[A pocas horas de este 8 de marzo, parece claro que el movimiento feminista se encuentra en un nuevo momento histórico, distinto de los precedentes no sólo por su capacidad para arrastrar a amplias capas de mujeres a la participación política, sino especialmente por haber transformado el feminismo en otra cosa: un grito global por la emancipación y la vida, incompatible con cualquier tipo de opresión y que busca ante todo romper con las lógicas de acumulación y explotación que rigen el mundo.
En un contexto generalizado de ataques contra los derechos y libertades y de destrucción de las condiciones de posibilidad de la vida, el feminismo está siendo capaz de emerger como el principal vector de politización y de movilización alrededor del mundo, muchas veces irrumpiendo en claros momentos de reflujo y portando en su seno intuiciones profundamente anticapitalistas. Bajo el lema “poner la vida en el centro”, las feministas estamos bosquejando otros horizontes posibles.
En los últimos meses, los contactos y encuentros internacionales entre procesos locales y territoriales se han multiplicado. Tras dos años y medio de movilización constante, se palpa en el movimiento la voluntad de generar espacios de encuentro y reflexión colectiva, que nos permitan trazar estrategias y pensar juntas cuáles deben ser los siguientes pasos. Lo que aquí planteamos es la necesidad de ir más allá de las prácticas de resistencia y pasar a la ofensiva: ha llegado el momento de hacer realidad el internacionalismo feminista.]
Por tercer año consecutivo, la nueva ola feminista transnacional convoca a un día de movilización global para el 8 de marzo: huelgas legales en los trabajos asalariados –como las cinco millones de huelguistas del 8M de 2018 en el Estado Español y miles más el mismo año en Argentina e Italia; huelgas salvajes de las mujeres sin derechos laborales ni protecciones sociales; huelgas desde el cuidado y el trabajo no remunerado; huelgas estudiantiles, pero también boicots, marchas y bloqueo de calles. Por tercer año consecutivo, mujeres y personas queer en todo el planeta se movilizan contra los feminicidios y contra todas las formas de violencia de género, por la autodeterminación de los cuerpos y por el acceso al aborto seguro y gratuito, por iguales salarios para iguales trabajos, por sexualidades libres, pero también contra los muros y las fronteras, el encarcelamiento en masa, el racismo, la islamofobia y el anti-semitismo, el despojo de las comunidades indígenas y la destrucción de los ecosistemas y el cambio climático. Por tercer año consecutivo, el movimiento feminista nos da esperanza y una visión de un futuro mejor en un mundo que se desmorona. El nuevo movimiento feminista transnacional es impulsado desde el Sur, no sólo en un sentido geográfico sino en un sentido político, y se nutre de cada territorio en conflicto. Esta es la razón por la cual es anti-colonial, anti-racista y anti-capitalista.
Vivimos un momento de crisis general. Esta crisis no es sólo económica; es también política y ecológica. Lo que está en juego en esta crisis es nuestro futuro y nuestras vidas. Las fuerzas políticas reaccionarias están creciendo y se presentan a sí mismas como la solución de la crisis. Desde Estados Unidos a Argentina, de Brasil a India, Italia y Polonia, los gobiernos de extrema derecha y los partidos políticos construyen muros y vallas en las fronteras, atacan libertades y derechos LGBTQ+, niegan a las mujeres autonomía sobre sus cuerpos y promueven la cultura de la violación, todo en nombre de un retorno a los valores tradicionales y de la promesa de proteger los intereses de las familias de los sectores dominantes. Su respuesta a la crisis neoliberal no es abordar la raíz de sus causas, sino apuntar contra las más oprimidas y explotadas entre nosotras.
La nueva ola feminista está en la primera línea de defensa frente al ascenso de la extrema derecha. Hoy, las mujeres están liderando la resistencia a los gobiernos reaccionarios en varios países.
