La otra cara de los Tiempos Mejores: en un año hay casi dos mil personas más viviendo en situación de calle.
Datos de la Subsecretaría de Servicios Sociales revelan que hay 14.382 personas en las calles. Pero desde las instituciones abocadas al tema aseguran que esas cifras oficiales no serían del todo certeras. El director de la Fundación Gente de la Calle, Francisco Román, afirmó que el número podría estar cercano a los 20 mil, mientras que en el Hogar de Cristo hablaron de unas 15 mil personas. En cuanto a las causas que han provocado este aumento, el investigador de la Fundación Sol, Marco Kremerman, lo atribuyó a los bajos salarios y pensiones en relación al costo de vida en el país.
Están en todos lados, en el Parque Forestal, Bustamante, Balmaceda y también en el bandejón central de La Alameda. Las carpas han tenido una notable proliferación en los últimos meses y se han tomado varios puntos de Santiago. En su interior, personas en situación de calle, quienes las usan para protegerse de las bajas temperaturas del invierno, gente vulnerables, que diariamente luchan contra el hambre, la discriminación y la inexistencia de una política pública que permita brindarles una mejor calidad de vida. Para ellos solo existen «medidas parche».
Son varios los puntos críticos: la Plaza Pedregal, Posta Central y a las afueras del Estadio Víctor Jara. Datos de la Subsecretaría de Servicios Sociales dan cuenta de 14.382 personas en la calle de acuerdo al Registro Social de Hogares, anexo calle del 4 de julio de 2019. Son casi 2.000 personas más en comparación con los datos del Ministerio de Desarrollo Social de junio del año pasado, que contabilizó a 12.416 individuos. En 2017, en el Registro Social Calle figuraban 10.610 personas, datos que reflejan un aumento sostenido de esta problemática que ya no se puede esconder bajo la alfombra
Algunos conocedores en la materia aseguran que los datos del Mindes no darían cuenta real de la totalidad de personas que habitan las calles en Chile. El director de la Fundación Gente de la Calle, Francisco Román, comentó a El Mostrador que «en los últimos meses, si no en el último año, vemos que hay un aumento de las personas en situación de calle. El dato del Ministerio de Desarrollo Social, que se basa en el Registro Social Calle, que habla de 14 mil personas, no daría cuenta de la totalidad de las personas. Yo creo que estamos sobre las 20 mil personas».
Para Román, la situación de las personas que viven en carpas en las calles es una consecuencia del abandono del Estado. «Esto se explica, siendo una solución parche, como una respuesta a la incapacidad del Estado de dar respuesta a las personas en situación de calle. Aquí hay un abandono de parte del Estado». Agregó que estas personas «buscan estrategias de sobrevivencia, de arreglárselas como se pueda y así es como surgen los campamentos, como lamentablemente también personas incursionan en el mundo del delito, básicamente porque tenemos un Estado que no está preocupado de las poblaciones más vulneradas».
Desde el Hogar de Cristo estimaron que la cifra debería rondar en las 15.620 personas, que es la cantidad de individuos que la fundación atendió en 2018.
Es cierto que cada año, desde el Estado, aplican planes y medidas que intentan paliar la precaria situación de las personas que viven en la calle. Entre éstas el «Plan Noche Digna» brinda alternativas de alojamiento y atención en calle durante la época de invierno, con la instalación de albergues, cupos adicionales en hospederías y rutas que entregan alimentación, abrigo y atención de salud básica. A ello se suma el «Plan Código Azul», que reúne a actores públicos y privados, que permite instalar servicios de emergencia adicionales para los días de mayor severidad climática.
Pero son soluciones temporales para enfrentar una compleja problemática. De hecho, desde el Hogar de Cristo explicaron que hay una oferta insuficiente para atender las necesidades de todas las personas en calle. «Considerando los 12.255 casos que conforman la población potencial (Según el Segundo Catastro de Personas en Situación de Calle del 2011), y la capacidad total de atención de 2.339 cupos regulares (exceptuando el Plan de Invierno), se identifica una brecha de 9.916 casos correspondientes al 80,9% del total. Respecto de la atención ambulatoria, ésta alcanza a atender al 48,5% de la población, aumentando en invierno a 87,3%».
Problema contradictorio
Para el investigador de la Fundación Sol, Marco Kremerman, el aumento de las personas en situación de calle es «contradictorio», considerando el aumento del PIB en Chile. «Hay algo que no está funcionando, esa riqueza que se genera, ese crecimiento que se genera, como se ha constatado hace bastante tiempo, no llega a la población, queda concentrada en los grupos económicos que se benefician de los arreglos institucionales que se han llevado a cabo en Chile en las últimas décadas, lo que se conoce como las instituciones pro-ricos, tanto a nivel de sistema tributario (…) en general, ese diseño de las instituciones permite que la generación de renta, de riquezas, de crecimiento, la capturen pequeños grupos», dijo a El Mostrador.
