por Felipe Saleh/ El Mostrador.
Durante los cuatro años como comandante en Jefe, el retirado general se permitió gastos exorbitantes que lo tienen como objeto de acusaciones por lavado de dinero y malversación. En ese esquema se intenta comprobar la participación de su esposa, aficionada a las marcas de alta costura, los viajes con estadía en hoteles de cinco estrellas y propietaria de, al menos, dos departamentos comprados después de su gestión en una entidad ligada al Ejército, la que vendió sus inmuebles otorgados por el fisco mientras ella era la directora.
“El origen de todos los pagos de fondos en el banco se trata de dineros entregados por mi marido o que él los pagó directamente”. Casi todos los asuntos de plata en la vida de Anita María Pinochet Ribbeck están ligados con su marido, el general (r) Juan Miguel Fuente-Alba. Al comienzo de la investigación contra el ex comandante en Jefe, Pinochet Ribbeck le dijo al fiscal José Morales que era dueña de casa. En rigor, Anita María Pinochet es secretaria ejecutiva bilingüe. Estudió en el instituto Manpower, el favorito de los militares y la elite empresarial de los 80 para reclutar asistentes. Trabajó en la Compañía de Aceros del Pacífico (CAP), antes que la privatizaran, y en la Enap, pero apenas se casó en 1975 dejó de trabajar.
Los Fuente-Alba Pinochet partieron como cualquier otra familia integrada por un oficial de Ejército. Padres de tres hijos, el teniente Fuente-Alba comenzó sus destinaciones en Coyhaique. Tres años después, volvió al Regimiento Buin, etapa en que la familia no tiene grandes lujos. De regreso en Santiago, en 1985, Anita Pinochet inscribió su primer auto, un Renault 5 que se ganó en un sorteo. Su marido se graduaba en la Academia de Guerra.
Luego, entre 1986 y 1987, Fuente-Alba fue destinado a El Salvador, en comisión de servicio, país donde supo lo que era recibir un sueldo en dólares y descubrió que podía tener ingresos por la vía de otras asignaciones, como víaticos, ítems que ya como comandante en Jefe depositaba en el banco británico HSBC.
El detalle del Renault 5 no es menor, porque entre 1984 y 2018 Anita Pinochet registra a su nombre 12 autos. Hoy figuran dos: un Audi A3 Sportback y un Mercedes Benz E-500 del 2005. Su nombre también aparece en las transacciones con automóviles que están documentadas entre Fuente-Alba y la automotora Klassik Car. Si se cuenta a los hijos, entre todos registran la inscripción de 32 autos, de acuerdo a datos del Registro Civil hasta 2017. Cada siete meses cambiaban el auto para comprar otro vehículo de alta gama.
Regalos y alta costura.
Cercanos a la pareja afirman que Fuente-Alba deja de ser un militar sobrio a partir de 2006. Ese año, durante el primer Gobierno de Michelle Bachelet, fue nombrado agregado militar adjunto en Estados Unidos. Años antes había sido enviado a la embajada chilena en Argentina, pero la sede en Buenos Aires no tuvo tanto impacto como Washington en los hábitos de la familia, que se rodeó de personal de servicio y otras atenciones con cargo al erario fiscal.
Ya con la investidura de comandante en Jefe –y a partir de los datos que consigna la investigación judicial– la casa institucional que usaba Fuente-Alba contaba con un staff de 21 personas, entre cocineros y mayordomos. Un palacio en el que los invitados a actividades protocolares –ocasiones en que la residencia era decorada con sofisticados arreglos florales– recibían costosos regalos, joyas tanto para las esposas de los oficiales que pasaban a retiro como para los ascendidos. Pañuelos y corbatas Hermes, vajilla mexicana Pineda Covalin.
