De 11 a 306 mil contagiados en 55 días, gracias al negacionismo de Trump.
[Al final el comentado Editorial The Washington Post, Editor CT].
por Mirko C. Trudeau/CLAE. (*)
En Estados Unidos el avance del coronavirus sigue a ritmo acelerado para convertirse rápidamente en el epicentro de la tragedia. En todo el país se registraron hasta el sábado 4 de abril, 305 mil 820 casos positivos, la cifra más alta en todo el mundo, y el número de muertos escaló a 8.291.
Nueva York ya superó los 100 mil casos lo que llevó a su gobernador, el demócrata Andrew Coumo, a ordenar la confiscación de respiradores de los hospitales privados. “No voy a dejar que se muera la gente teniendo varios cientos de respiradores en el estado”, sostuvo.
Pese a que la Casa Blanca dijo que espera por lo menos 100 mil muertos en el país por el Covid-19, el presidente Donald Trump se resiste a decretar una cuarentena nacional. Para ello apela a los números en rojo de la economía: sólo durante el mes de marzo se perdieron 701.000 puestos de trabajo por el parate en las actividades.
Donald Trump minimizó la pandemia. Su denominación del Covid-19 como “virus chino” no solo habilitó la xenofobia, sino que quiso circunscribir el problema en el otro, el que no somos nosotros. La tensión en EEUU es tangible, desde el Centro para el Control de Enfermedades aconsejan usar máscaras, pero al dar la noticia el presidente insistió en que esto es voluntario y que él no lo va a hacer.
Es la crueldad de la lógica del “país libre”. La libertad es un tema clave en todo esto. Los estadounidenses circulan, ejercen su libertad individual, que en este caso puede resultar, literalmente, letal.
Estados Unidos muestra hoy una cara que aterra al mundo: más de 305.000 contagiados en 50 días y más de ocho mil fallecidos por el covid-19. Una cifra mayor a la pérdida de vidas que dejó país el atentado contra las Torres Gemelas. Los expertos sostienen que aún haciendo todo bien, la mortandad podrá alcanzar 200.000 fallecimientos.
Después de la muerte de mil 480 personas por Covid-19 entre jueves y viernes por la pandemia que comenzó en diciembre de 2019 en China, los estadunidenses se preparan para lo peor de la crisis y construyen hospitales de campaña desde Los Ángeles hasta Miami y Nueva York, con miles de camas adicionales de cuidados intensivos.
Sin camas, respiradores ni hospitales
«La gente va a morir a corto plazo porque llegan al hospital y no hay camas con respiradores; no hay camas, o no hay personal, o no hay materiales de protección, o no hay respirador», explicó Cuomo, quien denunció que entidades privadas se niegan a compartir equipos: Hay hospitales que tienen respiradores y materiales, empresas del sector privado, que no los están usando»
El Washington Post planteó la interrogante: ¿Qué hicimos mal? La respuesta comienza con una seguidilla de frases de Donald Trump. «Lo tenemos totalmente bajo control» (Entrevista, 22 de enero). “Estamos en buena forma en nuestro país. Tenemos 11, y los 11 están mejorando» (Comentarios, 10 de febrero). «Puede preguntar sobre el coronavirus, que está muy bien controlado en nuestro país» (Conferencia de prensa, 25 de febrero).
Y sigue: «Va a desaparecer. Un día, es como un milagro, desaparecerá «. (Declaraciones, el 27 de febrero). “Cualquiera que necesite una prueba, se hace una prueba. Están ahí. Tienen las pruebas. Y las pruebas son hermosas «. (Declaraciones en los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades en Atlanta, 6 de marzo).
Los errores en la forma cómo se hicieron las pruebas comprueban, en gráficas de ese diario, cómo mientras un país como Corea del Sur que las hizo masivas logró evitar el pico de contagios. Un país en donde no se encontraban y se realizaban a muy pocas personas, como Estados Unidos, disparó sus curvas. El presidente Trump, cuando el país llevaba 11 casos, dijo que la situación estaba controlada.
