En entrevista con nuestro medio el ex ministro Jorge Arrate abordó la situación de la centro-izquierda en nuestro país. Desde su perspectiva, existe una desconexión de la política con las organizaciones, lo que ha devenido en una crisis que comenzó a fines de los noventa. El también ex candidato presidencial, analizó el estado actual del Partido Socialista, colectividad a la que renunció en 2009.
Por estos días, Jorge Arrate (77) se encuentra terminando el segundo volumen de sus memorias. Y es precisamente esta labor lo que lo ha tenido afinando y reflexionando respecto de lo que fue el período inicial de la transición y lo que siguió posteriormente. Aunque el ex ministro de los presidentes Salvador Allende, Patricio Aylwin y Eduardo Frei Ruiz Tagle ha sido cuestionado por sectores que no comparten su rol en la Concertación, desde principios de los 2000 ha realizado ingentes esfuerzos por construir un referente de izquierda que diera por superada dicha coalición.
En entrevista con Diario y Radio Universidad de Chile, Jorge Arrate analizó el estado actual de la izquierda chilena y cómo este sector político perdió representatividad y conexión con la ciudadanía a partir del término de la dictadura cívico militar.
Desde su perspectiva, a principios del siglo XXI, con la llegada de dos presidentes socialistas, hubo un sentimiento de frustración al constatar que las políticas no estarían orientadas en un camino de transformaciones. Una frustración que lo llevó a renunciar al Partido Socialista hace ya diez años.
¿Cuál es a su juicio la explicación de la inexistencia de una izquierda potente en Chile?
Hay que partir por constatar que el problema de la proyección de las ideas de izquierda no es un problema exclusivamente chileno. Enfrentamos un momento de un ciclo universal, en que todavía somos herederos de las debacles que sufrieron las ideas de izquierda en el siglo XX. La debacle del mundo soviético, el retroceso grave del modelo socialdemócrata en su principal lugar de asentamiento como era Europa, la pérdida de avances que se registraron en América Latina, en distintos países, entre ellos Chile, es un fenómeno general.
En el caso específico nuestro, la izquierda es heredera de una serie de derrotas que la han golpeado de forma muy importante en los últimos cincuenta años y de eso es indispensable hacerse cargo. Tuvimos una grave derrota el 11 se septiembre de 1973, la derrota allendista del proyecto de la Unidad Popular. Fuimos todos tocados por el desmoronamiento del mundo socialista, aunque muchos fuéramos críticos del estalinismo, y lo mismo pasaba con la socialdemocracia europea, también es una derrota que tenemos que contabilizarla en la cuenta nuestra. En Chile se produjo una lucha contra la dictadura donde hubo momentos importantes de derrota para sectores de la izquierda como fue por ejemplo con el Frente Patriótico Manuel Rodríguez, la necesidad posterior de impulsar una salida política, negociada, con la dictadura y posteriormente la constitución de la alianza que significó la Concertación, en donde los socialistas nos fuimos desperfilando, perdiendo capacidad de influencia y al final, ganas de influir porque en realidad, el Partido Socialista terminó acomodándose a las circunstancias hasta ser lo que es hoy: un partido donde uno no escucha palabras que impliquen la construcción de un proyecto o un horizonte, sino que, toda la conversación política –salvo pequeñas excepciones- se reduce a temas de la coyuntura.
¿Y desde esa perspectiva, qué cree que le pasó al Partido Socialista? ¿Por qué llegó al estado que describe?
Yo fui partidario y sigo pensando que el Partido Socialista tenía que incorporarse a la lucha política que se dio contra la dictadura y que tenía que participar del gobierno de la transición. A veces me preguntan ¿para qué el Partido Socialista participó de la transición? ¿Cómo habría sido la transición -respondo yo- si no hubiéramos estado los socialistas? ¿Habría sido entonces una alianza de la Democracia Cristiana con el gobierno de derecha? Era imposible. Había una responsabilidad democrática nacional e internacional de los socialistas de hacerse cargo de la realidad que había en Chile cuando dejaba de existir una dictadura.
