Entrevista a Beatriz Castedo, pintora chilena residente en México.
por Sergio Pinto /desde Barcelona.
Hija del historiador chileno- español Leopoldo Castedo, Beatriz Aurora fue parte del MIR, se alejó de Chile luego del Golpe de Estado, pasó por Centroamérica y se radicó en México, donde colabora de cerca con el EZLN a través de sus pinturas.
Beatriz Aurora Castedo Mira, pintora, chilena, 57 años, ha dedicado su vida entera a las revoluciones latinoamericanas. Empezó en Chile con el MIR, luego pasó a Centroamérica y terminó asentándose en Chiapas, México, siguiendo al Ejército Zapatista de Liberación Nacional, EZLN. Hoy vive en San Cristóbal de Las Casas, donde continúa con la labor que la caracteriza: la pintura. En su trabajo, Beatriz Aurora -como se hace llamar artísticamente- ha rediseñado la iconografía zapatista y también ilustrado dos libros del Subcomandante Marcos. A través de sus pinturas, afiches y postales que llenan de colores el zapatismo, Beatriz Aurora lleva adelante el ideal de derrocar el capitalismo. Gran parte de esa pasión por las causas revolucionarias viene de su casa, compuesta por dos padres republicanos españoles. Hija del historiador Leopoldo Castedo -historiador español que llegó a Chile en el Winnipeg-, de él heredó, según ella, lo quijotesco y lo aventurero. Se define como una analfabeta, una autodidacta, porque no aprendió nada en la escuela.
Pasó por el colegio Nido de Águilas y allí tuvo su primera lucha con alguien que representaba a los Estados Unidos. “Tenía diez años y una compañera gringa me tiró el pelo por el sólo hecho de ser chilena y morena. No me quedé tranquila y le saqué la cresta por su gratuita agresión”, recuerda.
¿Cómo llegaste a México?
-Yo estaba exiliada en España y como militante del MIR me enviaron a México en la época de las revoluciones en Nicaragua, Guatemala y El Salvador; la lucha era muy fuerte. Este era un destino temporal antes de ir a Chile y retomar la resistencia contra la dictadura. México era la base de apoyo para las luchas en Centroamérica.
¿En qué contexto llegaron los zapatistas a tu mundo? -Yo estaba en Cuernavaca, se había caído el muro de Berlín. Se derrumbaron las revoluciones en los países vecinos, y me dije: “¿qué hago?”, y justo aparecen los zapatistas en el año ‘94. Todo el mundo estaba alucinado. “¿Estos locos de dónde salieron?”, decía la gente. Y cuando leí el primer comunicado del Subcomandante Marcos, me di cuenta que la lucha seguía, y ellos eran todo lo que yo había soñado. Son simpáticos, son alegres, a diferencia de los miristas, que eran más serios, más gruñones. Con los zapatistas todo era chiste, era bonito, divertido. Y como ya estaba pintando algunas cosas, me propuse aportarles con mis pinturas y de ahí no he parado en registrar sus luchas con colores.
¿Cómo definirías tu estilo?
-Les llamo “historias pintadas”, porque en vez de contar lo vivido, lo pinto. Trato de meter dentro de un cuadro pedacitos de historias de Chiapas y los zapatistas, y al mismo tiempo pasar mensajes súper sencillos que tienen que ver con salvar el planeta y la humanidad. Alguien que ama la naturaleza tiene que ser un revolucionario, ya que estará en contra de las transnacionales, las mineras, las pesqueras que destruyen todo. Yo digo que antes de la llegada de los zapatistas, yo pintaba paraísos utópicos, y ahora que conozco sus comunidades son paraísos reales.
¿Qué diferencia notas del movimiento zapatista con respecto a otras revoluciones?
-Los zapatistas se parecen más a la guerra de Vietnam que a las organizaciones revolucionarias de América Latina, ya que son los pueblos enteros los que luchan, zonas completas. Están los viejitos, jóvenes, los niños, todos colaboran a su modo. En las Juntas de Buen Gobierno del territorio zapatista todos opinan y deciden por consenso. Se vive una horizontalidad en las relaciones de poder. Hasta una abuelita de ochenta puede ser la encargada de justicia.
¿Y por qué no participas en la lucha armada y pintas a la vez?
-A mí me gustaría ser una insurgente, pero no creo que me dejarían: los miembros del EZLN son en su gran mayoría indígenas mayas.
¿Y el Subcomandante Marcos?
-Él es la excepción que rompe la regla.
¿Se ve al Subcomandantes Marcos por las calles?
-No, pero se han organizado muchos encuentros con la sociedad civil, intelectuales, movimientos sociales, donde él ha participado cuando las condiciones de seguridad lo permiten. Los zapatistas alternan períodos de silencio donde no dicen nada, que desespera a todo el mundo, y otros en que hacen muchas propuestas como ahora. Por eso el símbolo del caracol. Los territorios zapatistas se llaman Caracoles, porque a veces están metidos para adentro y están trabajando en lo suyo. El que estén en silencio no quiere decir que no estén haciendo nada. Por ejemplo, el 21 de diciembre del 2012, más de 40 mil zapatistas tomaron pacíficamente las cinco ciudades más importantes de Chiapas.
