por Abril Becerra/DiarioUChile.
El Premio Nacional de Literatura 2004 falleció este jueves a los 86 años producto de una insuficiencia respiratoria. Su funeral se realizará el próximo sábado en la Iglesia de San Francisco.
Durante los últimos años, Armando Uribe (86) -abogado, diplomático y Premio Nacional de Literatura 2004- habló varias veces de la muerte. Desde su departamento en el barrio Bellas Artes, decía que para él sería una tortura vivir 100 años y que una de las barbaries más recientes era, precisamente, ampliar las expectativas de vida. Para él, eso era algo “espantoso”.
“Nací muerto, oiga. Y me aburrí de estar muerto, completamente. (…) Nací asesinado desde el momento mismo de nacer vivo. (…) Estas son leseras las que acabo de decir. Uno cree que son sabidurías, pero más bien expresan el temor horroroso al hecho de la muerte”, dijo en 2016, en una entrevista con The Clinic.
Sin embargo, este jueves, justo el día en que se conmemoraba el fallecimiento de Pedro Lemebel y Nicanor Parra, fue comunicado el deceso del escritor producto de una insuficiencia respiratoria. Con ello, quedaba atrás una historia de rencillas literarias y una postura rabiosa e irreverente frente a la contingencia nacional.
La noticia fue lamentada por diversos sectores, entre ellos, el Ministerio de las Culturas, las Artes y el Patrimonio. “Hizo muchos aportes, fue un hombre incisivo, profundo, que calaba, pero también tenía una mirada muy universal de la naturaleza humana. Como siempre he dicho, el mejor homenaje que se puede hacer a hombres de esta estatura es no olvidarlos nunca”, sostuvo la ministra Consuelo Valdés.
Por su parte, desde la Facultad de Derecho de la Universidad de Chile izaron el estandarte del plantel a media asta como señal de duelo. Mientras, desde Editorial Catalonia emitieron un comunicado para lamentar la muerte del autor: “Lo recordaremos siempre por su lucidez poética, su mirada de la vida y humanismo a toda prueba”.
Entre la escritura, crítica y la diplomacia
Armando Uribe estudió Derecho en la Universidad de Chile y fue diplomático durante los gobiernos de Eduardo Frei Montalva y Salvador Allende. También fue profesor de la Casa de Bello, la Pontificia Universidad Católica de Chile, en Michigan State University, Estados Unidos; en Università degli Studi di Sassari, Italia; y en París I, Francia.
Además, fue parte de la generación del 50 e irrumpió en el ámbito de la literatura con el poemario Transeúnte Pálido (1954), un texto heredero de las vanguardias y que dialogaba con tópicos como el amor, la muerte y la niñez. Luego vinieron un sinnúmero de títulos, entre ellos, El engañoso laúd (1956), Pound (1963) y No hay lugar (1970), libro dedicado a su esposa Cecilia Echeverría. A estos se sumaron otros textos como Odio lo que odio, rabio como rabio (1998), Las críticas de Chile (1999) y El fantasma de la sinrazón & El secreto de la poesía (2001).
Uno de los ejemplares más polémicos fue El Libro negro de la intervención norteamericana en Chile. El volumen fue publicado en 1974, mientras Uribe estaba en el exilio, y en sus páginas se leía cómo, desde fines de los años 60, Estados Unidos había intervenido en la política económica del Chile.
“Cuando el presidente Allende, en su último viaje al exterior, fue a la trasmisión del mando presidencial en Argentina, estaba ahí el secretario de Estado William Rogers. Propuso visitar al presidente en la Embajada de Chile. Salvador Allende lo recibió. La visita no tenía objeto y no tuvo resultado. Quizás el gobierno norteamericano quería todavía hacer creer a Chile que estaba dispuesto al diálogo mientras iban teniendo efecto sus maquinaciones. En todo caso procuraba dar la impresión de que la actitud norteamericana frente a Chile era normal”, decía el texto.