Toda transición es un proceso muy difícil y eso uno lo entiende cuando piensa en otras. Es un espacio que no es de los más gratos de la política porque está caracterizado por las concesiones que tienen que hacerse las distintas partes para llegar a acuerdos. Yo creo que eso había que hacerlo, lo que ocurre es que yo pienso que en la década de los noventa actuamos pisando sobre huevos exageradamente. Yo pisaba sobre huevos. Cuando miro retrospectivamente aquel tiempo digo: exageramos. Teníamos una sensación de que la democracia que recién se ganaba, parcialmente, podría retrotraerse a través de la acción de los militares. Yo creo que eso no era realista, aunque las Fuerzas Armadas se retiraron ordenadamente, no tenían la fuerza ni el poder para volver a irrumpir en ese momento en la arena política. Pero bueno, los noventa fue una década cautelosa en que la ciudadanía empezó a desertar de los ejercicios democráticos, empezó a aumentar la abstención y la desconfianza en el sistema político.
Luego vino la primera década del siglo XXI y ahí ocurrió que hubo dos presidentes socialistas consecutivos y yo creo que ese momento fue muy frustrante para muchos ciudadanos porque se esperaba que el cambio de liderazgo de la Concertación introdujera un cambio real en el curso de los acontecimientos políticos y emprendiera un nuevo sentido en el camino de transformación de la sociedad chilena, entonces la Concertación terminó sometiéndose a la fuerza de los acontecimientos. Algunos con ganas, otros desganados, pero los desganados con el correr del tiempo transformaron la necesidad en virtud, y lo que se hacía porque no se podía hacer otra cosa, pasó a ser una acción de un estadista y comenzó un deterioro que llevó a la situación en que estamos hoy día.
Yo creo que un hito muy importante en ese proceso fue el esfuerzo hecho por las fuerzas de gobierno a fines de los noventa por traer de vuelta a Pinochet a Chile. Creo que moralmente eso significó un desfondamiento, particularmente para los sectores de izquierda de la Concertación. Después de eso cualquier cosa era posible.
Usted formó parte de los gobiernos de la Concertación, pero también lo hizo del gobierno del Presidente Salvador Allende. A su juicio, ¿cuánto tiene de “allendista” el Partido Socialista actualmente?
Yo he sido y me he declarado siempre un allendista a ultranza, de modo que tengo en ese sentido un currículum que nunca he desmentido. Por eso que creo que tengo autoridad para decir que luego del término de la dictadura, hubo debilidad en reponer lo que fue la figura de Allende, lo que significaba como proyección para Chile. Agitar la figura de Allende no contribuía en ese momento a la solidez de la nueva coalición, pero creo que se fue muy lejos y después de 17 años de dictadura vinieron los años de la transición en donde la figura de Allende emergió con mucha dificultad. El 2003 se cumplieron treinta años del Golpe, el 2008 se cumplieron cien años de su nacimiento en que la figura de Allende re-emergió con fuerza, pero ya era tarde, habían pasado cuarenta años y había varias generaciones en que su formación política en cuanto al reconocimiento de esta figura democrática y de izquierda había sido muy débil.
Yo creo que es muy difícil hoy analizar la relación del Partido Socialista con Allende. Obviamente hay una relación emocional. El punto es que Allende fue el jefe de un proyecto político que él mismo definía como revolucionario y eso hoy simplemente no existe. Entonces, la asociación entre Allende entre el Partido Socialista más allá del reconocimiento como héroe es muy débil, porque el allendismo significó un proyecto, un encuentro entre las organizaciones políticas y las organizaciones sociales. El allendismo no sólo fue el Partido Comunista y el Partido Socialista: fue el sindicalismo, las mujeres, los estudiantes, los campesinos. Lo que hoy reconocemos como movimientos sociales en aquella época estaban todos representados y todos confluían en lo que se llamaba el movimiento popular. Hoy nos encontramos con que hay una disociación entre las organizaciones políticas y las organizaciones sociales. Los partidos están cada vez más encapsulados.