Para Kremerman, una de las causas principales de esta realidad tiene que ver con los bajos salarios y pensiones: «Chile hoy día tiene un producto interno bruto per cápita ajustado por paridad de compra de 27 mil dólares, según los datos del Fondo Monetario Internacional. Sin embargo, el costo de vida en general, cuando uno compara precios de bienes básicos, servicios básicos, precios de vivienda, se parecen más a un país de 40 mil dólares per cápita. Los salarios se parecen a un país de 13 mil dólares per cápita (…) tenemos una fuerte asimetría entre el PIB promedio, el costo de vida que pareciera ser más alto que la realidad económica nacional y, los salarios y pensiones que se pagan».
Para el Hogar de Cristo, las personas en situación de calle son un grupo de atención prioritario, por cuanto “representan una de las manifestaciones más crudas de la exclusión social, consecuencia de un proceso de desafiliación que deja a estas personas en un estado de abandono y aislamiento, que se traduce en vulneración de todos sus derechos fundamentales y en el mínimo en términos de calidad de vida».
Lo complejo, agregaron desde la fundación, es que «cuánto mayor es el tiempo en calle, mayor es el deterioro de las personas, afectando sus capacidades, autoestima, relaciones familiares y expectativas. Sumado a esto, conductas adaptativas como el consumo problemático de alcohol y otras drogas o el pedir limosna, son condenadas por la sociedad, lo que profundiza las relaciones de exclusión».
Para este 2019 hay habilitados más de 8.200 cupos diarios para todos los servicios en todo Chile, de los cuales aproximadamente 3.900 corresponden a camas. «La ocupación promedio de los albergues en los meses de invierno ronda en torno al 90%, con peaks especialmente en los días más fríos en que se activa Código Azul», informó a El Mostrador la Subsecretaría de Servicios Sociales.
Pero los esfuerzos no bastan, la cifra va en aumento y ante las fracasadas políticas estatales para resolver el problema, quienes habitan las calles de Santiago han recurrido a las carpas como una solución de vida. Al respecto, Román comentó que «los cambios de la materialidad, de la forma en que las personas se resguardan del frío pueden ser diversas y entre esas, una más comienza a ser las carpas, porque son fáciles de transportar, están dentro de las posibilidades económicas para adquirirlas, no son tan caras (…) tienen ventajas respecto a que se pueden instalar en muchos lugares. La carpa es más autónoma, está pensada para eso, que tenga una autonomía respecto a donde se instala».
Explicó que no solo ha aumentado la gente en situación de calle, sino que el perfil de éstos ha cambiado, que ya no se trata solamente de adultos mayores o pacientes psiquiátricos, sino que ahora hay más más parejas, a veces con niños, jóvenes y migrantes. «Hay un fenómeno creciente de migrantes en situación de calle. Son migrantes recién llegados, no tienen mucha estadía en Chile y eso tiene que ver con el fracaso y la no existencia de una política de migraciones decente, lo que hace que tengan grandes dificultades para regularizar su situación en el país y por lo tanto, algunos de ellos terminan viviendo en la calle», dijo Román.
Al respecto, desde la subsecretaria recalcaron que «hemos comenzado a trabajar, por ejemplo, en un programa especial con las personas del eje Alameda, en conjunto con Intendencia y municipios, para ver alternativas y soluciones a su situación».
Por años, durante los inviernos el Estadio Víctor Jara -dada su amplitud y capacidad- fue un lugar emblemático para atender por las noches a personas en situación de calle, pero desde este año ya no se usó más como albergue, porque -aseguraron en la subsecretaria de Servicios Sociales- no cumple con los estándares adecuados: «La experiencia de años anteriores fue que ocurrían reiterados hechos de violencia, robos, inseguridad, y con un bajo estándar de calidad».
La subsecretaria contó que la decisión se tomó después de un gran encuentro con personas en situación de calle y muchos actores vinculados con el tema, que se realizó en el Centro Cultural La Moneda, donde «una de las conclusiones y compromiso del Gobierno fue trabajar para mejorar la calidad y dignidad de los servicios establecidos para las personas en situación de calle (…) el 2018 se realizó una mesa de trabajo conjunto con la Intendencia, alcaldes de Santiago y Estación Central y con las propias personas en situación de calle y se decidió no habilitar nuevamente este lugar como albergue». Insistieron que el cierre no no disminuyó el número de cupos, ya que se redistribuyeron en otros albergues más pequeños y con una mayor calidad.