¿De dónde salía la plata? En la investigación consta que Fuente-Alba pidió un crédito al Banco de Chile y declaraba un patrimonio de 1.500 millones, pero la jueza de la Corte Marcial, Romy Rutherford, ordenó un embargo a los bienes del ex militar por $3.500 millones. La sospecha es que el general ocupó a discreción una cifra equivalente, destinada a gastos reservados que, en la práctica, es dinero para financiar actividades de inteligencia. Fuente-Alba conoció el funcionamiento de estas actividades desde comienzos de los años 80, cuando fue destinado a la Escuela de Inteligencia y años después fue profesor de esta materia en la Academia de Guerra.
El martes, en la audiencia de cautela de garantía, previa a su formalización en la causa por lavado de activos que investiga el fiscal Morales, el abogado de Fuente-Alba, Maximiliano Murath, afirmó que la “trazabilidad de su patrimonio es lícita y no proviene de ninguna fuente irregular”, consignó La Segunda. Cercanos a la investigación afirman que si el caso de Fuente-Alba es complejo en cuanto a acreditar el origen de su alto patrimonio, lo es todavía más en el caso de su esposa.
Fuente-Alba es hijo de una familia de militares, mientras que Anita María Pinochet forma parte de una familia de agricultores con extensiones de tierra en la Octava Región por parte de su padre, Fernando Pinochet Carte, y su madre, Meyra Ribbeck, proviene de una tradicional familia valdiviana. Su abuelo, Carlos Ribbeck, fue diputado por Temuco elegido en 1937 por el Partido de Acción Republicana, que poco después se disolvió y cuyos militantes emigraron al Partido Radical.
Hábitos aristocráticos.
Pero este origen de clase acomodada, para quienes conocieron a la pareja durante la comandancia de Fuente-Alba, es el que determina los hábitos “aristocráticos” de Anita María Pinochet. “Muy preocupada de los apellidos de los oficiales de más alto rango que asistían a las actividades protocolares, ordenando a los empleados de la casa, gran anfitriona y muy generosa con los invitados”, afirma un parlamentario que visitó la residencia institucional. De hecho, el encargado de la logística en la casa, Rodolfo Hidalgo, quien era el efectivo a cargo de mantener el funcionamiento del lugar, le dijo a la jueza Rutherford que recibía dos millones anuales para comprarse ropa.
Hidalgo reconoció que fue “premiado” acompañando al general y su esposa a Europa, junto a una comitiva que incluía mayordomo y familiares, en un viaje que fue costeado por la institución en 2012. Un año antes, Anita Pinochet registró unas siete salidas del país. En una de ellas, según datos de la investigación, habría gastado US$6.700 dólares durante una estadía de dos semanas en París, comprando en exclusivas tiendas de ropa, muebles y joyas, gastos que habrían sido abonados en efectivo a su tarjeta de crédito que solo tenía un cupo internacional de US$100. En ese tiempo, Fuente-Alba recibía una suma de cuatro millones mensuales por su trabajo como comandante en Jefe del Ejército.
La justicia investiga los viajes para comitivas dignas de la nobleza europea durante los años en que Fuente-Alba estuvo al mando del Ejército y que habrían sido pagados como comisiones de servicio, como el que realizó con nueve personas por Madrid, Berlín, Munich, Frankfurt y Valdivia, y en la que el Ejército gastó un total que supera los $37 millones. Todos los integrantes fueron militares y sus esposas.
Según declaraciones del dueño de la agencia de turismo Latrach, Jorge Vásquez, quien detalló las compras de otros viajes a Europa en 2013, el general, su esposa y comitivas habrían comprado viajes por un total que supera los 400 millones entre noviembre de 2012 y fines de 2013. Los destinos incluyen varios países de Europa, Estados Unidos, Canadá, pero también Punta Cana y Cancún, todos pagados por el Ejército y por los que, además, se les devolvía a Fuente-Alba y su esposa montos por el concepto de “exceso de equipaje”.
