por Oscar Grenfell/WSWS.
Durante la última semana, ha emergido a la superficie de la vida política internacionalmente un clamor cada vez más amplio en oposición a la persecución encabezada por EE. UU. contra Julian Assange.
Figuras prominentes de Reino Unido, Europa y Australia, incluyendo doctores, periodistas, políticos y representantes de la ONU han condenado el encarcelamiento del fundador de WikiLeaks en la prisión de máxima seguridad británica Belmarsh. Han demandado poner fin al intento para extraditarlo a EE. UU., donde se enfrenta a cargos de espionaje y una cadena perpetua por publicar la verdad.
Sus declaraciones y una serie de eventos importantes en la defensa de Assange son un golpe bienvenido a la conspiración de silencio en torno a su persecución que han impuesto los Gobiernos, los partidos oficiales en todo el mundo y la prensa corporativa.
Las expresiones de hostilidad a la venganza encabezada por EE. UU. contra Assange se producen previo a las audiencias de extradición en febrero en Reino Unido. Las autoridades británicas han atropellado los derechos legales y democráticos de Assange, incluyendo su habilidad para preparar una defensa y han ignorado las advertencias de los expertos médicos de que su salud ha deteriorado tanto que podría morir en prisión.
El surgimiento de apoyo por Assange también sigue a un colapso bochornoso de los intentos para acusarlo falsamente de “violador”. La semana pasada, los fiscales suecos abandonaron finalmente la “investigación preliminar” de nueve años sobre acusaciones de mala conducta sexual.
La fraudulenta investigación sueca, caracterizada por una letanía de abusos procesales y violaciones del debido proceso, desempeñó un papel central en socavar el apoyo masivo que disfrutaba Assange en 2010. Innumerables organizaciones pseudoizquierdistas, comentaristas de la prensa y organizaciones autoproclamadas de defensa de las libertades civiles invocaron dicha investigación para unirse a los ataques contra Assange o justificar su rechazo a defenderlo.
Ahora, sin embargo, les ha quedado claro a millones que Assange es y siempre ha sido un prisionero político. Según el Gobierno estadounidense y sus aliados, su “crimen” fue publicar documentos de significado histórico que revelaron sus crímenes de guerra, conspiraciones globales diplomáticas y operaciones de espionaje que afectar a miles de millones de personas.
La persecución estadounidense ha abierto las compuertas para un asalto contra las libertades de prensa y expresión. El “precedente de Assange” ha impulsado ataques gubernamentales contra periodistas en Francia, Australia y EE. UU.
Estos factores han contribuido a los siguientes acontecimientos importantes:
- La semana pasada, más de 60 doctores eminentes publicaron una carta abierta a la ministra del Interior británica, advirtiendo que, de no tomar acciones urgentes, Assange podría morir en la prisión Belmarsh. Los doctores condenaron la negativa a darle un cuidado médico adecuado y exigieron que lo transfieran inmediatamente a un hospital universitario. Su iniciativa fue reportada en docenas de publicaciones por todo el mundo.
- El lunes, la reunión inaugural de un grupo mixto de once parlamentarios federales australianos decidió de forma unánime presionar para que se cancele la orden de extradición a EE. UU. y para que Assange “tenga permitido volver a Australia”. La declaración rompió los años de silencio sobre Assange por parte de los partidos oficiales australianos, incluyendo aquellos representado en el grupo. El ex primer ministro australiano, Kevin Rudd también advirtió que una extradición de Assange a EE. UU. era “inaceptable”.
- El miércoles, el sindicato de periodistas francés publicó un llamado al Gobierno de Emmanuel Macron a oponerse a la persecución de Assange.
- El mismo día, se presentaron estatuas de Assange y los valientes denunciantes Chelsea Manning y Edward Snowden frente a la Puerta de Brandemburgo en Berlín. El relator especial sobre tortura de la ONU, Nils Melzer, los describió como “nuestros disidentes”, cuyos casos son “la prueba más importante de nuestros tiempos sobre la credibilidad del Estado de derecho y la democracia occidental”. Melzer, junto al padre de Assange, John Shipton, y el editor de WikiLeaks, Kristinn Hrafnsson, hablaron en el evento en el Bundestag (Parlamento) alemán, donde fueron recibidos calurosamente por varios parlamentarios.
- El jueves, una multitud que abrumó el local atendió una reunión pública en Londres en apoyo a Assange. Ahí habló el renombrado periodista investigativo, John Pilger, el exdiplomático británico Craig Murray y otros defensores de Assange, incluyendo el popular rapero Lowkey.
