El Patio 29 se transforma en un sitio vivo.
por Abril Becerra/ DiarioUchile.
En mayo de 2019, la Corporación Cultural de Recoleta y el Cementerio General presentaron el proyecto “Jardín de la Memoria Patio 29: pausa de contemplación y reflexión”. La propuesta busca renovar la parcela del camposanto que, durante dictadura, se transformó en el sitio donde fueron sepultados cientos detenidos desaparecidos y ejecutados políticos. El proyecto se inauguraría a fines de noviembre.
La tierra se seca en el Patio 29 del Cementerio General y sobre ella quedan claves marchitos. Las cruces están oxidadas y, en más de una, cuelga el cartel que por más de 40 años ha mantenido la incógnita: ¿Dónde están?
Es domingo en el camposanto y aquella parcela que durante la dictadura se transformó en el sitio de sepultura de cientos de detenidos desaparecidos y ejecutados políticos, parece más viva que nunca: hay niños, ancianos y jóvenes. Todos llegan para conmemorar a quienes fueron asesinados luego del Golpe de Estado de 1973.
Sin embargo, un hecho empaña la reunión: efectivos de Carabineros cruzan el lugar hasta arremeter contra dos de las cruces del terreno considerado, desde 2006, como Monumento Histórico. Luego de ello, el entusiasmo se diluye y el Patio 29 queda abandonado nuevamente. La conclusión es una: el terreno necesita vida, es decir, un nuevo rostro capaz de transmitir a las nuevas generaciones el significado del lugar.
Bajo ese mismo análisis, en mayo de 2019 la Corporación Cultural de Recoleta y el Cementerio General presentaron el proyecto “Jardín de la Memoria Patio 29: pausa de contemplación y reflexión”. Esta propuesta busca colocar en valor el sitio de memoria a través de un diseño paisajístico elaborado, especialmente, para el sector.
“El sitio va a adquirir una relevancia mayor y también va a poder ser un lugar como cualquier otro sitio de memoria, donde puedan surgir diversas actividades. No sacamos nada con tener templos o edificios vacíos, porque estos sitios de memoria adquieren sentido cuando son visitados”, comenta Pablo Teillier, director de la Corporación Cultural de Recoleta.
“También tiene que ver con el negacionismo que enfrentamos. Creemos que la memoria tiene que mantenerse viva y respetarse. Nosotros lo único que hacemos es canalizar los esfuerzos para que los espacios de memoria estén vigentes y no sean destruidos. Si queremos que el ‘nunca más’ sea real, el recuerdo tiene que estar vivo”, añade.
El proyecto
La iniciativa contempla la creación de un muro en el borde sur del terreno, así como la creación de un jardín donde confluyan árboles y pavimento. Asimismo, incluye un relato capaz de situar el terreno en su contexto histórico.
Nicolás Morales, arquitecto encargado del plan de mejoramiento, señala que la idea es avanzar hacia un espacio “caminable”, pero de respeto constante. “Como el Patio 29 está dentro de la zona de los patios de tierra del cementerio no hay mucho pavimento, entonces, el proyecto busca invitar a sentarse a reflexionar”, dice.
El profesional también comenta que este ejercicio permitirá renovar el terreno que, durante los últimos años, ha experimentado un notable deterioro. “Hay una degradación física de las cruces, hundimientos, tumbas en tierra que con la lluvia sufren bastante. Esto tiene que ver con que el Patio 29, al ser Monumento Histórico, no puede tocarse, por lo que el proyecto sólo considera los bordes del terreno”, explica.
La iniciativa fue diseñada a través de diversas mesas de trabajo sostenidas entre la Agrupación de Familiares de Detenidos Desaparecidos (AFDD) y la Agrupación de Familiares de Ejecutados Políticos (AFEP). El financiamiento vino de un fondo de la Subsecretaría de Derechos Humanos del Ministerio de Justicia.
Para Alicia Juica, encargada de la AFDD para el Patio 29, el proceso de elaboración del proyecto ha sido conmovedor, toda vez que ha permitido que distintas organizaciones confluyan respecto de la iniciativa.
“Ha sido un trabajo largo, pero bonito, porque no tenemos otro punto de encuentro como organizaciones de derechos humanos. Ha sido un debate bien abierto, participativo y democrático”, señala.
Al mismo tiempo, sostiene que como Agrupación el proyecto es relevante, ya que permite otorgarle al lugar el cuidado que corresponde.
“Como organización sentimos que los sitios de memoria han sido olvidados por el Estado. Existe una despreocupación. Por ello, creemos que el rescate de este espacio es importante, sobre todo, para nuestro proyecto de ‘nunca más’, pero no queremos que se transforme en un sitio para turistas”, advierte.
