La verdad según Lenin Guardia.
Careo ante ministro Zepeda
Terminado el espectacular traslado, me dejaron solo en un dormitorio de la Escuela de Investigaciones en espera de que conociera al señor Jorge Zepeda Arancibia, ministro en visita. Luego de una larga espera que duró casi todo el día, este representante de la ley apareció acompañado de su actuario, el señor Óscar Delgado, un hombre de lamentable aspecto personal, bastante ordinario, al cual le faltaban algunos dientes y que además nunca te miraba a la cara. Ahí nos encontrábamos todos sentados en una sala. Al frente mío, detrás de una gran mesa, el ministro; a su costado izquierdo y un poco más atrás en diagonal, el actuario con su computador abierto para dejar testimonio de todo lo que se fuera a decir en este primer encuentro. Al otro lado de la mesa, ambos detenidos y por cierto, esposados.
El actuario leyó todos mis datos personales, me preguntó si estaban correctos, le respondí que sí, y luego leyó mi declaración extrajudicial hecha en Investigaciones. Al terminar me preguntó si tenía algo que agregar, a lo cual respondí que no. El mismo trámite hizo con el otro detenido.
Culminado este procedimiento, el ministro Zepeda, con una solemnidad que a cualquiera le hace creer que está frente a la justicia absoluta y que la luz de la verdad iluminará todo el espacio que ocupábamos, dice “vamos a dar inicio a una importante diligencia judicial como es el careo” y se encomienda a Dios para que lo ilumine. A la luz de lo que resultó ser un abierto acto de denegación de justicia, un no debido proceso, una violación absoluta de igualdad ante la ley, un acto denigrante para el Poder Judicial en sí, y el desconocer todos los tratados de derechos humanos firmados por Chile tanto en Roma como en San José, es evidente que su petición no fue escuchada. Yo tuve la mala idea en ese momento de sacar una pequeña pastilla de menta y meterla en mi boca, cosa que advirtió el ministro, el cual con un tono enérgico me dice: “¡Yo no lo he autorizado!”. Partimos mal.
Zepeda se dirige a mí para que hable y yo le pregunto que si antes de hacerlo le podía mostrar a Humberto López Candia una carta que me había enviado mi hija Consuelo. El ministro me la pide para leerla él primero sin siquiera preguntarme “¿y cómo recibió una carta si usted está incomunicado?” (muestra de su verdadera incompetencia), y luego me autoriza para que se la pase al otro acusado. Este la lee, me la devuelve y dice de golpe: “Yo involucré en esto al señor Guardia, pues en Investigaciones me dijeron que en horas sería extraditado a Estados Unidos, y como el señor Guardia tiene los medios para una buena defensa, lo metí en este lío”.
En ese momento, al escucharlo, me dije a mí mismo: “Vuelvo a casa”, pues es muy contundente lo que está declarando. Para gran sorpresa mía, el ministro se pone de pie y abandona la sala en donde estábamos. Pasan algunos momentos y un detective entra y llama al actuario, el cual nos deja solos apenas un minuto, y luego regresa y dice: “Se suspende el careo”. Nos hizo firmar el “careo” de treinta segundos, se fue y nunca más tuve otro careo, ni con Humberto López Candia ni con nadie a lo largo de todo el “indebido proceso”. En su primera declaración espontánea, las frases “yo involucré” y “lo metí en este lío”, más la evidente amenaza de extraditarlo que hace el “equipo conspirativo”, no tuvieron para este juez la suficiente fuerza para quien debía impartir justicia, y resulta incomprensible no haber profundizado en las declaraciones del otro imputado.
…
Carta de arrepentimiento
Volviendo a nuestro piso de la Penitenciaría, yo ignoré a Humberto López Candia hasta el día en que me habló con motivo de la detención en Brasil de Mauricio Hernández Norambuena, que había ocurrido en febrero de 2002. Me contó lo que había escuchado en la radio con bastante alteración de su parte.
Cuando se produjo un espacio de silencio, le dije: “No tengo nada que hablar contigo. Tú sabes que me has hecho un daño gratuitamente e inmerecidamente pues yo no tengo nada que ver con todo esto. Si quieres conversar conmigo, di la verdad. No te obligo a nada. Mañana, a las diez, saldré al pasillo y si tú quieres decir la verdad, escríbelo en una carta y me la muestras. Si no me muestras nada, no me hables más”.
Al otro día, a las 10:00 a.m., me asomo por mi pasillo de diecinueve pasos de largo y veo la mano de Humberto López Candia al fondo del pasillo con un papel en la mano. Caminé hasta donde él estaba, tomé la hoja y le dije: “Voy a leerlo”. Era una carta algo confusa y críptica, pero en la que también pedía perdón a mi familia, mostraba un claro arrepentimiento y decía una frase muy significativa al final: “Le aseguro que se sabrá toda la verdad”. Luego de eso, puso su firma.
