por Hernán Leighton/El Mostrdor.
Su situación no es reciente. Todos coinciden en que se arrastra desde mediados de febrero y que, por lo mismo, el propio Presidente Piñera le pidió personalmente concentrarse más en el desafío social que el empresarial en la Región de La Araucanía, focalizarse más en las comunidades pobres y aparecer junto a ellas. El diagnóstico de Palacio sobre la región establece que la mayor falencia está en lo social y, por esta razón, la petición presidencial fue una alerta no menor para Moreno, porque graficaría lo descrito hace meses ya desde el oficialismo y parlamentarios de la zona: “Mucho anuncio, poca ejecución”. Un reto del Mandatario que sus cercanos atribuyeron a una consecuencia directa de que el ex líder empresarial no está jugado al 100% en su cargo y añora sus días en la Cancillería.
Nada ha sido como pensó, todo ha sido mucho más complicado, adverso, difícil y con resultados muy lejanos a los que planificó. No por nada quienes conocen al ministro de Desarrollo Social, Alfredo Moreno, aseguraron que el último tiempo se le ha visto «irritable», y no es para menos, su imagen sufrió un duro golpe con la crisis política que generó el asesinato de Camilo Catrillanca, de la cual, a pesar de los meses transcurridos, no se ha podido recuperar, al punto que entre sus propios colaboradores ministeriales y parlamentarios oficialistas se instaló la convicción de que Moreno había ya “tirado la toalla”.
Desarrollo Social es una de las carteras más amplias en cuanto a cantidad de tareas se refiere y, sin dudas, una de las más complejas, considerando el mandato expreso que el año pasado le dio el Presidente Sebastián Piñera: Acuerdo Nacional por La Araucanía, Clase Media Protegida, Acuerdo Nacional por la Infancia y Compromiso País.
Pero, pese al amplio despliegue comunicacional que permiten estas tareas, que en el seno de La Moneda reconocieron que son para “sacarle brillo al jefe”, la última encuesta Cadem arrojó que el nivel de conocimiento de Moreno no supera el 40%. Es más, desde que llegó al gabinete, en marzo del 2018, bajó del 47% al magro 37% que tiene hoy, a lo que se suma que el conflicto mapuche es el área de gestión gubernamental peor evaluada (21%).
Cercanos a Moreno explicaron que, si bien estos factores han influido, el verdadero punto de inflexión en él estuvo en sus propias aspiraciones.
La segunda semana de febrero la encuesta Cadem consultó por el conocimiento y aprobación de diversos personajes políticos a nivel nacional y, en una mala sorpresa para el ministro de Desarrollo Social, su nivel de respaldo no le alcanzó ni para entrar al listado. Fue a partir de allí, agregaron en el Gobierno, que mostró un “visible bajón emocional”.
En Chile Vamos coinciden en el diagnóstico: “El año pasado se le notaba que quería ser candidato, ahora no”.
En el Ejecutivo contaron que, si bien Moreno ejerció como vocero durante el período estival, no pasó inadvertido que cuando no tuvo que cumplir dicha tarea prefirió quedarse en su oficina, marcando un claro contraste con el inicio de su periodo a la cabeza de Desarrollo Social. Mostró, agregaron, un considerable desinterés por los medios de comunicación, al punto que puso en duda a último minuto dos entrevistas mientras lo esperaban en el teléfono, algo muy poco común en su forma de trabajar.
Para nadie en el Gobierno ha sido indiferente «el bajón» del ex líder empresarial, al punto que ya se le cuestiona su poco interés en aparecer proponiendo soluciones o como parte de un equipo de contención para los desastres naturales ocurridos entre febrero y marzo, como sucedió con los efectos del Invierno Altiplánico o los incendios en el sur.
La situación de Moreno no es reciente. Todos coinciden en que se arrastra desde mediados de febrero y que, por lo mismo, el propio Presidente Piñera le pidió personalmente a su ministro de Desarrollo Social concentrarse más en el desafío social que el empresarial en la Región de La Araucanía, focalizarse más en las comunidades pobres y aparecer junto a ellas. El diagnóstico de Palacio sobre la región establece que la mayor falencia está en lo social y, por esta razón, la petición presidencial fue una alerta no menor para Moreno, porque graficaría lo descrito hace meses ya desde el oficialismo y parlamentarios de la zona: “Mucho anuncio, poca ejecución”.
No debe haber sido una situación fácil. El ex presidente del Grupo Penta no es un hombre acostumbrado a los llamados de atención, pues –tal como recalcaron sus cercanos– una de sus características es su proactividad y el entusiasmo que pone a los desafíos, dos rasgos que en La Moneda no se le han visto el último tiempo. En el propio ministerio reconocieron que Piñera no habría retado a Moreno si este efectivamente hubiera «tomado el toro por las astas» de la agenda y prioridades del Mindes.
Las críticas a su gestión no pasan solamente por La Araucanía. En el Gobierno afirmaron que el secretario de Estado «no se empapa» con los programas Clase Media Protegida y Progreso País, porque no estaría convencido con el trabajo que se busca hacer con estas iniciativas y no se siente cómodo con las salidas a terreno que implican: “No es lo suyo”.