Tú le ilustraste dos libros al Subcomandante Marcos: Relatos del Viejo Antonio y Don Durito de la Lacandona ¿cómo es Marcos en persona?
-Las pocas veces que lo he visto ha sido en actos públicos. Se ve una persona súper simpática y al mismo tiempo es de una sensibilidad humana extraordinaria y que logra, siendo un hombre sumamente sabio y culto, la sencillez de lo más elemental, de lo más humano. Y además es muy guapo y siempre está haciendo bromas.
¿Lo has visto sin pasamontaña?
-¡No!
¿Entonces?
-Para mí las personas se ven en la mirada. Tengo un dibujo donde pongo a un zapatista con pasamontañas, y luego hago lo mismo con alguien del gobierno y es feísimo. Marcos tiene un carisma impresionante.
¿Cómo es la vida en territorio zapatista?
-Todo por consenso. Hacen sus propios libros de textos, su propia medicina, sus escuelas, sus cultivos agrícolas, sus propias clínicas que reciben a todos los que necesitan ayuda.
¿Y el gobierno mexicano acepta esta especie de independencia?
-Hay una dualidad de poderes. Coexisten dos sistemas. Y como los zapatistas tienen mucha simpatía nacional e internacional, el gobierno se cuida de no hacer nada que vaya a armar un escándalo.
¿El gobierno o incluso los narcos están con los brazos cruzados?
-El narco está ligado al gobierno y sus instituciones. Últimamente el gobierno ha cambiado la táctica militar por sus constantes fracasos y ahora ofrecen dinero a los indígenas para que no sean zapatistas, buscando una desunión entre ellos. A eso hay que agregar el hostigamiento constante. Toman presa a la gente, acusan con testigos falsos. En México la impunidad es absoluta. El único territorio seguro que existe en el país es el territorio zapatista. El narco no entra. Hay letreros que dicen: “Está usted en territorio en rebeldía, aquí manda el pueblo y el gobierno obedece”.
¿Cuál es tu opinión de Peña Nieto?
-Me parece un títere del ex presidente Salinas de Gortari. Ganó por fraude, que son los golpes de Estado modernos. Ya no hay que sacar los tanques. La gran catástrofe de México es que en los últimos seis años tenemos oficialmente setenta mil muertos y mas de veinte mil desaparecidos, muchos de ellos provocados por agentes del Estado. Los medios de comunicación están todos vendidos y los periodistas que denuncian no amanecen vivos al día siguiente.
MAPUCHES
¿Por dónde crees que pasa la solución del conflicto mapuche?
-Que se reconozca su autonomía, se respete el convenio 169 de la OIT y no se aplique la ley antiterrorista pinochetista. Hay que expulsar a las transnacionales que están destruyendo y contaminando su territorio. Los intereses económicos y la tajadita miserable que saca el Estado chileno a costa que le destruyan todo con las forestales, es brutal. Están destruyendo el hábitat de los mapuches como el de muchos otros pueblos del mundo por sus mezquinos intereses. En eso los zapatistas han tenido más suerte porque han recuperado sus territorios y los protegen de las transnacionales.
¿Qué sugerirías a los mapuches de lo visto por ti en Chiapas?
-Sé que están unidos, pero falta mucho más todavía. Yo fui el año pasado a Angol y vi unos jovencitos haciendo una huelga de hambre, y me impactó el abandono, la falta de difusión.
¿Potenciar una estrategia comunicacional?
-Sí, en eso son muy buenos los zapatistas. Son buenos cibernautas. Ellos pusieron a los indígenas en la escena mundial. A veces me llegan comunicados de los mapuches y veo que no les llega a miles de personas. Hay pocos movimientos en el mundo que gozan de tanta simpatía como los mapuches. Es muy buen momento para lanzarse duro y tener una línea comunicacional con el mundo.
¿Como chilena y pro zapatista, cómo ayudas a los mapuches desde el exterior?
-Además de hacer pinturas con relación al tema, en octubre estaré en una comisión internacional en territorio mapuche con personalidades de todo el mundo, más organizaciones de pueblos originarios, para hacer fuerzas por las demandas mapuche y, sobre todo, pedir la desmilitarización policial en las zonas de conflicto. Chile es un sistema de apartheid, a lo que más se parece es a lo que fue Sudáfrica. Sólo por ser mapuche se es discriminado, golpeado, asesinado, y los medios no hacen eco de eso. DIGNIDAD CHILENA Beatriz Aurora tenía muchos sentimientos encontrados con Chile. La primera vez que volvió después del Golpe fue a pocos días del triunfo del NO.
-Vi una sociedad reglamentada, con terno y corbata. Una sociedad que le faltaba alma. Era otro país. Había un arribismo, una cosa de disimular, ser pobre era una vergüenza. No había dignidad.
¿Notas diferencias, por ejemplo, en tu último viaje de septiembre del año pasado?
