Un tormento llamado Pensión Alimenticia.

Por Pepa Valenzuela.

Más del 60% de los papás demandados por el tema no paga pensiones alimenticias a sus hijos. Eso significa que más de 70 mil niños del país no reciben lo que necesitan y que, en su mayoría, sus madres tengan que vivir un verdadero calvario por los tribunales de familia mientras hacen malabares por sustentar a su familia. Aquí, el retrato de su tormento.

Sus hijos eran pequeños y estaban enfermos. Y ella, Cristina Palacios, diseñadora, se sentía desesperada. Llamó a su ex, el papá de los niños que ahora tienen 10 años. Se juntaron en una bomba de bencina. Aunque antes nunca le había pedido un peso, esta vez se sintió obligada a hacerlo. Después de escucharla, él abrió su billetera y tiró un par de billetes al piso. Cristina se quedó sin conducta. Dudó en recogerlos para no dar cuenta de la humillación. Pero se agachó y los recogió: sus hijos lo necesitaban. “Ese día dije basta. No le pido más. Trabajé el triple, hice todo lo que tenía que hacer para que no les faltara nada. Hice turnos, estaba sobrevendida, pedía plata prestada, me endeudé con casas comerciales y pagaba con la tarjeta del supermercado”, cuenta. Eso, hasta que hace dos años, una amiga la convenció: “demanda a tu ex por pensión de alimentos. Demándalo porque no es por ti, sino por tus niños”, le aconsejó. “Todo lo que había malentendido que era por mi dignidad, era un daño para ellos, un impedimento para que tuvieran lo que les correspondía. Y lo demandé”.

Al principio, Daniela Zamora tampoco le pedía nada a su ex. Simplemente se dedicaba a trabajar, estudiar, hacerlas todas para no pedirle dinero. Él a veces le compraba algunas cosas a la hija que tenían en común. O iba al supermercado. En un tiempo quiso darle 50 mil pesos de pensión. “Pero eso no me alcanzaba para nada”, dice Daniela. Entonces lo demandó. Él pagó, a veces. Ahora lleva dos años sin pagar y le debe tres millones de pesos por concepto de pensión alimenticia. Tanto Cristina como Daniela son parte del más de 60% de los casos de pensiones alimenticias no pagadas en Chile. Según datos del Poder Judicial, el monto de deuda a nivel país es de 176 mil millones de pesos. Eso corresponde a más de 70 mil niños que no reciben la pensión alimenticia que les corresponde en nuestro país.

Trámites y más trámites

Tribunales de Familia en Santiago Centro. Afuera, un puñado de abogados y asesores reparten afiches y papeles en la calle. Adentro, abogados y mujeres, muchas mujeres, algunas con sus hijos en brazos, se pasean de un lado a otro con cara de preocupación. En cada piso, hay espacios con juegos para niños. Una mujer rubia y delgada, le dice a su abogado, afuera de una de las salas: “Cuando le pedí pensión para la niña, él me pidió un ADN. Salió que era hija de él, pero no quiso conocerla, menos dar algo para ella”. Hoy vienen a poner la primera demanda por pensión alimenticia, un proceso que además de largo, puede ser muy frustrante, como cuenta Cristina. Cuando hace dos años demandó a su ex por pensión alimenticia para sus dos hijos, le dieron una pensión de 250 mil pesos en total: la ley dice que se puede pedir la mitad del sueldo como máximo, mitad que se debe repartir entre todos los hijos del demandado. Pero él aún no le ha pagado y le debe cuatro millones de pesos. No cumple con el pago ni con las órdenes de arresto que han salido en su contra: en la casa de su pareja actual dicen que no vive ahí cuando la PDI va a buscarlo. Cristina está agotada con el tema. “Esta es una forma de violencia terrible porque te dan donde más te duele: con los niños y el bolsillo”.

