Por María Castejón Leorza.
Un repaso a las películas de Pedro Almodóvar refleja su apuesta por mujeres fuertes y libres, pero también abnegadas y dispuestas a cualquier sacrificio por mantener el amor de su pareja hasta llegar a olvidarse de sí mismas para entregarse a una pasión imposible que puede arruinar su vida.
Cuando escribía la crítica de la película ‘Julieta’ de Pedro Almodóvar, comentaba que como espectadora y como crítica tenía (y tengo) una relación compleja con su obra. Por un lado me fascinan sus primeras películas pobladas de mujeres modernas y transgresoras que transformaron radicalmente el imaginario del cine español, pero por otra me horrorizan sus excesivas heroínas melodramáticas instaladas en la culpa y el sufrimiento, incapaces de ser felices. Modernidad, patriarcado y misoginia atraviesan la trayectoria de uno de los cineastas más internacionales, que cuenta con una obra que ha conseguido crear un universo propio definido por una elegancia y belleza visual poco vistas en la historia del cine.
Esta evolución curiosamente coincide con la evolución vital del propio cineasta y de su primera musa, Carmen Maura . Almodóvar tras haber dinamitado límites y referentes se aferra a una concepción del cine que tiene que ver con su infancia y juventud, y que ve como una amenaza la multiplicación de pantallas, dispositivos y canales. Mientras, Maura nos deja muertas cuando dice, entre otras, cosas como “de todas las del cine que dicen que han violado me creo la mitad”. Los otrora adalides de la transgresión en la actualidad devienen en posiciones conservadoras.
En unos días se estrena ‘Dolor y gloria’ la última propuesta del cineasta. De momento sólo hemos visto el tráiler, que apunta a infancias complejas, relaciones materno filiales, raíces rurales, curas que traumatizan, sufrimientos diversos y universos masculinos.
Mientras esperamos a ver la película aprovechamos para hacer un repaso a la vasta filmografía de Pedro Almodóvar desde diversos ejes: la evolución de los personajes femeninos, y las representaciones de las maternidades y la violencia, uno de los puntos fuertes de su trabajo.
Mujeres jóvenes, modernas y amorales, y amas de casa desesperadas, tristes y drogadictas
Entre los años 1980 y 1986 dirige ‘Pepi, Luci, Boom y otras chicas del montón’ (1980), ‘Laberinto de pasiones’ (1982), ‘Entre tinieblas’ (1983) y ‘¿Qué he hecho yo para merecer esto?’ (1986). En sus tres primeras películas retrata el ambiente de La Movida. Personajes como los de Pepi, Luci, Boom, Sexilia, Yolanda Bel o Sor Perdida, la monja que cuida de un enorme tigre como si fuera su hijo, Sor Rata de Callejón, la escritora de novelas rosa, Sor Estiércol la monja toxicómana, Sor Víbora, la Madre Generala, que se enamora de las novicias integrantes de la Orden de las Redentoras Humilladas, o la marquesa benefactora de la orden que es feliz desde que es viuda sorprenden y divierten.
Almodóvar posibilita una nueva genealogía alejada de referentes anteriores -el cine metafórico de los directores del Nuevo Cine Español y las películas de Cecilia Bartolomé, Josefina Molina y Pilar Miro, las cineastas de la transición- caracterizada por una feminidad subversiva que altera por completo el orden patriarcal. Las pantallas se pueblan de mujeres jóvenes que no tienen muy claro qué hacer con su vida excepto que no quieren ser ni esposas ni madres. Las que son esposas suspiran por ser maltratadas y gozan cuando las mean encima…Cantantes y monjas lesbianas, ninfómanas, politoxicómanas y no politoxicómanas apuntan una concepción de la feminidad sin cargas, radicalmente amoral.
‘¿Qué he hecho yo para merecer esto?’ supone un cambio de registro ya que se centra en el brutal retrato de la vida de Gloria y sus vecinas, las amas de casa españolas pertenecientes al lumpen, para quienes la Transición o la democracia no supusieron ningún cambio en sus vidas. Analfabetas -como se reconoce Gloria- y empobrecidas, las amas de casa del barrio madrileño de la Concepción no tienen ninguna posibilidad de cambio. Almodóvar perfila un personaje de ama de casa y madre cuya rutina resulta trágica. Elementos narrativos, hábilmente utilizados, como introducir la cámara dentro de los electrodomésticos, están dirigidos a acentuar la sensación de angustia y monotonía.
