenciarios, sustituyendo de facto la Asamblea Nacional y usurpando la soberanía popular que reside intransferiblemente en el pueblo, fueron rechazados y denunciados en su momento por esta Plataforma, como evidencia incontrovertible del carácter autoritario e inconstitucional del gobierno de Maduro.
El 20 de mayo de 2018, el presidente Maduro resultó electo para un nuevo período constitucional de seis años, en unas elecciones adelantadas caracterizadas por un claro ventajismo e irregularidades en las cuales se produjo una abstención del 52%, superando en 30% la abstención promedio de los tres últimos procesos electorales presidenciales, en lo cual tuvo un peso importante el llamado a no participar que hizo un sector de la oposición, con el propósito de evidenciar la ilegitimidad del régimen madurista, al cual se sumó el escepticismo derivado de la fragmentación de los opositores y la desconfianza en el manejo del proceso por el CNE. En esa oportunidad, la Plataforma Ciudadana en Defensa de la Constitución llamó a participar en el proceso electoral, por considerar que la abstención, además de dejarle el campo libre a Maduro para atornillarse en el poder, también se lo abría al gobierno de EEUU y sus aliados, interesados en imponer la tesis del “estado fallido” al demostrarse, según ellos, la “ilegitimidad de origen” del Presidente, para luego justificar su intervención en Venezuela, siguiendo la ruta de la creación de un “Estado Paralelo”, como hicieron en Libia. No es casual que el vocero más conspicuo de Trump en la OEA, Luis Almagro, haya participado directamente en la campaña electoral llamando a no votar, presumiendo que una alta abstención permitiría declarar la “ilegitimidad de origen” del presidente electo, con el fin de desconocer su mandato y proclamar el “vacío de poder” a fin de darle “legitimidad” a un gobierno paralelo impuesto por EEUU.
Reconocemos que en la alta abstención ocurrida en el proceso electoral del 20M jugó un papel importante la pérdida de credibilidad del liderazgo político y el escepticismo de amplios sectores de la población en la eficacia de la participación electoral, como medio para cambiar la situación del país, también, debido a la desconfianza en el CNE y la fragmentación del liderazgo opositor. Sin embargo, independientemente de que algunos sectores opositores acompañaron de buena fe la abstención para demostrar su rechazo al gobierno de Maduro, los efectos prácticos de ésta y de la política abstencionista impulsada por el Departamento de Estado y asumida por algunos sectores de la oposición extremista pro-yankee, ha sido la desmovilización del pueblo venezolano, sacándolo del juego, evitando que asumiera su condición de decisor fundamental en la salida a la crisis transitando la vía pacífica y constitucional. De ese modo EEUU y sus aliados pasaron a ser actores de primera línea bajo el paraguas de la “comunidad internacional” para imponer un desenlace por la vía violenta o a través de una negociación injerencista con el gobierno de Maduro, funcional a sus intereses económicos y geopolíticos, hiriendo gravemente la soberanía del Estado Nación venezolano. Los hechos que se han venido suscitando antes y después de la juramentación del Presidente Maduro ante el TSJ, especialmente el pronunciamiento del llamado Grupo de Lima y de EEUU, marchan en esa dirección.
Creemos que la ilegitimidad del presidente Maduro proviene del rechazo de una mayoría aplastante de venezolanos y venezolanas, que consideran a su gobierno el principal responsable de la terrible crisis que los agobia, de la masificación de la pobreza, del colapso de los servicios públicos, de la parálisis económica, de la hiperinflación y de la destrucción del tejido social y productivo del país, además de muy graves violaciones persistentes de la Constitución, incluida la violación sistemática de los derechos humanos. Igualmente, también hay un rechazo a la violencia y a la injerencia externa. Esa mayoría considera de igual modo, que la vía para restaurar el estado de derecho y la institucionalidad perdida, es la movilización pacífica sustentada en los mecanismos constitucionales. En ese sentido, respaldamos las luchas y reclamos de los trabajadores y trabajadoras venezolanas por la defensa de su salario y de sus condiciones de vida y de trabajo, hoy, terriblemente afectados por la caída del ingreso, el desconocimiento por parte del gobierno de la contratación colectiva y demás conquistas laborales y socioeconómicas. Esas luchas deben articularse con la lucha por la restauración de la Constitución.
