A30 años de su asesinato tras ser delatado por un ex asesor de la Concertación.
Las fuentes señalan el rol que cumplió Juan Carvajal, ex director de la Secretaría de Comunicaciones durante el primer Gobierno de Bachelet, al delatar el lugar en el que se encontraba prófugo Marco Ariel Antonioletti, militante del Movimiento Juvenil Lautaro (MJL) asesinado el 15 de noviembre de 1990 por efectivos de la Policía de Investigaciones.
La secuencia indica que en 1990, luego que Antonioletti fuera trasladado a la comuna de Estación Central, concretamente a la Villa Fernando Gualda, este fue hospedado en la casa donde habitaba una colaboradora del MJL, cuya pareja de la época era el mismo Juan Carvajal quien entregó, señalan los antecedentes, la información al Gobierno de turno liderado por el presidente Patricio Aylwin.
De esta forma, los datos llegaron al ex subsecretario del Interior de la época, Belisario Velasco, orquestándose un amplio y contundente operativo para detener Antonioletti. Sin embargo, desplegada la Policía de Investigaciones en el sector, le dieron muerte mediante el disparo de sus armas de fuego.
Hasta la actualidad la memoria histórica ha cumplido un rol fundamental en esta y tantas otras situaciones. El nombre de Antonioletti es recurrentemente citado para referirse a la impunidad y el rol de los aparatos de inteligencia en la postdictadura, mientras que periódicamente se realizan conmemoraciones en su nombre.
En este sentido, se ha tornado esencial señalar y profundizar el entramado de los casos de violencia policial más allá de las y los ejecutores, considerando las responsabilidades políticas como elemento central en la constante lucha contra la impunidad.
Masacre de Apoquindo: a 25 años de una matanza de Carabineros los primeros años de democracia.
por Resumen.cl.
El 21 de octubre de 1993 se vivió una de las más brutales matanzas de la post-dictadura, la llamada «Masacre de Apoquindo», cuando una patrulla de Carabineros acribilló una micro del transporte público donde viajaban integrantes del Movimiento Juvenil Lautaro que habían participado de una acción en un banco. Las balas de Carabineros terminaron con la vida de pasajeros inocentes del taxibus y dejaron a otros tantos heridos, en un crimen que terminó sin la condena merecida a los responsables.
Un día como hoy hace 25 años, el 21 de octubre de 1993, se produjo la denominada Masacre de Apoquindo, matanza efectuada por Carabineros contra un bus de transporte urbano, el que acribillaron con más de 162 disparos y que transportaba un grupo de cinco integrantes del Movimiento Juvenil Lautaro (MJL) así como pasajeros civiles que fueron víctimas de las balas sin ningún motivo más que estar en la micro. Ocho personas resultaron muertas aquel día y los responsables nunca recibieron condena acorde a la gravedad de los hechos.
Desarrollo de los acontecimientos
Cerca del mediodía de aquel jueves de 1993, en una joven democracia, cinco integrantes del MJL realizaron una acción en una sucursal del entonces Banco O’Higgins ubicada en Apoquindo 6417, en la comuna de Las Condes, acción que pretendía recaudar dinero con objetivos políticos como el rescate de prisioneros. En el escape con 4 millones de pesos, tuvieron un altercado con un guardia del lugar que intentó contener la acción, motivo por el cual el vigilante resultó gravemente herido, falleciendo más tarde.
Luego de abandonar el lugar en un taxi, se subieron como pasajeros a un bus del recorrido 24-C. Tanto el chofer como los pasajeros ignoraban completamente quienes se acababan de subir, de dónde venían y por supuesto, el destino que les esperaba.