Es la primera vez que se interesa por sus orígenes rurales a través del personaje de la abuela, interpretado por una siempre magistral Chus Lampreave, que inaugura uno de los lugares comunes de su filmografía: el personaje de la madre que une a todas las protagonistas a las raíces rurales.
Hacia un cambio de registro. Las mujeres subyugadas al melodrama. Como vaca sin cencerro.
A partir de ‘Matador’ (1986), Almodóvar emprende un camino hacia el melodrama y el análisis de los sentimientos. A excepción de ‘La ley del deseo’ (1987), ‘La mala educación’ (2004) o ‘Los amantes pasajeros’ (2013), películas centradas en universos masculinos o de ‘Hable con ella’ (2002) o ‘La piel que habito’ (2011) donde comparten protagonismo, Almodóvar sigue centrando el foco en las mujeres. Sus mujeres no dejan de ser únicas y valientes, pero se convierten en mucho más dependientes, y van a estar perdidas como las vacas sin cencerro. Esta expresión significa estar “perdida, sin rumbo ni orientación, sin nadie que te controle” , como le explica Jacinta a su hija Leo en ‘La flor de mi secreto’ (1995), uno de sus melodramas más excesivos.
Las mujeres protagonistas de sus películas se convierten en vulnerables: Eva, la modelo dependiente del amor del torero Diego Montes en ‘Matador’; Tina, la transexual herida de ‘La ley del deseo’; Pepa y Lucía, víctimas de Iván de ‘Mujeres al borde de un ataque de nervios’ (1988); Marina, la ex actriz porno yonki de ‘Átame’ (1990); Kika, la buenaza a quien todos engañan en ‘Kika’ (1993); Leo, la escritora frágil, débil y dependiente de ‘La flor de mi secreto’; Clara, la víctima en ‘Carne trémula’ (1997); la dependiente Huma Rojo de ‘Todo sobre mi madre’ (1999); Alicia, la paciente en coma víctima de una agresión sexual en ‘Hable con ella’ (2002); la resuelta pero sufriente Raimunda en ‘Volver’ (2006); o la dependiente Julieta en ‘Julieta’ (2016).
Mujeres fuertes y libres, pero abnegadas, dispuestas a cualquier sacrificio por mantener el amor de su pareja hasta llegar a olvidarse de sí mismas para entregarse a una pasión imposible que puede arruinar su vida. Son mujeres con una personalidad arrolladora, mujeres libres y fuertes pero se conforman con muy poco en el amor y en el plano sentimental. Como diría Kika, “yo con que tengan buen corazón y buen rabo me enamoro”.
Y si bien existe cierta grandeza en tanta excesividad y mostrar la vulnerabilidad más extrema pueda ser catárquico, mantener a las mujeres en los límites del amor romántico y en el sufrimiento no es rada subversivo ni rompedor.
Maternidades diversas. De la madres desnaturalizada a la madre rural
Almodóvar se ha interesado mucho por la maternidad. Ha creado nuevos modelos y referentes y ha utilizado su obra para relacionarse con su propia madre. Francisca Caballero, quien hizo apariciones estelares en películas como ‘¿Qué he hecho yo…?’, ‘Mujeres al borde…’, ‘Átame’ o ‘Kika’) representa a todas las madres -o abuelas- tradicionales. Mujeres que han vivido en ambientes rurales, que han conocido el machismo más atroz en sus propias carnes y se han adaptado como han podido a la sociedad actual. Existe sin duda una mitificación del mundo rural como observamos en ‘La flor de mi secreto’ o ‘Volver’.
Otro de los modelos que se repite es el de la madre desnaturalizada. Son madres egoístas, crueles, que anteponen sus circunstancias personales a la maternidad. Las razones pueden ser diversas: bien están resentidas porque están solas y no les dan a sus hijos e hijas el amor que de ellas se espera, bien les interesa más su autonomía o porque simplemente no quieren ser madres.
El abandono de estas madres tiene graves consecuencias como vemos en ‘Tacones lejanos’ en el dolor de Rebeca hacia su madre, la cantante Becky del Páramo. Becky decidió abandonar a su hija para dedicarse a su carrera musical, y ésta no ha podido superar su ausencia, estableciendo una relación fatal.
