Chile institucionalizado. Entre la denuncia y el exhorto. Opinan J.C. Flores y M. Cabieses.

Toda maniobra de la burguesía contra el pueblo sublevado consiste siempre en transmutar el espíritú de la rebelión en espiritu del sometimiento. Los medios serán el castigo de los cuerpos y la intoxicación subjetiva, debidamente combinados, hasta lograr la resignación y el sometimiento consentido. La represión sistemática y el Acuerdo por la Paz y la Nueva Constitución de noviembre de 2019, son parte de esa pócima salvadora del poder. Y ya la mayoría -sino todos- de los convencionales populares la han bebido. Los que se resistan no les queda mas que el patetismo o renunciar y volver a las filas de los sublevados. Nota del Editor CT.

La vocería de los pueblos y el humo constitucional.

por Juan Carlos Flores/Sur de Chile.

Hace unas semanas un conjunto de convencionales electas y electos generaron varias declaraciones conjuntas autodenominándose la Vocería de los Pueblos.

En dichas declaraciones señalan un variopinto de asuntos que teóricamente recogen el sentir de los pueblos tanto chileno como originarios.

Debutaron con un primer comunicado, que generó un revuelo inusitado, en que dan a conocer seis «llamamientos» que van desde la exigencia de la libertad a las y los presos políticos de la revuelta y presos político Mapuche, hasta la discusión sobre la soberanía. Con esto, tenían la intención de presionar y exigir al sistema político condiciones mínimas para el funcionamiento previo de la Convención constitucional.

En entrevistas posteriores, a varios de sus miembros, no sólo matizaron sus dichos, sino que, además, rápidamente sus exigencias pasaron a ser meras declaraciones altisonantes señalando que más bien eran asuntos que se debiera debatir por la ciudadanía en el contexto del que denominan proceso constituyente.

Alejándose de esas primeras declaraciones, en la última reunión con la participación de más de 80 convencionales, estas y estos dedicaron largas horas a discutir aspectos administrativos que deben darle cotidianidad y el lanzamiento de la Convención constitucional en concordancia con los partidos de los 30 años y el ejecutivo violador de los Derechos Humanos.

O sea, se pasó de exigencias mínimas previas a la Convención, sin las cuales no existían las garantías mínimas para su funcionamiento, a debatir y generar las condiciones mínimas para su instalación y cotidianidad,  pero sin que hayan resuelto la materialización concreta de una acción que trabara el proceso en curso acordado con la élite, llamando a la libertad de las y los presos políticos entre otros. Solo hubo palabras y comunicados, es decir más de lo mismo, eso que hemos escuchado de los políticos que son parte de nuestros problemas.

Todo esto en el contexto de sostenida militarización, represión, cárcel, estado de excepción, toque de queda, impunidad, etc.

Al final del día la incongruencia y completa ambigüedad de los sectores autodenominados Vocería de los Pueblos, demuestra las clásicas técnicas de los partidos de la institucionalidad, y sus derivados, planteando problemáticas sentidas por el pueblo, sin realmente hacerse cargo.

Esto es claro, ya que varias y varios de sus participantes, desde sus espacios sociales y de base, habían impugnado desde la firma misma el Acuerdo por la paz y nueva constitución, y además señalado a los cuatro vientos que no serían parte de dicha trampa del Poder. De igual manera, la sostenida militarización y la prisión política, en especial de las y los luchadores populares y comuneros mapuche no es una novedad de hace cuatro semanas pues ha sido una forma permanente de aumentar el control y dominación, hecho denunciado sistemáticamente por una franja de los pueblos en lucha. Todo esto parece ahora ser secundario.

Las incongruencias, faltas de claridades, ambigüedades y, sobre todo, su entreguismo de facto frente a  los violadores de derechos humanos y el sistema político, funcional a los intereses de los grandes capitales, es un camino que, así como le pasó la cuenta al PC y el FA en su participación y dirección de sectores del campo popular, de igual manera le pasará la cuenta a los movimientos sociales y espacios populares que han terminado asumiendo la línea institucional.

Esto es más claro luego de las cifras sistémicas de baja participación institucional que demuestran de forma clara que en el evento más importante de la historia institucional, no es capaz de convocar a más de 7 millones de personas a participar. Esto expresa la permanente desconfianza de los pueblos ante la verdad más evidente: si pactas con  el poder, aceptas sus espacios configurados para contener la arremetida popular y te enredas en sus juegos y lógicas, serás desconocido por los pueblos en lucha. En términos mas coloquiales: si entras a la cloaca terminaras igualmente manchado aun cuando entres con las mejores intenciones.

