Y la advertencia de Ernesto Llaitul a las forestales.
“Toño soñó con vivir en esta mapu, con formar parte de Pidenco y pidió quedar aquí”, fueron algunos de los mensajes que se entregaron en memoria del joven de 29 años, muerto por un disparo en la cabeza a manos de Carabineros. El funeral reunió a más de mil personas, integrantes de comunidades mapuche de distintos sectores de Wallmapu y chilenos que se trasladaron hasta el lof Pidenco, en Lumaco. En la ocasión Ernesto Llaitul, hijo del líder de la CAM, tomó la palabra y advirtió a las forestales: «Estamos dispuestos a empuñar las armas para expulsarlos de nuestro territorio».
“Varias veces conversamos con Toñito sobre la liberación de todo el territorio de Nahuelbuta, sobre la lucha frontal contra las forestales por la derrota definitiva del extractivismo. Así se ha reinstalado la lucha por la liberación nacional mapuche (…) Y la voluntad de Pablo se cumple al dejarlo en este winkul (cerro)”, dijo Héctor Llaitul, líder de la Coordinadora Arauco Malleco (CAM), al despedir a Pablo Marchant, en un discurso sentido y enérgico que dio este martes en su eluwün (funeral).
El sector alto del lof Pidenco, en Lumaco, desde donde se veían las plantaciones de las forestales en los mantos de los cerros, fue el escogido para el entierro de Pablo. Miles de personas hicieron flamear las wenufoyes (bandera mapuche), banderas negras, acompañando la ceremonia con afafanes y disparos al aire en memoria del joven de 29 años, abatido por Carabineros el viernes pasado, al interior de un fundo de forestal Mininco, en Carahue.
Durante el velorio, una guardia armada permanente custodió el cuerpo del comunero, situándose delante del féretro, mientras las comunidades entregaron ofrendas y, luego, compartieran sopaipillas, pan, mote. Más de mil personas llegaron hasta el encuentro en el que kultrunes, pifilcas y trutrucas se escucharon de fondo.
El lugar fue simbólico: el fundo Santa Ana-Tres Palos fue recuperado por la CAM de la forestal Mininco y Marchant vivía hace cinco años en este lugar. Aquí se hicieron presentes comunidades que viajaron desde la cordillera hasta la costa, para acompañar la ceremonia. Dos o tres representantes de cada una tuvieron espacio para entregar unas palabras a Marchant, recordándolo por su compromiso irrestricto para acompañar los procesos de recuperación.
“Hoy nos damos cuenta que con el respaldo masivo de nuestro pueblo de las comunidades que han llegado desde lafquen mapu a la cordillera, de norte a sur, quienes se han acercado en distintas comitivas, de cientos de comunidades a expresarnos nuestro apoyo (…) Por más que nos digan que somos un grupo reducido o que somos terroristas o que no contamos con la voluntad de nuestro pueblo, aquí queda demostrado que no es así. La voluntad mayoritaria de nuestro pueblo nación es que las forestales se retiren de una vez por todas de acá”, expresó Ernesto LLaitul, hijo de Héctor, que inicialmente fue dado por muerto hasta que se reconoció la identidad de Marchant.
El lonko Juan Pichun también dio unas palabras para despedirse. “Estamos con el dolor por la pérdida y el asesinato de nuestro peñi Toño, pero, a la vez, nos da una alegría, una fortaleza de que varias expresiones del movimiento mapuche se hagan presente hoy día reivindicando la figura del weichafe (guerrero)”.
El mensaje común de los dirigentes fue el llamado a unirse en las distintas expresiones del pueblo mapuche, a conformar un movimiento mayor, para hacer frente a las empresas extractivistas instaladas en el territorio.
Después de la caravana que se hizo para llevar el cuerpo de Marchant hasta el sector alto del lof, donde caminaron miles de personas detrás del auto que llevaba el féretro, con coronas de flores y banderas, el lonko Pichun pidió no grabar ese momento y recordar a Marchant por su entrega.
“Llevémoslo en nuestro piwke (corazón)”, expresó.
“Soñó con vivir en esta mapu”
Pablo Marchant estudió en el Instituto Nacional y después antropología de la Universidad de Concepción. Hace casi cinco había decidido unirse a la CAM, como militante de un Órgano de Resistencia Territorial (ORT), y vivir en este territorio. No tenía apellidos mapuche, pero, como todos los reconocen en la comunidad, su compromiso lo llevó a trabajar decididamente por aportar en este espacio de autonomía territorial.