Representación de la violencia. De la violencia de cómic a la naturalización
Resulta muy complejo analizar la representación de la violencia contra las mujeres en la filmografía de Pedro Almodóvar ya que ésta asume diversos registros que van desde la denuncia hasta la naturalización. La representación de la violencia sufre una importante transformación y evolución. El mismo Almodóvar habla de una violencia de cómic en sus primeras películas. En ‘Pepi, Luci Boom’: “Ella, lejos de sentirse víctima, disfruta. Esto es algo que está en todas mis películas. Todo lo que es negativo y te convierte en víctima, en el momento que eres tú el que lo eliges, lo controlas. Por eso mis personajes están por encima de sus problemas”, escribe Nuria Vidal en El cine de Pedro Almodóvar (1988). Usa las violaciones como motor de la acción, como ocurre en ‘Pepi, Luci, Boom… ‘, en ‘Matador’, en’ Kika’, en ‘Hable con ella’ o en ‘Volver’. En ‘Laberinto de pasiones’ el padre de Queti la viola sistemáticamente atándola a la cama.
En ‘Kika’ se usa el humor en lugar del terror para representar una agresión sexual. La violencia se naturaliza y se frivoliza.
Almodóvar presenta a los violadores y agresores como hombres merecedores de compasión, como ocurre con Ricky en ‘Átame’ y con Benigno en ‘Hable con ella’. ‘Átame’ es una película turbadora. Es difícil asumir el planteamiento inicial. Ricky, un joven que acaba de salir de un psiquiátrico, secuestra en su propia casa a Marina, una actriz, antigua actriz porno y ex toxicómana, con el objetivo de sacarla de la calle, de cuidarla y de convertirse en su marido y padre de sus criaturas. Una vez en su casa, la reduce mediante la violencia, y la mantiene secuestrada hasta que ella cae rendida ante sus encantos. Sus intenciones son claras: “He tenido que raptarte para que me conozcas a fondo. Estoy seguro de que entonces te enamorarás de mí, como yo lo estoy de ti. Tengo 23 años y 50.000 pesetas, y estoy solo en el mundo. Intentaré ser un buen marido para ti, y un buen padre para tus hijos”. Almodóvar plantea la historia como si de un cuento de hadas se tratara. El príncipe ex convicto rescata a la princesa yonki.
Son personajes obsesionados con las mujeres. Les espían, les manipulan, no dudan en utilizar la violencia si lo creen necesario.
Benigno, que hace cuatro años que cuida de Alicia en exclusividad, vive la vida por ella. Hace todas las cosas que Alicia le comentó que le gustaban hacer. Es una persona tan bien educada que es difícil identificarlo con un depredador sexual. Almodóvar utiliza el cortometraje en blanco y negro que forma parte de la película, una delicada y tierna historia de amor para mitigar el efecto de la brutal agresión de la que es objeto Alicia, que se encuentra en coma, totalmente indefensa. Los hombres suponen un peligro para las mujeres.
Padres ausentes y abusadores, maridos maltratadores, hombres obsesionados con controlar a las mujeres… las masculinidades en el cine de Pedro Almodóvar no salen muy bien paradas y aburren sobremanera.
A modo de conclusión.
No resulta sencillo analizar una obra tan compleja como la que hoy nos ocupa, máxime si tenemos en cuenta que nos ha ofrecido referentes maravillosos y secuencias míticas como la protagonizada por Gloria y la pata de jamón en ‘Qué he hecho yo…’; Leo, sus botines y el yonki en ‘La flor de mi secreto’; las irreverentes monjas de ‘Entre tinieblas’; Raimunda cantando en ‘Volver’; el discurso de la Agrado en ‘Todo sobre mi madre’; o la amistad femenina como estrategia de supervivencia… Pero al mismo tiempo nos ha ofrecido lo peor de la representación de la feminidad: amor romántico como una opción posible, dependencia, sufrimiento y mucha, mucha culpa.
Seguro que ‘Dolor y gloria’ es estéticamente impecable, formalmente maravillosa, con una música sublime. Esperemos que nos sorprenda en la representación de sus mujeres.
13 de abril 2019.
Fuente: https://www.pikaramagazine.com/2019/03/pedro-almodovar-filmografia
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