Así funciona la maquinaria política de Pamela Jiles.
por Felipe Saleh y Hernán Leighton/El Mostrador.
Un estilo que incluye muchos puentes cortados, traiciones, dificultad para acercarse y negociar con ella, un equipo muy reducido, compartimentado y secretista. La sensación de que se «apropia» del trabajo legislativo de otros, ataques a su propio sector, pero sobre todo «la incapacidad de resistir una exposición normal a la gente», caracterizan al fenómeno electoral que preocupa a los partidos tradicionales de oposición. Ha votado alineada con la derecha y contra la centroizquierda en múltiples ocasiones, por ejemplo: lo hizo en contra de la iniciativa para reponer el voto obligatorio en el plebiscito; votó a favor de los 65 mil pesos que propuso el Gobierno como Ingreso Familiar de Emergencia; votó en contra de establecer un marco de uso personal de la cannabis; se opuso a establecer la paridad salarial entre hombres y mujeres; votó a favor de la acusación contra la jueza Silvana Donoso y lo hizo en contra de que los independientes puedan formar pactos electorales entre ellos y con otros partidos.
Miedo. Esa es una buena palabra para resumir lo que provoca en la clase política, particularmente en la izquierda, la irrupción de Pamela Jiles como la figura mejor evaluada, según la última encuesta Cadem –más allá de los muchos reparos metodológicos y políticos a este instrumento de medición–, con un 65% de aprobación. No solo por su perfil de “outsider” política con muchos rasgos de populismo autoritario o por sus 484 mil seguidores en Twitter, los “nietitos” de “la abuela” –a punto de cumplir 60 años el próximo 30 de noviembre–, que muchas veces actúan como una barra brava digital organizada para fustigar a quien se atreva a criticarla. El temor es, ante todo, porque a la hora de establecer una negociación, la base de cualquier acción política, no se puede confiar en ella.
El último botón de muestra es el proyecto de ley para conseguir un segundo retiro del 10% de los fondos previsionales. El 20 de agosto, según consta en un mensaje de WhatsApp que se hizo público, el diputado Karim Bianchi (Independiente pro PR) aparece invitándola a firmar la iniciativa. Jiles, días después, aseguraba que “tengo redactado” un proyecto de segundo retiro. Algo similar ocurrió con el primer proyecto para el retiro de fondos previsionales. La iniciativa surgió al interior de la Bancada Regionalista, en el equipo del diputado Jaime Mulet, y ella fue invitada a incorporarse entre los adherentes. Pero finalmente logró posicionarlo como propio y esa iniciativa fue precisamente la que logró hacerla subir como la espuma en las encuestas. Este ha sido el único proyecto donde –según versiones extraoficiales– Jiles habría negociado con una facción de RN cercana al exdiputado Mario Desbordes. Pero no es habitual verla reunida con otros parlamentarios.
En septiembre de este año, en el contexto de los intentos por recuperar la presidencia de la Cámara, el Frente Amplio (FA) comenzó a mover sus piezas y uno de los movimientos apunta a lograr que Gabriel Boric ocupe la presidencia de la comisión de Constitución. Según un acuerdo administrativo suscrito al comienzo de la legislatura, en 2018, el cupo de Jiles en la comisión en realidad le corresponde al FA, y como el Partido Humanista dejó el bloque en protesta por el hecho de que la coalición se sumó al acuerdo que posibilitó el plebiscito de octubre, ese sitial ya no le corresponde a ella, sino a alguien del conglomerado. Pero ella no está dispuesta a votar por Boric, uno de sus enemigos más encarnizados y, es más, acusó a Giorgio Jackson de una “oscura operación” para sacarla de la comisión. A diferencia de Boric, que prefiere no responder a sus emplazamientos –“para no inflarla”, según reconocen cercanos al diputado–, Jackson le respondió recordándole el acuerdo de 2018.
Remando para el otro lado
“Ella es de construir realidades vía Twitter, con fracciones de la verdad va inventando historias alejadas de la realidad. Se encarga de emplazar a la gente que es de su propio sector más que a la gente de la derecha, por eso hay resistencia a contestarle”, afirma un diputado de oposición, recordando ocasiones en que Pamela Jiles ha votado alineada con la derecha, por ejemplo: votó en sentido opuesto a su sector, la izquierda, la iniciativa para reponer el voto obligatorio en el plebiscito; también, se pronunció alineada con la derecha y algunos DC en contra del artículo que pretendía rebajar los viáticos de los parlamentarios.