A propósito de esa conjunción entre organizaciones políticas y sociales. Desde el Frente Amplio se ha intentado reeditar esa forma de hacer política. Si bien es un proyecto incipiente, han tenido varios problemas para lograr ese objetivo ¿Cómo evalúa lo que está haciendo el Frente Amplio?
Yo tengo una gran valoración del Frente Amplio, aunque tengo algunas observaciones respecto de la forma en que va avanzando. A veces siento, porque yo pertenezco a esa generación allendista, que el Frente Amplio tiene una carencia en cuanto a reconocerse en las raíces del movimiento obrero y popular chileno, pero más allá de eso, creo que la única esperanza que existe hoy es que el Frente Amplio logre una nueva conjunción entre lo político y lo social a través de fuerzas organizadas que surjan de una reflexión muy profunda y muy innovadora, porque aquí no sirve el calco. Si el Frente Amplio logra avanzar en el marco de la consideración y respeto de la autonomía de los movimientos sociales y de que sus organizaciones políticas sean capaces de interpretarlos, es posible que se configure un nuevo protagonista que a mí me atrae mucho. Si bien yo no me hago ilusiones a estas alturas, en el Frente Amplio tengo depositadas mis esperanzas y deseo que esa esperanza se realice.
Volviendo a lo que pasa con el Partido Socialista, a su juicio, qué opciones tiene de salir del estado actual en que se encuentra ¿Hay algún camino para eso?
Una revolución (ríe). Lo que a mí me atormenta es que no sé cuáles son las diferencias (en la interna del partido). No hay un proyecto, no hay un debate político sobre cómo debería ser un Partido Socialista hoy día, el 2019, que obviamente no puede ser igual que en el año 70 o en 1989, . Como eso no existe, yo no sé cuáles son las diferencias. Hace tiempo que no sé qué representan los distintos sectores en el Partido Socialista, más allá de aspiraciones de poder, de búsquedas de cargo, de formas de ascenso, en fin. No entiendo cuáles son las diferencias.
Hay algunos que han planteado respecto del Partido Socialista y en general de la socialdemocracia chilena, que es posible que se replique lo que ha ocurrido en otras partes del mundo, en donde la tendencia es a la disminución progresiva de sus adherentes y en algunos casos, la irrelevancia política ¿Cómo lo ve usted?
Yo creo que tenemos por delante una lucha larga en donde todavía quedan algunos capitales que están vigentes y que pueden servir para empujar en la dirección del renacimiento de un movimiento popular poderoso. Desde ya el que ha pasado todas las persecuciones y ha atravesado todas las exclusiones es el Partido Comunista. Más allá de las diferencias que cualquiera pueda tener, es una fuerza que está ahí presente. Yo no he compartido su política de los últimos años, pero reconozco allí una potencia que debería estar al servicio de la creación de un gran proyecto de izquierda.
Creo que los socialistas siguen siendo de izquierda. A pesar de todo lo que le he dicho, no hay ningún socialista que no se sienta una persona de izquierda y ahí por lo tanto hay un gran potencial en toda esa tradición socialista de generación de ideas autónomas, que logran asociar a capas de la sociedad que son distintas, luego de que la composición de clases de la sociedad chilena ha cambiado tanto en los últimos cincuenta años.
Lo que se requiere es tener dotes aglutinadoras, sintetizadoras, y eso lo tiene el Partido Socialista. Y creo que esta izquierda que emerge, que está representada en buena parte en las distintas organizaciones del Frente Amplio tiene un rol fundamental. En síntesis, yo creo que la re-creación de una gran fuerza de izquierda en Chile pasa por el entendimiento de la izquierda histórica y la izquierda emergente y la responsabilidad de lograrlo está en sus dirigentes.
Fuente: https://radio.uchile.cl/2019/04/23/jorge-arrate-hace-tiempo-que-no-se-que-representan-los-distintos-sectores-en-el-ps/
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