Joven golpeado por Carabineros que cayó al Mapocho: “Me llegó un lumazo que me dejó inconsciente y me caí”
Por radiolaclave.cl.
Yo veía los casos de las personas que pierden sus ojos, que quedan ciegos y los testimonios dicen que los Carabineros hasta se burlan de ellos. Y me causa por dentro mucha impotencia. Y quizás yo no aporto mucho, pero estando ahí con mi presencia, siento que apoyo. Y me tocó a mí vivirlo en carne propia”, explica Mauricio Muñoz, dos días después de haber caído al río Mapocho, por un golpe en su cabeza dado por un carabinero, la noche del lunes 18 de noviembre.
“Yo soy trapecista, he tenido muchos accidentes de trapecio. He hecho telas también, de las telas me he caído tres veces al piso. Del trapecio me he caído muchas veces, con malla. Y también hago otros actos que son sin malla y también he caído de altura, desde seis metros y nunca me ha pasado nada, porque nos enseñan cómo caer. Lo primero que nos enseñan como trapecistas es saltar a la malla, cómo caer. He tenido muchos accidentes, en septiembre tuve el último y nunca me ha pasado nada. Esta vez caí de ¿cuatro metros? desplomado, inconsciente. Me llegó un lumazo que me dejó inconsciente y me caí. He tenido muchos accidentes y este es el primero que me deja así”.
Esto es lo que relata Mauricio Muñoz (27) en el sillón de su casa en Quinta Normal, dos días después de haber caído al río Mapocho después de haber recibido un golpe del bastón de servicio de Carabineros en su cabeza. Todo esto, el lunes 18 de noviembre pasadas las nueve de la noche en Plaza Italia, en medio de una “encerrona” de Fuerzas Especiales a los manifestantes.
La “encerrona”
El día lunes, Mauricio fue con un grupo de amigos a la manifestación en Plaza Italia, ahora rebautizada como Plaza de la Dignidad. Con él estaban Catalina Bustos y los hermanos Kathy e Iván Bravo. Horas antes, temprano, habían decidido hacer sándwiches y compartirlos con la gente que llegaba a la marcha. Cuando se les acabaron, se dirigieron cerca del monumento a Baquedano, donde estaba la mayoría de los manifestantes cantando y mostrando sus carteles.
“Minutos antes de que esto empezara (la ‘encerrona’), yo estaba grabando un video y sentí una alegría. Una sensación de felicidad. Porque veía a toda la gente que estaba ahí y éramos como hermanos, como familia. Un muchacho se acercó, muy amable y hablábamos, sin conocernos. Yo no conocía a nadie, pero la gente se acercaba y hablaba como si fueran tus amigos de toda la vida. Y eso me emocionaba, pensar que el pueblo está unido. Me sentí bien”, relata Mauricio.
Pero el ánimo de la calle cambió, pasadas las nueve de la noche. “Estábamos cerca del monumento y fue muy rápido, de repente, la gente empezó a correr y nosotros empezamos a ir con ellos porque venía un ‘guanaco’ desde Alameda y desde Vicuña Mackenna venían Carabineros, así que corrimos hacia arriba. Luego empezaron a venir desde Bustamante y en esa confusión, había mucha gente corriendo. Algunos corrían para un lado, otros para el otro. Nadie sabía para dónde correr, porque venían Carabineros de todas partes. En eso se perdió el hermano de Kathy. Ella estaba muy desesperada por querer encontrarlo, así que nos quedamos un momento esperando para verlo. En ese momento vi mucha gente desesperada saltando al río, cruzando el agua. Vi una muchacha que se cayó y cuando intentó levantarse por detrás aparecieron Carabineros y la llenaron de lumazos. Había un señor que buscaba a su hija también. Había mucha gente asustada, con miedo”, dice.
“Yo también me asusté y quería salir de ese lugar, pero era muy difícil pasar por donde estaba toda la gente, así que vi la opción de saltar la reja que está a la orilla del río. Hay un pequeño trecho en donde se puede caminar, por el lado del río, al lado de la reja. Será un pedacito de cemento de cincuenta centímetros quizás, y uno puede pasar por ahí. Yo quería pasar la reja para avanzar más rápido por ahí. En ese momento yo pasé mi pierna derecha, mirando en dirección hacia el puente Pío Nono y cuando voy a subir el pie izquierdo para pasar a ese pedazo de cemento, por detrás me llega un lumazo en la cara. Yo no alcancé a ver antes al policía. Antes de sentir el golpe vi a algunos Carabineros como a tres metros, y eso me dio mucho susto, porque nunca había estado tan cerca de ellos en las manifestaciones, siempre voy atrás. Cuando iba cruzando la reja e iba a pasar el otro pie, siento el golpe del lumazo y me desplomé. Me fui al río con el mismo impulso del golpe y de ahí para mí es todo confuso”.