Rechazamos la creación de un Estado paralelo centrado en la Asamblea Nacional y el TSJ en el exilio apoyado por EEUU y el Grupo de Lima, porque conduciría a la profundización de la crisis y a un “choque de trenes” que podría derivar en un conflicto interno de consecuencias impredecibles, comprometiendo la soberanía e integridad de la Nación.
Más allá de la calificación y el pronunciamiento que puedan hacer gobiernos extranjeros sobre la legitimidad del Jefe de Estado venezolano, sólo el pueblo de Venezuela, apoyándose en la Constitución y conforme a su derecho inalienable a la autodeterminación, debe ser quién decida sobre la salida a la crisis política. Por ello, rechazamos firmemente la intención del gobierno de EEUU y el llamado Grupo de Lima de atropellar la dignidad del pueblo venezolano, al pretender imponer como solución a la crisis, un gobierno paralelo que equivaldría a un golpe de estado parlamentario.
El Grupo de Lima marca la “ruta de Trump” para intervenir a Venezuela
El pronunciamiento del Grupo de Lima (GL) sintetiza la hoja de ruta trazada por el gobierno de Donald Trump para tensar la cuerda al límite, con el fin de darle “jaque mate” al gobierno de Maduro, para colocarlo frente al dilema de negociar su rendición o enfrentar la ofensiva final de la alianza EEUU-UE-Grupo de Lima en marcha, eufemísticamente llamada “comunidad internacional”, a través del estrangulamiento económico seguido de una “intervención humanitaria” tipo Libia, articulada con la puesta en escena de la disputa territorial por el Esequibo y del reclamo del gobierno colombiano por la presencia en Venezuela de la guerrilla del ELN, como detonantes de conflictos en los flancos occidental y oriental,
La ficha clave en esta jugada que han venido preparando minuciosamente el Departamento de Estado y el Comando Sur, con la cual esos poderes fácticos pretenden rebasar la soberanía y autodeterminación del pueblo venezolano, para imponer un gobierno tutelado desde Washington y condicionado a los intereses del gran capital transnacional comprometiendo la existencia misma de la Nación, es la derecha apátrida que fuera y dentro del país, ha hecho suya esa estrategia intervencionista, plasmada en el referido pronunciamiento, asumiéndola como la única opción para lograr un cambio político en el país, desechando de plano que sea el propio pueblo venezolano el que protagonice el restablecimiento de la Constitución derogada de facto por el gobierno de Maduro y la salida a la crisis por la vía pacífica y constitucional. El pronunciamiento del Grupo de Lima es también un emplazamiento dilemático para los movimientos y organizaciones políticas que hacen vida en el país, frente al cual solo puede haber dos posiciones: o se rechaza por injerencista y violador de la soberanía nacional y popular o se apoya por acción u omisión dándole luz verde a la intervención extranjera. Por nuestra parte, rechazamos en todo su contenido ese pronunciamiento intervencionista violatorio del derecho internacional y ofensivo a la dignidad del pueblo venezolano, con base en las siguientes consideraciones:
- El Grupo de Lima es un grupo informal de presión creado bajo los auspicios de EEUU, a partir de los cambios de gobierno hacia la derecha que ocurrieron en la región en los últimos años, ante la imposibilidad de lograr una mayoría en la OEA para imponer la aplicación de la Carta Democrática Interamericana en contra del gobierno de Venezuela. La creación de ese grupo se produjo en el contexto de la deserción y reducción de la participación de algunos de sus países miembros en la UNASUR, siguiendo la política estadounidense de dinamitar la arquitectura de integración latinoamericana que se construyó en los primeros tres lustros del siglo XXI, con el fin de devolverle a la OEA el protagonismo perdido como foro regional y su condición de “ministerio de colonias”, operador de la Doctrina Monroe. No son razones humanitarias sino políticas y económicas, las que animan a ese bloque de gobiernos, en el que participa EEUU como dueño del circo, y lo que está de por medio son las ambicionadas riquezas naturales y la primera reserva petrolera del mundo.