Entre los amigos que Fuente-Alba invitó a viajar está el general (r) Patricio Gonzalez Martín y su esposa Patricia Correa. El militar señaló que entre 2011 y 2012 viajó tres veces fuera del país, pero aseguró que “desconocía de dónde provenían los recursos” con los que Fuente-Alba pagó pasajes y estadía en hoteles cinco estrellas. El general modificaba itinerarios de visitas oficiales para extenderlos en lugares turísticos como Playa del Carmen o Miami.
Al estilo CEMA.
Este lujoso estilo hace que el perfil de Anita María Pinochet coincida, en buena parte, con el comportamiento de la más emblemática de las esposas de un comandante en Jefe del Ejército: Lucía Hiriart de Pinochet. La viuda del dictador fue conocida por su afición a los accesorios de lujo, como los sombreros, las telas finas y las joyas, pero también por buscar ahorros insólitos a cuenta del erario fiscal, por ejemplo, cuando fue sorprendida llevándose las frazadas de una línea aérea, lo que finalmente uno de sus asesores impidió. En el caso de la esposa de Fuente-Alba sus gastos se redujeron apenas el marido dejó la jefatura del Ejército. Un viaje de mediados de 2014 a Buenos Aires, cuando ya estaba retirado, costó solo $4 millones, según los datos entregados por el ejecutivo de la agencia Latrach.
Pero el punto de comparación más evidente entre Lucía Hiriart y la esposa de Fuente-Alba, es su gestión en la Fundación Señoras del Ejército, entidad de ayuda social y gestión de beneficencia integrada por esposas de oficiales y suboficiales. Por ejemplo, Ginetta Fornazari, esposa de Óscar Izurieta y antecesor de Fuente-Alba, entregó tres propiedades que fueron otorgadas por el fisco a la Junta Nacional de Jardines Infantiles (Junji) en La Florida, Cerro Navia y Putaendo. Cuando asumió la presidencia de la fundación y hasta que la dejó a fines de 2013 con un desfile de modas, Anita Pinochet vendió tres propiedades por un total de $928 millones, mismo período en que adquirió dos de los tres departamentos que registra a su nombre, además de un estacionamiento en Las Condes.
En 2013 Fuente-Alba compró una parcela en Chicureo por $500 millones y Anita María Pinochet pagó a un paisajista $40 millones por un jardín para el lugar. Según declaró Hidalgo, encargado de la gestión de la casa institucional, se gastaban unos $3 millones y medio mensuales en la mantención de la residencia, a partir de los $10 millones que recibía, del Ejército, los primeros días de cada mes para estos efectos. El funcionario, como consignó La Segunda, también hizo compras sin boletas de respaldo por $20 millones, en artículos como joyas y medallas de oro para regalar a las esposas de los oficiales en ascenso o en retiro, esto sin contar extravagancias como el contrato de un violinista polaco y un pianista para recepciones oficiales, provistas por los banqueteros top de Santiago, igual que el matrimonio de su hijo en 2013, al interior del Museo Militar, que solo en este ítem costó 28 millones para agasajar a los 700 invitados.
Cerco judicial.
El 1 de marzo los abogados de Anita Pinochet y Fuente-Alba, Joanna Heskia y Alejandro Espinoza, renunciaron al patrocinio de la pareja. Fuentes ligadas a la investigación afirman que, luego de ser procesado y detenido, hubo serias discrepancias en cuanto a la veracidad de los datos que el general (r) había entregado a sus abogados, respecto a los acreditados por la justicia, por lo que habrían decidido renunciar. Ambos fueron reemplazados por Maximiliano Murath, quien negó la participación de Anita Pinochet en el manejo de gastos reservados: “Ella no decidía”, aseguró.
Y es que el régimen de sociedad conyugal la exculparía como autora de los delitos que busca acreditar el fiscal Morales, pero de todas formas podría ser formalizada como cómplice. Esto, sin contar las maniobras que puedan comprobarse como irregulares en las ventas de los inmuebles que pertenecieron a la Fundación Señoras del Ejército. En el caso de Fuente-Alba, de comprobarse los delitos que se le imputan, podría enfrentar una pena de hasta 15 años.
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