Ante momentos históricos que en se debilita la fuerza del bloque dominante, tenderle la mano, oxigenarlo, darle espacio para que se recomponga y aceptar, aunque sea a regañadientes, el camino institucional, implica favorecer, mas allá de las intenciones, al sistema de poder. Que el poder mantenga en las cárceles a los pueblos, los siga reprimiendo y que no se esté dispuesto a impulsar de manera consecuente las formas de lucha que se levantaron  a partir del 18 de octubre de 2019 y su amplio repertorio, incluida la violencia política de masas y las nuevas formas de organización, implica defraudar los esfuerzos desplegados por ese mundo mundo popular que se levantó. Al final esa idea tan trillada de «un pie en la calle y otro pie en la institucionalidad», como sabemos, no es más que la ilusión de querer engañar al sistema para «no querer queriendo» caer en el juego Republicano institucional formal, restándole potencia al quehacer popular.

Como conclusión nos queda solo decir que, si esos sectores reformistas y conciliadores, continúan con ese discurso lleno de ambigüedades y falta de claridad sobre los métodos de lucha de los pueblos, les guste o no, quedarán atrapados en el callejón sin salida de la institución llamada Convención, esa solución creada por las clases dominantes para disipar la energía y disposicón de luchas de nuestros pueblos y mitigar así la crisis que agudizó el levantamiento popular de octubre de 2019.

Las luces de los medios están al servicio del poder que lleva más de 40 años gobernándonos y, al parecer, los y las convencionales están dispuestos a seguir con la venta de humo a la que nos tenían acostumbrados por tanto tiempo. 

JCF/30-06-2021.

Recibido por CT: 30-06-2021.


Bienvenida, Convención Constitucional.

por Manuel Cabieses D.

Ustedes, convencionales,  son nuestra última esperanza de tránsito pacífico a una nación con igualdad de derechos y deberes. 

Por eso les damos la bienvenida, ustedes son nuestros hermanos. Cuenten con nosotros.

El conservadurismo -de derechas e “izquierdas”- les impidió usar el nombre de Asamblea Constituyente. Pero éso es lo que ustedes verdaderamente son. Una Asamblea del pueblo que dictará la nueva norma magna que regirá leyes, decretos  y reglamentos de una república diferente. Por eso lo primero de lo primero es recuperar la identidad. Ustedes son una Asamblea Constituyente, la primera de nuestra historia. Dotada de todos los poderes para escribir una nueva Constitución Política. En definitiva será el pueblo, en referéndum, el que aprobará o rechazará vuestra propuesta. Por eso, la primera definición que les espera es decidir si asumirán la plenitud de sus poderes, rechazando toda sumisión a un orden que es necesario cambiar en sus raíces. Confiamos en ustedes.

La nueva Constitución Política de la República de Chile tiene que colocarse, sin ambages, de lado de los pobres del campo y la ciudad. De los que sufren discriminación social, racial y de género en salud, educación, vivienda, trabajo, salarios,  pensiones, etc. Necesitamos que todo chileno que lo merezca, sin perjuicio de su origen, pueda ser juez de la Corte Suprema, comandante en jefe del Ejército, la Marina y la Fuerza Aérea, diputado o Presidente de la República. Igualdad de derechos y deberes, es la medida democrática de la nueva Constitución que esperamos los chilenos.

Recuperado su carácter de Asamblea Constituyente, la “Convención” tiene que tomar partido por los pobres, por los que fingen ser “clase media” por un salario de 400 mil pesos y un auto usado. Ellos son la mayoría de nuestro país. Y hay los extremadamente pobres, los miserables de esta sociedad: las 81 mil familias que sobreviven en 969 campamentos de tablas, cartones y plástico, sin agua potable ni baño, los esperpentos de niños y ancianos vagabundos del barro y la desesperanza.

¿Cómo tolerar una Constitución que admite que en tiempo de pandemia y aumento de la pobreza, un puñado -entre ellos el presidente de la República- hayan aumentado sus riquezas en miles de millones de dólares?

Ustedes, constituyentes, tienen el deber de poner fin a la injusticia social desechando el modelo neoliberal que nos estrangula. Ustedes pueden escribir el mandato supremo que obligue a leyes e instituciones a ceñirse a una época de cambios. La nueva Constitución permitirá al pueblo demandar, sin obstrucciones leguleyas, los derechos que les son negados. Las instituciones civiles y militares, hoy en crisis profunda, tendrán que adaptarse a las nuevas reglas.