- Esa noche, el prominente periodista australiano, Kerry O’Brien, se pronunció vigorosamente sobre la necesidad de defender a Assange en el discurso principal de los premios Walkley, un prominente evento mediático australiano.O’Brien advirtió sobre el giro hacia el fascismo reflejado en los ataques a la libre expresión. Le manifestó a la audiencia, “Mientras estamos aquí sentados esta noche, Julian Assange está desintegrándose en una prisión británica esperando su extradición a EE. UU. Este Gobierno podría demostrar su compromiso a la libre expresión utilizando su significativa influencia con su aliado más cercano para obtener su regreso a Australia”.O’Brien recordó que Assange recibió el premio Gold Walkley en 2011 por las mismas publicaciones por las que EE. UU. está buscando procesarlo: una implícita condena a las organizaciones mediáticas que emprendieron contra el fundador de WikiLeaks. Paul Murphy, líder del sindicato Media, Entertainment and Arts Alliance (Alianza de Medios, Entretenimiento y Artes), que ha prescindido hasta ahora de cualquier campaña significativa en defensa de Assange, quien es un miembro del sindicato, también condenó la amenaza de extradición.
Detrás de estas importantes declaraciones está el apoyo más amplio hacia Assange de la gente ordinaria y el enojo y preocupación populares ante la amenaza de extradición, puestos de relieve por las cientos de miles de firmas de las peticiones que exigen su libertad.
Los partidos políticos que están en una posición para intervenir y ganar la liberación de Assange han permanecido en silencio o rechazo los llamados a defenderlo. Esto incluye al Partido Laborista británico de Jeremy Corbyn, que no ha mencionado al fundador de WikiLeaks en medio de una campaña de elecciones generales. Tampoco lo ha hecho el Gobierno australiano, que está participando en la campaña contra Assange pese al hecho de que es un ciudadano australiano.
Por su parte, las organizaciones pseudoizquierdistas, acatando a las autoridades estatales y representando a las capas más adineradas de la clase media-alta, no han dicho nada.
Detrás de escena, las agencias de inteligencia y los Gobiernos que han encabezado la campaña contra Assange hacen lo posible para que nada interfiera en su extradición y farsa judicial. Para las élites gobernantes, el ataque contra Assange es visto como un precedente crucial en el silenciamiento de todos los críticos antigubernamentales, la supresión de la oposición a la guerra y la intimidación de la oposición social y política de masas.
Durante los últimos 18 meses, el World Socialist Web Site y los Partidos Socialistas por la Igualad han intensificado su campaña de una década en defensa de Assange. Los acontecimientos de la última semana han confirmado las fundaciones políticas cruciales de esta lucha.
Han demostrado que la lucha por defender a Assange, cuya persecución es la punta de lanza de la marcha internacional hacia el autoritarismo, debe ser de alcance global. Exige la movilización de los defensores principistas de los derechos democráticos, incluyendo periodistas, doctores, artistas e intelectuales.
Ante todo, la campaña debe estar basada en la clase obrera internacional, la abrumadora mayoría de la población y la fuerza social más poderosa, cuyos intereses son inseparables de la campaña más determinada por defender todos los derechos sociales y democráticos. La activación del apoyo masivo a Assange es la única manera de hacer que las autoridades británicas y australianas respeten sus derechos democráticos, bloqueen la extradición a EE. UU. y concedan su libertad.
Es crucial que esta lucha se intensifique antes del juicio de extradición en febrero. El WSWS llama a todos los trabajadores y los defensores de los derechos democráticos a:
- Celebrar reuniones en sus lugares de trabajo, universidades o colegios para discutir la inminente amenaza a la vida de Assange y el peligro que implica para los derechos democráticos de toda la clase obrera.
- Aprueben resoluciones exigiendo su libertad inmediata y el bloqueo de su extradición a EE. UU.
- Organicen delegaciones para que participen en las manifestaciones globales que se han organizado para febrero. Realicen un llamamiento especial a todas las secciones de la clase obrera actualmente en lucha, incluyendo los trabajadores ferroviarios y postales en Reino Unido, los trabajadores automotores en EE. UU., Alemania y otras partes, y los millones más que están entrando en batallas de clases internacionalmente.
Contáctanos hoy para formar parte de esta crucial lucha por la defensa de Julian Assange y todos los derechos democráticos.
(Publicado originalmente el 30 de noviembre de 2019)
Fuente: https://www.wsws.org/es/articles/2019/12/pers-d02.html
Descubre más desde Correo de los Trabajadores
Suscríbete y recibe las últimas entradas en tu correo electrónico.
Be the first to comment