Esa fue la estrategia de imposición del imaginario colectivo en la población estadounidense para que no cundiera el pánico. Y por eso pateó la pelota para afuera (o sea, trató de desviar la atención hacia asuntos externos): primero le puso precio a la cabeza del presidente venezolano Nicolás Maduro y luego anunció que enviará tropas, naves y aviones a América latina para combatir el fantasma del narcoterrorismo.
Y tras anunciar que se vienen dos semanas muy difíciles, señaló al mejor estilo perogrullesco que «Es un tema de vida o muerte, francamente». Trump calificó como «horribles» las estimaciones del científico líder en la pandemia Anthony Fauci de que «millones» de estadounidenses se infectarán con el virus y hasta 200.000 morirán.
«Bueno, mira, la realidad es que podríamos haber estado mejor si China hubiera sido más comunicativa», dijo el vicepresidente Mike Pence, poniendo una vez más como chivo expiatorio al gigante asiático. También predijo que lo peor del coronavirus está por venir. «Creemos que Italia puede ser el área más comparable a los Estados Unidos en este momento», añadió.
New York, New York
El epicentro de la pandemia es Nueva York, donde el drama crece cada día en una ciudad confinada, donde el «USNS Comfort», equipado con 12 quirófanos y un equipo de 1.200 médicos y enfermeros, ancló para ayudar a aliviar los hospitales de la ciudad, saturados por la permanente afluencia de pacientes con coronavirus.
Lo que muchos retratos magnánimos de Nueva York no muestran es que esta ciudad es una ciudad de extrema desigualdad, donde los que podían irse escapan a sus segundas casas en otros estados, o se refugian en sus yates. La crisis sanitaria y económica pega en los sectores más bajos, que, además, en la mayoría de los casos, son trabajadores que estuvieron expuestos hasta el último momento, o, que incluso hoy, siguen trabajando y buscando soluciones desesperadas como préstamos o empeños.
Una gran parte de la población neoyorquina se halla en una situación migratoria irregular, por lo cual no podrán acceder al seguro de desempleo o a los cheques de alivio que supuestamente deberían llegar por orden de la Casa Blanca.
El hecho de que los hospitales de “la capital del mundo” no den abasto y tengan que recurrir a sus instrumentos de guerra, quizá alivió en algo a los neoyorquinos, pero ofreció una mirada poco esperanzadora a los demás lugares del planeta. Ya suman 33 mil los contagiados y casi 800 los muertos. El alcalde de la ciudad, Bill de Blasio, aseguró que la llegada del barco de guerra «sube la moral».
Medio centenar de vuelos programados por la agencia federal de manejo de emergencias, FEMA, comenzaron a llegar al aeropuerto internacional JFK de Nueva York con millones de máscaras, vestimenta protectora y termómetros. De Blasio dijo que la ciudad necesita más de 400 respiradores antes del fin de semana, y describió al próximo domingo como el «Día D».
Los estados de Virginia y Maryland, vecinos de la capital Washington, se convirtieron en los últimos estados del país en restringir el movimiento de sus residentes. Ahora tres cuartos de la población estadounidense de más de 330 millones de personas está bajo cierta forma de cuarentena.
Este mes un récord de 3,3 millones de estadounidenses solicitaron beneficios de desempleo, la cifra más alta jamás registrada (5,5% según la expresidenta de la Reserva Federal, Janet Yellen).
El cese repentino de la actividad económica ha llevado a una ola de despidos sin precedentes de los empleadores estadounidenses», señaló un análisis de Oxford Economics: «Estados Unidos experimentará el mayor aumento del desempleo desde la Segunda Guerra Mundial», agrega el informe, y advierte que «los trabajadores peor pagados y las pequeñas empresas pagarán el precio más alto«, añadió.
El Congreso aprobó la semana pasada la propuesta de la Casa Blanca de destinar dos billones de dólares para enfrentar la crisis económica, “una inversión de tiempo de guerra para nuestra nación” según Mitch McConnell, líder de la mayoría republicana en el Senado.
Pero si las medidas sanitarias insisten en que la gente se abstenga de salir de sus casas (nada de restoranes, espectáculos o viajes), esos billones no servirán para activar la economía.
Quizá por eso, el coronavirus disparó la venta de armas y Trump declaró que las armerías son »esenciales» para que no cierren en el confinamiento. El mes pasado los estadounidenses se compraron 2,5 millones de armas, la mayor cifra de las últimas dos décadas.