Los municipios
La visión y realidad de los distintos municipios para enfrentar este tema varía bastante. Desde la Municipalidad de Santiago explicaron que el Programa Personas en Situación de Calle cuenta con una ambulancia y paramédicos, para realizar atención en terreno, derivar a los afectados a centros de referencia, albergues y hogares de beneficencia, públicos y privados, además de tener técnicos y trabajadores sociales para la atención social. Junto con eso, tienen el Centro de Referencia de Calle Portugal, cuyo objetivo es «brindar el acceso a alojamiento temporal y servicios básicos a PSC (personas en situación de calle), con quienes se realiza un proceso de intervención social de los cuales 20 pernoctan y 15 tienen estadía diurna».
En Estación Central, en tanto, el alcalde Rodrigo Delgado (UDI) estableció una ordenanza municipal que entró en vigencia el 2 de abril de este año y que establece multas a las personas que instalen carpas en espacios públicos, sanción que puede alcanzar hasta los 241.000 pesos. Para el edil estas personas que se instalan en carpas «no están en situación calle», porque «hemos comprobado en terreno que la gran mayoría que acampa en esta zona lo hacen para realizar su oficio durante el día y muchos están consumiendo alcohol en la calle, deteriorando el espacio público a través de la acumulación de basura».
Desde la Municipalidad explicaron que «para las personas en situación calle nos hacemos cargo de otra manera, dándoles refugio, comida, visitas periódicas, pero esta gente no está en situación de calle, es gente que les es más cómodo no pagar un arriendo y habitar el espacio público».
En la comuna de Recoleta la situación es un tanto particular. Cuenta con hospitales, cementerios, y sectores comerciales tradicionales como La Vega, el mercado Tirso de Molina y Patronato, espacios donde históricamente se han instalado personas que viven en la calle. El director de la Dirección de Desarrollo Comunitario (Dideco) de dicho municipio, Fares Jadue, explicó que «tenemos un albergue, un centro de referencia, donde hemos hecho un trabajo bien intensivo en poder modificar la condición de personas en situación de calle y somos uno de los centros que mayor cumplimiento tenemos. El año pasado sacamos a aproximadamente 50 personas de esa condición y atendimos a más de 100».
Agregó que Recoleta cuentan con un albergue con capacidad para 22 personas, y que además desarrollaron una estrategia para abordar a los «rucos», grupos que se instalan en carpas en diferentes puntos de la comuna. «Nuestra estrategia básicamente va en la línea de poder intervenir estos rucos, invitar a las personas a participar de ciertas ofertas municipales que les permitan modificar su condición de calle», aunque recnoció que también se enfrentan a «otras situaciones que ya están más cronificadas, asociadas a algunas conductas más disociadas (…) que definitivamente no adhieren y nuestra estrategia es cada cierto tiempo, aplicar un dispositivo municipal que, si ellos no se quieren acoger ni a nuestro albergue ni a nuestra estrategia, y generan efectivamente ciertas externalidades con la comunidad, recogemos sus cosas y los invitamos a participar en el albergue, y si no, simplemente los disuadimos de que permanezcan en sus espacios cuando efectivamente están generando un problema con su entorno».
Actualmente en Recoleta hay 72 rucos activos y entre 450 y 500 personas en situación de calle.
El Mostrador también tomó contacto con la Municipalidad de Providencia para conocer qué medidas tienen dispuestas para ayudar a las personas en situación de calle, pero no se obtuvo respuesta.
¿Cuál es la solución?
La realidad de las personas que habitan las calles es compleja, multifactorial y por ende, requiere que las soluciones también lo sean. En esa línea, Kremerman aseguró que es clave establecer salarios y pensiones que permitan a las personas salir adelante de manera autónoma. «Sin duda que las probabilidades de caer en una situación de calle se reducen cuando tenemos políticas que permiten mejorar los salarios no por decreto, sino porque existe más democracia económica y mejorar las pensiones (…) sin duda que algunas de las personas que hoy día viven en calle a lo mejor podrían tener más probabilidades de salir y las personas que no están y puedan tener una probabilidad de caer, también se reduciría esa probabilidad».
En tanto, desde el Hogar de Cristo destacó la importancia de la «integración de servicios para abordar la multicausalidad y multidimensionalidad de la vida en calle, pensando en trayectorias inclusivas que atiendan la singularidad de las biografías de las personas que viven en esta situación».
Por último, Román afirmó que «nuestra propuesta, primero, es cambiar el foco del problema (…) aquí hay un problema estructural, por lo tanto para cambiar o erradicar la situación de calle, tenemos que fijar la atención en la institucionalidad que falla. No se trata de sacar personas en situación de calle, sino que la institucionalidad no genere personas en situación de calle y no las mantenga (…) y generar las leyes que los protejan. Este no es un problema individual, es un problema estructural. No es un fenómeno aislado, es uno que da cuenta del sistema que tenemos de crecimiento o de desarrollo, y eso es lo que hay cambiar, ahora ya».
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