Kathy presenció ese momento del golpe y la caída. Explica que mientras intentaban escapar “un carabinero llega desde atrás, le pegó un lumazo a Mauricio y él cae. Yo solo lo vi caer, pero al darme vuelta, los Carabineros gritaban ‘avanza, avanza’, pegando lumazos. Recibí un lumazo en el brazo. Ni siquiera pude ayudarlo, porque como Carabineros me estaba empujando para que yo avanzara, lo tuve que dejar ahí tirado en el río. Ahí empecé a gritarle a la gente que estaba abajo pidiendo ayuda. Era gente que había saltado, porque como Carabineros estaba vuelto loco, la gente se empezó a tirar para poder arrancar hacia el otro lado de la calle. Yo le pedí ayuda a ellos. Menos mal lo socorrieron, pero yo no pude hacer nada porque Carabineros me empezó a golpear, golpearon a todos los que iban pasando”.
“Yo vi que gente que iba cruzando el río corriendo se devolvió para poder ayudarlo, porque Mauricio no se movía. Quedó ahí tirado y con el golpe que recibió en la cabeza más el golpe que recibió abajo, yo creo que estaba muy aturdido en ese momento”, explica Kathy.
En este video realizado por Jaime Díaz hay testimonios de personas que presenciaron la caída:
Aunque después de la caída Mauricio estaba confundido, con el paso de los días ha logrado recordar algunos momentos con claridad. “Cuando estaba ahí, en el suelo, las personas que me ayudaron se pusieron como escudo humano para protegerme, porque los policías estaban apuntando. Habían algunos abajo que, enojados con los Carabineros, les gritaban cosas, y los otros les decían que no gritaran nada porque nos iban a disparar. Y se pusieron todos como escudo delante mío con las manos arriba, pidiendo que no dispararan. Yo podía escuchar, pero no veía nada por mi ojo izquierdo y me asusté, pensé que había perdido mi ojo, pero creo que era por la sangre que no veía”.
“Tengo una foto que me tomé en el momento después de caer, cuando estaba abajo. Me tomé una foto para poder ver cómo tenía mi cara, porque miré mi brazo y estaba lleno de sangre y yo no sabía de dónde venía la sangre. No veía heridas, entonces unos muchachos que estaban cuidándome, me pasaron mi teléfono, tomé la foto y me vi, ni siquiera reaccioné. Me acuerdo que el joven que me trataba de mantener despierto me empezó a preguntar de dónde era, qué hacía. Le conté que era de circo y me dijo que él también hacía circo. ‘Yo hago contact’, me dijo”.
“Recuerdo que una chica estaba grabando, me parece que le dije que no grabara. Luego de eso llegaron los bomberos, me tocaron todo el cuerpo para saber si tenía más lesiones, me tocaron la columna, las costillas, cuando me tocaron los brazos pegué un grito, se dieron cuenta que tenía el brazo quebrado. No podía caminar tampoco. Entonces, entre dos bomberos me tomaron y me subieron por la escalera y me llevaron en una ambulancia a la Posta Central. Arriba me empezaron a preguntar por mi nombre, la fecha y yo no me acordaba. Me asusté mucho, me dio mucho miedo y empecé a llorar, porque no me acordaba de nada. Ellos me tranquilizaron, me amarraron a la camilla y cuando íbamos a la posta trataba de hacer memoria, de a poco fui recordando cosas, como que era lunes, mi nombre, y se los empecé a decir. Les pedí mi teléfono para llamar a mi hermana”.
Desde otro lugar, también arrancando de Carabineros, Catalina e Iván vieron lo que pasaba en el río. “En un momento había un grupo de primeros auxilios, como diez personas, eran todos jóvenes y ahí logramos identificar que al frente había dos carros de bomberos. Nos acercamos y nos consultaron si éramos amigos de la persona que se había caído. Nos dimos la vuelta por Pío Nono y ahí supimos que era Mauricio al que, entre otras personas, habían subido con escalera, pero ya se lo habían llevado a la ambulancia”, recuerda Catalina.