- Al asumir de manera arbitraria y unilateral la facultad de calificar la legitimidad de los órganos del Poder Público venezolano, renunciando al escenario multilateral, a la mediación y al diálogo como el instrumento fundamental para dirimir pacíficamente las diferencias y conflictos entre los Estados y al interior de los países, lo hacen para darle sustento a la política del gobierno de Trump, de bloquear cualquier salida que surja de la decisión autónoma y soberana de los venezolanos. De ahí su política de impulsar el abstencionismo y la insurrección violenta desmovilizadora, de la cual se abanderó la derecha extremista, dándole al gobierno la oportunidad de justificar la aplicación de un “estado de excepción” de facto, que aunque inconstitucional, le ha servido de coartada para gobernar al margen de la constitución e imponer un régimen represivo para supuestamente “garantizar la paz” y atornillarse en el poder. Al reconocer la legitimidad al TSJ en el “exilio”, desconocer el nuevo mandato del Presidente Maduro y reconocer a la AN como el único poder legítimo, el Grupo de Lima presiona hacia la constitución de un Estado Paralelo, hacia un conflicto de poderes, hacia una confrontación de alcance internacional de consecuencias impredecibles, entre el gobierno de Maduro respaldado por la FANB y la oposición extremista atrincherada en la AN respaldada por EEUU y el Grupo de Lima.
- El guión seguido por una mayoría de la AN liderada por su nuevo Presidente, Juan Guaidó (VP) sigue la misma estructura y letra del pronunciamiento del Grupo de Lima y del Jefe de la Diplomacia estadounidense, tanto en cuanto al desconocimiento del mandato de Nicolás Maduro, como en lo referido al carácter plenipotenciario que asume la AN para designar un Presidente interino o Consejo de Transición, que ejercería la “coordinación con la FANB, la designación de representantes ante instancias internacionales y la conducción de un proceso de transición, todo ello presumiendo que el cargo de Presidente estaría vacante. De esta manera, se plantean abiertamente la dualidad de poderes que promueven EEUU y sus aliados, que como ya señalamos, podría conducirnos a un conflicto donde las víctimas seremos los venezolanos y el poder de decisión quedará a merced de los intereses geopolíticos y económicos de EEUU y sus aliados.
- Superando al gobierno de EEUU en materia de sanciones a Venezuela, el Grupo de Lima se dispone a elaborar, a discreción y sin definir un criterio preciso, listas de personas naturales y jurídicas a las cuales se le impedirá interactuar con instituciones financieras y bancarias de los países miembros e incluso congelar sus fondos y activos. Por otra parte, anuncia que evaluará la aplicación de restricciones en el otorgamiento de créditos al Estado venezolano, en los organismos financieros internacionales y regionales de los que son parte”. Estas son el tipo de medidas que suele tomar EEUU aplicando leyes extraterritoriales que vulneran la soberanía de los Estados, las cuales supuestamente van dirigidas a golpear a funcionarios gubernamentales, pero que inexorablemente recaen sobre el pueblo. Son medidas que en el marco de la grave crisis económica y social del país, contribuyen a profundizar el sufrimiento de las grandes mayorías que padecen los embates de la crisis. Al supeditar en términos absolutos la cooperación humanitaria al logro del objetivo político, en este caso, del cambio de gobierno, queda al descubierto el chantaje detrás del ofrecimiento de la ayuda humanitaria a cambio de ceder la soberanía. Muy diferente sería ofrecer incondicionalmente la cooperación para atender la emergencia humanitaria, siempre y cuando esta no sea manejada por el gobierno sino por la comunidad organizada.