“Toño soñó con vivir en esta mapu, soñó con formar parte de Pidenco y pidió quedar aquí. Nos conocíamos, compartíamos, pasábamos mucho tiempo juntos. Nos acompañábamos en cada territorio en que se nos pedía que fuéramos a ejercer control territorial. Ahí estaba el lamngen. Lo vamos a despedir como lo que es, como un weichafe, un hermano, un hijo”, lo recuerda Orfelina Alcamán, werken (vocera) del lof Pidenco.
“Esta ruca que ustedes ven ahí, él ayudó a construirla. Toño dejó su vida aquí, caminó por este winkul, nos acompañó en todos los nguillatunes que desarrollamos cada año”, dice mientras apuntando por detrás de ella.
Con Ernesto Llaitul y los otros militantes de la organización, Marchant tenía una relación de amistad y compañerismo en la lucha por la reivindicación de tierras ancestrales. Participó en varios procesos de recuperación por el territorio, bajo la idea de la coordinadora, que este martes Llaitul reforzó en sus palabras, de avanzar en la liberación nacional de pueblo mapuche.
“El peñi falleció efectivamente confrontando contra las forestales, es una lucha irrestricta en la que nosotros no vamos a claudicar y, si eso requiere otro nivel de confrontación. No vamos a negar que estamos en guerra y estamos dispuestos a empuñar las armas si es necesario para expulsarlos de nuestro territorio. Y lo vamos a asumir porque no existe la voluntad de parte de nuestro pueblo de que las forestales permanezcan en nuestro territorio, se tienen que ir de Wallmapu”, dice Ernesto LLaitul.
En este territorio recuperado se ejerce el control territorial y se desarrolla economía propia. Como lo dice el lonko Juan Pichun, el trabajo que han desarrollado es de enfrentamiento directo contra las forestales, y también fuertemente político y cultural en las comunidades. “En hacer uso de la tierra en la reconstrucción, en ejercer el control territorial efectivo mediante la instalación de rucas, la producción agrícola, el ingreso de los animales. Esa es nuestra lucha política y nuestra filosofía de trabajo que estamos desarrollando con las distintas comunidades y se agradece el apoyo, no solo del pueblo-nación mapuche, sino que de toda la sociedad consciente de los movimientos sociales que salieron a las calles”, expresa.
La versión de Ernesto Llaitul
La noche del viernes pasado, Ernesto Llaitul fue dado por muerto durante algunas horas, de acuerdo a la información que entregó Carabineros a la Fiscalía, que esta luego salió a confirmar a abogados y a la prensa. Horas más tarde, se reconoció que la identidad de la persona que recibió el disparo por detrás de la cabeza y a corta distancia, era Pablo Marchant. Carabineros declaró que entraron a pie al lugar, donde se encontraban los miembros de la CAM en una acción de sabotaje, sin portar cámaras go pro. Un trabajador que resguardaba el predio forestal resultó herido por un disparo quedando en riesgo vital.
En medio de la conmoción y el repudio de las comunidades, Héctor Llaitul viajó hasta el Servicio Médico Legal (SML), en Temuco, para reconocer el cuerpo de su hijo, finalmente confirmando que no se trataba de Ernesto. En entrevistas ha dicho que, por la corta distancia del disparo, se podría decir que Pablo Marchant fue ejecutado.
Sobre estas versiones que se dieron, Ernesto Llaitul, comentó a El Desconcierto en medio de esta ceremonia, que “no podría decir que yo era el objetivo”. “Obviamente yo estaba consciente de que no me había pasado nada, fue una situación en la que me ausenté y se dijo que había sido yo el fallecido. Pero más allá de eso, afectó a mis cercanos, mi señora, mis padres y mis hermanos”, dijo.
Recalcó, además, la protección que se les da a los predios forestales. “Lo que existe es bastante invisibilización con las formas en que llevan adelante estos grupos, con helicópteros, con drones, en defensa de la infraestructura de las forestales y, aparte, grupos paramilitares que trabajan para las forestales. A veces esos son yanaconas (traidores), grupos minoritarios mapuche que le dan la espalda a nuestro pueblo- nación mapuche y traicionan a costa de la sangre derramada de nuestros weichafes”, dijo.
“Pablo murió empuñando las armas y en combate contra estos grandes conglomerados económicos, eso no lo vamos a negar”, expresó Llaitul.
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