15 cosas que hay saber sobre José Miguel Vivanco, director para América de Human Rights Watch, que ha incomodado a la izquierda y a la derecha.
por Jorge Poblete/ Ex Ante.
Creció en una familia católica, fue delegado en un cupo DC del centro de alumnos de la Facultad de Derecho de la U. de Chile y vive hace más de 30 años en Washington D.C. Ha peleado con Castro, Chávez y Uribe. También con José Miguel Insulza durante su paso por la OEA, por la situación de Venezuela. Quienes lo conocen lo describen como alguien de pensamiento liberal. El hombre tras el duro informe sobre deportaciones con venezolanos que causó molestia en La Moneda ha confidenciado que le cuesta posicionarse ideológicamente dadas sus tareas.
- José Miguel Vivanco Inostroza, 60, nació el 3 de enero de 1961 en Santiago. Su papá, Tulio Vivanco, era abogado de la Universidad Católica y su mamá, Ana Inostroza, una dueña casa cercana a la Iglesia Católica. Tiene 2 hermanas, él es el del medio.
- Estudió en el Manuel de Salas de Santiago, liceo donde despertó su interés por la lectura y el derecho. Tenía 12 años cuando ocurrió el Golpe Militar, una experiencia que marcaría su visión sobre los Derechos Humanos. En su entorno cuentan que en su adolescencia fue un ávido lector de la revista Mensaje de los jesuitas y que en más de una ocasión fue a la catedral a escuchar las homilías del cardenal Raúl Silva Henríquez, en esos años arzobispo de Santiago, y crítico de la dictadura de Augusto Pinochet. “Provengo de una familia muy católica que fue testigo, por la cercanía a la jerarquía de la Iglesia, de los horrores cometidos inmediatamente a partir del golpe”, dijo al diario El Tiempo de Colombia, en junio de 2019.
- Desde entonces lee a los clásicos del Boom Latinoamericano; desde Jorge Luis Borges en adelante, pasando por Mario Vargas Llosa, a quien conocería más tarde en su labor profesional. Entre sus autores preferidos está el checo Milan Kundera, a quien aprecia especialmente por su primera novela, La broma, donde narra en tono de sátira la vida de un profesor bajo el régimen soviético. En Estados Unidos adquirió el gusto por leer memorias políticas.
- Estudió derecho en la Universidad de Chile y no en la U. Católica como su papá, por considerar que ofrecía una mayor posibilidad de debate. Fue delegado de curso del centro de alumnos presidido por Fernando Barros, en un esquema en que se elegían 10 delegados, 2 por cada año de carrera: uno de gobierno y otro de oposición. Él estaba entre los últimos. Para ser elegido delegado compitió en un cupo de la Democracia Cristiana, aunque en su entorno aseguran que no militó formalmente.
- Sus primeros trabajos fueron como asistente de derecho penal del profesor Alfredo Etcheberry en la Universidad Diego Portales, cargo que también desempeñó con el profesor Sergio Yáñez en la Universidad de Chile. Tras obtener una beca, se desempeñó además en el programa de derechos humanos de la naciente Academia de Humanismo Cristiano.
- En 1986 postuló a Human Rights Watch (HRW), donde es director de la División de las Américas. Su primera labor fue en litigios ante la Corte Interamericana de Derechos Humanos por desapariciones de personas en Honduras, tarea en la que estuvo un año y medio. Estos alegatos eran en español, lo que le permitió una lenta transición al inglés.
- En su currículo figura que antes de unirse a HRW fue abogado de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos en la Organización de Estados Americanos (OEA). En 1990 fundó además la ONG que presenta denuncias ante organismos internacionales de derechos humanos Centro por la Justicia y el Derecho Internacional.
- Salvo por un año en que vivió en Boston, cuando hizo una maestría en Harvard, ha vivido desde mediados de la década de 1980 en Washington D.C. Se casó en Nueva York con una abogada originaria de Bombay, India, que estudió en Estados Unidos y es profesora de derecho en la Universidad de Georgetown. Tiene un hijo que terminó el college en la universidad de Yale.