El desánimo de Moreno ha traspasado los muros de La Moneda. Fuentes del ámbito empresarial reconocieron que hay un retroceso en el ímpetu que mostraba antes el ex líder de la CPC y se lo explicaron porque, al ser un hombre acostumbrado a manejarse con números, al ver que su proyecto podía trastabillar, tomó la decisión de retroceder para cuidar su imagen.
El director de la Escuela de Publicidad de la UDP, Cristián Leporati, explicó que el «bajón» que vive el ministro Moreno se debe a que “es un liderazgo más bien de Club de La Unión, para conversar con empresarios, con pares, pero no con personas distintas a él en términos culturales, socioeconómicos”.
Para el analista político Axel Callís, los problemas de liderazgo y reconocimiento que sufre Moreno pasan por el hecho de que “es una invención de Casa Piedra y de la elite, por lo tanto, no es un líder que venga desde el pueblo o que surja desde la ciudadanía. Por ejemplo, Joaqín Lavín lleva 25 años en la primera línea y recién ahora se le está dando la luz (…) desde la personalidad. Moreno no tiene ningún carisma ni llegada a la gente, por lo tanto, los números que se digan de conocimiento están absolutamente sobrevalorados”.
Entre quienes conocen bien al ex timonel de la CPC, recalcaron que el Plan Araucanía es un tema que adoptó como un compromiso personal y que, por lo mismo, sería un fracaso para él salir del ministerio sin, al menos, un protocolo o algo que exhibir, que sus veintiún visitas a dicha región así lo reflejan. En todo caso, eso no ha mermado ni un ápice su nostalgia por sus días en la Cancillería en la primera administración piñerista.
Mal reemplazante
Desde febrero que el Ministerio de Desarrollo Social se encuentra sin jefa de comunicaciones, tras la salida de Luisa Navea. Quien hoy se hace cargo de ese rol, es el propio jefe de gabinete del ministro, Juan Pablo Longueira Brickmann, mientras se concreta una nueva contratación que, según los plazos legales, debiese darse a principios de mayo.
La poca experiencia del hijo Longueira –a quien en La Moneda llaman «el niño del café»– ha sido comentario en los pasillos de Palacio, por ideas propuestas que no han sido bien recibidas, así como por la incomodidad que ha generado en los jefes de comunicaciones de otros ministerios, que se ven obligados a compartir con el jefe de gabinete en el chat común que tienen para coordinar el trabajo con el director y subdirector de la Secom.
Previo a la Semana Santa, sin contemplar coordinación alguna, Longueira llevó al ministro hasta el Mercado Central a una actividad que no convocó más de dos cámaras de televisión para su cobertura, una situación que molestó bastante a Moreno. El jefe de gabinete nunca consideró que, más tarde y agendada con tiempo, la Seremi de Salud Metropolitana, Rosa Oyarce, tenía convocada a la prensa al mismo sitio y para una pauta “bastante más llamativa” y acorde a los temas vinculados con el fin de semana largo.
No ha sido su único error. En una de sus últimas visitas a Temuco consideró reuniones con comunidades indígenas del sector Mahuidache y Trapilhue que tuvieron problemas con el tendido eléctrico de CGE. En la ocasión, según relataron fuentes que participaron en dicha visita, el cambio a la Ley Indígena a través de la consulta fue el principal tema en tabla, una situación en la que Moreno no lo pasó bien, porque sufrió “un apretón” por parte de los comuneros presentes. No solo no lo dejaron hablar cuando quiso, sino que también el tono de los reclamos se elevó “más de lo conveniente”. Si bien nunca, así afirmaron desde el ministerio, Moreno se sintió intimidado, sí se sabe que tras la actividad acusó que esta “estuvo muy al límite”.
Yerno conflictivo
Su origen empresarial ha dejado a Moreno en una verdadera orfandad política, la que se agudizó cuando designó al hijo de Longueira como su jefe de gabinete. La poca consideración con los equilibrios políticos en el seno de Chile Vamos vino aparejada con múltiples reclamos desde Renovación Nacional, donde siempre han considerado que esta cartera es más cercana a esta colectividad que al gremialismo.
No lo ayuda en nada a mejorar sus redes políticas, dentro y fuera del Gobierno, el subsecretario de Servicios Sociales, Sebastián Villarreal. El militante de Evópoli es considerado hoy como el verdadero hombre fuerte de Desarrollo Social, quien hace y deshace, principalmente por el blindaje político que le otorga su condición de yerno del poderoso e influyente jefe de los asesores del segundo piso de Palacio, Cristián Larroulet.
No pocos en La Moneda acusan a Villarreal de tener un trato duro y poco sensible, razón que la ex directora ejecutiva del programa Elige Vivir Sano, Alejandra Domper, habría expuesto como argumento para dejar su cargo hace unos meses.
Para el analista político Tomás Duval, el ministro Moreno no ha sido capaz de tomar otra agenda propia del ministerio: “Me parece que los tiempos de la política lo incomodan y no resuelve, o se compra conflictos innecesarios con partidos de Chile Vamos”.
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