Hoy la abogada Janette Santander viene a pedir un aumento de pensión de 240 a 300 mil pesos para la única hija de un carabinero que gana más de un millón y medio. La chica estudia en la universidad. Sin embargo, Janette cree que su contraparte no va a acceder al aumento porque dice que gana menos que antes, aunque ella comprobó a través de la página de gobierno transparente que no es así. Janette se encoge de hombros. “La mayoría de los hombres se atrasan, no pagan o pagan por goteo la pensión. En este caso creo que él no va a acceder al aumento. Ahí vamos a tener que probar cuán real es la necesidad de la niña y hay muchas cosas que no se pueden probar. Ella estudia psicología, tiene que sacar fotocopias o, por ejemplo, el tema recreacional: no le puedo pedir a la mamá que cada vez que va al cine, guarde las boletas. El sistema está lleno de obstáculos para acreditar los gastos de un niño”.

Además, cuando el padre no quiere pagar, las medidas de apremio para obligarlo a hacerlo – retención judicial del sueldo, multa, denegación de divorcio, suspensión de la licencia de conducir y arresto nocturno – se han hecho insuficientes para exigir este derecho porque para hacerlos cumplir, hay que iniciar un juicio de incumplimiento, es decir, más trámites aún. Trámites que obviamente tienen un alto costo, sobre todo si se contrata a un abogado particular. “Estás muy desamparada. Yo voy una vez al mes para ver cómo está el caso. Tienes que liquidar la deuda. Pido apremio, arresto, arraigo o que le quiten la licencia de conducir por no pagar y eso lo tramitan en siete días hábiles. Si te cae un feriado, te quieres morir. Si le dan arresto y él se esconde para que no lo notifiquen, cagaste”, cuenta Cristina.

Daniela Zamora también ha pedido varias órdenes de arresto a su ex por el no pago de pensión. “Pero en la casa de su polola lo niegan a morir. No trabaja, no cotiza, no puedo demandar al empleador ni hacer nada de nada, en esa casa dicen que no vive ahí, a pesar de que en todas las redes sociales aparece en ese lugar. Hasta los vecinos saben y lo conocen. Es un proceso tan engorroso, sale una orden de arresto, pasan dos meses, después no lo encuentran. Es agotador”, dice.

En su desesperación, Cristina dio con la mismísima oficina de la PDI donde llegaban las órdenes de arresto contra el papá de sus hijos, para preguntar por qué tampoco se iba detenido por el no pago. “La policía puede descerrajar la puerta, puede mantener presa a la gente que lo oculta, pero no hacen eso con un papito corazón. Solo preguntan: ¿Está el flaco? Y si les dicen que no, se van. Quizás piensan que esto no es importante. Mi ánimo en realidad no es meterlo preso. Solo quiero que pague la pensión, que sepa que cuesta tener hijos, que no es llegar y tirarlos al water”.
En estos primeros meses del año 2019, la PDI ha recibido 10.055 órdenes de arresto, de las cuales 4387 han sido contestadas: personas ubicadas, arrestadas o bien, que ya pagaron la deuda. La PDI supera el 50% de efectividad en los procedimientos de arresto. “Pero a veces las direcciones entregadas por los demandantes no corresponden, puesto que han cambiado de residencia y sin avisar el cambio al Tribunal de Familia. El cumplimiento a las órdenes de arresto se realiza preferentemente de madrugada, horario en que las personas aún no salen de sus residencias a sus lugares de trabajo. No obstante, cuando no son habidos en dicho horario, se concurre en el vespertino a fin de agotar las instancias para lograr su arresto”, explican desde la policía de Investigaciones. Ellos mismos reconocen que la cantidad de recursos que poseen para hacer efectivas estas órdenes de los tribunales de familia son escasos. “Los recursos son escasos, teniendo en consideración que los investigadores también deben hacerse cargo de las investigaciones requeridas por el Ministerio Público y dar cumplimiento a las órdenes de detención que generan los Tribunales de Garantía y Orales”.

El abogado experto en temas de familia y académico de la Universidad de Chile, Cristián Lepin, dice: “El sistema es burocrático y las medidas actuales no son efectivas para asegurar el pago de la pensión”. Por eso, Lepin ha propuesto tener un registro de deudores alimentarios, algo así como un registro público, como los condenados por violencia intrafamiliar, en el que los deudores no puedan sacar libreta de conducir, hacer trámites bancarios o comprar propiedades. La misma idea que en abril reflotó el senador de Evópoli, Felipe Kast, aunque ese proyecto ya se está discutiendo desde hace un tiempo en la Comisión de Familia de la Cámara de Diputados, por ahora, sin ningún avance significativo.