- El hecho de que 10 de los 12 gobiernos del Grupo de Lima se retractaron del espaldarazo que le dieron a Guyana, en su reclamo a Venezuela por la expulsión de una embarcación extranjera que, con la autorización de ese país, penetraron aguas venezolanas en el Delta del Orinoco, no le quita relevancia al cipayismo vergonzoso de los gobiernos que integran ese Grupo. Ese es solo un movimiento “táctico”, lo que cuenta es su intención y voluntad demostrada de adhesión total, incondicional e inédita a la posición de EEUU de reconocerle a Guyana soberanía plena sobre el Esequibo y una porción importante de la plataforma continental del Delta del Orinoco, como si este fuera algo coyuntural vinculado al gobierno de Maduro, y no un asunto de Estado de carácter histórico, altamente sensible para los venezolano, porque afecta la integridad del territorio nacional. Para colmo del irrespeto, se atrevieron a calificar a las FANB como “provocadores” y “violadores de los derechos humanos de los países vecinos”, refiriéndose a Guyana, cuando una nave patrullera de la Armada Nacional Bolivariana interceptó y desalojó a un buque que realizaba estudios exploratorios para la Exxon Mobil con el permiso írrito del gobierno guyanés, porque cumplieron con su deber de garantizar el ejercicio de la soberanía territorial en la plataforma continental del Delta del Orinoco, apegándose a las normas internacionales.
- Adicionalmente, ese incidente lo utilizan para justificar la suspensión de la cooperación militar en general y el posible establecimiento de una zona de exclusión aérea mediante la suspensión de los “permisos de sobrevuelo de aviones militares venezolanos en caso de asistencia humanitaria”. Estas son señales que anuncian la preparación para un conflicto bélico, lo cual resulta mucho más preocupante si tenemos en cuenta que en ese grupo están Brasil, Colombia y Guyana, países que tienen frontera con Venezuela y con los dos últimos mantenemos diferendos territoriales.
- En razón de que un sector extremista de la oposición encabezado por el nuevo Presidente de la AN, decidió adherirse al Pronunciamiento del Grupo de Lima y del gobierno de EEUU, de declarar unilateralmente vacante la Jefatura del Estado Venezolano, argumentando la ilegitimidad de origen de la elección de Nicolás Maduro para el período 2019-2025, y no reconociéndolo como tal y en consecuencia procedió a conformar un Estado Paralelo en el que la AN asume las funciones del Poder Ejecutivo y se reconoce como legítimo al llamado TSJ en el exilio, crea las condiciones para que se desencadene un conflicto interno que agravará la crisis y podría conducir a una guerra civil con participación internacional o en el mejor de los casos, a una negociación, impuesta desde afuera, amenazando la integridad territorial y la soberanía nacional.
¿Qué hacer?