Sólo unas cuadras después en la esquina de Apoquindo con Manquehue, frente al elitista centro comercial Apumanque, una patrulla de Carabineros de la 17ª Comisaría de Las Condes se cruzó por delante del taxibús para cerrarle el paso. Sin mediar provocación, negociación, ni permitir al chofer o pasajeros pudieran bajarse, incluso luego que estos mostraran pañuelos blancos por las ventanas y los lautaristas arrojaran sus armas por ellas, los funcionarios de la policía uniformada dispararon a mansalva y sobreseguros en contra de la micro. Recuperar el dinero del banco parecía más importante de la vida de los pasajeros inocentes que nada tenían que ver y de los lautaristas. Sus vidas valían más que unos pocos millones.
Mientras los transeúntes y trabajadores de aquel espacio corrían y se escondían para poner sus vidas a salvo, los carabineros saciaron sus ganas de disparar, dejando como resultado de su bestial acto 6 personas muertas, 12 personas heridas -algunas de extrema gravedad- y una micro con más de 162 impactos de bala como demostración gráfica del desinterés por la vida de quienes llevaron a cabo esta desmedida acción. La macabra imagen de cuerpos acribillados y heridos mortales en el barrio alto de la capital, prontamente fue abordada por la prensa que, desinformando, indicaba que se había tratado de un enfrentamiento, fantasía que llegó a identificar a una de las víctimas, pasajera del bus, como «la mujer metralleta».
Los pasajeros asesinados fueron identificados como Marcos Villegas, Tatiana Inés Navarro Valdés (19) y Gabriela Castillo Díaz (31), mientras los tres lautaristas asesinados fueron Raúl Humberto González «rdenes, Alejandro Soza Durán y Yuri Uribe Toro, éste último originario de la población La Emergencia de Hualpén.
En lugar de exigir una investigación y castigar a los culpables, tanto el presidente de la República Patricio Aylwin como su ministro del Interior, Enrique Krauss, respaldaron totalmente y de manera inmediata el actuar de Carabineros. Después de 8 años de investigación, los dos lautaristas sobrevivientes, Álvaro González y Oriana Alcayaga, fueron condenados por la justicia civil y la justicia militar a un total de 81 y 61 años de cárcel por asociación terrorista y control de armas (rebajada posteriormente a 17 y 12 años), mientras que sólo dos carabineros fueron juzgados y «condenados» a la ridícula pena de 541 y 240 días de pena remitida, pese a haber cometido crímenes de Estado y violación a los Derechos Humanos.
La Masacre de Apoquindo es un crimen de lesa humanidad olvidado por la mayoría de los chilenos y chilenas, quizás por lo frágil de nuestra memoria y por excesiva tolerancia a aquel gobierno que había heredado el Estado pinochetista y se configuraba como de transición a la democracia.
Sin embargo, aún aparecen testimonios de aquella jornada, abordados principalmente, desde el arte: En 2015 se estrenó un monólogo titulado «Hilda Peña», escrito por la dramaturga Isidora Stevenson e interpretada por la galardonada actriz Paula Zúñiga (Cárcel de Mujeres, Los archivos del Cardenal, Neva, La Reunión, La Vida Doble). La obra expresa el dolor de una madre que cuyo hijo es uno de los asesinados en la masacre.
Por otra parte, en el año 2012, el reconocido «dibujista» Christiano (Pato Lliro, La Momia Roja) publicó un libro de viñetas titulado simplemente como «1993» (editorial Calabaza del Diablo), un crudo relato gráfico de los hechos que nos cuenta en una serie de imágenes genialmente trabajadas y sin ningún diálogo las atrocidades de ese día. El libro aparece años después que los dibujos fueran realizados a petición de un canal de televisión que hacía un reportaje al respecto y que finalmente fue cancelado por, todo indica, presiones políticas de la época.
Los dibujos de Christiano también fueron utilizados por la revista Rockanblues para realizar un videoclip a la canción Eugenia de Fiskales Ad-Hok, tema que aparece en el clásico álbum Traga! que fue escrita por el vocalista de la banda Álvaro España para su prima Tatania Navarro, una de las pasajeras de la micro que fue asesinada en la Masacre de Apoquindo.
Imagen principal: Masacre de Apoquindo. 1993, Christiano.
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