Debo reconocer que una leve brisa de esperanza me embargó, pero también el temor de que para él mentir y luego negar le resultaba algo muy fácil de hacer. En esto no tenía escrúpulo alguno y ya lo había demostrado antes.
Días después vino mi abogado y le mostré lo escrito por López Candia. Lo leyó y me dijo: “Me voy donde el ministro de inmediato para que lo cite a declarar y explique esta carta”.
Dicha carta salió publicada en la primera página del Cuerpo C de El Mercurio y también se anunciaba en la portada del diario. Su contenido exacto es el siguiente:
—
Sr. Lenin Guardia:
Me permito escribirle para manifestar a Ud. mi arrepentimiento y sentimiento de culpa que me embarga, donde por mis dichos Ud. se ha visto no solo privado de libertad, sino que también expuesto y maltratado públicamente, donde no se han escatimado mentiras y descalificaciones.
Me siento abatido por todo lo que ha pasado, por mi incapacidad para discernir correctamente lo que me lleva a cometer errores sin darme cuenta que puedo estar haciendo daño.
Sé que su familia ha sufrido y está sufriendo y me duele saberme responsable de ello […]
No olvido ni olvidaré que fue Ud. la única persona que me ayudó ofreciéndome un trabajo digno, cuando todas las puertas estaban cerradas para mí.
Le aseguro que se sabrá toda la verdad, que se conocerán todas las manipulaciones y odiosidades que se han dado en el marco de este proceso. Me comprometo a ello.
Con afecto y respeto saluda a Ud.
Humberto López Candia
Marzo, 2002.
Fuente: https://www.eldesconcierto.cl/tipos-moviles/letras/2021/04/21/adelanto-la-verdad-segun-lenin-guardia.html
Video:
Entrevista de Mosciatti a Lenín Guardia.
Hablamos del libro “Mi verdad” el testimonio de un analista de inteligencia, Lenin Guardia. Este libro habla de tres temas, principalmente se refiere a las cartas bombas. Lenin Guardia fue condenado por atentar contra la Ley Antiterrorista y estuvo 7 años y 8 meses en la cárcel. “Este proceso debiera tener un marco que se llama la miseria humana y la cobardía moral”.
23 de junio.
Mi verdad, de Lenin Guardia.
por André Jouffé
-El off the record de un buen libro.
“Mi verdad” estaba en casa de mi hija y llegó anoche a mis manos. El domingo mi hijo menor Martin lo compró en 18 mil pesos con despacho a domicilio al GAM que no acepta Redcompra para tales efectos y en 72 horas lo tuve por vía de venerado delfín.
Freddy Stock el hombre que más sabía de rock y música moderna en los noventa, conduce un programa que vi en youtube, donde Lenin hace una presentación del libro y señala algunas cosas que manifestó cuando fui uno de los redactores del volumen inédito-como no lo había leído, no sé si algo quedó-. No pude continuar con la redacción por motivos de que estaba medio en Punta Arenas medio en Santiago o no me dio el ancho para escribir en primera persona en esa oportunidad. Lo había hecho antes, pero no siempre el alter ego queda conforme y así ocurrió en este caso.
Solo supe que finalmente lo escribió entero, pese a sus problemas con el manejo del PC y le dio forma y corrección Álvaro Cárdenas Castro (ya lo saben, les doy el nombre por si alguien necesita un ghost writeren). Y sale cinco años después de que una excelente periodista de Random House iniciara la trascripción de las cintas. Después fui yo y finalmente el propio Guardia con Cárdenas.
Eso pensaba.
Antes de analizar el libro, y por eso inicio la columna sin el ejemplar a mano, quisiera aclarar un tema. Guardia tiene razón en que al retirarse los militares, la inteligencia quedó en pelotas. El DINE, el de la marina, el de la Fach a medias de lo contrario no hubiese ocurrido el Piñeragate cuando a Evelyn Matthei le llega un video grabado por un oficial de la fuerza aérea.
Horacio Toro desde Investigaciones hace lo imposible por mantener el control de los ratis, y confiesa en una comida que hace vista gorda en los decomisos porque los sueldos de sus funcionarios son miserables.
En esa tierra de nadie comienza la invasión, nada menos que en dictadura cuando Francisco Javier Cuadra reconoce que el gobierno castiga a la DEA por su actitud agresiva hacia general (craso error porque se deja espacio para el primer gran túnel de paso de la droga). Y decide por su cuenta investigar primero como funcionaba este infierno en Colombia. Con todos los defectos por haber sido fanático del general, es una persona en cuya palabra uno puede confiar plenamente y así quedó demostrado en democracia donde se ha reunió incluso con quienes anhelaban “pegarle un tunazo”.