La abogada Santander sale de la audiencia. El tribunal le dio 30 mil pesos de aumento de pensión alimenticia para su defendida: de 240 mil pesos a 270 mil. Pero la contraparte no quiso aceptar esa resolución. “Nos vamos a ir a juicio por esos 30 mil pesos y nos van a pedir pericias para acreditar el estado patrimonial de ambas partes. Eso tiene un costo que vamos a tener que pagar”, dice. Un costo que es mucho mayor que los 30 mil pesos más que el tribunal pidió al padre aumentar de pensión para su hija.

La loca que no lo superó

Hace tres años y después de haber aperrado sola con los gastos de su hija (17) casi toda la vida, Paulina Contreras demandó por pensión alimenticia a su ex. Su marido actual la convenció de que lo hiciera. En el juicio, su ex se puso a llorar. Le dijo a la jueza que no tenía celular ni tarjeta Bip. Que vivía con sus papás y con su nueva pareja y que no tenía trabajo. Fue tanto que la propia jueza le dijo: “Oiga, si la pensión es para su hija, no para usted”. Paulina salió de esa audiencia destrozada. Se vino llorando desde la estación Puente Cal y Canto hasta la estación Los Leones. “La gente en el metro me miraba. Es tan humillante. Poner en cifras a un hijo es terrible: tienes que juntar hasta las boletas del yogur para demostrar cuánto gasta un niño, los remedios, hasta el calzón que le compraste. Y eso es desgastante porque ya están pasándolo pésimo”, afirma. Al final, logró una pensión de 250 mil pesos para su hija, aunque solo el colegio le cuesta 240 mil.

Liliana Brito es ingeniero comercial. Cuando se separó a fines de 2015 demandó al papá de sus tres hijas por pensión alimenticia. Le dieron un poco menos que la mitad de su sueldo, pero él quería poner menos. La jueza le dijo: “Usted eligió cierto estilo de vida para sus hijas. ¿Por qué ahora que se separa les quiere dar menos?”. Al tiempo, dejó de pagar lo acordado porque quedó sin trabajo. Con Liliana quedaron en que él pagaría los colegios. A veces lo hace, a veces se atrasa varios meses. Liliana ahora dice: “Pasa que muchos hombres se van de la casa y se hacen los huevones. Pierden el sentido de que los cabros chicos siguen gastando, que van al colegio, que comen. No cachan que los niños tienen necesidades todos los días. Si yo lo demandara se iría preso, pero no lo hago porque me da pena. Estás en tierra de nadie. Pasas de la valentía, la rabia, a la resignación. Es un desgaste terrible. Tienes menos respaldo que un puf”.

Daniela Valdés lleva dos años en litigio por pensión alimenticia. Sus dos niños reciben una pensión provisoria de 300 mil pesos en total, aunque el padre gana alrededor de un millón 600 mil. “Todo es muy negligente, extraño, una cachetada en la cara. La Corporación Judicial te atiende una hora y tienes que pedir turno con tres semanas de anticipación. Las últimas pericias fueron tan caras que me dejaron en la ruina: querían saber si había vulneración de derechos de los niños. Empieza una guerra absurda para demostrar a toda costa que eres una mala mamá con tal de no pagar. Las mujeres estamos en una situación de negligencia horrorosa. Es una vulneración a los derechos humanos atroz”.