En septiembre de 2018, el movimiento Ele Não reunió a millones de mujeres que se levantaron contra la candidatura de Jair Bolsonaro, quien se ha convertido en todo el mundo en el símbolo de los planes de la ultra derecha para la humanidad y en el catalizador de las fuerzas reaccionarias en América Latina. Las protestas se dieron en más de trescientas ciudades de Brasil y en todo el mundo. Hoy Bolsonaro está librando una guerra contra los pobres, mujeres, LGBTQ+ y comunidades negras. Ha promulgado una reforma de la seguridad social draconiana y relajado las leyes de control de armas. Los feminicidios están disparándose en un país que ya en 2018 tuvo uno de los índices más altos del mundo, y donde el 70% de las mujeres asesinadas fueron negras. En 2019 ya se han producido 126 feminicidios. El movimiento feminista en Brasil está respondiendo a estos ataques y se prepara para movilizar el 8M y el 14M, en el aniversario del asesinato político de Marielle Franco, mientras circula la información de los fuertes lazos entre los hijos de Bolsonaro y uno de los integrantes de la milicia responsable del asesinato.
De modo similar, Non Una di Meno en Italia es hoy el único movimiento organizado confrontando con las políticas misóginas y anti-migrantes del gobierno derechista de la Liga Norte y Cinco Estrellas. En Argentina, es también el movimiento feminista el que lidera la resistencia contra las políticas neoliberales del gobierno de Macri. Y en Chile, el movimiento feminista está peleando contra la criminalización de las luchas indígenas y el sexismo sistemático de un sistema educativo carísimo.
El movimiento feminista está también redescubriendo el significado de la solidaridad internacional y la iniciativa transnacional. En los últimos meses el movimiento feminista argentino usó el evocativo nombre de Internacional Feministapara referirse a las prácticas de solidaridad internacional reinventadas por la nueva ola feminista, y en varios países, como Italia, el movimiento está discutiendo la necesidad de encuentros transnacionales para coordinarse mejor, compartir miradas, análisis y experiencias.
Frente a una crisis global de dimensiones históricas, las mujeres y las personas LGBTQ+ nos estamos levantando con el reto de articular una respuesta global. Después del próximo 8 de marzo, ha llegado el momento de que el movimiento vaya un paso más allá y de convocar a encuentros y asambleas transnacionales: para convertirnos en el freno de emergencia capaz de parar el tren capitalista que corre desbocado, conduciendo a la humanidad y al planeta en que vivimos hacia la barbarie.
Nuria Alabao (periodista y activista, Estado Español)
Cinzia Arruzza (co-autora de Feminismo para el 99%. Un manifesto, Estados Unidos)
Monica Benicio (activista de derechos humanos y compañera de Marielle, Brasil)
Tithi Bhattacharya (co-autora de Feminismo para el 99%. Un manifesto, Estados Unidos)
Julia Cámara (Comisión estatal del 8 de marzo, Estado Español)
Jupiara Castro (Núcleo de Consciência Negra, Brasil)
Lucia Cavallero (Ni Una Menos, Argentina)
Verónica Cruz Sanchez (activista de derechos humanos, México)
Angela Y. Davis (fundadora de Critical Resistance, Estados Unidos)
Marta Dillon (Ni Una Menos, Argentina)
Zillah Eisenstein (International Women’s Strike, Estados Unidos)
Luna Follegati (filósofa y activista, Chile)
Nancy Fraser (co-autora de Feminismo para el 99%. Un manifesto, Estados Unidos)
Verónica Gago (Ni Una Menos, Argentina)
Sonia Guajajara (Articulação dos Povos Indígenas do Brasil, Brasil)
Kavita Krishnan (All India Progressive Women’s Association, India)
Andrea Medina Rosas (abogada y activista, México)
Morgane Merteuil (activista feminista, Francia)
Tatiana Montella (Non Una di Meno, Italia)
Justa Montero (activista feminista, Estado Español)
Antonia Pellegrino (escritora y activista, Brasil)
Enrica Rigo (Non Una di Meno, Italia)
Paola Rudan (Non Una di Meno, Italia)
Amelinha Teles (União de Mulheres de São Paulo, Brasil)
6 de marzo 2019.
Fuente: https://vientosur.info/spip.php?article14644
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