“Queremos que el Patio 29 sea un lugar para que la gente reflexione, que sea un sitio donde se pueda remecer la memoria de todos los chilenos”, agrega.
Desde la historia
El Patio 162, comúnmente conocido como Patio 29, surgió en 1953 cuando se implementó un sistema de reutilización de sepulturas. Esta facultad permitía a los sepultureros enterrar en el lugar cadáveres de indigentes, de pacientes psiquiátricos y de personas que morían sin ser identificadas.
No obstante, luego del Golpe de Estado, la parcela fue utilizada para enterrar a detenidos desaparecidos y ejecutados políticos: se estima que entre septiembre de 1973 y enero de 1974 habrían sido enterrados en el lugar más de 300 cuerpos.
Los antecedentes respecto del rol del Patio 29 en dictadura salieron a la luz en 1979, cuando la Vicaría de la Solidaridad inició las gestiones para concretar las primeras exhumaciones legales del terreno. Allí se habrían encontrado con más de un ataúd por fosa.
Más tarde, durante los años noventa, los restos fueron identificados y entregados a los familiares de las víctimas, pero el proceso fue desastroso, ya que, en 2006, se reveló que casi todos los cuerpos habían sido reconocidos de manera errónea, por lo que hubo que exhumarlos nuevamente. Ese fue el inicio de un segundo duelo para los familiares.
Actualmente, sólo 107 tumbas han sido exhumadas, encontrándose tan solo 126 cuerpos.
Un lugar de encuentro
Con la restauración, el Patio 29 se transformará en un lugar de encuentro: cine de memoria y visitas guiadas son algunas de las actividades que se barajan para transformar el sitio. Asimismo, el proyecto busca que el lugar se conecte con una ruta de Derechos Humanos que considera puntos como las tumbas de Salvador Allende y Víctor Jara.
De acuerdo a ello, desde la Corporación Cultural de Recoleta afirman que la idea es avanzar hacia un sitio vivo y de memoria. El proyecto sería inaugurado a fines de noviembre.
Fuente: https://radio.uchile.cl/2019/09/11/el-patio-29-se-transforma-en-un-sitio-vivo/
Escotilla 8 del Estadio Nacional: develando la huella de la prisión política.
por Abril Becerra/DiarioUchile.
No todos se conocen, pero, por su puesto, han coincidido en más de una ocasión durante los últimos años, sobre todo, desde que la Corporación Estadio Nacional Memoria Nacional comenzó a recuperar los espacios que fueron utilizados como centro de detención y tortura. Es martes y la Escotilla 8 está ahí, intacta. No obstante, esta vez hay un detalle: todas las huellas que dejaron los prisioneros están a la vista.
El candado está enmohecido. Asegura el acceso a la “famosa” Escotilla 8. Desde abril de 2018 que el sitio está cerrado, a la espera. Pero hoy el lugar está repleto de visitantes: los compañeros y compañeras, los nietos y nietas, las autoridades y curiosos han llegado hasta el Estadio Nacional para presenciar la reapertura del espacio de memoria.
Un grupo de mujeres vestidas de blanco son las primeras en ingresar: con su presencia quieren purificar ese lugar que luego del 11 de septiembre de 1973 funcionó como celda colectiva. Pero esta vez la actividad es diferente. No se trata solo de colocar un memorial, sino más bien de dejar al descubierto las huellas de la prisión y la tortura.
“La Escotilla 8 es diferente”, comenta Cristián Bravo, gestor cultural de la Corporación Estadio Nacional Memoria Nacional Ex Prisioneros Políticos. “Respecto de las otras escotillas, tiene un lazo más emocional con los ex prisioneros, porque a través de esta Escotilla se tenía la conexión visual con el acceso de Avenida Grecia, donde los familiares se agolpaban queriendo saber noticias de su familia”, dice.
Y así es. La Escotilla da directamente a la calle, pero la visión ya no es la misma: no hay nadie a la espera del otro lado. Los transeúntes sólo avanzan sin siquiera percibir la reunión que se vive al interior del coliseo.
Quitar la pintura, abrir la huella
En abril de 2018 un grupo de restauradores llegó hasta el Estadio Nacional para comenzar a trabajar en la Escotilla 8. Así, iniciaron la remoción de la pintura de las paredes. El resultado fue una serie de inscripciones y dibujos tatuados en las paredes de la escotilla.
Una insignia de la Universidad Técnica del Estado, una frase de los Beatles y hasta un dibujo de una mujer desnuda fueron algunos de los hallazgos.
Javier Latorre, gerente de Kalam, empresa que estuvo a cargo de la restauración, advierte que este trabajo fue “delicado”, pero que dentro de todo, existió una ventaja respecto de otros proyectos. “El 100 por ciento de los escritos o figuras que se encontraron, se realizaron mediante incisiones en los muros, lo que facilitó la remoción y la identificación. Si estos se hubieran hecho con grafito o con cualquier otro tipo de instrumental de tinta, hubiera sido mucho más complejo”, dice.