La Constitución -esperamos- consultará el mecanismo antigolpista que permita remover, mediante plebiscito, los gobiernos corruptos que traicionan sus promesas. Del mismo modo, la Constitución democrática seguramente abrirá paso a la iniciativa popular en materia de leyes y desbrozará el camino legislativo eliminando el Senado y el Tribunal Constitucional, que hoy enmarañan y facilitan el cohecho y prevaricación de las instituciones.

Una Asamblea Nacional con diputados que reciban salario similar al de un trabajador, y una Corte Suprema con magistrados de confiable probidad, deberían ser la vía de tránsito de las nuevas leyes de la República. Una amplia mayoría ciudadana espera que la nueva Constitución reconozca la autonomía de los pueblos originarios y el orgulloso mestizaje del pueblo chileno.

El derecho a manifestarse pacíficamente, a disentir y expresar opiniones críticas al gobierno y a la Asamblea Nacional, a formar sindicatos y partidos políticos, a profesar y practicar la religión que cada cual desee, el aborto libre, el derecho a formar familia por matrimonios del mismo sexo, etc., serán sin duda derechos que incluirá la nueva Constitución.

Asimismo, hay un derecho que, sin duda, será motivo -como lo es hoy- de profunda discusión. La libertad de expresión. Esta, sin dudas, debe ser amplia en todos los terrenos. El rango y amplitud de la libertad de expresión, debe ser sometido a escrutinio en la Convención. El derecho a informar y opinar, cuyo hermano gemelo es el derecho a estar informado, debe ceñirse a ciertas reglas para ser auténticamente democrático.

La información cumple una función social. Por lo tanto -como la salud o la educación- no puede ser un negocio privado.  La propiedad de los medios televisivos, radiales, escritos y digitales no puede estar en manos de emperadores de la opinión pública. Tiene que ser la propiedad plebeya de cooperativas, organizaciones sociales, partidos políticos, municipalidades, congregaciones religiosas, etc., apoyados por el Estado si se ven excluidos de publicidad privada. Los periodistas, que obedecen normas de ética profesional, tienen que ser los que dirijan los medios, no los gerentes y agencias de publicidad como ahora. La información crea corrientes de opinión política y esa noble función, repetimos, no puede ser un negocio más en el abanico de intereses de grandes empresarios. El pluralismo informativo y de opinión es absolutamente necesario en esta época de cambio social y político. Pero los magnates de la prensa deben ser relevados de una tarea que es de responsabilidad colectiva si queremos avanzar resueltamente hacia el futuro.

Compatriotas constituyentes:

¡Rompan las cadenas que intenta imponerles el sistema!

¡Cumplan un deber de lealtad con la heroica lucha del pueblo chileno para llegar a este umbral de libertad!

MANUEL CABIESES DONOSO

29 de junio 2021

Recibido por CT: 29-06-2021.


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1 Comment

  1. La lectura de los artículos despierta en mi un estado de ánimo:
    Se escribe sobre lo que quisiéramos y eso no está?
    O se escribe desde una realidad que está?
    He seguido todo lo que sea posible de información y análisis y me asalta la siguiente reflexión:
    Qué etapa esta atravezando la situación política en Chile?
    Tengo la percepción que lo más claro es constatar que la instalación de capitalismo salvaje, se expresó en su mayor expresión con la dictadura y se mantuvo luego por ya casi 4 décadas.
    Lo segundo es que octubre 2019 ha sido enrielado por el acuerdo de noviembre de 2019.
    Tercero la organización de clase es aún frágil
    Cuarto las organizaciones desde el FA hasta los constituyentes (ex- Concertación) están ancauzados por ese enrielamiento.
    Quinto el PDC sigue con su proyecto propio
    Sexto vemos una derecha con distintos liderazgos, dos de ellos ven el desastre del capitalismo salvaje, pero preparan sus fuerzas para enfrentar unidos una ventualnueva gobernanza.
    Séptimo los militares tranquilos obteniendo prebendas en este contexto, No existen rasgos de golpe. No lo necesitan.

    QUÉ ETAPA ES ESTA?
    nO SERÁ QUE EL ELECTORALISMO ES LA DOSIFICACIÓN Y JARABE QUE DILUYE EL OCTUBRE DEL 2019?

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