- En su casa Washington D.C. ha recibido a varios chilenos con los que tiene cercanía, entre ellos el diplomático Juan Gabriel Valdés y el crítico literario Juan Manuel Vial. Quienes conocen a Vivanco lo describen como alguien que disfruta de dar opiniones en múltiples temas, y que en términos ideológicos es un liberal y no un social demócrata. “Me cuesta mucho tomar posiciones desde un punto de vista ideológico, porque mis opiniones están naturalmente asociadas a estándares jurídicos en DDHH”, ha comentado Vivanco.
- Ha tenido públicos desencuentros con distintos mandatarios y autoridades internacionales. En 1995 negoció con Fidel Castro la liberación de 6 presos críticos al régimen, una experiencia donde describió al líder cubano como un caudillo autoritario, distante del mandatario carismático de sus discursos.
- “No llevaba un año como director ejecutivo de HRW y la primera dama de Francia, Danielle Mitterrand, me invitó a recorrer casi todas las prisiones de la isla recogiendo información para luego pedirle a Castro la liberación de 24 presos. La reunión comenzó cerca de las 8:30 pm y terminó a las 4:00 am, y Fidel Castro, que fue muy grosero y autoritario, tenía cada uno de los expedientes de los prisioneros sobre la mesa. La discusión de cada caso fue como regatear en el mercado”, dijo en 2019 al diario El Tiempo. “Muchas celebridades decían que él (Castro) era encantador. Pero durante esas horas yo no vi ningún encanto, sino a un caudillo que disponía de la libertad de los cubanos a su antojo”.
- También mantuvo públicos desencuentros con José Miguel Insulza en su rol de secretario general de la (OEA), entre 2005 y 2015. Lo acusó de falta de voluntad política para condenar abusos en Venezuela, a lo que Insulza respondió que Vivanco veía violaciones a los DDHH antes de que ocurrieran. Ambos se habían conocido por los distintos cargos ministeriales que había ocupado Insulza desde el retorno a la democracia y el episodio enfrió la relación. Cercanos a Vivanco plantean que en este caso aplicó uno de sus “principios cardinales”, que es no personalizar las disputas públicas con autoridades y responderlas siempre por esa vía.
- El 18 de septiembre de 2008 ocurrió un episodio que para Vivanco ha sido tal vez el más difícil de su carrera, por lo inesperado. Ocurrió luego de presentar el informe “Una década de Chávez”, en que se desagregaban violaciones a los DDHH en Venezuela. Vivanco volvió a su hotel tras comer con corresponsales extranjeros cuando le llamaron la atención las miradas fijas que recibió en el lobby. El pianista dejó de tocar y él lo atribuyó erróneamente al éxito de la conferencia de prensa. Subió al piso 12 y vio afuera del ascensor a una treintena de personas, a uno con cámara y a otros vestidos con tenidas militares de combate y armados. Entre ellos estaba el encargado de DDHH de Chávez, que comenzó a leer su decreto de expulsión. Vivanco intentó negociar, pidió hablar con el embajador de Chile, pero no lo autorizaron. Dijo que debía guardar sus cosas y le mostraron una maleta. Ya lo habían hecho por él. Pudo entrar a la habitación con la excusa de sacar su documentación de la caja de seguridad que no había sido abierta por los militares, e intentó aprovechar ese momento para entrar al baño y llamar desde su blackberry, pero los soldados lo maniataron y se lo impidieron. Así lo sacaron de la pieza y lo llevaron al aeropuerto, desde donde voló a Sao Paulo, Brasil.