¿Han trabajado en algún proyecto similar?“Es curioso, pero trabajamos hace bastante tiempo, en España en la recuperación de unos escritos en un aljibe árabe que fue utilizado como lugar de internamiento y prisión, primero de prisioneros cristianos y luego, de prisioneros musulmanes en el tiempo del medioevo”, responde.
Tiempo de memorias
Las puertas de la Escotilla se abren y todos quieren ser los primeros en ingresar, pero no falta quien bromee: “¿Te acuerdas de las tonteras que se les ocurrían durante los traslados?” Pero, también hay molestia por las autoridades que asisten. Las emociones están a flor de piel.
Al interior también hay imágenes de los presos que pasaron por el Estadio Nacional. Como siempre, son rostros en blanco y negro, y los ex prisioneros se buscan entre las imágenes hasta dar con su fotografía. Se miran en el espejo. Cuentan los años transcurridos. Lamentan la transición pactada.
Dos niños juegan en el sector. Parecen desconocer todo detalle de la actividad, sin embargo, tienen claro por qué asistieron. “El papá del tata estuvo detenido acá cuando Pinochet se hizo presidente. Me da pena, porque el tata quería mucho a su papá”, dicen.
Luego, es el turno de los discursos. La primera en tomar la palabra es Wally Kunstmann, presidenta de la Corporación Estadio Nacional Memoria Nacional Ex Prisioneros Políticos. Con la voz quebrada confiesa: “No es fácil hablar acá. No se me ocurrió ni siquiera escribirlo”. Pero ella no necesita preparar nada: sabe transmitir el mensaje que todos quieren escuchar.
“Tenemos que lograr que se muestre lo que sucedió en cada sitio del Estadio. Ese es el legado que queremos dejarle a la juventud, para que nunca más Chile vuelva a tener un prisionero y para que nunca más un soldado chileno asesine o haga desaparecer. Para lograrlo tenemos que mostrar estos sitios. Tenemos que mostrar y decir que no son cosas que se nos ocurren a nosotros, los ‘upelientos de entonces’. Mostremos los nombres de nuestros prisioneros, hagámoslos visibles ante nuestra juventud”, proclama.
La tarde avanza y en la Escotilla 8 también se va llenando de nuevas caras. José Núñez Quevedo, ex dirigente estudiantil detenido tras el golpe de Estado, es invitado a compartir su visión. Reconoce que la situación le es incómoda, porque cualquiera de sus compañeros podría transmitir un mensaje a la altura de las circunstancias. Por ende, opta por un gesto mucho más valioso: insta a que cada persona que fue torturada en el Estadio Nacional o en cualquier centro de detención, se ponga de pie y, de pronto, hay más de 20 personas erigidas.
“Después de vivir lo vivido, llegué a la conclusión de que hay algo que es todavía más valioso: aquellas prisioneras y prisioneros que no se niegan a vivir. Que se niegan a renunciar a sus valores. Eso es lo que están representando cada uno de ustedes. La consecuencia, la continuidad de los valores que nos inspiraron. Aquello que nos condujo a la lucha. Nosotros estuvimos conjugando otro verbo, queríamos ver a todo un pueblo con la posibilidad de ser feliz y eso es lo que estábamos construyendo”, afirma.
¿Lo pendiente?
Durante dictadura, el Estadio Nacional recibió cerca de 20 mil personas, entre hombres, mujeres y extranjeros, y cada una de sus ocho escotillas fue usada como celda.
Actualmente, existen diez estaciones de memoria en el coliseo, no obstante, aún faltan proyectos por concretar como el caracol sur y el túnel sur poniente del Velódromo.
“Ese es un trabajo al que tenemos que meterle mucha cabeza, porque corresponden a lugares donde se hacían los simulacros de fusilamiento y donde se tomaban los testimonios con las más duras torturas, entonces, ahí tenemos que encontrar un guión y trabajar con las personas que nos puedan aportar en cómo educamos en memoria histórica sin echar mano al morbo”, dice Cristián Bravo.
La tarde avanza. No falta quien bromee. El candado oxidado sigue donde mismo, pero hoy el lugar está repleto de visitantes. “No hay que olvidar que la memoria también es parte de nuestro patrimonio. Estamos frente a un espacio de educación, de esperanza y de futuro, por eso este trabajo es valioso”, concluye la ministra de las Culturas, Consuelo Valdés.
Fuente: https://radio.uchile.cl/2018/12/22/escotilla-8-del-estadio-nacional-develando-la-huella-de-la-prision-politica/
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