-Sí, sobre todo con los estudiantes. Ellos le están devolviendo a Chile su identidad y dignidad. Es una generación que afortunadamente no tiene nada que ver con la nuestra, que es una generación marcada por la derrota. Los jóvenes no tienen los lastres de la izquierda tradicional. Ahora son mucho más de movimientos horizontales, donde todo el mundo participa y no hay un centralismo dirigido por unos que se consideran vanguardia
¿Todavía tienes contacto con tus ex compañeros del MIR?
-De los que quedan todavía, muchos están enchufados en la empresa privada o en la Concertación.
¿Estás molesta con ellos?
-Sí, murieron muchos compañeros por un Chile más justo y muchas de esas muertes se podían haber evitado. Ver a algunos tan acomodados en el poder da vergüenza. El MIR, durante la dictadura, arriesgó a su mejor gente. Yo creo que nos tendríamos que haber replegado y reorganizado para luchar en mejores condiciones, pero cuidando a nuestra gente. Ahora nuestro deber con las nuevas generaciones y con los compañeros caídos es trabajar por el esclarecimiento de la verdad y contra la impunidad.
¿Qué falta por conocer?
Casi todo, los últimos 40 años de nuestra verdadera historia están encerrados en un baúl. Hay que abrirlo de una vez, sin miedo a ver lo que hay adentro. En 1974, Beatriz Aurora fue secuestrada y torturada en la Academia de Guerra de la Fach. En ese mismo operativo mataron al encargado militar del MIR, José Bordas por parte de su propio ayudante, Leonardo Schneider, quien trabajaba como infiltrado y que recientemente murió en su casa, en extrañas circunstancias. Si no hubiese sido por la presión internacional, la historia de la pintora hubiese sido otra. Varias embajadas hicieron presión por su liberación, entre ellas, España, Australia y la de Estados Unidos; incluso su padre tomó contacto con el mismo Rockefeller. Presentaste una querella el año pasado
¿Por qué tardaste tanto?
-No confiaba en la justicia chilena y la distancia en México influyó. Sin embargo, ahora está el ministro Mario Carroza, que es otra clase de persona que está haciendo una investigación seria. Entonces confío que Carroza haga un buen cometido con mi querella.
¿Qué opinión te merece Michelle Bachelet con relación a ese tema y su posible nueva presidencia?
-Que ella no se haya querellado por la muerte de su padre me parece una vergüenza. Ella representa la falsa democracia, es el ejemplo de la vieja izquierda que es ahora la nueva derecha. Nada verdadero hizo a favor de la justicia cuando fue ministra de Defensa y Presidenta y que hoy prometa cambiar la Constitución pinochetista y no aplicar la ley antiterrorista a los pueblos Mapuche me parece demagogia electoral. Harán pequeños cambios para maquillarla, pero ella encarceló y reprimió a muchos Mapuches, incluso José Saramago le dijo públicamente hace años en Madrid que si seguía con esa política lograría lo que ni los conquistadores ni todos los gobiernos de Chile habían logrado: acabar con los Mapuche. Yo estoy de acuerdo con la consigna de los estudiantes: Derecha y Concertación, son la misma traición. Este año se cumplen 40 años del Golpe Militar.
¿Cómo ves la figura de Allende en el contexto del 11 de septiembre?
-Yo no entiendo el llamado de Allende de no salir a defender el gobierno constitucional durante el golpe. El pueblo, en verdad, sí quería levantarse. Incluso Allende tenía un sector de las fuerzas armadas que estaba con él y que lo hubiese defendido si lo hubiese llamado. El día del golpe pasé por un cuartel militar en Puente Alto y yo les levantaba el puño a los soldados y les decía: “vénganse” y ellos decían: “que más quisiéramos”. Me parece que Allende debió de haber llamado al pueblo a defender sus conquistas. Estoy en contra del llamado a no luchar para “no derramar sangre” porque se derramó muchísima más sangre y además perdimos, y además seguimos derramando sangre del pueblo mapuche, del pueblo en general. Seguro hubiésemos frustrado el golpe como pasó con el “Tanquetazo”, el 29 de junio del 73. Yo ese día fui a La Moneda y cuando se retiraron los tanques, la gente empezó gritar consignas y a avanzar para defender el Palacio de Gobierno. Fue una de las cosas más bonitas de mi vida. A pesar de ese análisis
¿Cuál sería el mejor homenaje a Allende en esta fecha?
-Yo estoy en contra de la pirotecnia política de los partidos. Estoy en contra de los museos de la memoria que entierran una historia que está viva que está por aclararse, por hacerse justicia. El único homenaje posible es esclarecer la verdad, compartirlo con las nuevas generaciones tal cual como fue. La historia reciente de Chile es un cofre cerrado (valga el ejemplo de los 50 años de candado a la Comisión Valech) y creo que el verdadero homenaje en estos cuarenta años, es abrirlo de una vez. Debemos cambiar todo, y los muchachos, como en la época de Allende, son los encargados de encabezar ese cambio.
Fuente (del Archivo de The Clinic): https://www.theclinic.cl/2013/04/26/la-revolucion-en-colores/
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