Chile rebelde: desacato popular, una opción política para la coyuntura.

No votar, una opción política válida.

por Guillermo Correa Camiroaga/desde Valparaíso.

Construir un camino propio, por complejo y prolongado que este sea, requiere en determinadas circunstancias asumir -como en esta coyuntura marcada por el Acuerdo por la Paz y la Nueva Constitución- posiciones claras, sin ambigüedades, tomar una OPCIÓN POLÍTICA diferente a la fijada por las clases dominantes.

Los sectores que se identifican con la rebeldía popular, que cuestionan la institucionalidad neoliberal sobre la que se sustenta el modelo económico, político, social y cultural chileno, pero que participarán votando en el Plebiscito del 25 de octubre y en la posterior elección de convencionales constituyentes- aún cuando plantean de manera clara y tajante rechazar el “fraudulento” Acuerdo por la Paz y el proceso constituyente elaborado por las élites y la clase política institucional- utilizan los más variados argumentos para justificar dicha opción, resaltando eso sí que se enmarca en una “opción política táctica que la coyuntura no permite obviar.”

Por el contrario, a quienes no participarán electoralmente en dicho proceso y no votaran en el Plebiscito, se les define, en el mejor de los casos, como “principistas”, ya que se trataría de una posición  alejada de la realidad política, lo que se a su vez se traduciría en una opción más bien de tipo “moralista”.

La política no se relaciona exclusivamente con la participación en eventos electorales, sobre todo cuando estos han sido meticulosamente estructurados y convocados por la misma institucionalidad que se dice rechazar rotundamente, y que están orientados a reforzar la legitimidad de la institucionalidad neoliberal de la “democracia restringida” que nos rige.

Las elecciones y las votaciones son un mecanismo democrático valioso, pero para que represente  una efectiva expresión de la voluntad soberana deben reunir ciertas características y estar insertas en un contexto político que así lo asegure, condiciones que, a mí parecer, no se expresan en este amañado proceso constituyente.

El no participar ni votar en este proceso constituyente institucional limitado constituye un ACTO POLÍTICO, es una opción política rupturista que no es fácil de asumir para algunos sectores, porque significa romper con la inercia electoral de la democracia formal burguesa, en donde las elecciones representativas están profundamente internalizadas en las chilenas y chilenos como la forma de lucha más efectiva para lograr cambios, más aún cuando se ofrece transitarla por un camino ornamentado de hermosas y multicolores promesas.

Es mucho más fácil incorporarse a la opción tomada por la multitud que aparece como ganadora de una elección, incluso planteando que dicho proceso es fraudulento en su origen y en los mecanismos que han sido creados para su concreción, pero que “es la única cancha donde es posible jugar” para no quedar excluidos de la coyuntura política ni alejado de las masas.

Con este planteamiento, nunca será un acto político efectivo asumir una opción política distinta a la que la institucionalidad neoliberal vigente permite, y por lo tanto el pueblo seguirá enfrentado a asumir el “mal menor”, ya que no aparece ninguna alternativa potente que muestre otro camino.

Muy diferente sería la situación actual si todos los sectores populares rebeldes que rechazaron en forma absoluta el  Acuerdo por la Paz y la Nueva Constitución en un primer momento, hubieran seguido manteniendo dicha posición, transformando la NO participación en dicho proceso institucional de los poderosos de siempre y el NO votar, en una opción de lucha política que hubiera mostrado un camino diferente a “las masas” frente a la actual coyuntura, construyendo una alternativa propia.

La Rebelión Popular que estalló resueltamente el 18 de octubre del año pasado es la expresión de la maduración de un proceso largo, soterrado, complejo, que tuvo expresiones masivas en distintos momentos, como fueron por ejemplo las movilizaciones de los estudiantes secundarios el 2006, los universitarios el 2011, el movimiento No+AFP, los movimientos ambientalistas y el poderoso Movimiento Feminista más adelante.

La devastadora marea rebelde de octubre fue la expresión de mucha rabia contenida, provocada por años de marginalidad, injusticias y abusos, en donde las organizaciones populares, sectoriales y territoriales, que de manera subterránea y multifocal fueron desarrollándose con paciencia y decisión, tuvieron mucho que decir.

El proceso de la organización, de la lucha y de la conquista de los derechos del pueblo no se va a resolver en una u otra coyuntura electoral, ni menos en este proceso constituyente elaborado por la clase política institucional para salvaguardar sus propios intereses, entregar un salvavidas al gobierno encabezado por Sebastián Piñera y reforzar la institucionalidad neoliberal. Tampoco será fruto de acciones rupturistas aisladas, movilizaciones callejeras o huelgas generales momentáneas, sino que se deberá recorrer un largo camino en la construcción de una alternativa popular propia, de carácter autónomo y extraparlamentario, alejado de las élites y la clase política institucional que sustenta el modelo neoliberal actual.

Construir un camino propio, por complejo y prolongado que este sea, requiere en determinadas circunstancias asumir -como en esta coyuntura marcada por el Acuerdo por la Paz y la Nueva Constitución- posiciones claras, sin ambigüedades, tomar una OPCIÓN POLÍTICA diferente a la fijada por las clases dominantes.

Más allá de las argumentaciones para justificar la aceptación de las reglas del juego plebiscitario, que fueron hechas para afianzar la legitimidad del modelo económico y político imperante, debemos ser capaces de romper el cordón umbilical de la restringida democracia delegada y representativa que se ha instalado como la única “opción política válida y posible”  para que, con una actitud “republicana y ciudadana”, no nos alejemos de las grandes masas populares.

La opción de NO votar y de NO participar de este proceso constituyente no es, como decía anteriormente, un mero capricho ni una actitud moralista, sino una OPCIÓN POLÍTICA DIFERENTE, que puede ser cuestionada naturalmente, pero de ninguna manera rechazada o menospreciada, pues también representa un ACTO POLÍTICO soberano, por mucho que no agrade o incomode a quienes están embarcados en este “evento ciudadano”.

Las organizaciones populares que han surgido a lo largo de décadas, que se potenciaron y multiplicaron con la velocidad de un rayo durante la Rebelión Popular iniciada el 18 de octubre del 2019, y que han asumido otras formas de funcionamiento durante la emergencia sanitaria en que nos encontramos, seguirán multiplicándose, buscando construir un instrumento de nuevo tipo que permita ejercer  el poder del pueblo en sus múltiples formas de expresión, y este proceso seguirá adelante se participe o no en esta coyuntura plebiscitaria.

Solo de esta manera, en un proceso largo y prolongado, pero con protagonismo popular, se podrá alcanzar la victoria para realizar entonces una verdadera Asamblea Constituyente Soberana.

Valparaíso 16 octubre 2020


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2 Comments

  1. Acuerdo con la abstención. Roxana Miranda lo planteó ya en diciembre en un conversatorio en que los claudistas, el ps, el pc e igualdad la quisieron presentar como un «mono extraterreste». Si los candidatos «independientes» en la constituyente son Marcel Claude (que en 2013 planteaba lo mismo que el frente amplio y con contactos orgánicos con el Podemos espanhol a través de Pablo Varas) y Luis Mesina («trabajador accionista» amigui de la ex surda y el frente amplio), no puede sino reeditarse cualquier forma de progresismo patronal (que no se distinguiría de lo que fue la antigua concerta).

  2. Brillante enunciado de Guillermo Correa, ahora queda el trabajo de crear las bases de sustentacion de la idea, o sea y despues, que haremos despues?

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