¿A quién benefició la guerra?
por Pepe Escobar (*)/(AsiaTimes) /Canarias Semanal.
Los accionistas de Lockheed Martin, Raytheon y otras empresas armamentísticas se forraron. En este reciente artículo de Pepe Escobar, del que ofrecemos un resumen, analiza la situación económica de Afganistán, las negociaciones para formar nuevo gobierno y los distintos rumbos que éste pueda tomar para reconstruir el país y restaurar su soberanía (Nota de Canarias Semanal).
Después de 20 años de ocupación y un gasto de más de dos billones de dólares en una “guerra permanente” que siempre se nos dijo era para fomentar la democracia y favorecer al “pueblo afgano”, Afganistán sigue siendo la séptima nación más pobre del mundo: según el Banco Asiático de Desarrollo, el 47% de su población vive por debajo del nivel de la pobreza.
No menos del 75% del presupuesto del ahora disuelto gobierno de Kabul provenía de la ayuda internacional. Según el Banco Mundial, esa ayuda debía mover el 43% de la economía -empantanada en una gigantesca corrupción gubernamental.
Las condiciones pactadas en el acuerdo entre Washington y el Talibán, firmado en Doha en febrero de 2020, dicen que EE.UU debía seguir financiando a Afganistán durante y después de su retirada.
Ahora, con la caída de Kabul y el inminente retorno del Emirato Islámico de Afganistán, se percibe con más claridad que las tácticas del “poder blando” financiero pueden resultar incluso más letales que la propia ocupación de la OTAN. Washington ha congelado las reservas de $9.500 millones del Banco Central Afgano, y el Fondo Monetario Internacional (FMI) ha cancelado el préstamo a Afganistán, incluidos los $460 millones que son parte del programa de asistencia por el COVID-19.
Estos dólares pagaban los salarios del gobierno así como las importaciones. Su desaparición hará más daño al “pueblo afgano”, pues llevará inevitablemente a la depreciación de la moneda, la subida de precio de los alimentos y la inflación.
Corolario de esta tragedia económica es el clásico “toma el dinero y corre”: el ex-presidente Ashraf Ghani huyó del país con $169 millones repartidos en cuatro coches, dejándose 5 millones en el alquitranado del aeropuerto de Kabul. Esto según dos testigos: uno de sus propios guardaespaldas y el embajador afgano en Tajikistán. Ghani lo ha negado. Pero a su avión también se le negó el aterrizaje en Tajikistán y Uzbekistán, hasta que lo acogieron en los Emiratos Árabes Unidos -muy cerca de Dubai, meca mundial del contrabando, el lavado de dinero y el crimen organizado.
Los Talibán ya han declarado que anunciarán la formación de nuevo gobierno y del nuevo marco político y económico después de que el mes que viene se haga definitiva la retirada de las tropas de la OTAN.
Las complejas negociaciones para formar un gobierno “inclusivo”, como ha prometido en varias ocasiones el portavoz talibán, están, de hecho, dirigidas, del lado no talibán, por dos miembros de un consejo de tres: el ex-presidente afgano Hamid Karzai y el eterno rival de Ghani, el líder del Consejo Supremo de Reconciliación Nacional, Abdullah Abdullah. El tercer miembro, que actúa en la sombra, es el señor de la guerra convertido en político y dos veces primer ministro afgano Gulbuddin Hekmatyar (1).
A Karzai y Abdullah, ambos de amplia experiencia, los estadounidenses los consideran “aceptables”, así que podrían facilitar el futuro reconocimiento oficial de Occidente del Emirato Islámico de Afganistán y restaurar la financiación multilateral de sus instituciones. Hay, sin embargo, muchos obstáculos por el camino, entre ellos el papel activo en estas negociaciones de Khalil Haqqani, que lidera la Comisión Talibán del Consejo de Paz y figura en la “lista de terroristas” y bajo sanciones de la ONU.
¿CUÁL ES EL MOTOR ECONÓMICO DE LOS TALIBANES?
Los Talibán llevan dos décadas operando fuera del sistema bancario occidental. El grueso de sus ingresos procede de los impuestos de tránsito en las rutas de comercio (por ejemplo, desde Irán) y los del petróleo. Los beneficios derivados de la exportación del opio y la heroína (el consumo interno está prohibido) se dice que representan menos del 10% de sus ingresos. Y en muchos pueblos del Afganistán profundo, la economía gira en torno a pequeñas transacciones y al trueque.
