Y la coartada de Anita Pinochet.
por Natalia Saavedra/El Mostrador.
Pese a ser partícipe del fastuoso estilo del vida del excomandante en Jefe, a su esposa nunca le llamó la atención que Fuente-Alba pareciera vivir con estándares mucho más altos que los que su renta permitía, algo que, precisamente, motivó las primeras denuncias anónimas en su contra. En una movida que sorprendió, sumó una coartada que busca, derechamente, justificar parte importante de los gastos que se registraban en la tarjeta de crédito que utilizada la pareja.
La «Lucía chica«. Así bautizó El Mostrador a Ana María Pinochet, la esposa del procesado excomandante en Jefe del Ejército, Juan Miguel Fuente-Alba, al aludir a su lujoso estilo de vida, quien además era parte del esquema del general (r) para lavar dinero: lo acompañaba a los viajes, organizaba fastuosas cenas en su residencia y gastaba millones de la tarjeta de crédito del otrora jefe castrense.
Las primeras denuncias anónimas contra Anita Pinochet sobre su rol en el fraude de Fuente-Alba fueron motivadas precisamente por el hecho de que jamás mostró reparos de ninguna índole a que su marido llevara un estándar de vida mucho más alto que lo que su renta le permitía.
Fuente-Alba ha intentado justificarse sobre la base de un informe pericial con el que intentó probar sus grandes habilidades como inversionista, pero dicho documento es parte de lo que la investigación –dirigida por el fiscal José Morales– ha desmenuzado para explicar que los números no calzan, algo que será expuesto con detalle en la formalización de este 30 de mayo.
La diligencia, además, tendrá los apoyos argumentales de los informes de lavado de dinero que entregó la PDI y que eran los que habían demorado la formalización, originalmente, presupuestada para abril.
En la arquitectura de lavado de dinero, hay dos formas mediante las cuales Fuente-Alba habría realizado traspasos de dinero a sus cuentas personales: una, la compra y venta de bienes –principalmente propiedades–, y la otra, los traspasos a su tarjeta de crédito, ítem en el que Anita Pinochet entra en escena.
La esposa del retirado general era ejecutora de muchos desembolsos y reconoció en declaraciones que no sabía de dónde provenía la plata para pagar esos gastos.
La «solidaridad» de Anita con su marido en el proceso ha sido total: ha cooperado poco con datos a la investigación y su respuesta más habitual ha sido que no tenía idea de dónde provenían las platas para la tarjeta de crédito que pagaba con gastos reservados.
No solo eso, Anita Pinochet ha atribuido –en la investigación– la situación judicial que atraviesa con su marido a una traición y a una operación, jamás ha reconocido que sabía de alguna irregularidad en las finanzas del general (r). Esto, pese a que se le ha dicho de manera explícita que podría ser formalizada.
El matrimonio Fuente-Alba Pinochet ha tenido una fidelidad absoluta, ya que el ex comandante en Jefe tampoco ha estado llano a cooperar con la investigación.
Anita Pinochet, en una movida que sorprendió, sumó una coartada que busca, precisamente, justificar parte importante de los gastos que se registraban en la tarjeta de crédito que utilizada la pareja.
Sabido es que la esposa del procesado excomandante en jefe del Ejército intentó codearse con lo más llamativo de la socialité chilena. Sus lujos aplicaban a bienes materiales pero también al estilo de vida que cultivaba en su círculo social. Y en una nueva ronda de declaraciones, reveló una amistad con la fallecida chef, profesora y columnista Verónica Blackburn, quien fundó una cadena de tiendas de accesorios de cocina con su nombre.
Pinochet señaló que Blackburn –quien falleció el 2015 a los 65 años, producto de un cáncer–, en su calidad de amiga, le entregó en varias ocasiones sumas cercanas a los US$ 10 mil dólares en efectivo para traerle encargos del extranjero.
La coartada parece poco creíble por dos aspectos. Primero, porque es difícil de corroborar, ya que Blackburn falleció, y segundo, porque dado su nivel social y profesión, la chef salía varias veces al año del país, además del hecho de que tenía actividades comerciales de importación. Entonces, ¿por qué habría tenido la necesidad de encargarle «matute» a Anita Pinochet?
La esposa de Fuente-Alba, de paso, ha manifestado en nuevas declaraciones que sería de mal gusto consultarle al marido de dónde provenía su dinero y que ese tipo de preguntas faltaban el respeto a su honra, dejando claro, una vez más, que su fidelidad con Fuente-Alba es total, ello pese que se puede convertir en un búmeran en su contra.
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