Votó a favor de los 65 mil pesos que propuso el Gobierno como Ingreso Familiar de Emergencia (IFE). Votó en contra, también con la derecha, de establecer un marco de uso personal de la cannabis. Otra iniciativa a la que se opuso es de julio de 2018 y que buscaba establecer la paridad salarial entre hombres y mujeres. Se justificó diciendo que no se prestaría para «maquillar la Constitución de Lagos-Pinochet». Votó con la derecha a favor de la acusación constitucional contra la jueza Silvana Donoso. Promotora de la nueva forma de hacer política, sin embargo, votó en contra de que los independientes puedan formar pactos electorales entre ellos o con otros partidos.
De cualquier forma, Pamela Jiles, nieta de la abogada sufragista Elena Caffarena, tiene un estilo propio de trabajar en el Congreso, de equipo muy reducido en relación con los otros. Solo tiene 2 asesores y 2 administrativos. Los demás diputados en promedio tienen 6 u 8 personas que colaboran en el trabajo legislativo, más los administrativos. Antigua militante y simpatizante del Partido Comunista, excolaboradores hablan de un estilo secretista y un “halo de exclusividad” que hace muy difícil el trabajo con ella en el Congreso.
Un exfuncionario del Parlamento que trabajó con ella la describe así: “Todos los que están en su equipo no hablan con ella, nunca puedes llamarla ni tienes su teléfono. En el Congreso uno habla con todos los ministros, los subsecretarios, la gente de Segpres. Ella, en cambio, es muy secretista, porque nadie sabe todo lo que pasa. Tiene un halo de exclusividad. Es imposible que un asesor de un diputado se acerque a ella a pedirle algo. A los ministros los manda a hablar con su marido. El canal de comunicación es su marido. Se generaron ciertas relaciones tirantes con algunos funcionarios del Congreso por su carácter altanero”.
El quiebre con el PH
Difícil de aceptar, tratándose de una mujer activista en pro del feminismo y las disidencias sexuales, como ella se define (tiene un hije trans), el que una parte fundamental de su trabajo, despliegue y ascenso político, tenga que ver con su marido, el también periodista Pablo Maltés. “No es el cerebro, porque ella es bastante inteligente, hay que reconocerlo, pero hacen una buena dupla”, comenta un cercano a la pareja. Se conocieron en 2013 cuando ambos eran panelistas en un programa de farándula. La dupla es inseparable caminando por los pasillos del Congreso.
Por esos años, Jiles ya pensaba en una carrera política. Su cercanía con el Partido Humanista (PH) parte en los 90, en la época del pacto Juntos Podemos. Colaboró apareciendo en un spot para la campaña presidencial de Tomás Hirsch y asistía al programa que el actual diputado tenía en la Radio Universidad de Chile. Fue candidata a diputada en 2009 por el distrito 45, en la Región del Biobío, y perdió. En el verano de 2016 se concretó una reunión en el Tavelli del Drugstore, donde ella aseguró que quería ser candidata a la Presidencia de la República y “desbancar” a Beatriz Sánchez. “No sabíamos si estaba hablando en serio o en broma. La verdad es que nunca sabes si habla Pamela Jiles o su personaje la Abuela”, cuenta un testigo de esa reunión.
El PH, hasta julio de 2017, mantuvo en secreto su nombre mientras negociaba los cupos con el Frente Amplio. Y al momento de revelarlo, produjo un fuerte rechazo en el FA, pero su nombre altamente popular era carta segura para ser elegida. Jiles –recuerdan testigos de la negociación, en la que siempre estuvo representada por su marido– exigía ir primera en la lista de candidatos(as) a diputados(as) del Frente Amplio por el distrito 12. Pero los conocedores de la maquinaria electoral saben que en la papeleta debe ir un candidato con más dificultades para ser electo, porque el primer nombre en la lista tiene una cierta ventaja de 1 o 2 por ciento de los votos, que puede ser vital para ser elegido. No le hicieron caso y, con el diseño elegido, se logró la misión de tener dos diputados en el distrito, Miguel Crispi y ella.