Como su ex no pagaba, Daniela Zamora se vio obligada a demandar a los abuelos de su hija, algo que la ley permite si el padre no paga. Fue peor. “En el tribunal de familia hay cero empatía. Cuando demandé a los abuelos, la mediadora me hizo sentir que era una mala mujer que estaba demandando a los pobres abuelos pensionados, aunque ellos son jóvenes y trabajan”. En pasillos de tribunales al abogado Cristián Lepin le ha tocado escuchar muchas veces comentarios de los padres. Creen que el dinero que las madres piden es para ellas, para salir o gastarlo con las amigas. “Y las pensiones son tan bajas que esas ideas no tienen ningún asidero”, explica. En los foros de internet sobre el tema se pueden leer los mismos comentarios. Un papá cuenta que tiene que pagar 120 mil pesos de pensión. Otro le comenta: “¡120! ¡Tanto! ¿Cuánto dinero gasta un adulto para alimentarse durante un mes? ¡Es pensión alimenticia, no un sueldo! Que no te pasen gato por liebre”. Varios más lo apoyan. En las noches afuera del centro penitenciario Blas Cañas, donde deben cumplir arresto nocturno los deudores, la fila es larga: más de 315 hombres duermen ahí cada día por no pago de pensión alimenticia. Algunos dicen que no pueden pagar. Que no tienen dinero. Que no tienen trabajo. Que no les alcanza. Otros simplemente no llegan a cumplir esa orden de detención.

“La gente tiene la parada que a las mujeres nos favorecen, pero nada que ver. No me imagino cómo lo hace una mina sola o con sueldo mínimo o con un hijo enfermo. ¡Todo es tan lento!”, agrega Paulina. Cómo lo hacen: trabajando el triple para poder suplir lo que el padre no quiere dar. Liliana vive a costa de la línea de crédito, le ha pedido plata prestada a su mamá varias veces. Cuando le pagan un bono en el banco donde trabaja, paga las deudas. “Me tengo que privar de muchas cosas, porque todo tiene que ser para la niña. Siempre trabajo intranquila, mi mamá también me ayuda y se priva porque por ayudarnos no pudo trabajar”, dice Daniela Zamora. “Yo tuve que dejar de pagar IVA, estoy endeudada con Tesorería hasta las masas, renegocié dos préstamos recién y mi negocio se fue a la cresta porque he tenido que enfocarme en tapar hoyos constantemente”, explica Daniela Valdés.

Cristina también se multiplicó por mil durante 10 años para darles lo mejor a sus hijos. Por eso cuando su ex dijo en el tribunal que solo podía pagar 80 mil pesos de pensión, ella pensó en decirle a la jueza: “¡Dígale que trabaje más pues!”. “¿Tenía que conformarme con 80 lucas por cada uno? Mi respuesta era: mándelo a trabajar más. Que haga turnos de noche, que venda helados, que venda handrolls, que estacione autos. Yo haría de todo por mis niños. Hice de todo por ellos. Era como si tuviera que pedir perdón por haberme esforzado y haberles dado algo mejor”. Hace poco, su ex les dijo a sus hijos que Cristina lo quería meter preso. “La mamá quiere meter preso al papá”. Ella les dijo: “No. Eso es lo que la justicia está pidiendo para ustedes, no yo”. “Se instala la idea de que eres la loca que no lo superó, que no siguió con su vida, que quiere verlo mal, en el piso. Nadie piensa que solo estás pidiendo un derecho de los niños. Yo he pensado que me va a dar cáncer por esto. Tengo rabia, impotencia, sueño a veces que le pego una cachetada. No puedo darme el lujo de enfermarme porque me debo a mis niños. Si yo no estoy, ¿quién se va a hacer cargo de ellos?”. Daniela Zamora está tan desilusionada que está pensando dejar el proceso hasta ahí, como muchas mujeres prefieren hacerlo antes de pasar por el mal rato de demandar. “Mi mamá me decía que siguiera, pero di cuenta que no quedaba en nada. Lo que puede hacer la justicia es tan poco y es tanto el desgaste emocional”, dice.

Daniela Valdés suspira. Cuenta que después de dos años de litigio, a estas alturas sus dos hijos de 8 y 11 años están traumatizados. El más chiquito tiene descontrol de emociones. El grande vuelve del colegio enojado y llora seguido. Hace poco, en su colegio lo hicieron narrar un cuento para Santiago en 100 Palabras. Escribió sobre la guerra por su propia pensión alimenticia. Y a Daniela se le partió aún más el corazón.

 

Fuente: https://www.theclinic.cl/2019/06/13/un-tormento-llamado-pension-alimenticia


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