Tasa de fuego: Hipótesis sobre el perfil psicológico de los carabineros agresores.
por Mario Aguirre Montaldo/ PL.
En plena Segunda Guerra Mundial, Vasili Grossman, un periodista ruso en campaña, entrevista una noche al Capitán Koslov, quien se encuentra un poco bebido con Vodka. Koslov asegura que se necesita “mucho valor” para disparar apuntando durante la batalla.
El 60% de los soldados -afirmaba Koslov- no disparan ni un solo tiro, confiando en el trabajo de la artillería pesada, en la acción de los morteros y en el valor de algunos individuos.
Koslov llega a sugerir que se deberían limpiar los fusiles antes de la batalla y que si algún hombre no dispara, sea declarado un desertor.
Antony Beevor, escritor e historiador inglés, con varias obras escritas sobre la Segunda Guerra Mundial, señala que la aseveración de este oficial ruso es similar a la controvertida teoría de la “tasa de fuego” que expuso George Marshall (EEUU) el año 1947, quien aseguraba que el 75% de los soldados en combate no disparaban sus armas contra el enemigo.
Los datos históricos anteriores pueden parecernos sorprendentes puesto que muy escasamente sabemos de los fenómenos que ocurren en el ser humano en plena guerra donde hay enfrentamiento cara a cara. Y además estamos ya acostumbrados a la caricatura de los héroes infalibles del cine.
Hoy en plena crisis del modelo neoliberal en Chile, los carabineros disparan a los ojos de los ciudadanos para mutilar su visión.
¿Cuáles son las condiciones mentales y afectivas de estos carabineros que sistemáticamente mutilan a sus propios compatriotas? ¿Qué debe ocurrir en la mente de un policía para perder todo escrúpulo y negarse a concebir una mínima ética humanitaria? ¿Cómo un carabinero chileno puede llegar a experimentar un sentimiento tan virulento y hasta criminal contra un “enemigo”, tal vez su propio vecino del barrio, en tiempos de paz?
Se han sugerido varias hipótesis que explican el fenómeno.
Entre ellas, el uso de sustancias psicoactivas que le confieren una sensación de poder y supremacía ilimitada, bajo sus efectos.
Otra hipótesis estriba en que han sido sometidos a un entrenamiento psíquico e ideológico persistente y feroz, donde se deshumaniza la figura del “enemigo” (vándalos, parias, delincuentes, escoria de la sociedad, individuos que merecen el castigo o la muerte).
Otra hipótesis se relaciona con una suerte de “compensación” de personalidad a través del goce irracional de la impunidad. Yo carabinero, salvo a la patria y mis superiores me proporcionan todo su respaldo, no importa lo que haga. Este carabinero ha estado por años sometido a sufrir de una pobre autoestima, mal mirado socialmente, con conciencia de sus limitaciones intelectuales y de formación educativa, proveniente de un medio vulnerable, ha permanecido reprimido por mucho tiempo y aquí tiene la oportunidad de redimir su autoimagen, de sobresalir, de ser protagonista, sin contar con la capacidad suficiente para evaluar que verdaderamente está cometiendo abusos a nombre de los abusadores profesionales de cuello y corbata.
Podríamos convenir que exista una conjunción de las tres hipótesis anteriores. Un tema digno de una o varias tesis doctorales en psicopatología.
(*) Mario Aguirre Montaldo. Psicólogo del Equipo de Primera Línea.
Fuente: http://www.primeralineaprensa.cl/?p=4206
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Pensemos en el dinero: muchos lo ven como trabajo, el mismo paco usualmente se refiere a lo que hace, la represion abusiva, como un trabajo. Hay un carácter de sicarios mafiosos, y de algún modo en general el neoliberalismo es una mafia disfrazada de oficialismo «democrático».