El miedo siempre ha sido de gran ayuda para el negocio del armamento y, ahora que el Gobierno cree que pueden morir hasta 240.000 personas por coronavirus, el país va sobrado de miedo. Si hace dos semanas había colas en los supermercados, la última semana se dio en armerías: las ventas han aumentado un 85% respecto a un año atrás.
¿Será que Trump quiere combatir el coronavirus con escopetas y ametralladoras?
(*) Economista del Observatorio de Estudios Macroeconómicos (Nueva York), Analista de temas de EEUU y Europa, asociado al Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE, estrategia.la)
Fuente: http://estrategia.la/2020/04/05/de-11-a-306-mil-contagiados-en-55-dias-gracias-al-negacionismo-de-trump/
Editorial The Washington Post: O muere el capitalismo salvaje, o muere la civilización humana.
Empezare aclarando que no soy comunista; los reaccionarios, ultraconservadores le tienen mucho terror a estos títulos; y casi siempre ante la falta de argumentos sólidos, terminan repitiendo y adjudicándonos calificativos que solo han escuchado, pero que en la mayoría de los casos, desconocen su significado. Soy un Demócrata con ideas Republicanas.
Todo el mundo habla del libro “La riqueza de las naciones” de Adam Smith, el escoses que logro articular con sus ideas, los pilares de la Economía Moderna que le dio paso al Capitalismo Moderno; sin embargo muy pocos hablan sobre el otro libro del mismo autor, “Teoría de los sentimientos morales”; que hace una crítica muy puntual a la conducta de la avaricia humana. Conociendo ya la historia desde la Secundaria, vemos que el prólogo de la misma, tuvo su origen cuando el feudalismo fue sustituido por este nuevo modelo económico.
La configuración Social, de la “Teoría de los sentimientos morales”; y “la armonía del mercado” de las riquezas de las naciones; es en sí una dicotomía que se concatena con la sociedad; esto sin olvidar la famosa “mano invisible” que mueve ese mercado.
El 20 de enero del año 2009, Barack Obama es juramentado Presidente número 44 de Estados Unidos; recuerdo muy bien su discurso.
Obama recibía un país en bancarrota, epicentro de una gran recesión mundial; he aquí un pequeño fragmento de su gran discurso: “Pero esta crisis nos ha recordado que, sin un ojo atento, el mercado puede salirse de control; y que un país no puede prosperar durante mucho tiempo cuando solo favorece a los que ya son prósperos”. Más que un discurso, fue una gran reflexión; el mercado había quedado a las sanchas de los hombres que no tienen sentimientos morales, ni empatía por la Humanidad; el mundo entero fue estremecido por el flagelo de la avaricia humana; y la economía mundial cayó de rodillas ante una dura recesión. La obsesión del oro negro, llevo a George W. Bush invadir y a atacar medio oriente, la zona donde se encuentran las mayores reservas de petróleo; el mundo jamás olvida la causa barata por la que justificaron la invasión a Irak; aseguraban que Sadam Hussein tenía armas de destrucción masiva; la ONU, de forma deliberada avalo la invasión. Sin embargo, en el 2010, Julian Assange, fundador de Wiki Leaks, revelo la verdad de lo sucedido; y dejo al desnudo la colosal mentira tarifada que los medios de comunicación le habían contado y hecho creer al mundo; en los archivos que se filtraron, registraba la muerte de más de 100 mil personas, de los cuales el 70% eran civiles. Jamás olvidare las palabras de Assange: “La primera víctima de la guerra es la verdad”. Ese 22 de octubre de 2010, se caía ante el mundo la muralla de la mentira tarifada.
En los últimos doscientos años, nos hemos consumido la energía fósil concentrada de nuestro planeta desde sus orígenes. La danza del capitalismo salvaje va dejando por su paso, la destrucción acelerada de los recursos naturales del planeta; la explotación inhumana del hombre; y la manipulación de la mente humana para que este de forma sistemática se convirtiera en un rehén de las sociedades de consumo, que sin darse cuenta se convierta en el arma de su propia autodestrucción.