Pero el resentimiento continuó y los roces con los históricos del Partido Humanista se intensificaron. A partir de que empezó a llamar “nietitos” a los militantes. Había resquemor porque, además, el acuerdo era que la candidatura de Jiles –según una versión al interior del partido– fuera meramente instrumental. Ayudaba al partido a tener los parlamentarios mínimos que exige la legalidad y, a ella, a cumplir su propósito de ser diputada. De acuerdo a esta versión, se había comprometido a renunciar y seguir como independiente, pero no lo cumplió. Por el contrario, “quebró” el partido, obligando a la salida de históricos como Tomás Hirsch y Efren Osorio.
En este círculo afirman que se fueron porque el partido, con ella y su marido operando en las sombras, se desperfiló. “Nunca discutimos con Pamela, sino con una directiva que creímos que estaba alejando al partido del proyecto histórico y fundacional: un proyecto colectivo, de transformación no violenta. De alguna manera empezaron a ocurrir episodios muy violentos, muy virulentos. Fue tomando una dirección alejada del proyecto colectivo, de transformación. Equivocó el enemigo. Su ataque virulento contra Beatriz Sanchez, su obsesión contra Gabriel Boric, Giorgio Jackson o cualquiera que eclipse su posibilidad de ser candidata presidencial. Para nosotros forma y fondo es importante. Además las críticas son internas, porque la izquierda siempre tiene a la prensa de derecha encima y no le damos afrecho a la prensa interesada”, cuenta un integrante de ese grupo.
Una versión opuesta tiene Marcelo Rioseco, secretario general del Partido Humanista y uno de los pocos que aceptó hablar en on para este reportaje –ni Pablo Maltés ni los asesores de Jiles contestaron los mensajes para participar de esta nota–.
Dice Rioseco: “En la elección de la directiva el grupo hegemónico de Hirsch queda en minoría. Este grupo tenía un gran rechazo hacia Pamela y la culpaban de todos los males del partido, cosa que no es así. La directiva no tiene nada que ver con Pamela. Hubo una falta de generosidad de ese grupo para integrar las distintas miradas que componen el PH. Toda la visión que tienen de Pamela está mediatizada por su pérdida de poder. Había un enfrentamiento permanente para recuperar esa posición. Con Pamela funcionamos muy alineados”, afirma. Rioseco incluye un episodio relacionado con una primaria interna que aceleró la salida de esos militantes este año. En marzo, se realizó una primaria interna con miras a la elección municipal. En el proceso, 1.300 personas votaron por un candidato cercano a Hirsch, cuando el padrón total no supera las 800 personas. Se hizo una investigación interna y, antes que terminara, el grupo de Hirsch dejó el partido, en mayo de este año.
Partidos en alerta
En los partidos tradicionales, por cierto, hay cautela. Especialmente en la oposición. En Unidad Constituyente, el bloque que intenta unificar listas en torno a la elección de constituyentes, su nombre molesta. Sus formas desagradan, y mucho, y las consecuencias de que un liderazgo como el de Pamela Jiles pueda sentar un precedente de aquí en adelante, preocupa. Pero, por sobre todo, se repite la frase de que es “muy negativa para la democracia”.
Y si bien su instalación en el podio de las encuestas ha sido tema de pasillo en algunos partidos, en otras directivas el alcance del fenómeno de la periodista no ha sido abordado, y una de las razones principales –explicaron– es que están todos pensando en cómo resolver el tema pendiente de las listas de constituyentes, y las pendientes negociaciones para las primarias de alcaldes y concejales.
Nadie la mira en menos –afirman– y uno de los principales diagnósticos que atraviesa a casi la totalidad de los partidos es que la instalación de su figura en el mapa político presidencial se debe, principalmente, “a la falta de proyecto político de la centroizquierda”. En ese sentido explicaron que ese vacío, que redunda también en uno de liderazgos, permitiría la aparición de personalidades de este tipo, “porque Pamela Jiles es una personalidad, no es un proyecto político”, puntualizan.
Cuando se trata de poner la pelota al piso, se escucha una frase que siempre sale a flote antes de las elecciones y que apunta a que “el chileno en general es responsable, cauteloso y moderado”. Además, en el PPD aseguraron que, si bien su perfil se ha constituido en una amenaza para varios de quienes tienen aspiraciones presidenciales, también creen que su carrera tendría un techo, “principalmente por sus formas”.