“Se acercó un carabinero a bomberos a preguntar por el individuo que se había caído. Yo le pregunté a los bomberos si el carabinero les estaba hablando sobre Mauricio y ellos nos dijeron que sí, que ellos les habían dado el nombre a Carabineros, pero nada más. No me dieron más información, así que no sé qué más preguntaron”.
“¿Por qué tanto odio contra su propio pueblo?”
Karen es la hermana de Mauricio. Mientras conversamos en su casa, ella explica que son familia de circo. “Acá donde estamos ahora es la casa de mi suegro, mi suegro es Caluga Junior. Esta es la casa del Tony Caluga. Yo llevo trece años de matrimonio y siempre hemos estado unidos. Soy la única familiar directa del Maurio acá, porque mi papá está en el sur trabajando y mi mamá no está en Chile en estos momentos. Pasó todo esto y fue difícil tener que contarles. Acá hemos sentido mucho respaldo y apoyo. Uno nunca se espera que le pase a uno. Uno ve las noticias, escucha la radio o ve el Facebook y uno como madre, piensa en lo que está pasando. Uno nunca se lo espera para uno”, dice.
“Cuando Mauricio me llama, en ese momento me afloró el lado de mamá retona, le pedía que hablara bien, porque hablaba raro. Me explicó y partí con mi esposo de una, nos costó llegar, había mucha lacrimógena. Cuando iba pasando por el Mercado Central había un furgón de Carabineros, no sé si era GOPE, porque iban como muy armados, yo conté quince. Al cruzar la calle había gente gritando y haciendo destrozos y ellos no estaban ni ahí”.
“Después, en el hospital recordaba ese momento y pensaba en que a mi hermano le llegó un palo que casi lo mata, porque yo siento que quisieron pegarle para que se cayera al Mapocho y se muriera. Ellos dejan que la violencia continúe y reprimen a los que están pacíficos”, reflexiona Karen.
“El paramédico en el hospital nos decía ‘me da mucha pena lo que pasó, porque a mi amigo le volaron un ojo’. Son enfermeros, profesores, estudiantes, gente trabajadora, somos la gente de circo, a nosotros nos está llegando todo, pero a la gente que está haciendo desastres, no los detienen. Somos todos humanos, no estoy diciendo que vayan a hacerle algo a ellos, pero si están reprimiendo a muchachos que están marchando pacíficamente, por qué no detienen a quienes saquean. Estoy diciendo detener, no que los agarren a palos. Solo evitar que hagan eso. Por qué ahí no hacen nada y en una marcha con mamás, hijos, niños, adultos mayores, hacen eso. Por qué tanto odio contra su propio pueblo. De hecho, hasta cortaron la luz, dicen que fue algo fortuito, pero no lo creo, porque desde que no había luz, empezaron a apalear”.
En la ex Posta Central
“Cuando llegué a la Posta, un joven de derechos humanos me tomó declaración, pero fue muy breve y luego se fue y no lo vi más. Al rato llegó un joven de la Universidad de Chile, recuerdo que él me mostró mucha empatía, sentí la confianza de contarle las cosas. Ahí él me tomó la declaración, me preguntó dónde fue y yo le empecé a hacer un dibujo en un cuaderno”, relata Mauricio.
“Luego me llevaron a scanner, me hicieron rayos del tobillo y el codo, me llevaron al box 25 y ahí había una señora. Era la mamá de una enfermera que estaba enferma, que había comido algo y tuvo problemas. La señora, Rosa se llamaba, estaba muy asustada y me acompañó todo el tiempo antes de que llegara mi hermana y, cuando mi hermana llegó y después tuvo que salir, la señora se quedó conmigo. Me decía que podía contar con ella”.
“Yo estaba muy asustado porque soy trapecista y me perjudica tener un brazo quebrado obviamente. Yo le pregunté al doctor qué iba a pasar y él dijo que puede que quede con secuelas, pero que el trapecio iba a ser una buena terapia, eso me dejó un poco más tranquilo. Luego tuve que esperar la sutura para la cabeza. Los cirujanos estaban atendiendo a otras personas, entonces tuve que esperar mucho”.
21 de Noviembre, 2019.
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