La nueva pandemia ha quitado el velo ilusionista, y el maquillaje hipócrita de la Civilización; la Italia de Rómulo y Remo, de los Cesares, de Marco Polo, de Leonardo Da Vinci, de Galileo Galilei, de Luciano Pavarotti, de Benito Mussolini, de Silvio Berlusconi, de Andrea Bocceli, de Roberto Baggio, de Paolo Maldini, de Gennaro Gattuso; la Italia que pago el fichaje más caro de su historia por el portugués Cristiano Ronaldo, 122 millones de euros; si esa misma Italia que tuvo que desconectar la respiración artificial de sus ancianos, para luego verlos morir; y que no pudo responder de la misma forma como cuando organizaron el mundial de Italia 90; porque su sistema de salud expiro en los brazos del capital privado, haciendo de salud una mercancía; lo mismo está sucediendo con España, un país que presume de una monarquía; que se ha convertido en un adorno costoso para un país que no tiene camas para atender a sus pacientes.
La pandemia ya llego a la gran nación del Norte; pero en los 100 primeros días de Gobierno, el Presidente número 45 de Estados Unidos, Donald J. Trump, destruyo el sistema de salud que había dejado su antecesor. Las consecuencias ya se están sintiendo; los arrebatos de un líder que anda por el vecindario de la aldea global, ufanándose de su “hegemonía o supremacía”; así como se llama el libro de Noam Chomsky, están llevando a la gran nación del Norte, como lo expreso hace unos días el Premio Nobel de Economía, Paul Krugman: “A que su Democracia y Economía estén amenazadas por un segundo periodo presidencial de Trump en la Casa Blanca”. La crisis del coronavirus ha puesto en aprietos a Trump, ya que el haber minimizado esta pandemia le está pasando una factura en la encomia, porque la bolsa de valores se ha desplomado en estas dos últimas semanas; y existe un alto riesgo que la factura se extienda al mes de noviembre, en las elecciones.
La pandemia quito el antifaz del modelo económico de las naciones más poderosas del Planeta (Estados Unidos y China); y en el caso de Italia y España; ambos países miembros de la OTAN, que maneja un presupuesto de casi 2mil millones de dólares, se vieron como los más pobres del barrio, que fingían ser ricos, pero no tenían ni donde caer muertos. La realidad ha quitado el efecto de la anestesia del capitalismo salvaje; y ha tirado sus cartas sobre la mesa. Ha llegado la hora de replantear y de humanizar este modelo económico; y hacernos el siguiente planteamiento: ¡O muere el Capitalismo Salvaje, o muere la Civilización Humana!
Como decía Albert Einstein: “Locura es hacer lo mismo una y otra vez, esperando obtener resultados diferentes”.
No podemos seguir viviendo en un planeta donde más del 80% de la riqueza, está concentrada en un 1% de la población. Me resisto a defender con mi silencio un indefendible y despiadado statu quo que concentra la riqueza de nuestros recursos naturales, y medios de producción en pocas manos, capaces de derramar sangre inocente por mantener intacto ese statu quo. Yo no puedo defender este statu quo que privatiza el agua, la salud, la educación, el viento, el sol; Derechos Humanos Universales que se han convertido en mercancías, que se encuentran solo al alcance de una minoría rapaz, voraz e insaciable; mientras las grandes mayorías invisibles; solo son visibles en los procesos electorales, disfrazados de Democracia. Una gran realidad de todo lo que pasa a nivel mundial que nos quieren tener controlados a losas vulnerables del planeta tierra porque la avaricia y la ambición y ancias de poder los tiene enfermos.
Fuente: https://diariolalibertad.com/sitio/2020/04/02/editorial-the-washington-post-o-muere-el-capitalismo-salvaje-o-muere-la-civilizacion-humana/
Descubre más desde Correo de los Trabajadores
Suscríbete y recibe las últimas entradas en tu correo electrónico.
En realidad, hace tiempo que ese sueño se convirtió en una pesadilla (si es que alguna vez existió realmente). Porque como bien dijo Quintín Cabrera:
Desde el mismísimo día
que como país nacieron,
usurparon, masacraron,
degollaron y agredieron.
Nombrando a la Democracia,
sojuzgaron y mintieron,
ejecutaron, mataron,
bombardearon, sometieron.