- También tuvo desencuentros con Álvaro Uribe en Colombia, con quien se reunió varias veces. Recordó hubo una reunión especial donde trataron un proyecto de penas alternativas para los paramilitares que, a juicio de Vivanco, implicaba impunidad. Asistió con 2 abogadas de su equipo y, frente a ellas, el presidente colombiano perdió el control. “Me gritaba que yo era un embajador de las Farc en Washington. Estaba tan fuera de sí que se levantó de la mesa, dio un portazo y se fue. Insólito. Nunca me había ocurrido algo semejante con nadie ni menos un jefe de Estado. Los ministros se quedaron en la sala y seguimos la reunión como si nada, aunque con mucha tensión. Después de 10 minutos, Uribe regresó calmado”, dijo a El Tiempo.
- La relación con Piñera se remonta a su primer gobierno, pero se extendió después de que dejara La Moneda en 2014. Cercanos a Vivanco cuentan que en más de una ocasión Piñera aprovechó visitas que realizó a Santiago para invitarlo a su oficina en Apoquindo y conversar sobre temas regionales, en los que le consultaba sobre política exterior estadounidense y preguntaba, desde México hacia abajo, sobre la situación de los países en términos de derechos humanos, libertades públicas y democracia. En noviembre de 2019 Vivanco se reunió con el mandatario para tratar el tema del 18-O. No ha vuelto a Chile desde que comenzó la pandemia. Sus encuentros más recientes han sido con el abogado Benjamín Salas, ex asesor de Piñera en temas internacionales, con quien se tomó un café la semana pasada en Washington D.C. Desde ese país dijo en mayo que en Chile no había presos políticos, rechazando el proyecto de indultos a los presos del 18-O.
- Este miércoles, Human Rights Watch dio a conocer un duro informe sobre la deportación de los venezolanos en Chile, pidiendo al Gobierno que se ponga fin a expulsiones sumarias e indicando que en buena parte de ellas se incumple el derecho internacional e incurre en violaciones a sus derechos. El reporte causó molestia en La Moneda, porque no se les consultó previamente su posición, dijeron. Vivanco, cuentan quienes lo conocen, ha aplicado en este caso su mismo principio cardinal: no tomarlo como un ataque personal, sino que limitarlo a la esfera pública. “Creo que el Subsecretario (Juan Francisco) Galli no ha leído correctamente nuestro informe sobre deportaciones de Chile”, publicó en Twitter el jueves 29.
Fuente: https://www.ex-ante.cl/perfil-15-cosas-que-hay-saber-sobre-jose-miguel-vivanco-director-para-america-de-human-rights-watch-que-ha-incomodado-a-la-izquierda-y-a-la-derecha/
Nota de archivo:
Historia y campañas Human Rights Watch, HRW.
Human Rights Watch comenzó en 1978 con la creación de Helsinki Watch, cuyo objetivo era ayudar a los grupos ciudadanos formados en todo el bloque soviético a verificar el cumplimiento gubernamental de los Acuerdos de Helsinki de 1975. Conforme la organización creció, se crearon los Comités de Observación (Watch Committees) para cubrir otras regiones del mundo. En 1988, la organización adoptó formalmente el nombre de Human Rights Watch. Robert L. Bernstein era el presidente de la organización y es uno de los fundadores originales, así como Jeri Laber, entre otros.
Perfil: defensa de los derechos humanos básicos
Seguidora de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, Human Rights Watch se opone a las violaciones de derechos humanos básicos, que incluyen la pena capital y la discriminación basada en la orientación sexual. Human Rights Watch defiende las libertades en relación con los derechos humanos fundamentales, tales como la libertad de religión y de prensa.
Human Rights Watch produce informes de investigación sobre violaciones de normas internacionales de derechos humanos, obedeciendo a la Declaración Universal de los Derechos Humanos y a lo que percibe como otras normas de derechos humanos aceptadas internacionalmente. En sus informes, Human Righs Watch ha abordado cuestiones como la discriminación social y de género, tortura, la utilización de niños por parte de ejércitos, corrupción política, abusos en los sistemas de justicia criminal, y la legalización del aborto.
Human Rights Watch fue una de seis ONG internacionales que fundaron la Coalición para erradicar el uso de niños soldados en 1988. También copresidió la Campaña Internacional para Prohibir las Minas Terrestres, una coalición global de grupos de la sociedad civil que abogó exitosamente para introducir el Tratado de Ottawa, un tratado que prohíbe el uso de minas antipersonas.