Más tarde, Uribe publicaría en sus memorias una serie de críticas en contra de la dictadura, pero también en contra del ex presidente Patricio Aylwin, de quien fue alumno en la Facultad de Derecho de la Universidad de Chile. Esto quedó reflejado en 1998 cuando, por medio de una carta abierta, Uribe indicó que el ex mandatario habría sido uno de los responsables del fracaso de la Unidad Popular. Posteriormente, se supo que Aylwin casi va a enfrentarlo por sus palabras.
“Mire, el matoncito. No tenía otra respuesta que el puñete”, manifestó más tarde el Premio Nacional.
Un legado rabioso
Durante los últimos años, Uribe se distanció del debate político. Decía desconocer quién era Beatriz Sánchez y que el sufragio ya no le interesaba. Para el escritor era frustrante ver cómo la Concertación y, posteriormente, la Nueva Mayoría pactó con la derecha en un juego de corrupción, favores políticos y prolongación de privilegios.
Esa percepción lo hizo recluirse en su hogar, proponer una imagen mediática sarcástica e incómoda para las élites. Se trataba, en definitiva, de un escritor en alerta respecto de los procesos sociales y políticos.
Para el periodista Iván Quezada, quien editó cinco textos de Uribe, esta actitud se desencadenó luego del exilio y tras llegar a un país que protegía férreamente el neoliberalismo. “Eso lo llevó a una decepción y se puso de muy mal humor frente a la vida social chilena y a las circunstancias políticas que se dieron entonces y que se prolongaron hasta hoy”, dijo.
“Entonces, Uribe dijo algo que se va a seguir diciendo: que la Concertación intentó legitimar el modelo neoliberal y que se sumó al pinochetismo. Más que ser visionario, fue una persona que dijo una verdad evidente”, añadió.
Quezada conoció a Uribe en los años 90. Entonces, entablaron una amistad que le permitió descubrir de cerca su personalidad y obra. Así, indicó: “Tenía una performance para enfrentarse ante los medios que fue evolucionando con el tiempo. Al principio era un hombre mayor, de mal genio, pero después, por los golpes de la vida, fue cambiando”, sostuvo.
“Siempre fue un hombre contingente que estuvo constantemente interesado en la política. Creo que, ciertamente, le interesaba más la política que la poesía y diría que valoraba más sus trabajos en prosa que en verso”, manifestó.
La obsesión con la muerte
Uribe también fue un poeta que se obsesionó con la muerte. En su obra esto se evidencia más de una vez y adopta varias formas. No obstante, para David Hevia, poeta y director de la Sociedad de Escritores de Chile, los textos del autor también trenzan temas como el amor y la vida.
“Uno puede estudiarlo desde el punto de vista de la evolución misma de las concepciones estéticas de la segunda mitad del siglo XX en adelante. Estamos hablando de un autor sumamente prolífico e inquieto y, por ejemplo, el tema del amor, la vida y de la muerte aparecen de una manera muy sólida, resignificándose en un nivel de verso más urbano”, dijo.
“Otro elemento transversal a destacar es la condición ciudadana que siempre buscó subrayar. Se hizo cargo no sólo del amor en la intimidad, de la muerte en la intimidad, tópico recurrente en su obra, sino que también se hizo cargo de reflexiones sobre la sociedad que le tocó vivir”, explicó, añadiendo que Uribe aún no ha sido estudiado con la profundidad que merece y que su obra aún debe visibilizarse.
“Cuando hablo de visibilizar la obra me refiero a hacer una gran reflexión nacional respecto de qué está pasando con los grandes autores y autoras de este país. A veces nos pasa, como ha ocurrido con Gabriela Mistral, que se termina estudiando más la obra fuera del país, que dentro. No nos gustaría que eso siguiera ocurriendo y menos con un autor como Armando Uribe”, concluyó.
El funeral del autor se realizará el sábado al mediodía en la Iglesia de San Francisco, en el centro de Santiago.
Fuente: https://radio.uchile.cl/2020/01/23/armando-uribe-el-legado-de-un-poeta-rabioso-e-irreverente/
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Lamentable el fallecimiento de un ciudadano, intelectual y creador chileno, irreemplazable.
El libro negro de la intervención norteamericana en Chile
http://www.memoriachilena.gob.cl/archivos2/pdfs/MC0014902.pdf