Los servicios de inteligencia, aunque Lenin afirme lo contrario torturan. Guardia señala que la inteligencia está para obtener información y poder actuar. Pero lo que no dice es que justamente a menudo, hasta en democracia, apelan a la tortura sea escuela de Argel, origen francés, el Mossad, la Cia o la China. Una vez que la persona canta, inteligencia analiza y digiere para actuar. Otras veces no es necesaria la violencia.
Y como dijo en una oportunidad el diputado Rodrigo González Torres: “La CNI te daba vuelta un tipo que soltaba hasta las recetas de los panqueques de la abuelita para evitar los pinchazos eléctricos en las bolas, y al cabo de un tiempo lo convertía en informante”
En el programa televisivo, por ejemplo deja bien en claro que si los militares hubiesen asesinado a Jaime Guzmán persuadidos por el odio que le tenía Manuel Contreras Sepúlveda, habría sido misión imposible. Porque infiltrar es una tarea de años. No es que ingreses al Frente en marzo y en mayo te encarguen una misión (Vean “El atentado”, en Netflix). De manera que un infiltrado trabaja años en silencio hasta el momento de ejecutar misiones efectivas. Y Contreras no iba a meter a nadie en el FPMR para matar al senador diez años antes del crimen pese a su odio.
Lo otro es que el propio Cristian Labbé, ex alcalde, Dina lo que se quiera, me dijo cuando era candidato en Temuco que a fines del gobierno de Pinochet, en época de las primeras elecciones donde Labbé iba de candidato a senador y perdió, no se estaban tomando las medidas para contener el alud mapuche que estaba en ciernes.
Guardia insiste en que la Oficina fue inútil, que el asesinato de Guzmán fue un error del Frente porque le pusieron en bandeja un mártir a la derecha, que el tema de las cartas con explosivos fue para que saltaran tapones y fusibles, es decir Nelson Mery y él.
Mientras trabajé en su oficina en el edificio Europa de Apoquindo el trato fue siempre cordial; es un hombre muy caballeroso y amable. Creo sinceramente que fue chivo expiatorio con un Marcelo Schilling muerto de risa por su puñalada.
Porque lo de las cartas, todo muy extraño, no daba para mantener incomunicado a una persona durante semanas y preso casi una década aunque fuese Punta Peuco.
Ahora que tengo el libro en mano, les adelanto junto con advertirles que no encontré nada mío, salvo las frases reproducidas tal cual por el protagonista.
La verdad
El tema del narcotráfico y como lo enfrentó y como asesoró a Joaquín Lavín con el tema de la delincuencia en Santiago, queda muy claro en el libro de Edición Digital. Lo de las cartas sigue siendo un misterio.
Alude el tema Jaime Guzmán y Cristian Edwards pero insisto desde que leí los primeros papers, Guardia retiene algo.
En segundo lugar por la forma novelizada y excelente redacción, aquí lo escribió entre Álvaro o un equipo de profesionales porque Guardia sería incapaz como “civil” en estas materias de armar un volumen como “Mi verdad “al más puro estilo Juan Cristóbal Peña.
El libro cierra con las cartas del autor del fraude, se presume, Humberto Nibaldo López Candia, informes de Contraloría y otros antecedentes.
Mi verdad es un libro de autodefensa, que pudo salir antes, pero nos enteramos ahora que Guardia firmó un compromiso editorial que no publicaría otra versión sino hasta diez años después de haber firmado el contrato sino era por Random. Esto da luces del porqué de la demora de una historia que será llevada a la Corte Internacional de derechos Humanos, a la cual apela en estos momentos Lenin Guardia Basso.
Aunque Guardia mantiene algunos términos peyorativos, como dejar casi como alcohólico y paranoico a Ricardo Núñez o ponerle sobrenombre a cierta gente, o dar rienda suelta a cierta ostentabilidad (deja en evidencia que sirvió Chivas Reagal y no Johnny Walker etiqueta roja), es un hombre generoso. Esa misma característica me la comentó Helga Thieme, cuando salió con Guardia.
Algo hepático: hace como 30 años en un avión de Buenos Aires a Santiago, coincidimos como vecinos de asiento y le comenté ciertos malestares al hígado. Guardia aún trabajaba para Max Marambio.
El hombre se puso de pie, abrió el guarda equipaje de mano y sacó un frasco con las cápsulas de Omega. “Aquí tienes, sigue tomándolo y verás cómo te hará bien en todo el organismo”.
En todas las posiciones autoritarismo y exilio existen puentes. Se negocian cosas; en lo propio Anselmo Sule me pidió que lo reuniera con una persona muy cercana a Pinochet para canjear situaciones por personas. Para ponerlo simple: “Levantan la “L” del pasaporte a sutano y mengano y durante un mes no habrá protestas”. Tan simple como eso.
Lenin Guardia: «Ricardo Lagos me quería preso».
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Ningun batracio que se venda por dinero merece escribir «verdades»