Para el Pueblo de Venezuela, la primera tarea es garantizar la preservación de la Patria, porque sin ella, ningún proyecto nacional sería posible para construir el futuro. El suicidio, sea individual o colectivo, no es una opción. De allí que cualquier propuesta, idea, decisión planteadas en términos de lesionar nuestra herencia, nuestra integridad territorial, nuestra identidad nacional, nuestro derecho a la autodeterminación, incluyendo los derechos de nuestros pueblos originarios, debe ser combatida con absoluta firmeza y es por ello que, desde la Plataforma Ciudadana en Defensa de la Constitución, denunciamos y rechazamos como injerencistas las acciones del llamado “Grupo de Lima” y cualquier venezolano, más allá de su opinión política, está en la obligación de sumarse a ese rechazo
Así mismo, rechazamos la tesis que internacionalmente viene siendo manejada por un sector extremista de la oposición, siguiendo las instrucciones del gobierno estadounidense, acerca del “vacío de poder” y de la necesidad, en consecuencia, de una intervención extranjera. Tal idea, al final, busca limpiar el camino para la disolución de la República, para la repartición de lo que es de los venezolanos, para convertir a Venezuela, esa de las ocho estrellas, esa del Libertador, esa de donde surgió la libertad para buena parte del continente, en un grupo de pequeñas republiquetas: un proceso de fragmentación, al estilo de lo ocurrido históricamente con la disolución de la Gran Colombia y posteriormente con Panamá. Pero eso no implica, de ninguna manera, que defendamos el actual gobierno, responsable de la gran crisis que nos agobia y responsable también, por acción u omisión, de poner en peligro a la República. Asumimos que en Venezuela sí existe un gobierno pero el mismo es ilegítimo porque actúa al margen de la Constitución y, porque sus acciones son absolutamente contrarias al interés general. Por tanto, debe ser reemplazado pero no a través de un inconstitucional golpe de estado con el apoyo de EEUU y sus aliados, sino a través de una acción coherente y sostenida de participación y movilización popular en el marco de la propia Constitución. La profundidad de la crisis requiere, sin dudas, de un acuerdo general, un acuerdo de sociedad, no un simple acuerdo de cúpulas y para ello, insistimos, la Constitución tiene previstos los caminos. No se trata de reemplazar una cúpula por otra, se trata de que el pueblo, quien ejerce la soberanía (A-5), se manifieste acerca de lo que verdaderamente quiere (Artículos 70 y 71). Es necesario reinstitucionalizar la República pero ello no es posible mientras las instituciones sigan siendo manejadas por los responsables de la crisis. Se trata de que, a partir de un acuerdo de patria, un acuerdo con visión de futuro, un acuerdo responsable, renuncien absolutamente todos los poderes en forma ordenada y frente al pueblo, con el fin de llamar, en tiempo perentorio, a un nuevo proceso general de elecciones que relegitime todos los poderes, para abrirle el camino a una nueva Venezuela. Se trata, en definitiva, de poner las decisiones en manos del soberano, como reza nuestra Constitución. De lo contrario, la deriva de la crisis nos conducirá inexorablemente a una guerra civil con participación internacional, la instalación directamente del fascismo, con todo lo que ello implica para las generaciones presentes y futuras de venezolanos, o la instalación, a partir de componendas, de un gobierno que no represente los intereses de los venezolanos.
La AN liderada por la oposición extremista, avanza en la ejecución del proyecto del estado paralelo promovido por EEUU-UE-Grupo de Lima para desplazar a Maduro del gobierno, mientras éste con el apoyo de la FANB acaricia la idea de disolver la AN y convocar unas elecciones anticipadas. Esta confrontación podría desembocar en una guerra civil con participación internacional o en una negociación cupular forzada por intereses foráneos. En estas circunstancias, cuando está en juego la existencia de la Nación, es que el pueblo debe ser el protagonista de su propia historia para decidir el destino de la República, ejerciendo plenamente su derecho a la autodeterminación. Por esa razón, proponemos que la disputa entre el Gobierno y la AN debe resolverse mediante el diálogo y la negociación, tomando como punto de partida la convocatoria a un referendum consultivo vinculante, en el que los venezolanos decidamos en elecciones transparentes y con base en los artículo 70 y 71 de la Constitución, si queremos o no renovar todos los poderes públicos.
La salida debe ser soberana, pacífica y constitucional a través de la consulta popular!!!
Rechazamos el Pronunciamiento intervencionista del Grupo de Lima!!!
Todos contra el despojo territorial imperialista en el Esequibo!!!
Caracas 17 de enero 2019-01-17
Firman:
Héctor Navarro, Oly Millán, Gustavo Márquez, Ana Elisa Osorio, Edgardo Lander, Juan García, Gonzalo Gómez, Santiago Arconada
Fuente:
Descubre más desde Correo de los Trabajadores
Suscríbete y recibe las últimas entradas en tu correo electrónico.
Be the first to comment