Un proyecto emancipador exige de quienes lo levantan, una crítica templada pero radical de los proyectos precedentes y sus prácticas abiertas y ocultas, y a la vez, la puesta en escena hoy, hasta donde sea posible, de nuevas relaciones de vida colectiva y privada que anuncien los fundamentos de una vida plena. Pues, a fin de cuentas, porque somos militantes, sabemos como dice Rosa “Quien no se mueve, no siente las cadenas.” (Editora y Editor CT).
Precht y los abusadores de izquierda (como mi papá).
por Iskra Pávez.
No olvidemos el contexto en el cual sucedieron los abusos de mi papá y de Precht, además de la dictadura, se trata de un periodo histórico donde los abusos de todo tipo, pero en especial, el abuso sexual contra niñas, niños y mujeres estaba naturalizado e invisibilizado en nuestra sociedad. Existían una serie de mecanismos sociales y culturales que perpetuaban y reproducían intergeneracionalmente la violencia al interior de las familias, los colegios o las iglesias.
Mi papá fue el primer referente de la izquierda que yo conocí. Él era un activo militante del Partido Comunista de Chile y un férreo opositor a la dictadura militar de Pinochet, fue exonerado político, perseguido, torturado y vivió en la clandestinidad durante ese periodo.
Dentro de la oposición, mi papá era uno más de tantos militantes anónimos que participaba de las protestas y llevaba cabo acciones de resistencia, en ningún caso tuvo un cargo tan alto ni llegó a gozar del prestigio de Precht. No obstante, durante ese mismo periodo y al igual que Precht, abusaba sexualmente de mí, cuando yo era una niña de apenas siete años.
Mi testimonio lo conté detalladamente en el libro «La niña liberada. Violencia sexual y poder» (2015, Editorial Forja). En virtud de su activa militancia política, cuando escribí el libro sentí contradicciones al acusarlo de algo tanto grave como el abuso sexual incestuoso, era como mostrar los trapos sucios de un héroe anónimo de la izquierda chilena. Como ya dije, Jaime Concha dice que también sintió contradicciones al denunciar a Precht.
Durante varios años tuve miedo de criticar a mi papá abiertamente, por ser un hombre de izquierda, sentía que esa crítica era una forma indirecta de visibilizar la violencia que ejercieron los hombres de izquierda durante el periodo de la dictadura. Ese periodo es casi intocable, criticar a la izquierda desde dentro es muy difícil, casi imposible, más bien, se tiende a idealizarla y se mira con nostalgia el periodo de los años setenta.
Eso lo sabemos muy bien quienes hemos vivido en su tradición. Ciertamente, la izquierda promete un cambio social y denuncia con vehemencia los abusos cometidos por los grupos de poder, por eso, se atribuye cierta superioridad moral frente a la derecha, por ejemplo.El dilema se suscita cuando son los propios representantes de la izquierda quienes cometen abusos, como mi papá, Cristián Precht o Daniel Ortega de Nicaragüa.
Recién, en este último tiempo, asistimos a un cambio de época, donde se empiezan a reconocer y a cuestionar este tipo de abusos, incluso aquellos que fueron cometidos por hombres de izquierda. Por eso, no es casual que las víctimas recién ahora nos atrevamos a denunciar, después de treinta o cuarenta años de ocurridos los hechos.
¿Está preparada hoy la sociedad chilena para oír y acoger a todas las víctimas, incluso a las víctimas de abusadores de izquierda?
Recuerdo que en la época de la dictadura, a veces iban los “milicos” a allanar nuestra casa buscando a mi papá; nos gritaban, revolvían todas nuestras cosas y hasta me interrogaban a mí, que era una niña. Cuando escribí el libro si yo hubiera contado en ese momento a los “milicos” sobre los abusos sexuales de mi papá ¿ellos le habrían dado la importancia que amerita este asunto? ¿Habrían hecho algo concreto por mi bienestar? ¿Hubieran usado esto como un argumento para detener a mi papá y, en definitiva, utilizarlo para sus intereses políticos sin importarles el bienestar infantil? ¿Hubieran solidarizado con mi papá, en tanto hombres, minimizando estos hechos sin darles la gravedad que revisten? ¿Los “milicos” habrían creído en las palabras de una niña de siete años? Es poco probable que “los milicos” se compadecieran de mí: la menor de mi familia, niña, mujer y muy pobre, vivía en una vivienda social en la comuna de Colina, un lugar semirural en las afueras de Santiago, que siempre ha sido un gran fundo donde mandan los patrones.
No olvidemos el contexto en el cual sucedieron los abusos de mi papá y de Precht, además de la dictadura, se trata de un periodo histórico donde los abusos de todo tipo, pero en especial, el abuso sexual contra niñas, niños y mujeres estaba naturalizado e invisibilizado en nuestra sociedad. Existían una serie de mecanismos sociales y culturales que perpetuaban y reproducían intergeneracionalmente la violencia al interior de las familias, los colegios o las iglesias.
Recién, en este último tiempo, asistimos a un cambio de época, donde se empiezan a reconocer y a cuestionar este tipo de abusos, incluso aquellos que fueron cometidos por hombres de izquierda. Por eso, no es casual que las víctimas recién ahora nos atrevamos a denunciar, después de treinta o cuarenta años de ocurridos los hechos.
¿Está preparada hoy la sociedad chilena para oír y acoger a todas las víctimas, incluso a las víctimas de abusadores de izquierda?
Fuente: https://m.elmostrador.cl/noticias/opinion/columnas/2018/10/06/precht-y-los-abusadores-de-izquierda-como-mi-papa/
Presentación del libro «La Niña Liberada: Violencia sexual y poder»
Discursos de Andrea Franulic y José Andrés Murillo en presentación de libro de Iskra Pavez «La niña liberada. Violencia sexual y poder». Editorial Forja, jueves 6 de agosto de 2015, Espacio Literario de Ñuñoa, Santiago de Chile.
Discurso de Iskra Pavez en la presentación de su libro «La niña liberada. Violencia sexual y poder», Editorial Forja, jueves 6 de agosto de 2015, Espacio Literario de Ñuñoa, Santiago de Chile.
Fuente: Publicado en YouTube por Iskra Pavez, Publicado el 11 ago. 2015.
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