Distancia social
De todas maneras, existe bastante claridad en que, aunque Pamela Jiles responde a un nicho “no menor” de alrededor de 7% de intención de voto, que para algunos puede sonar bajo, “es cosa de revisar cuánto marcan los demás candidatos nuestros”. Los mismos dirigentes PPD agregaron que lo que sí preocupa, es cómo la ciudadanía está evaluando a la clase política, donde –asumen– la mayoría de la centroizquierda parece estar offside.
En el PS existirían análisis internos que consignan que el alcalde de Recoleta, Daniel Jadue, tendría cada vez menos adeptos de la base socialista, pero no existe aún una medición sobre cómo opera el fenómeno de Pamela Jiles entre sus filas, todo esto en un contexto en que el partido no cuenta con una cara con la cual aglutinar a sus militantes.
Y más allá de los calificativos de populista, o que es “la Trump” chilena de izquierda, llaman a mantener la cautela y a no dejar de lado la experiencia reciente en otras latitudes, como los “liderazgos emocionales”, que son los que finalmente mueven a gran parte del electorado desencantado del establishment, y que en este caso podría calzar a la perfección, con una centroizquierda que pareciera no influir en la discusión de ideas y con rostros que no son precisamente los de la renovación de la política.
Una de las ventajas que transversalmente le reconocen a Jiles es su grado de conocimiento por parte de los electores, el que ha logrado a través de dos décadas en la televisión abierta, y que durante los años noventa la tuvo como una periodista seria y, luego, en medio de la farándula. Ese solo punto de partida la pone por sobre otros candidatos, como Heraldo Muñoz, quizás el rostro más definido del sector, pero cuyo conocimiento –admiten desde su propio partido– estaría en alrededor del 50 por ciento, muy por debajo incluso de su competidor interno, Francisco Vidal.
Y todo redunda en lo mismo: una autocrítica transversal que apunta a que el ascenso de Pamela Jiles es posible debido a que en el sector no existe ningún líder de peso, ningún proyecto, ni discurso ni relato, cruzado esto por el período “de los peores dirigentes de partidos”, agregaron.
No son pocos en el sector los que asumen que el ganador de las primarias en la derecha va a ser quien finalmente se ponga la banda presidencial, ya que de seguir la historia el mismo guión que hoy se escribe, serían Daniel Jadue o Pamela Jiles quienes marquen la pauta y, en caso de que uno de los dos prosperara y se instalara por sobre los demás, hay absoluta claridad en que “no van a tener el apoyo del sector”.
Sin embargo, uno de los excolaboradores de Jiles describe un detalle clave que haría imposible ver a Pamela instalada en La Moneda: prácticamente no hace trabajo territorial. En mayo apareció junto a Rodolfo Carter, alcalde de La Florida, repartiendo cajas con víveres a los vecinos. Pero este año, no mucho más.
Jiles –según sus excolaboradores– esquiva a la gente, le tiene “fobia”, saluda cordial pero mantiene un perfil distante. “No puede ser Presidenta. Algo le impide ejercitar sus habilidades sociales. Es despectiva con la gente. Absolutamente nada que ver con lo que publica en redes. Le restringen que se junte con gente. Los filtros son muchos para llegar a ella, es realmente una persona inaccesible, no se junta con los vecinos para generar trabajo legislativo, el cual en su caso es muy poco relevante. El trabajo territorial es muy pobre, se saca una foto en una esquina y listo. No conoce el territorio. Todo lo filtran para que ella no aparezca. No la van a exponer a un lugar, tienen la inteligencia de no exponerla. Ella no soporta una exposición normal a la gente, como Jadue o Lavín”, dice este otrora estrecho asesor, que incluso se atreve a dudar de que Pamela Jiles quiera seguir en la vida política. De hecho, Jiles está trabajando para que Pablo Maltés sea candidato a gobernador y a la vez Valentina Maltés, hija de él, candidata a constituyente. “Cederle tanto espacio a su marido es posicionarlo a él, pero no es seguro que ella continúe en la vida política. La verdad no sé si alguna vez quiso ser diputada. Creo que vieron la oportunidad económica”, concluye.
Fuente: Así funciona la maquinaria política de Pamela Jiles – El Mostrador
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