Human Rights Watch es miembro fundador del Intercambio Internacional por la Libertad de Expresión, una red global de organizaciones no gubernamentales que monitorea la censura alrededor del mundo.
Human Rights Watch cuenta con una planta laboral de 230 trabajadores pagados, y un presupuesto de más de 30 millones de dólares estadounidenses al año.
En 2010, Human Rights Watch recibe 100 millones de dólares del multimillonario estadounidense George Soros.
Críticas
Human Rights Watch ha sido criticada por gobiernos y otras organizaciones no gubernamentales y por su fundador y exdirigente Robert L. Bernstein. Ha sido acusada por críticos de haber sido influenciada por la agenda de asuntos exteriores de los Estados Unidos, particularmente en relación a sus informes sobre Latinoamérica.
En 2008, el gobierno de Venezuela ―a través de Tarek El Aissami (ministro de Relaciones Interiores) y Nicolás Maduro (ministro de Relaciones Exteriores)― acusó a Human Rights Watch de estar «inmiscuyéndose ilegalmente en los asuntos internos» de Venezuela, por lo que expulsaron del país a sus representantes. Por su parte el entonces ministro de Comunicación e Información, y presidente del canal TeleSUR, Andrés Izarra, calificó a Human Rights Watch como «una fachada de la injerencia estadounidense en Venezuela», y lo acusó de estar al servicio de «los intereses más bastardos de la oligarquía venezolana al servicio de los intereses imperiales».
Con respecto al conflicto árabe-israelí, se ha acusado a Human Rights Watch de estar parcializada a favor de Israel, y que la organización ha pedido donaciones a ciudadanos de Arabia Saudita sobre la base de sus críticas a Israel; Human Rights Watch ha respondido públicamente a la crítica relacionada con sus informes sobre Latinoamérica y sobre el conflicto árabe-israelí.
El 12 de mayo de 2014, la irlandesa Mairead Maguire y el argentino Adolfo Pérez Esquivel ―ambos premios nobel de la paz―, junto con un centenar de profesores de Estados Unidos y Canadá, solicitaron a Human Rights Watch que tomara «medidas concretas para afianzar la independencia» de la organización, ya que sus más altos directivos tenían relación directa con el Partido Demócrata, con el Gobierno de Estados Unidos y también con la CIA (Agencia Central de Inteligencia). Dirigieron la carta a Kenneth Roth (director de Human Rights Watch), y le solicitaron el fin de las «puertas giratorias» entre dichas instituciones y Human Rights Watch. Entre los personajes relacionados con dichas instituciones estaban Miguel Díaz (analista de la CIA en los años noventa y actual funcionario del Departamento de Estado), Tom Malinowki, Miles Frechette y Michael Shifte (que tendrían vínculos directos con el Partido Demócrata). El 3 de junio de 2014, Human Rights Watch respondió argumentando que su «preocupación está fuera de lugar». El 8 de julio de 2014, los dos premios nobel ―junto a otros activistas― volvieron a solicitar a Human Rights Watch que expulsara de su junta directiva a Javier Solana (exsecretario general de la OTAN), y a todos los funcionarios relacionados con el Gobierno de Estados Unidos.
En 2020, The Intercept reportó que el director Ejecutivo de Human Rights Watch, Kenneth Roth, aceptó donaciones del magnate inmobiliario saudí Mohamed Bin Issa Al Jaber con la condición de que la donación de 470.000 dólares no se utilizara para apoyar la defensa de los derechos de las personas LGBT en el Oriente Medio y el Norte de África. La donación fue devuelta, y Human Rights Watch emitió una declaración diciendo que aceptar la donación era una «decisión profundamente lamentable» en respuesta a un informe de investigación del periódico The Intercept sobre la donación.
Fuente (extractos): https://es.wikipedia.org/wiki/Human_Rights_Watch
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