El PIB de Afganistán en 2020 era de $19.800 millones, según cifras del Banco Mundial. El artículo de un prestigioso académico de la Inteligencia paquistaní dice que los nuevos paquetes de ayudas e inversiones probablemente lleguen de los países de la Organización de Cooperación de Shangai (SCO por sus siglas en inglés): Rusia, China y Paquistán, o de sus aspirantes (Turquía y actualmente Irán -cuya integración como miembro de pleno derecho está programada para la cumbre del mes que viene en Tajikistán). Queda implícito que el reconocimiento de Occidente será labor hercúlea.
El artículo admite que los Talibán no han tenido tiempo de evaluar de qué manera la economía será el vector clave para la futura independencia de Afganistán. Puede que dicha clave sea la que contiene el propio artículo cuando dice que China les ha aconsejado ir despacio y no cerrarse la puerta en Occidente hablando demasiado pronto de control estatal del capitalismo y desvinculación del FMI. Pero, dado que Occidente ha sacado todo el dinero de Afganistán, es probable que tengan que solicitar ayudas de corto plazo.
OTAN y FMI, CAMARADAS DE ARMAS
A Michael Hudson, profesor de Economía de la Universidad de Missouri Kansas City, le pregunté qué aconsejaría al nuevo gobierno. Respondió “Por un lado, que pongan en vergüenza al FMI por haber actuado como brazo de la OTAN”.
Hudson se refería aquí a un artículo del Wall Street Journal escrito por un ex-consejero del FMI, ahora en el Consejo Atlántico, donde se dice que, dado que todavía no hay reconocimiento del futuro gobierno talibán, los bancos del mundo dudarán hacer negocios con Kabul, lo que puede dar a EE.UU mayor influencia para negociar.
Así que pudiera ser que la cosa tomase el mismo rumbo que con Venezuela mediante el no “reconocimiento” por parte del FMI del nuevo gobierno talibán durante meses e incluso años, y el robo del oro afgano por parte del New York Fed -que es en realidad un conjunto de bancos privados.
SIGUE LA PISTA DEL DINERO
Según habia manifestado Julian Assange,
“El objetivo [de la ocupación militar] es usar Afganistán para lavar el dinero de los impuestos de EE.UU y Europa a través de Afganistán y de vuelta a las manos de una elite de la seguridad transnacional. El objetivo es una guerra permanente, no una victoria”.
La “guerra permanente” ha sido, en efecto, un desastre para el pueblo afgano, bombardeado, invadido y empobrecido; pero todo un éxito para lo que Ray McGovern ha llamado de manera tan memorable el complejo MICIMATT (Military-Industrial-Counter-Intelligence-Media-Academia-Think Tank).
Quienes compraron acciones de Lockheed Martin, Northrop Grumman, Raytheon y el resto de empresas armamentísticas se forraron.
Barack Obama -que tuvo en sus manos la larga “lista de gente a matar” en Afganistán– organiza una fiesta de cumpleaños e invita a los nuevos ricos woke. Mientras tanto, Julian Assange sufre tortura psicológica en la prisión de Belmarsh. Y Ashraf Ghani piensa en cómo gastar $169 millones en los negocios sucios de Dubai, fondos que dicen algunos dicen fueron robados al “pueblo afgano”.
Nota:
(1) Gulbuddin Hekmatyar es un «señor de la guerra», antiguo muyahidín y genocida afgano, fundador de la organización terrorista Hezbi-Islami, financiada por la CIA. Durante la guerra contra la República Democrática de Afganistán y las tropas soviéticas, realizó varias masacres, por las que recibió el apodo de “el carnicero”, se significó como sádico torturador y aficionado a arrojar ácido al rostro de las mujeres “enemigas”. En la década de 1990 ocupó dos breves períodos como primer ministro.
Fuente (original): «Orever-war-benefiting-afghans-follow-the-money» – ASIA TIMES / Traducción de EVA LAGUNERO para CANARIAS-SEMANAL.ORG.
(*) Pepe Escobar es un reputado periodista de origen brasileño que está especializado en Asia central y Oriente Medio.
Fuente: https://canarias-semanal.org/art/31187/a-quien-beneficio-la-guerra-en-afganistan-siga-la-pista-del-dinero
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